domingo, 21 de diciembre de 2008

LAS NAVIDADES Y LA LLEGADA DEL INVIERNO

El 21 de diciembre indica la entrada del invierno y la llegada de las fiestas navideñas. Días en los que el consumo de comida se dispara y en los que nos pueden ser muy útiles los consejos de Hipócrates para enfrentarnos al frío y a los abusos ante la mesa.

“Durante el invierno, pues, para oponerse a la estación, fría y dura, conviene adoptar los hábitos de vida siguientes. En primer lugar hay que acostumbrarse a una sola comida, a no ser que uno tenga el vientre seco, y en tal caso, desayunar un poco. Y tomar alimentos secos y astringentes, cálidos, variados y sin mezcla, mejor comidas con pan, y mejor asados que hervidos, y para beber tintos bastante puros y en menor cantidad; las hortalizas convienen muy poco, a no ser de las caloríficas y secas, y hervidos y caldos muy pocos. Y mucho ejercicio de toda clase; carreras de fondo, aumentándolas paulatinamente, y lucha libre prolongada, con el cuerpo aceitado, a lo que uno se forzará después de entrenamientos ligeros. Y paseos rápidos tras los ejercicios gimnásticos, lentos y al sol después de la comida, y muchos paseos matutinos, comenzando poco a poco y progresando a un ritmo vivo, y concluyéndolos de manera sosegada.

Conviene descansar en lechos duros y darse caminatas y carreras nocturnas. Porque todo eso adelgaza y calienta. Practicar el trato sexual con mucha frecuencia en esta estación, y los mayores más que los jóvenes. Acudir también a los vómitos, las personas de constitución más húmeda tres veces al mes, y los más secos dos. [...] Hay que vomitar después de haber comido carne de vaca y de cerdo y de otras que producen verdadero hartazo; también conviene vomitar tras el hartazo de queso y de alimentos dulces y grasos desacostumbrados. [...]Así que es preciso llevar ese régimen de vida durante esta estación, desde el ocaso de las Pléyades al solsticio, cuarenta y cuatro días" (Hipócrates, Sobre la dieta)

Deseando que os sean de utilidad las indicaciones de Hipócrates, pasad unas felices fiestas y que en el año 2009 se vean cumplidos todos nuestros deseos.

Hasta después de los Reyes Magos.

Plurimam salutem!

* Imagen propia.

domingo, 14 de diciembre de 2008

RUCTUS, UNA COSTUMBRE ACEPTADA

Resulta paradójico pensar como un mismo acto puede ser tan disparmente recibido a lo largo de las diferentes etapas de la vida y de la historia.



Lo que en un niño sólo nos produce una sonrisa conmiserativa, en un adulto y en nuestra sociedad occidental es recibido con una mueca de desagrado. Sin embargo, no todas las culturas reciben o han recibido este acto de “alivio personal” con idéntico desagrado, pues en el mundo árabe los comensales no se limitarán a escuchar este “grato sonido” por parte de su compañero de mesa, sino que las reglas del protocolo les permitirán asistir a un verdadero duelo de eructos con el propio anfitrión. Esta es la señal que indica la plena satisfacción por los manjares recibidos. A veces, incluso el cocinero se une a este complaciente coro.
Volviendo al mundo occidental y, a pesar de nuestro remilgado rechazo al eructo en la actualidad, no debemos olvidar que nuestros antepasados romanos lo practicaban e incluso, podemos decir, que con cierto entusiasmo, como medida de prevención de problemas intestinales.
Si acudimos a las fuentes clásicas muchas son las referencias a los aires contenidos y su recomendación de expulsión.
La escuela de Salerno recoge en su Régimen sanitatis Salernitatum las consecuencias médicas producidas al no expulsar los gases ocasionados por las comidas:
"Cuatro males proceden del aire retenido en el vientre: espasmos, hidropisia o sed rabiosa, cólicos y vértigo”
También Hipócrates hace mención al tema de los aires:“Pero hay algunos que si salen de su norma no se librarían fácilmente de sus consecuencias y padecerían lo indecible con alterar su régimen un solo día, y si me apuras ni siquiera completo. En el caso de los que hicieran un almuerzo no habitual, porque al momento se sentirán cargados y abotargados física y mentalmente, llenos de somnolencia, amodorrados y sedientos; y si por añadidura cenan, tendrán flatulencias, retortijones y vientre suelto. [...] Es más, si intenta cenar, el alimento le resultará desagradable y no podrá tomar lo que normalmente cena los días que ha hecho su almuerzo habitual: esos mismos alimentos, al ir bajando con retortijones y ruido, provocan ardor de estómago y son causa de insomnio y sueños agitados. Para muchos ése es también el comienzo de una enfermedad.
Hipócrates, Tratados hipocráticos, Sobre la medicina antigua, 10

