domingo, 18 de noviembre de 2018

LAS ALGAS EN LA ANTIGÜEDAD I


Bajo el nombre de phŷkos thalássion se conocía a las algas marinas u otras plantas de origen acuático, de ahí el término  thalássion “mar”.

Se trataba, por tanto,  de un nombre genérico. 

Pocas son las fuentes clásicas que hacen mención a las algas de manera concreta, pero puede resultar de interés centrarnos en aquella información que nos ha legado la antigüedad.

Uno de los primeros autores en el que encontramos algún comentario es Dioscórides, IV, 99 que nos habla de sus formas: “Alga marina. Una es ancha, otra alargada y rojiza, otra, crespa que crece en Creta, junto a la tierra, muy florida e inasequible a la corrupción”

Como vemos hace referencia a tres tipos, quizás se esté centrando en la Posidonia oceanica, cuando habla de la ancha, a la Roccella tinctoria, cuando describe la ancha y rojiza y a la Cystoseira foeniculosa cuando cita a la crespa que nace en la isla de Creta.

No obstante, en Teofrasto, Hª de las plantas, IV, 6, 6 podemos leer mucha más información sobre las plantas marinas:

“No solo en los pantanos, lagunas y ríos hay árboles y arbustos, sino también, el mar existen algunos arbustos, y en el océano hay, incluso, árboles. Porque en nuestro propio mar todos los vegetales que crecen son pequeños y ninguno de ellos, por así decirlo, rebasa la superficie del agua; pero en el océano salen por encima de ella y hay otros árboles mayores. Los que se encuentran en nuestras aguas son los siguientes. Los más visibles y familiares a todos son: el alga de vidrieros, la lechuga de mar y otras plantas parecidas. Muy conspicuas y propias de ciertos lugares son las plantas marítimas llamadas: abeto, higuera de mar, encina de mar, clemátide y halymenia o calófilis. De todas estas plantas, unas están cercanas a la tierra, otras en alta mar y otras en ambos lugares. Algunas, como el alga de vidrieros tienen formas variadas, otras una sola. Del alga de vidrieros hay una variedad que tiene la hoja ancha, a manera de cinta, de color verde; algunos la llaman también «alga verde» y otros «cinturón»; tiene una raíz que externamente es peluda, pero por dentro está formada de cascos y es extraordinariamente larga y sólida, como una cebolla.


Otra variedad tiene las hojas a manera de cabellos, como el hinojo, y no es verde, sino amarillo-pálida; no tiene tallo, sino que se yergue derecha sobre si misma; crece sobre las valvas de las ostras y sobre las piedras, y no como la otra agarrada a la tierra; pero ambas son plantas costeras, y la variedad filamentosa crece cerca de la tierra y, a veces, recibe sólo una ligera mojadura del agua del mar, mientras que la otra se adentra más en él.  Más allá de las Columnas de Hércules existe un sargazo azucarado, admirable por su tamaño, según dicen, y es más ancha (la hoja) que la del alga de vidrieros, como de un palmo. Esta alga es transportada al mar interior juntamente con la corriente del mar exterior y la llaman sargazo azucarado. En algunas partes de este mar alcanza una altura que rebasa el ombligo de un hombre. Se dice que es anual y nace al término de la primavera, cobra vigor en el verano, se marchita en el otoño, y en el invierno perece y va a parar a la costa arrastrada por las olas. Todas las demás plantas marítimas dicen- se hacen más flojas y débiles en el invierno. Éstas son, pues, las plantas marinas que, según se dice, viven cerca de la playa. Pero el alga de los vidrieros del océano, que los pescadores de esponjas extraen, prospera en el mar abierto.  En Creta crecen sobre las rocas, cerca de la tierra, las orchillas de mar, abundantísimas y excelentes, con  las que se tiñen no sólo las cintas, sino también la lana y los vestidos. Y, mientras el tinte está reciente, el color es mucho más hermoso que el de la púrpura. Aparecen en la costa norte en mayor abundancia y más hermosas, corno las esponjas y otros espongiarios.

Hay otra planta, parecida a la grama, ya que tiene la hoja semejante, la raíz nudosa y larga, crece lateralmente como ella y tiene, también como ella, un tallo arundineo. Es mucho más pequeña que la costera marítima.

