domingo, 27 de mayo de 2012

TARRACO VIVA, UNA CITA OBLIGADA




¡Por fin llegó el día esperado en el que disfrutar de un trabajo bien hecho!

Nos referimos al paso obligado por Tarraco Viva y en concreto por el taller de nuestros amigos KUANUM! que año tras año nos sorprenden con su profesionalidad y dedicación.

Este año hemos podido disfrutar del taller nuevo COCINA ROMANA PARA HACER EN CASA en el que, tras un paseo por una culina-coquina y todos sus utensilios de cocina, nos pusimos manos a la obra con la elaboración y degustación de algunas recetas romanas.



Como siempre todo exquisito.


A su vez, en el marco de este evento anual, han presentado su libro, LA CUINA ROMANA, per descobrir i practicar, del que ya hablamos hace tiempo y que recomendamos sinceramente.


Es un honor aprender de amigos que comparten con todos su rigurosa investigación y principalmente, su amor por el mundo antiguo.

Desde De Re Coquinaria queremos agradecer un año más
a Josep Mª y Juana Mª su atención y amabilidad.

Como ya es costumbre s nos despedimos con sus propias palabras:

Oscula et feliciter!

Valete et gaudete!

domingo, 20 de mayo de 2012

CIBUS GLADIATORUM, DIETA DE LOS GLADIADORES




Hace un tiempo dedicamos un artículo a la alimentación de los legionarios romanos (cibus castrensis), en esta ocasión nos centraremos en la dieta de los gladiadores (cibus gladiatorum)

Al igual que ocurría con los milites Romani, la alimentación era una parte importantísima en los gladiadores, de manera que además del entrenamiento diario, se cuidaba mucho su dieta y su salud, pues estos luchadores profesionales eran una fuente de ingresos para los lanistas (empresarios encargados de la compra-venta e incluso entrenamiento de los gladiadores) y a su vez, un motivo de distracción para el público, “panem et circenses” (Juvenal, Sátira, X, 81).

Ya Hipócrates en su libro Sobre la dieta hace referencia a la “influencia de los ejercicios físicos, tanto de los naturales como de los violentos y cuáles de ellos proporcionan un aumento de las carnes…y las relaciones convenientes de los ejercicios con respecto a la alimentación
“La lucha libre y el frotamiento ofrecen en mayor medida el ejercicio de las partes externas del cuerpo, y calientan, endurecen y hacen que se desarrolle la carne”

De Hipócrates concluimos que los ejercicios influían en la alimentación, por lo que los gladiadores que dedicaban horas y horas a entrenarse, debían ser cuidadosos con su dieta de la que se encargaba el médico del Ludus o escuela de gladiadores que controlaba los alimentos y las cantidades que los luchadores debían consumir para obtener un rendimiento más satisfactorio.

Si acudimos a las fuentes escritas e investigamos cómo era la alimentación de los gladiadores nos damos cuenta que, al igual que hoy en día, tomaban una “dieta deportiva”, cuyo objetivo era conseguir estar fuertes y tener una gran masa muscular que les protegiera en los combates de las heridas de armas. Así pues, serían personas robustas y corpulentas, según afirma Cicerón, Filípicas. II, 25: “Tu… istis lateribus, ista gladiatoria totius corporis firmitate”,  Tú… con ese ancho pecho, con ese robusto cuerpo propio de un gladiador”:

Los alimentos que enumeran las fuentes clásicas son los siguientes:

a)     Proteínas procedentes de la ingesta de carne que les proporcionaba la fuerza y la musculatura para luchar.
b)   Hidratos de carbono de origen vegetal (legumbres, principalmente alubias, y cereales, en concreto la cebada) que les aportaba la energía necesaria para mantener el nivel de entrenamiento.
c)      Calcio contenido en las infusiones de cenizas para fortalecer sus huesos.

Dejémonos llevar de la mano de los autores clásicos para descubrir qué comían.