Galeno I, 35-36, explica los diferentes tipos de eructos: "los eructos nidorosos o de otro tipo, como los que huelen a huevos fritos o a algo más fétido y podrido. Y el de los eructos nidorosos admite haber ingerido después de una comida una torta grasienta, como la elaborada con aceite e itrio. Y otro, el que eructa con olor a huevos fritos, reconoce que sus eructos proceden de su ingestión. Un tercero, después de haber tomado muchos rábanos, tiene eructos fétidos y podridos"
Así pues, tras ver los problemas que ocasionan se recomienda:
“En cuanto a los aires y flatulencias lo mejor es que salgan sin ruido y sin ventosear. Pero es mejor que salgan incluso con ruido, que el que sean retenidas allí y se acumulen en el interior. Aunque en el caso de salir así, indican que el individuo sufre algo o bien está fuera de sus cabales, a no ser que el hombre actúe así de buen grado al expeler sus aires”
Hipócrates, Tratados hipocráticos, El pronóstico, 11
“Cuando se tienen eructos sin dolor en el epigastrio, hay que beber de cuando en cuando un poco de agua fría y no agitarse […] cuando se tienen eructos amargos, acompañados de dolor y de pesadez en el epigastrio, es necesario recurrir sin tardanza al vómito”

Celso, Los ocho libros de la medicina, X
Simón.- Y tú ¡por qué diablos me eructas tu borrachera en la cara?
Pseúdolo.- ¿No ves que estoy completamente borracho?
Simón.- ¿Sigues eructándome a la cara?
Pseúdolo.- Mi eructo huele a rosas
Plauto, Pseúdolo, VII, 1300
Claudio, conocedor de todos estos problemas, promulga un Edicto en el que está permitido expulsar los gases en los banquetes:
“Se dice incluso que tras haberse enterado de que un invitado había caído enfermo por contenerse para guardar las formas, había proyectado promulgar un edicto para permitir expulsar los gases y las ventosidades sonoras en medio del banquete

