domingo, 10 de marzo de 2024

OSTREA I. CARACTERÍSTICAS

 

Uno de los moluscos más apreciados en el mundo clásico fue la ostra, no sólo por su deliciosa carne, sino también por sus brillantes perlas. 


Se le consideraba un alimento afrodisíaco y símbolo de riqueza para aquellos que lo servían en sus mesas. Estaban altamente consideradas e incluso, se las equiparaba con las trufas como vemos en Poesía Helénica Menor, Festín ático, 2: “Y Matrón, el poeta paródico en su Festín: Ostras trajo, trufas de la Nereida Tetis”

 En un principio se utilizó el término óstreon para designar a las ostras, pero con el tiempo se empleó esa palabra para los moluscos de concha rugosa. 

Sobre su nomenclatura leemos en  Ateneo, III, 92 f: “Los autores antiguos sólo llamaban a las ostras así, ostreia. Cratino, en Los compañeros de Arquíloco [PCG IV, fr. 8 ]m: Parecida a los nácares y las ostras. También Epicarmo, en Las bodas de Hebe [fr. 41, 3 R-N, CGF 42, 3]: Ostras cerradas.

En cambio Platón, en Fedro [250c], dice ostreon, como orneon (pájaro): Encerrados como una ostra, y en el Timeo [92b]: La familia de todas las ostras. Sin embargo, en el libro doce de la República [61 Id], dice ostreia: Se le habían adherido ostras y algas.

 Según Isidoro de Sevilla, Etimologías, XII, 6, 52: “La ostra debe su nombre al caparazón con el que protege la blandura de su carne interior. A este caparazón los griegos le llamaban ostra. El vocablo ostrea es neutro, teniendo género femenino únicamente cuando se aplica a la carne del animal”

 Con lo que respecta a s su consumo, tenemos conocimiento del mismo ya en los poemas de Homero, Ilíada, XVI, 746: “Si alguna vez este hombre estuviera en el mar, rico en peces, buscando ostras, saciaría a muchos con sus saltos desde la nave, aunque hubiera mar de fondo”

 E incluso, en Ateneo, I 13 c podemos leer lo siguiente al hablar de la alimentación de los héroes homéricos: “Homero no menciona este tipo de comida en los banquetes, como si no se la considerara alimento adecuado para los héroes que gozaban de tan alta dignidad, como tampoco la consistente en víctimas recién nacidas. No sólo comían pescado, sino también ostras, aunque su consumo no tenga mucho de provechoso y agradable, y encima yacen en el fondo del mar a gran profundidad; además, no hay ningún otro medio de conseguirlas más que sumergirse hasta el fondo.

¡Que hombre más ágil, ese que con facilidad se tira de cabeza! [II. XIV 745] y que, afirma Homero, saciaría a muchos si se dedicara a buscar ostras!

 

CARACTERÍSTICAS

 

Sobre su procedencia, crianza y captura son varios los autores que hablan de ellas. 

Comencemos por sus peculiaridades según los autores clásicos.





En primer lugar su clasificación como testáceo.

 Eliano, Historia de los animales. XI, 37: Testáceos son las ostras, el busano, el buccino, las caracolas o tritones, los erizos de mar y los astacos”

 Plinio, HN, IX, 12 (14), 40: “Los recubrimientos de los animales acuáticos son varios […] de un caparazón como las tortugas, de una materia con la dureza de la piedra, como las ostras y las conchas”

 Aristóteles,  Hª de animales,  523 b 10: “Están, por otro lado, los testáceos: éstos son animales cuya parte carnosa está en el interior y la parte sólida en el exterior. Esta parte sólida es desmenuzable y fácil de romper, pero no se dobla. Tal es el caso de las conchas y de las ostras” 