Hasta la fecha se ha considerado que su dieta se basaría principalmente de carne para así aumentar su masa muscular, tan necesaria para soportar el peso de la panoplia (podía alcanzar unos 20 kg. en los gladiadores más armados), pero principalmente conveniente para crear un colchón de grasa que les protegería de las heridas profundas en el combate. Cipriano, Ad Donatum, 7 hace mención a esa alimentación que creaba una buena masa muscular:” Los juegos de gladiadores se preparan, que la sangre puede alegrar la concupiscencia de los ojos crueles. El cuerpo se alimenta con la comida más fuerte, vigorosa y la masa de los miembros se enriquece con la fuerza física y muscular, que el desgraciado engordado para el castigo puede morir de una muerte más. El hombre se sacrifica para complacer al hombre, y la habilidad que es más capaz de matar es un ejercicio y un arte. No sólo se comete un crimen, sino que se enseña. ¿Qué se puede decir más inhumano, más repulsivo? La formación consiste en adquirir el poder para asesinar, y el logro de asesinato es su gloria. ¿Cuál puede ser el estado de las cosas… en el que los hombres, los cuales no han condenado, se ofrecen a las bestias salvajes,…? Se pelean con las bestias, y no por sus crímenes, sino por su locura. Padres miran a sus propios hijos, un hermano está en la arena, y  eso para su hermana es duro”

Esa alimentación con exceso de proteínas según Galeno, Exhortatio ad Artes Adddiscendas, 4 provocaba problemas:su mente está perdida por la gran cantidad de carne y sangre que amasan…de manera que, como no la cultiva con estímulos, permanece tan estúpido como la de los brutos…se fatigan hasta un límite y luego se atiborran de comida hasta no poder más.  Su sueño también se rige por las reglas que guían su dieta y ejercicio…mientras están en activo sus cuerpos se mantienen en este peligroso estado. Cuando se retiran, su estado es todavía más peligroso. Muchos mueren poco después, otros duran un poco más, pero en general, no alcanzan la edad anciana,…pues sus cuerpos están débiles por los golpes que han recibido a lo largo del tiempo y son susceptibles a la enfermedad. Sus ojos suelen estar hundidos y son propensos a la aparición de una fluxión. Sus dientes, dañados por los golpes, se caen. Sus músculos y tendones se dislocan fácilmente, pues han sido rotos frecuentemente. Desde el punto de vista de la salud son muy desgraciados, pues algunos entrenadores los desarrollan más allá de sus límites,…convirtiéndolos en lo contrario..., pues adquieren un rostro desfigurado, repugnante de mirar”

Es importante tener presente que el hecho de consumir carne es muy significativo, pues era un alimento vinculado a las clases con más adquisición económica. Así pues, nos surge la duda siguiente, si la alimentación corría a cargo del lanista del ludus, ¿cómo podría mantener ese gasto?
La respuesta podríamos encontrarla en que la procedencia de esa carne podría estar en las venationes o cacerías que se llevaban a cabo en los anfiteatros, al igual que se hace hoy en día con la carne de toro tras una corrida taurina.

Las citas de Cipriano y de Galeno hacen referencia al consumo de grandes cantidades, pues se cree que comerían tres veces al día. Esto es comprensible si tenemos presente las horas de ejercicio que practicaban diariamente y el gasto de energía producido por unos hombres de grandes dimensiones. Este dato también lo encontramos en Tácito, Historias, II, 88:En este mismo lugar tenía Vitelio viandas para distribuir entre los soldados y hartarlos como si fueran gladiadores

Séneca, Epístolas 2 hace referencia al vicio de los gladiadores: “Empalagarse con muchas cosas es lo propio de los estómagos hastiados

Además de la carne sabemos que su alimentación se completaba con cereales como la cebada, cuyo precio era más asequible que el trigo. De ello tenemos constancia gracias a Plinio, Hª N, XVIII, 14, 72 que afirma que los gladiadores eran conocidos como hordearii: “Antiquissimum in cibis hordeum, sicut Atheniensium ritu Menandro auctore apparet et gladiatorum cognomine, qui hordearii vocabantur”
La cebada es el alimento más antiguo, según afirma el autor Menandro en la ceremonia ateniense y en el nombre de los gladiadores, que son llamados “comedores de cebada”

Junto a los cereales consumían también frutas secas, una gran fuente de energía y legumbres, principalmente las alubias. Los alimentos ricos en hidratos de carbono eran el complemento ideal para las proteínas adquiridas con la ingestión de carne.  Galeno, De alimentorum Facultatibus, 1, 19, 488 hace mención a los beneficios que aportaban a los gladiadores el consumo de alubias con lo que se conseguía una óptima musculatura: “Los gladiadores conmigo consumen una gran cantidad de este alimento (alubias) cada día, cuando se quiere que la constitución de sus cuerpos no sea de carne densa y compacta, al igual que el cerdo, sino más esponjosa”