Suetonio, Vida de Claudio, V, 32

Pese a estar amparado por la ley, Plinio, el Joven, nos muestra la discreción que caracterizó a Trajano:
“¿No comes siempre en público? ¿No está siempre tu mesa abierta a todo el mundo? ¿No te resulta a ti tan grato como a nosotros participar de los mismos banquetes? [...] ¿Y en cuanto a la duración misma de las comida, aunque tu frugalidad reduce el tiempo que dedicas a éstas, no las prolonga, sin embargo tu afabilidad? Ciertamente no te hartas de comida en solitario antes del mediodía para acechar luego a tus comensales, vigilándolos y tomando nota de lo que dicen, ni te presentas bien saciado y eructando ante unos invitados que no han comido y tienen el estómago vacío para arrojarles más que servirles unos platos tales que tú no te dignarías siquiera a tocar, ni en fin, después de haber soportado con disgusto este insolente simulacro de banquete, vuelves a entregarte a tus secretas orgías y ocultos excesos. No admiramos, por lo tanto, ni el oro ni la plata de tus vajillas, ni el exquisito refinamiento de tus platos, sino tu afabilidad y tu buen humor”
Plinio, el Joven, Paneg. a Trajano, 49, 5
Para prevenir estos problemas gástricos se invita a la ingestión de ciertos alimentos:
“Los panes secos, de harinas bien molidas […] se disuelve tranquilamente. De modo que hace su recorrido lentamente, pero sin producir gases ni eructos, frente al pan de cebada bien molido, que es laxante pero produce muchos más gases”
Hipócrates, Tratados hipocráticos, Sobre la dieta, 40
“Los alimentos que producen menos gases son la caza, los pájaros cocidos con trampa, los peces, las frutas, las aceitunas, los crustáceos, los huevos frescos, cocidos o pasados por agua y el vino añejo. El hinojo y el aneto favorecen la expulsión de los aires”
Celso, Los ocho libros de la medicina, XXVI
Y evitar ciertos alimentos:
“Las habas son algo sustancioso, pesado y flatulento. Los guisantes dan menos gases […] Los huevos de aves son un alimento flatulento, porque de un volumen pequeño se desarrolla enormemente. […] El mosto produce gases porque calienta. […] Loa ajos producen gases por la retención del aire interno […] Las granadas vinosas son muy flatulentas […] Los melones son diuréticos, pero dan gases.”
Hipócrates, Tratados hipocráticos, Sobre la dieta, 49, 50, 52, 55
“Los alimentos flatulentos son casi todas las legumbres, todas las sustancias grasas, dulces y jugosas, el mosto, e incluso el vino nuevo. Entre las plantas de huerta, el ajo, la cebolla, la col, todas las raíces, exceptuando el reponcho y las pastinaca; los bulbos, los higos secos, y sobre todo loe verdes; las uvas frescas, toda clase de nueces, a excepción de los piñones, la leche, las diferentes clases de quesos y en fin, toda sustancia mal cocida. ”
Celso, Los ocho libros de la medicina, XXVI
Las bellotas comidas ocasionan flatulencias” (Dioscórides, Plantas y remedios, I, 106)
La cebada es diurética, detersiva, flatulenta, dañosa del estómago” (Dioscórides, Plantas y remedios, II, 86)

La cerveza es dañosa de las meninges y flatulenta” (Dioscórides, Plantas y remedios, II, 87)

“El haba helénica engendra ventosidad, flatulencia”
(Dioscórides, Plantas y remedios, II, 105)

“Mi hortelana me ha traído malvas que aligeran el vientre y una opulenta variedad de cuanto produce mi huerto: la pomposa lechuga y el puerro ya en sazón; no falta la pimienta que provoca el eructo ni la hierba salaz. […] Sumad a esto bromas sin hiel, libertad que no os avergüence mañana y frases de que no quisierais arrepentiros. Que mis convidados hablen de los azules y de los verdes; mi vino no embriagará hasta hacer ninguno de vosotros un acusado.”
Marcial, Preparativos de convite, X, XLVIII

Veamos cuáles son los curiosos remedios propuestos por Dioscórides, en su libro Plantas y remedios:

“Los nardos bebidos con agua fría son una ayuda para las náuseas y para las flatulencias”
(I, 7)
“El costo bebido, en cantidad de dos onzas, con vino y con ajenjo sirve contra los espasmos y las flatulencias” (I, 16)

“La raíz del helenio sirve, tomada en electuario con miel, viene bien a la tos, a los espasmos y a las flatulencias”
(I, 28)

“El enebro bebido es eficaz contra los retortijones, flatulencias y toses” (I, 75)

“Las manzanas que están sazón en primavera engendran flatulencias”
(I, 115)

“El caldo de gallo viejo es conveniente contra asmas, artritis y flatulencias de estómago” (II, 49)

"El testículo del castor bebido con vinagre actúa contra las flatulencias, hipos y retortijones” (II, 24)

"El astrágalo de cerdo quemado hasta que de negro se vuelva blanco, majado y bebido, aleja las flatulencias de colón y retortijones de trip
as” (II, 58)