 Aristóteles,  Hª de animales, 528 a 1 y ss: “Los animales testáceos, como, por ejemplo, los caracoles de tierra, los caracoles de mar y todos los llamados ostras, así como el género de los erizos marinos, tienen la parte carnosa, los que la tengan, dispuesta como los crustáceos, o sea en el interior, y la concha por fuera, sin sustancia dura en el interior. Estos animales presentan entre sí muchas diferencias tanto respecto a la concha como a la carne de su interior. [...] Por otro lado, las mismas conchas son diferentes unas de otras. Unas tienen la concha lisa, como, por ejemplo, las navajas, los mejillones y algunas conchas llamadas por algunos lácteas; otras tienen la concha rugosa, como, por ejemplo, las ostras de lago, las pinnas, algunas variedades de conchas y los buccinos. De estos testáceos unos son acanalados, como, por ejemplo, las almejas y alguna variedad de conchas, otros no son acanalados, como las pinnas y otra variedad de conchas. [...] Unos tienen las conchas con bordes delgados, como los mejillones; otros los bordes gruesos, como las ostras de lago”

 

Con respecto a su nacimiento y crecimiento, Aristóteles, Investigación sobre los animales, V, 547 y b, 10- ss y en  Hª de animales, 547 b 11 y 20  explica: “En cuanto a las llamadas ostras de laguna, se originan en los lugares en donde hay lodo. [...] De una manera general, todos los testáceos nacen en el lodo por generación espontánea y se diversifican en especies diferentes según la diferencia de cieno: en el lodo se forman las ostras, en la arena las conchas y las otras especies citadas, en las hendiduras de las rocas, las ascidias, los percebes y las criaturas que nadan sobre la superficie del agua, como, por ejemplo, las lapas y las neritas. Ahora bien, todos los animales de esta especie tienen un crecimiento rápido”

 Aristóteles,  Hª de animales, 548 a 5 y ss: “Así pues, las ostras nacen como se ha dicho, y de ellas, unas se forman en aguas de poca profundidad, otras en las playas y en lugares fangosos; algunas crecen en los lugares rocosos y escabrosos; otras en los fondos arenosos. Por otro lado, unas cambian de lugar, otras no. Entre las que no cambian de lugar, las pinnas están adheridas al suelo por raíces, pero las navajas y las conchas están fijas sin estar adheridas por raíces, y cuando se las arranca de su medio, no pueden vivir”

 Ateneo, III, 92 a y ss: “Las ostras se producen en ríos, lagunas y en el mar. Las mejores son las marinas, cuando hay cerca una laguna o un río, pues resultan jugosas, más grandes y dulces. Las de las costas y rocas que no se mezclan con el limo o el agua dulce son pequeñas, correosas y picantes”

 Aristóteles: Reproducción de los animales, 763 a y ss: “Nacen por generación espontánea. Que todos los testáceos se forman espontáneamente está claro por las siguientes razones: porque se desarrollan junto a los barcos cuando se pudre el lodo espumoso; y en muchos sitios donde antes no había nada semejante, después, por falta de agua y una vez convertido el lugar en un lodazal, se desarrollaron las llamadas ostras de lago, del género de los testáceos. Por ejemplo, cuando una vez pasó por Rodas una flota naval y fueron arrojadas al mar vasijas de barro, al cabo de un tiempo se concentró lodo alrededor de ellas y se encontraban ostras dentro. Una prueba de que tales animales no expulsan nada capaz de procrear es lo siguiente: ciertos habitantes de Quíos transportaron ostras vivas de Pirra -en Lesbos- y las echaron en algunos brazos de mar de continuas corrientes; con el tiempo, no hubo mayor cantidad de ostras, pero su tamaño aumentó mucho. Lo que llamamos huevos nada aporta a la reproducción, sino que es una señal de buena alimentación, como la grasa en los animales sanguíneos: por eso también en estas ocasiones son muy sabrosos de comer. Una prueba es que animales del tipo de las pinnas, los bucemos y las púrpuras tienen huevos siempre, sólo que unas velo ces son más grandes y otras más pequeños. Pero algunos no tienen siempre, sino sólo en primavera, y según avanza la estación menguan hasta que finalmente desaparecen por completo, como es el caso de las pechinas, los mejillones y las llamadas ostras de lago: pues la estación primaveral les va bien a su organismo

 