Al igual que hoy en día era necesario completar su dieta con calcio para fortalecer sus huesos y evitar sus roturas en los golpes. Así pues, tomaban infusiones de ceniza (cinis lixivus) de hueso y de madera. De ello nos habla Plinio, HN, 36, 69: "Para convulsiones o contusiones de las vísceras", dice M. Varrón, yo cito sus propias palabras-"deja que tu corazón sea tu caja de medicina. Bebe una infusión hecha de cenizas mezcladas con la bebida, y se efectuará una mejoría. Uno puede ver como los gladiadores después de un combate son ayudados por esta bebida.  Por otra parte, el ántrax una especie de enfermedad que, como ya se dijo, recientemente ha matado a dos personas de rango consular, admite que da buenos resultados a los tratados con una mezcla de carbón de leña de roble con miel. Es cierto que se encuentra algún beneficio incluso en las sustancias que son completamente rechazadas y desprovistas de todas las virtudes, pero éstas todavía tienen sus propias propiedades curativas, como por ejemplo, el carbón y las cenizas

Para completar nuestra investigación, debemos acudir a las fuentes arqueológicas que nos muestran algo sorprendente. Las últimas investigaciones realizadas a los cuerpos de unos 60 gladiadores sepultados en un cementerio de Éfeso desvelan que su dieta sería básicamente vegetariana, basada en alubias, cebada y un aporte nutricional de calcio. Para saber más del tema recomendamos la lectura  del blog LA TUNICA DE NESO, de nuestro amigo Domingo Vallejo que detalla la información. 

Volviendo a la información que nos proporcionan los autores se cree que la alimentación en el ludus sería repetitiva y muchas veces incluso se haría con los restos del día anterior, miscellanea ludi”, “mezcla del ludus, es decir, rancho de gladiadores” que comenta Juvenal, Sátiras, 11, 20. A su vez, poco atractiva para aquellos que tuvieran un fino paladar, “la dieta de un gladiador, aunque no sabe bien, fortalece el cuerpo”, Quintiliano, Declamationes, 9, 5.

Para resarcirse de esa monotonía, sabemos que la noche anterior a un espectáculo en el anfiteatro se llevaba a cabo un banquete público llamado CENA LIBERA. En él participaban los gladiadores y los bestiarii (aquellos que se batían con las bestias)  con sus familias mientras los espectadores, sin comer ni beber de esa comida, podían ver en directo al gladiador por el que iban a apostar al día siguiente. Se trataba de un acto público de promoción, del tipo que se hace hoy en día cuando los deportistas conceden la rueda de prensa previa o llevan a cabo actos públicos para crear expectación.

Para alguno de los gladiadores sería su última cena, por lo que ésta tenía un valor simbólico, como un regalo en compensación a su futuro sacrificio o como una manera de purificar al gladiador y transformarlo en una víctima noble.

La actitud de los gladiadores en esa cena libera era diferente. Unos mostraban una glotonería exagerada, ocupados en los platos para olvidar lo que se les venía encima, carpe diem sería su actitud ante la vida. De este tipo nos habla Tertuliano, Apología, 42, 5:”Si no salgo a cenar en las fiestas del dios Libero ¿a quién agravio? No quiero parecer a los delincuentes que cenan en público la última cena la noche antes que han de ser arrojados a las bestias. En cualquier puesto que ceno no compro para la cabeza coronas”.

Reminiscencias de esta manera de tomarse la vida las podemos ver en las citas de Petronio, Satiricón, Cena de Trimalción:
“¿No sabéis quién invita hoy? Es Trimalción, persona elegante por demás: tiene un reloj en el comedor, y un trompetero apostado al lado para saber en todo instante las horas de menos que ha de vivir” (26, 7)
“¡Ay! ¡Pobres de nosotros! ¡Qué poquita cosa es el hombre! ¡He aquí en qué pararemos todos nosotros cuando el Orco se nos lleve! ¡A vivir, pues, mientras tengamos salud!” (34, 1)

Por el contrario, otros preferían atar cabos sueltos, así Plutarco, Moralia, 1099b comenta que los gladiadores griegos que acudían a la última cena no llenaban sus estómagos sino que se dedicaban a arreglarlo todo para sus esposas e incluso para disponer la liberación de sus esclavos: “¿Lo que hay que decir sobre lo que está bien en momentos excepcional? Supongamos que una ordinaria persona estaba a punto de morir (…),ver a los gladiadores… los griegos, cuando están a punto de ser enviados a la arena y todo tipo de comidas caras se ponen delante de ellos, ellos prefieren confiar a sus esposas a sus amigos protección y liberar a sus esclavos en lugar de satisfacer sus estómagos.”