Otra alga es la lechuga de mar, que tiene hojas verdes, pero anchas y no desemejantes de la lechuga ordinaria, sólo que son más rizadas y como arrugadas. No tiene tallo único, sino que de un único punto de arranque salen muchos y, luego, de otros. Crece sobre piedras cerca de la tierra y en valvas de ostras. Éstos son poco más o menos los vegetales más chicos.
La encina de mar y el abeto marino crecen en la costa. Nacen en las piedras y en las valvas de las ostras, pero, como no tienen raíces, se agarran a aquéllas como las lapas. Ambos tienen hojas más o menos carnosas. Pero la hoja del «abeto» se hace mucho más larga y gruesa, y no es desemejante a las vainas de las legumbres, pero es hueca por dentro y no contiene nada en las «vainas».


La de la «encina» es delgada y más parecida a la del tamarisco. El color de ambas es purpúreo. La forma del «abeto en su conjunto es derecha, lo mismo en lo referente al tallo que a las ramas, pero la de la encina es menos derecha y la planta es más ancha Ambos se presentan con muchos troncos o (con uno), pero el «abeto» aparece con más frecuencia con uno. El abeto tiene largas, derechas y extendidas excrecencias rameales, mientras que la «encina» las tiene más cortas, menos derechas y más cerradas. El tamaño completo de ambas algas es alrededor de un codo o poco más, pero, en general, el tamaño del «abeto» viene a ser mayor. La «encina » la usan las mujeres para teñir la lana. En las ramas se encuentran adheridos algunos animalejos conchíferos y, abajo, pegados al mismo tallo, se encuentran también y, a veces, los cubren totalmente. Y entre éstos encuentran refugio las cochinillas y otros bichejos, amén de uno que semeja una jibia.

Éstas, pues, son las plantas que están cerca de tierra firme y que pueden observarse fácilmente; pero algunos dicen que hay otra «encina de mar»  (sargazo o uva de mar) que, incluso, produce fruto, el cual es una bellota aprovechable. Dicen también que los pescadores de esponjas y los buceadores les contaron que, en el fondo del mar, había otras plantas de gran tamaño. El alga clemática crece en ambas posiciones: cerca de la tierra y en alta mar. La especie de alta mar tiene las hojas, las ramas y el fruto más grandes.

La higuera marina carece de hojas, es de pequeño tamaño y el color de la corteza es rojo.  La calófilis (palmera de mar) es planta de alta mar, pero tiene un tallo muy corto y las ramas que brotan de él son casi rectas. En la parte inferior no se disponen en derredor del tallo, como las ramitas que surgen de las ramas en una sola dirección Y son uniformes; aunque a veces son irregulares. En cierta manera, la naturaleza de las ramas de los renuevos se parece a las hojas de plantas espinosas como cardos, del tipo de las cerrajas o cosa así, sólo que son derechas Y no se inclinan al suelo como éstas y tienen sus hojas roídas por la salmuera; además, por el hecho de que el tallo central, al menos, corre a través del conjunto, se parecen a éstas y la apariencia general es la misma. El color de las ramas, del tallo y de la planta en su totalidad es rojo intenso o escarlata.
Tales son las plantas que hay en este mar. Porque la esponja, las llamadas aplysíai  y otros vegetales de este tipo son de características diferentes”

Marcial IX, XVII (XVI) cita las algas eritreas:

“Si llamas regalar a prometer y no dar, Gayo, voy a superarte con mis dones y mis regalos. Toma todo lo que los astures cavan por los campos galaicos, todo lo que tiene la corriente de oro del rico Tajo, todo lo que el negro indio encuentra entre las algas eritreas y todo lo que guarda en su nido el ave sin igual, toda la púrpura que la exagerada Tiro recoge en el caldero de Agenor. Todo lo que tienen todos, tómalo como lo das”


Plinio XIII, 48, 49 nos describe algunos tipos de algas: 

Arbustos y árboles crecen en el mar , así; los de nuestro mar son de tamaño inferior, mientras que, por otro lado, el Mar Rojo y todo el Océano Oriental están llenos de bosques densos. Ningún otro idioma tiene ningún nombre para el arbusto que es conocido por los griegos como los "phycos," ya que por la palabra "alga" una simple hierba se entiende generalmente, mientras que los "phycos" es un arbusto completo. Esta planta tiene una amplia hoja de un color verde, que es llamado por algunos "prason," y por otros se conoce como "zoster."  Otro tipo, de nuevo, tiene una especie de hoja peluda, muy similar al hinojo, y crece sobre rocas, mientras que se ha mencionado anteriormente crece en lugares no muy lejos de la orilla. Ambos tipos brotan en la primavera, y mueren en otoño. Un tercer tipo es similar en apariencia a la hierba; la raíz de ello se anuda, y también lo es el tallo, que se asemeja a la de una caña.