Beneficios ocasionados al expulsar los aires:
Trimalción: “Perdonadme amigos, hace ya unos días que no me responde el vientre. […] Ahora espero que mi vientre vuelva a entrar en la norma de siempre. De lo contrario, siento unas resonancias por el estómago, como si se tratara de un toro. Por consiguiente, si alguno de vosotros tiene que hacer una necesidad, no debe apurarse. Ninguno de nosotros nace sin válvula de escape. Yo creo que no hay mayor tormento que aguantarse, es lo único, por cierto que ni Júpiter puede prohibir. ¿Te ríes, Fortunata, porque de noche no sueles dejarme dormir? Tampoco me parece mal que la gente se desahogue en la mesa, por su parte los médicos no aconsejan contenerse. Si alguien tiene ganas de cosas mayores, todo está a punto en el exterior: agua, bacín y demás menudencias. Creedme, si los gases os suben a la cabeza, producen flatos en todo el organismo. Sé de muchos que se han muerto por ese motivo, aunque ellos no hayan querido reconocer su verdadero mal”
Petronio, El Satiricón, 47
“Tu cara es perfecta, tu cuerpo no ofrece el menor defecto, y sin embargo ¿no te llama la atención que es raro el hombre que te codicia y menos por segunda vez? Es que tienes, Galla, un defecto bastante gordo. Siempre que el deseo me acercó a ti, en el momento más crítico, algo habla de ti que no es tu boca. ¿Por qué los dioses no harán que seas tú quien hable y no otra cosa? ¡Me irrita esa locuacidad! Preferiría que ventoseases, porque-al decir de Simmaco- eso es bueno para la salud y a la vez provoca risa. ¿Pero quién puede reír con los ruidos de otra procedencia? Cuando eso escucho, mi rigor y mi voluntad decaen. Háblame al menos y que tu voz oculte otras ruidosas manifestaciones. Ahora bien: si eres muda, aprende al menos a hablar por ahí”
Marcial, A Galla, VII, XVIII
Las fuentes clásicas nos han mostrado claramente que el mundo antiguo no presentaba las inhibiciones que actualmente se tienen al respecto, aunque, pese a ser considerados saludables, fue necesaria la publicación de un edicto imperial para que fueran socialmente mejor aceptadas.

Plurimam salutem!

*Fotografías propias

domingo, 7 de diciembre de 2008

ALIMENTACIÓN DE LOS BEBÉS ROMANOS


Quizá uno de los aspectos menos conocidos de la cocina romana antigua sea la alimentación de los bebés, de manera que dediquemos unas líneas a este tema.

Evidentemente como cualquier bebé de la historia, era alimentado con leche materna, aconsejada por los médicos como la alimentación más recomendable para la buena salud del bebé al transmitirle a través de su leche las mejores calidades físicas y morales: “Las mujeres que están razonablemente bien alimentadas, no se gastan ni enflaquecen amamantando” (Soranus, Sobre las enfermedades de mujeres, 2)

A su vez, la alimentación materna evitaba las muertes prematuras, pues a esta leche se le atribuían propiedades curativas: “La leche de mujer que ha parido una niña sólo vale para sanar los males del rostro. También las afecciones de los pulmones se curan con leche materna. Dicen que los perros no se hacen rabiosos si beben la leche de mujer que ha parido un varón.” (Plinio, HN, XXVIII, 123); “la leche de mujer es más dulce y muy nutritiva. Mamada, es beneficiosa contra la mordicación de estómago y la tisis” (Dioscórides II, 70, 6)

Es importante tener en mente la elevada mortalidad infantil, por lo que no sólo era necesario una leche materna nutritiva y sana, sino también que los dioses protegieran al recién nacido por ser el elemento más frágil de la unidad familiar. Así pues, son varias las diosas que se invocaban para cuidar de la nutrición del bebé, no sólo ya nacido, sino incluso antes de nacer. Veamos estas diosas:

DIOSA ALEMONA: alimenta al feto en el seno materno.

DIOSA RUMINA: provee de buena leche a su madre o su nodriza.

DIOSA OSSIPAGA: le asiste cuando le brotan los dientes de leche para que pueda alimentarse con comida sólida.

DIOSAS POTINA Y EDUCA: le enseñan a comer y beber, además de protegerle en su toma de papillas y biberones.

Aunque las divinidades ocupaban un lugar primordial en el destino del infans, eran las propias madres las que se hacían cargo de darles de mamar.


Se sabe que durante los dos o cuatro primeros días, el recién nacido no era alimentado, pues se creía que, perturbado por el traumatismo del nacimiento, debía descansar. A su vez, se pensaba que su cuerpo estaba aún lleno del alimento consumido en el interior del vientre materno y era necesario terminar de consumirlo y digerirlo. Su régimen alimenticio se reducía en esos primeros días a algunas gotas de agua tibia mezclada con miel, un alimento con altas propiedades terapéuticas y mágicas. A esta agua se le podían añadir unos granos molidos de zarzaparrilla para que las fieras venenosas no le dañasen en el futuro.