 
Tras este recorrido por la alimentación de los gladiadores, acabar con el epitafio de uno de ellos
ACTIVS MVR(millo)
VIC(it) VI AN(n)O(rum) XXI H(ic) S(itus) E(st) S(it) T(erra) L(evis)
VXOR VIRO DE SVO QVOT / QVISQVIS VESTRVM MORTVO
OPTARIT MIHI IT ILI DI FACIANT
SEMPER VIVO ET MORTVO.

“Actius, murmillo, venció seis veces. Murió a los veintiún años. Está aquí sepultado.
Séa(te) la tierra leve.
Su esposa, y a su propia costa, hizo este monumento a su marido.
Lo que cualquiera de vosotros desease para mí ya difunto, eso mismo hagan los dioses
                                                                               con él esté vivo o muerto.”


Plurimam salutem!

*Imágenes propias. Tarraco Viva 2010

domingo, 13 de mayo de 2012

EL CEREZO DE NÍVEAS FLORES


RUBI- A. MUCHA
Cuando se piensa en la primavera siempre viene a nuestra mente la imagen de hermosos árboles en flor. 

Uno de los más destacables por su fastuosidad y belleza es el cerezo que cuando florece, impregna de olor y color el lugar en el que se encuentra. Así pues, brindemos un homenaje al árbol conocido en griego como κεράσια y cuya equivalencia en el mundo romano era  Prunus cerasus L. y Prunus avium L. 

Las referencias que encontramos en las fuentes clásicas son de uno de los tipos existentes, en concreto sobre el Prunus avium L. que es el cerezo silvestre que con el tiempo pasó a ser cultivado, pero se conocía otro Prunus cerasus L. que se trataba del llamado guindo.

 

En primer lugar nos centraremos en la denominación del árbol y del fruto de la que nos habla Isidoro en sus Etimologías, 17, 16:“Cerasus (cerezo) toma su denominación de Ceraso, ciudad del Ponto. Cuando Lúculo arrasó esta ciudad de Ceraso, se trajo de allí este tipo de árbol y lo denominó cerasus, por el nombre de aquella localidad. El árbol se llama cerasus y su fruto cerasium. Antes de que lo importara Lúculo existía en Italia pero de una especie muy dura, hasta el punto de que se la denominó cornum (cornejo) y es un árbol muy apropiado para la fabricación de lanzas, de ahí que Virgilio, Geórgicas 2, 448 diga: y el cornejo, bueno para la guerra.”


Sobre su procedencia, Isidoro nos da la respuesta, pero en Ateneo, Banquete de Eruditos II, 51 A leemos quién fue el personaje que introdujo este árbol en Italia:”dice Larensio en su obra del rétor: vosotros los griegos os apropiáis de muchas cosas como si les hubierais dado nombre o las hubierais descubierto vosotros mismos, pero ignoráis que el general romano Lúculo, que luchó contra Mitrífates y Tigranes, fue el primero que trajo a Italia este fruto desde la ciudad de Cerasunte en Ponto. Y fue él quien llamó al fruto Kerásion (cereza) con el mismo nombre de la ciudad, según cuentan nuestros historiadores. Pero un tal Dafno lo contradice: sin embargo, un hombre insigne muchos años anterior a Lúculo, Dífilo de Sifnos que vivió en tiempos del rey Lisímaco (que fue uno de los sucesores de Alejandro) menciona las cerezas diciendo: las cerezas son sabrosas, jugosas y poco alimenticias y digestivas si se toman en frío. Son mejores las más rojas y las de Mileto pues son diuréticas”

También Tertuliano, Apología, XI, 8 nos habla del papel de Lúculo en su traer las cerezas a Italia: “Y si por hallar Líbero las vides le disteis divinidad, llanamente con villana ingratitud se procedió con Lúculo pues siendo en primero que trajo del Ponto a Italia las cerezas, no se le dio por la industria divina consagración”

Sabemos que su origen estaría en Asia Menor, que se aclimató perfectamente en Grecia y que fue llevado a Italia por Lúculo hacia el año 73 a. C., como ya hemos leído. No obstante, se piensa que el cerezo de Lúculo sería una variedad concreta o quizás del guindo.