Hay otros árboles marinos también de tamaño notable, que se encuentra en las proximidades de Sición; la vid-mar, de hecho, crece en todas partes. El higo de mar está desprovisto de hojas y la corteza es de color rojo. Hay una palmera también en el número de los arbustos-mar. Más allá de las columnas de Hércules hay un mar-arbusto que crece con la hoja del puerro, y otros con los de la zanahoria  y de tomillo. Ambos de estos últimos, cuando se lanza por la marea, se transforman en la piedra pómez”

Plinio XIII, 51, nos habla de las algas y plantas del mar Índico: 

“Los oficiales de Alejandro que navegaban los mares de la India, han dejado un relato de un árbol marino, cuyo follaje es verde, mientras que está en el agua; pero en el momento en que se saca, se seca y se convierte en sal. Han hablado también de juncos  de piedra que se parecen mucho a los verdaderos, que crecían a lo largo de la costa, como también ciertos arbustos en el mar, tiene el color de un cuerno de buey, ramificándose en varias direcciones, y rojo. Estos, dicen, eran frágiles y se rompían como el cristal cuando se tocaban, mientras que, por otro lado, en el fuego se calentaban como el hierro y, cuando se enfriaban, retomaban su color original.
En la misma parte de la tierra también, la marea cubre los bosques que crecen en las islas, aunque los árboles allí son más altos que el más alto de nuestros álamos. Las hojas de estos árboles se parecen a las del laurel, mientras que la flor es similar a la violeta, tanto en olor como en color: las bayas se asemejan a las de la aceituna, y también tienen un olor agradable: aparecen en el otoño, y las hojas de los árboles nunca se caen. Los más pequeños están completamente cubiertos por las olas, mientras que las cumbres de los de mayor tamaño sobresalen del agua, y los barcos se les hacen rápidos; cuando cae la marea, los barcos están amarrados de manera similar a las raíces. Encontramos a las mismas personas haciendo mención de otros árboles que vieron en el mar, que siempre conservaban sus hojas, y daban una fruta muy similar a la del altramuz”




E incluso Eliano XIV, 24 nos describe un alga mortal, pancynium:

Cuando el estío está en su apogeo, los tiburones y los demás peces en quienes el arrojo es una condición natural se acercan a las playas, y se dirigen derechosa los acantilados por cuyas aguas turbulentas nadan metiéndose por estrechos angostos y profundos. Abandonan las moradas de alta mar y desdeñan, en esta estación, sus comederos habituales, pues entre los profundos arrecifes se cría cierta alga, de un tamaño aproximado al del tamarisco, que produce un fruto parecido al de la adormidera. Durante las otras estaciones del año, el fruto está cerrado y es de suyo resistente y duro como una concha. Pero después del solsticio de verano se abren como capullos en las rosaledas. El estuche circundante protege el interior y discurre a manera de una barrera. Es de color amarillo; pero lo que está debajo de la funda es azul oscuro y fofo como una vejiga llena de aire; es, además, muy traslúcido y fluye de él un veneno activo. Por la noche estas algas emiten un resplandor parecido al fuego y unos a modo de centelleos. Y cuando Sirio aparece en el cielo, la potencia del veneno se acrece aún más. Por esta razón, todos los que se dedican a la pesca le han dado el nombre de pancynium ", ya que creen que el surgir de la estrella produce el veneno. Los tiburones caen sobre la flor que durante la noche parece que arde, precipitándose sobre este tamarisco marino como sobre un tesoro perdido y hallado. Quedan empapados de veneno, parte del cual beben y parte del cual penetra a través de las agallas. Mueren luego y quedan en seguida flotando en la superficie. Ahora bien, los expertos en la investigación de estas cosas obtienen este veneno de los susodichos monstruos: parte de él, de los restantes miembros, y parte, de la boca de los mismos. Este veneno sólo es inferior en braveza a la llamada peonia terrestre. a la cual la gente llama también kynopástos". La razón de este nombre la sabréis si me acuerdo de referirme a él”

Terminar esta entrada con la calificación que les da Ovidio en las Metamorfosis VI: “las algas, amigas de los pantanos”

La próxima entrada hablaremos de los usos de estas plantas marinas.


Plurimam salutem!


*Imagen extraída de este enlace