Además consideraban que la madre debía reposar y, que su primera leche, el calostro, era malo para la salud del bebé por ser demasiado espeso e indigesto.


En época imperial, se comenzó a contratar las amas de leche (NUTRIX) por creer que si se daba de mamar a un hijo, se tardaría más en recuperarse del parto y en tener más descendencia: “Así como la tierra está exhausta de la producción de semillas luego de la cosecha, y por lo tanto se vuelve árida si se le exige más, lo mismo sucede con la mujer que amamanta a su hijo; o ella envejece de forma prematura habiendo alimentado a un hijo o el desgaste de la nutrición de su cría necesariamente hace que su cuerpo se enflaquezca. Consecuentemente, la madre se recuperará más rápido del parto y podrá más pronto tener más hijos si se le brinda el alivio de no amamantar” (Soranus, Sobre las enfermedades de mujeres, 2)

También en este sentido afirma Plinio, HN, XXVIII, 123 y ss que “es perjudicial que las mujeres cuando amamantan se queden embarazadas; éstos son los niños que se les llama colostrati, porque la leche se cuaja en una especie de queso”

Cuáles eran los consejos para escoger una buena nutrix. Según Soranus, Sobre las enfermedades de mujeres, 2.8. era muy importante contratar un ama de leche que cumpliera ciertos requisitos, pues las propiedades de su leche influirían en el desarrollo físico y psíquico del niño. La nutrix ideal debería ser “griega para que el lactante se acostumbre con ella a una de las lenguas más bellas".

Sus cualidades deben ser: “Es necesario elegir a una nodriza que no tenga ni menos de veinte años ni más de cuarenta años; habrá tenido dos o tres niños, estará libre de enfermedades, buena apariencia y color; tendrá senos de volumen medio, flexibles, sin durezas ni arrugas, los pezones ni demasiado pequeños, ni demasiado gruesos, ni demasiado porosos, dejando pasar excesivamente la leche; será cálida, sensible, de carácter pacífico; mejor griega y que le guste la limpieza”.


Pero qué ocurría si una familia no podía alimentar al recién nacido por falta de leche o por no tener recursos para contratar a una nutrix. Columela nos proporcionó una receta contra la agalactia (falta de leche tras el parto), usando la hierba llamada “citiso”:

“Si las mujeres que crían tienen falta de leche, conviene echar en agua citiso seco, y así que haya estado en ella toda la noche. Al día siguiente se exprimirá el jugo y se mezclará tres heminas de él con un poco de vino y se le dará a beber. De este modo ellas estarán buenas y los niños se pondrán robustos con la abundancia de la leche”.

En el peor de los casos es sabido que conocían el biberón y los sacaleches, es decir, la lactancia artificial. Algunos bebés eran destetados antes de tiempo y alimentados a partir de los 40 días con papillas de cereales o pan mojado en leche de vaca o agua que tomaban en biberones. Galeno recomendaba que el destete completo no se llevara a cabo hasta que el bebé tuviera 3 años y según Soranus hasta que el bebé tuviera todos sus dientes y se lamentaba de que las mujeres que estaban "demasiado apuradas" o que pensaban que la lactancia era "una carga" dieran cereales a partir de los 40 días.

La consecuencia de este destete prematuro era el raquitismo, enfermedad encontrada en los cadáveres de los niños romanos estudiados

La leche que sustituía a la materna era la de vaca. Plinio, HN, XXVII, 135 habla sobre los tipos de leches: “la más útil para cada uno es la materna. La leche que más alimenta es la humana, cualquiera que sea, después la de cabra, por lo que las leyendas han contado que Júpiter fue alimentado con ella. La más dulce después de la humana es la de camella, la más eficaz la de las burras; la de vaca es más medicinal; la de oveja más dulce y más nutritiva (...) la más laxante es la de vaca.”


Hoy en día son muchos los pediatras que siguen las indicaciones de los clásicos al recomendar la lactancia materna por ser beneficiosa tanto para los bebés como para las madres.


Plurimam salutem!


* Imágenes de los biberones propias