Plinio, XV, HN 102 nos habla de los tipos de cerezas según su procedencia y  de su conservación: “Antes de la victoria de Lucio Lúculo en la guerra contra Mitrídates, que fue en el año 75 a.C, no existían árboles de cerezo en Italia. Él fue el primero en introducir este árbol desde el Ponto, y ahora, en el curso de ciento veinte años, tras  viajar más allá del Océano, llegó a Britannia, incluso. La cereza, como ya hemos dicho, a pesar de todos los cuidados, se ha sido imposible cultivarla en Egipto. De esta fruta, la más roja la variedad es la que se conoce como Aproniana, la Lutatiana es la más negra, mientras que la clase Ceciliana es perfectamente redonda. La cereza Juniana tiene un sabor agradable, pero sólo, por así decirlo, cuando se come bajo el árbol, ya que son tan extraordinariamente delicadas que no aguantan el transporte. El rango más elevado, sin embargo, ha sido adjudicado a la variedad duracinus, conocida en Campania como la cereza Pliniana, y en Bélgica como la cereza lusitana, y también a una que crece en las riberas del Rin Este último tipo tiene tres tipos de colores, es una mezcla de negro, rojo y verde, y tiene siempre la apariencia a punto de la maduración. Hace nada menos que cinco años desde que el tipo conocido como el "laurel cerezo" se introdujo, con un sabor amargo desagradable. Existe también el producto de un injerto en el laurel cerezo llamado el macedonio que crece en un árbol que es muy pequeño, y rara vez excede de tres codos de altura, mientras que el chamæcerasus es aún menor, es como un arbusto. La cereza es uno de los primeros árboles en recompensar al cultivador con su crecimiento anual. Le encanta localidades frías y zonas expuestas al norte”

Teofrasto, Hª de las plantas, III, 13, 1 nos hace una descripción muy concreta del cerezo silvestre: “Un árbol con características propias es el cerezo silvestre. Es de gran tamaño, pues alcanza los 24 codos de altura. Crece muy derecho. El tronco tiene unos dos codos de grosor a partir de la raíz. La hoja es parecida a la del níspero, pero muy dura y más gruesa, hasta el punto de que el árbol es visible por el color desde lejos. La corteza por su lisura, por el color y por el grosor es semejante a la del tilo plateado, por lo cual fabrican con ella portaestilos como con la del tilo. Esta corteza no crece derecha ni de manera uniforme alrededor del árbol, sino que corre a lo largo de él en espiral, que se hace más cerrada a medida que sube y sube, como la forma de las hojas. Y esta parte del árbol se descorteza a tiras, mientras que con la otra parte no puede hacerse esto y hay que cortarla en pequeños trozos.
De la misma manera se puede separar una parte de ella, obteniendo láminas de la delgadez de una hoja, mientras que el resto puede mantenerse y protege al árbol, creciendo a su alrededor como se ha dicho. Si se despoja al árbol de su corteza cuando está descortezándose, se produce entonces una pérdida de savia; y cuando la primera capa se desprende, lo que queda se hace negro a causa de un humor parecido al mucus y, luego, en el segundo año, se forma otra capa en lugar de aquélla; sólo que más delgada. También las fibras de la madera son como las de la corteza, tortuosas y en espiral, y las ramas crecen de la misma manera al instante. Y, a medida que el árbol crece, sucede que las ramas bajeras continúan muriéndose, mientras que las cimeras van creciendo. Sin embargo, no es en su totalidad ramoso el árbol, sino mucho más pobre en ramas que el álamo negro. Posee numerosas raíces, pero someras y no demasiado gruesas. Tiene el mismo retorcimiento de la raíz y de la corteza que la rodea. La flor es blanca, semejante a la del peral Y a la del níspero, y está compuesta de otras pequeñitas, dispuestas en forma de panal. El fruto es rojo, de forma parecida a la del palo santo del tamaño de un haba, solo que el de este árbol tiene un hueso duro, y el del cerezo, blando. Se cría en los mismos terrenos que el tilo, y, en general, donde hay arroyos y lugares húmedos

 

Teofrasto, Hª de las plantas, III, 3, 1 nos comenta también la posibilidad de encontrar cerezo silvestre en el llano como el tamarisco, el olmo, el álamo temblón, el sauce, el álamo negro, el cornejo, el aliso, el roble y el cerezo silvestre”

Hemos visto que una de las características del cerezo es la corteza que envuelve todo su tronco y al que es bueno descortezar según nos ha comentado Teofrasto. De nuevo el autor en Hª de las plantas, IV, 15, 1 nos explica por qué es bueno quitarle la corteza:”Porque éste cobra más vigor, si se le quita la corteza exterior y la que está debajo de ésta tocando la carne, como ocurre también en el madroño oriental”

Paladio, Tratado de agricultura, XI, 12 completa las explicaciones de Teofrasto: “El cerezo quiere un medio ambiental frío y un suelo de tipo húmedo. En parajes templados crece poco y el calor no puede resistirlo. En una zona de configuración montañosa o de colinas tiene lozanía. El vástago de cerezo silvestre debe trasplantarse en el mes de octubre o noviembre e injertarse a primeros de enero, una vez que prenda.
FLOR DE CEREZO. A. MUCHA
Además, pueden hacerse viveros con tal de sembrar durante los referidos meses los frutos, que nacerán con suma sencillez. Yo, personalmente, comprobé la facilidad de nacer de este árbol notando que al poner unas estacas de cerezo de rodrigones por un viñedo se irguieron como árboles. Asimismo, pueden sembrarse durante el mes de enero. Se injerta preferiblemente en noviembre o, si no hay más remedio, a últimos de enero. Hay algunos que indicaron que debía injertarse incluso en octubre. Marcial recomienda que se injerte en el tronco; a mí siempre me dio muy buen resultado entre la corteza y la albura. Los que injertan en el tronco, como indica Marcial, deberán sacar toda la pelusa que haya alrededor, ya que si quedara alguna brizna, asegura que daña a las púas. En los cerezos y en los árboles resinosos en general hay que llevar cuidado de que se injerten precisamente cuando no tienen resina o dejan de destilarla. El cerezo se injerta uno con otro, con el ciruelo, el plátano, y, según otros, con el álamo”

Sobre sus cuidados y conservación de nuevo Paladio XI, 12 nos indica que:Quiere hoyos profundos, espacios bastante amplios y cavas frecuentes. Deberán podarse las ramas podridas, secas y las que haya echado demasiado tupidas, para aligerarlo.
No requiere abono e incluso con él degenera. […] Si un cerezo empieza a pudrirse por coger humedad, se efectuará un orificio en el tronco para que pueda desprenderla.
Si padece hormigas, se verterá jugo de verdolaga mezclado con vinagre en la proporción de la mitad, o bien se aplicará orujo de vino al tronco del árbol cuando está en flor.
 Si se ve extenuado por el calor de las canículas, daremos orden de echar a las raíces del árbol tres sextarios de agua cogidos de sendas fuentes después de la puesta del sol, pero de forma que la luna no sorprenda el método curativo. O, también, alrededor del tronco del árbol se ensortijará beleño en forma de corona, o se hará con él un lecho junto a la extremidad inferior del tronco. Las cerezas no deben conservarse de otro modo que secándolas al sol hasta que se pongan rugosas”

Paladio, XII, 7, 23, habla del cultivo del cerezo en viveros destinados al injerto posterior: “Durante este mes de noviembre en lugares calurosos y en zonas secas se plantan los vástagos… las plantas de cerezo silvestre destinadas a injertar después, y, además, las estacas de moral, las almendras y las nueces –si se plantan en viveros de la manera que se ha indicado”

Sobre su cultivo es Paladio quien nos transmite información sobre la conveniencia de injertar el cerezo silvestre en el mes de enero, II, 15:”En este mes se injertan los melocotoneros entre ellos, con el almendro y con el ciruelo; pero al ciruelo le injertaremos el albaricoquero normal y el precoz. También es oportuno que se injerte el cerezo silvestre”.

Plinio, XVII, 47 nos habla de cómo se pueden cuidar para que la fruta sea más sabrosa: “La cal aplicada a las raíces del árbol de las cerezas hace que llegue antes a la madurez y madura más rápidamente. El mejor plan, también, con la cereza, al igual que con otros tipos, es adelgazar la fruta  para que lo que queda detrás pueda crecer en toda su longitud”

Paladio, III, 29 nos explica un injerto curioso que se aplica a la uva para que no tengan pepitas que según comenta los griegos decían que también se podía aplicar a los cerezos que no presentarían hueso, aunque falta una certera corroboración:”Hay una clase espléndida de uva que carece de pepitas dentro. Por esta razón sucede que puede tragarse con sumo agrado sin ningún obstáculo, como un todo, el contenido de todas las uvas. Se consigue, por lo demás, según los técnicos griegos, sustituyendo la naturaleza por un artificio, mediante el siguiente procedimiento: al sarmiento que se ha de enterrar, deberá hacérsele una hendidura de otro tanto de lo que quede oculto en tierra y extrayéndole toda la médula y vaciándolo cuidadosamente se vuelven a pegar los bordes de la zona hendida y se entierran tras liarlos con una atadura; con todo, recomiendan que la atadura se haga con papiro e introducirlo luego en tierra húmeda.
Algunos, aún más detallistas, atando el sarmiento por donde se rajó, lo meten dentro del bulbo de una cebolla y afirman que gracias a ello pueden prender con más facilidad todos los que se hayan sembrado. Otros, en el tiempo de podar las vides, vacían un sarmiento fértil en la propia cepa, al podarla, y sacándole como pueden la médula de arriba a abajo, sin partirlo, lo atan ajustándole una caña para que no dé la vuelta. Luego, en la parte abierta, vierten opos Quirenaicos (así lo denominan los griegos) previamente disuelto en agua hasta que adquiera el cuerpo del vino cocido y cada ocho días repiten la operación hasta que despuntan los nuevos brotes de la vid.
Los griegos afirman que también puede hacerse otro tanto en granados y en cerezos. Precisa comprobación

En su libro XI vuelve hacer mención de cómo injertar al cerezo para que no tenga hueso, en este caso el procedimiento es el trasmitido por Gargilio Marcial: Para que las cerezas nazcan sin hueso, Marcial indica que se obre del modo siguiente: se corta un arbolillo a unos dos pies de altura y se efectúa una hendidura hasta la raíz; se raspará la médula de ambos lados con una herramienta de hierro y, seguidamente, se sujetan los dos lados uno al otro mediante una atadura, y se unta con estiércol la parte superior y las hendiduras laterales. Al cabo de un año la cicatriz suelda. El árbol en cuestión se injerta con púas que no hayan dado fruto y, según afirma, saldrán sus frutos sin hueso”

En el Poema de los injertos, Paladio le dedica al cerezo unos hermosos versos:

“Se injerta el cerezo con el laurel y en el fruto logrado
un sonrojo adoptivo tiñe su tez virginal.
Fuerza al plátano umbrío y al ciruelo de tronco quebrado
a tintar sus ramas con las yemas que les da
y realza la fronda del álamo con exótico fruto
y esparce por sus blancas ramas un tenue rubor”


Ateneo, también hace mención de esta fruta en concreto en su libro II, 50 B y ss. Sobre ella nos remite a Teofrasto del que ya hemos hablado, pero nos cuenta que Asclepíades de Mirlea “llama a un árbol cerezo enano. En Bitinia crece un cerezo enano cuya raíz no es grande, pero tampoco lo es el árbol, sino parecido al rosal. En cuanto al fruto, en todos los demás aspectos es semejante a la cereza pero a quienes lo consumen en exceso, como el vino, los entumece y les provoca dolor de cabeza. Sobre este árbol, Ateneo creo que se refiere al madroño”

Son muchas las propiedades medicinales que presentan las cerezas, así Dioscórides, Plantas y remedios medicinales I, 113 nos comenta sus beneficios: “Las cerezas tomadas verdes y solas vienen bien al vientre, mientras que, secas, lo constriñen. La goma de los cerezos cura la tos duradera, tomada tras mezclarla con vino mezclado con agua, y produce buen color, agudeza visual y apetito. Bebida con vino es beneficiosa para los que padecen el mal de piedra”

Galeno, XII, 22 completa la información de Dioscórides: “El árbol produce un fruto que participa de la astringencia no por igual en todas las variedades. Pues en algunos domina –como ocurre con las granadas y los frutos del tipo de la manzana– la cualidad áspera, en otros la dulce, en otros la ácida. Los dulces, cuando aún no están maduros, son unos bastante astringentes, otros ácidos, como ocurre con las moras (fruto del moral). Las que están más dulces relajan más. Las amargas, al revés. Las ácidas favorecen a los estómagos con flemas y que secretan tras la digestión. Desecan más que las amargas y tienen alguna mordacidad. La goma de este árbol tiene propiedades comunes con medicamentos viscosos y no mordaces, conviene también a las tráqueas ásperas y al uréter, si es verdad lo que escriben algunos, que, si se bebe con vino, beneficia a los que sufren del mal de piedra, porque, en efecto, podría tener alguna propiedad de diluir los humores.”

Plinio, XXIII, 141 también hace referencia a sus propiedades: “Las cerezas  relajan los intestinos y son perjudiciales para el estómago, en un estado seco. Sin embargo, son astringentes y diuréticas. He encontrado que  algunos autores han establecido que si alguien se traga las cerezas con sus huesos por la mañana, cuando el rocío las cubre,  los intestinos están tan aliviados  que los pies se liberan de la gota”

Las fuentes clásicas no hacen referencia a su uso culinario, por lo que suponemos que se consumirían frescas, como fruta de temporada y secas como nos cuenta Plinio, XV, 102 sobre su conservación: “La fruta a veces se seca al sol, y en conserva, como las aceitunas, en barrica. Como fruta de temporada, sería perseguida no sólo por las personas sino también por los pajarillos como bien nos muestra este fresco.


Para finalizar seguro que más de uno ha podido contemplar la preciosa imagen de los cerezos en flor del Valle del Jerte que año tras año, invaden los campos con níveas flores en sus ramas. Cuando las observamos sentimos cierta paz y nuestros ojos se llenan de luz y alegría. 

Con esta imagen entendemos perfectamente que en Oriente, las cerezas simbolicen belleza, cortesía, fertilidad, gentileza, virginidad e inmortalidad, seguramente por la hermosura y el color blanco de sus flores. 

Plurimam salutem!

*Imágenes propias

domingo, 6 de mayo de 2012

FELIX DIES MATRIS

ALMA TADEMA

Este domingo se celebra el DÍA DE LA MADRE y como ya es tradición en este blog vamos a dedicar esta entrada a nuestras queridas mamás, a las que les debemos la existencia y todo lo que somos.

Vamos a regalarles un sencillo menú romano preparado con mucho amor.

 Comenzaremos por un delicioso plato de habas que nos ha transmitido Apicio, V, IV, 1:

"Cocer unas habas. Machacar pimienta, ajo, perejil comino, cilantro fresco, garum, vino y añadirlo a la cazuela con habas. Añadir aceite y hervir a fuego lento"

Como plato principal le serviremos un pollo en salsa acompañado de frutos secos:

"Cocer al horno un pollo aderezado con una salsa hecha con pimienta negra molida, ajo, perejil, cilantro seco, menta, orégano, piñones, dátiles, garum, aceite, miel, mostaza y vino" (Apicio, VI, II, 4)

 
Para  endulzar su vida le presentaremos un dulce exquisito hecho de miel y sésamo  llamado dulce alejandrino que nos han legado varios autores clásicos:

Ateneo, 646 d y 648 b:"Itria: Finos dulces hechos de sésamo y miel"..."Harpocration de Mendes llama Alejandrino a una clase de pastel, también denominado Itria que es cocido con miel y cuando ya ha cocido, se hacen unas bolitas que se envuelven en fino papiro para mantenerlos todos juntos"

Galeno, I, 4, 1: "Hay dos clases de Itria, el mejor llamado reymata y el peor llamado lagana"

 Como la información para preparar este dulce no es muy concreta vamos a dar una posible adaptación de la misma:

Ingredientes:

- 150 gr. de miel
- 100 gr. de semillas de sésamo 
- Opcional: 70 gr. de frutos tostados como nueces, piñones y avellanas.

Elaboración:

Comenzaremos tostando al horno las semillas de sésamo y los frutos secos. A continuación pondremos la miel en una cazuela y la calentaremos a fuego lento durante unos 7 minutos. Le añadiremos el sésamo y los frutos secos y mezclaremos bien. Pondremos en una bandeja ligeramente engrasada una capa fina de esta mezcla o podemos colocarla sobre una oblea. Cuando se enfríe, la cortaremos en trocitos y ya está  preparada para consumir.

Para acompañar nuestros platos tomaremos un vino de violetas cuya receta nos ha narrado Paladio, V, V:"Añadir cinco onzas de violetas bien limpias a diez sextarios de vino. Al cabo de treinta días lo colaremos y lo serviremos con miel"

Una posible adaptación de la receta del vino podría ser: 

Añadir a un litro de mosto blanco seis cucharadas de esencia de violetas (importante: la esencia debe de ser apta para su consumo), remover bien. 


Prosit!
 

Felix dies matris!

Plurimam Salutem!