Plinio, HN XXXII, 21 (6) nos cuenta que: “También las ostras neutralizan el veneno de la liebre de mar, y ahora que hablamos de ostras, puede pensarse que no he tratado este tema con suficiente extensión en la primera parte de mi trabajo, ya desde hace mucho tiempo se les ha concedido la palma en nuestras mesas como plato de lo más exquisito. A las ostras les encanta el agua dulce y los lugares donde numerosos ríos desembocan en el mar; de ahí que en las pelagia sean de tamaño tan pequeño y tan pocas en número. Sin embargo, las encontramos criando entre rocas y en lugares muy alejados del contacto con el agua dulce, como en las cercanías de Grynium y de Myrina por ejemplo. Generalmente aumentan de tamaño con el aumento de la luna, como ya dijimos al tratar de los animales acuáticos; pero es en  verano, más particularmente, y cuando los rayos del sol penetran en aguas poco profundas, que se hinchan. Esta también parece ser la razón por la que son tan pequeñas cuando se encuentran en el mar; la opacidad del agua tiende a detener su crecimiento, y el consiguiente desaliento produce una indisposición comparativa para la comida”

 Plinio, HN II, 41 hace referencia a la luna sobre las ostras: “Es cierto que los cuerpos de las ostras y de los caracoles, y de los mariscos en general, aumentan de tamaño y luego disminuyen por la influencia de la luna”

 Aristóteles, Partes de los animales, II 654ª, 2-3 nos comenta que no tienen huesos: “Los huesos que son duros por naturaleza, han sido creados para preservar las partes blandas en los animales que tienen huesos; en los que no los tienen, la parte análogo, como en los peces en unos casos la espina, en otros el cartílago. Algunos animales tienen dentro tal protección, en cambio algunos de los no sanguíneos en el exterior, como todos los testáceos, por ejemplo, las llamadas ostras”



 Ateneo VIII,  354 a también se refiere a este tema: “De nuevo, entre los animales algunos tienen articulaciones, como el hombre, el asno, la vaca, mientras que otros carecen de ellas, como serpientes, ostras y pulmones de mar”

 No pueden moverse, pues están adheridos. Aristóteles, Investigación sobre los animales, I, 487 b, 10 y ss: “En el agua encontramos muchos animales que viven adheridos, como, por ejemplo, muchas especies de ostras. […] Por otro lado, muchos animales, sin estar adheridos, no poseen la facultad de moverse, como las ostras”

 Aristóteles, Investigación sobre los animales, IV, 528 a, 4 y ss: “Por otro lado, unos se mueven por sus propios medios, como la almeja (algunos dicen que incluso vuela), […] otros, en cambio, no se mueven del lugar en que están adheridos”

 Aristóteles,  Hª de animales, 487 b, 9 y ss: “En el agua encontramos muchos animales que viven adheridos como por ejemplo, muchas especies de ostras. Por otro lado, muchos animales, sin estar adheridos, no poseen la facultad de moverse, como las ostras” 

 Aristóteles, Investigación sobre los animales, V, 548 a, 1 y ss: “Por otro lado, unas cambian de lugar, otras no. Entre las que no cambian de lugar, las pinnas están adheridas al suelo por raíces, pero las navajas y las conchas están fijas sin estar adheridas por raíces, y cuando se las arranca de su medio, no pueden vivir”

 Ateneo, III, 86 b y c: “Las ostras, que son un molusco, se adhieren a las rocas como las lapas”

 Poseen dos partes, una sólida y otra carnosa como describe Aristóteles, Investigación sobre los animales, IV 523 b, 10: “Están, por otro lado, los testáceos: éstos  son animales cuya parte carnosa está en el interior y la parte sólida en el exterior. Esta parte sólida es desmenuzable y fácil de romper, pero no se dobla. Tal es el caso de las conchas y de las ostras”

 Aristóteles, Investigación sobre los animales, IV, 528 a, 4 y ss: “Los animales testáceos, como, por ejemplo, los caracoles de tierra, los caracoles de mar  y todos los llamados ostras, así como el género de los erizos marinos, tienen la parte carnosa, los que la tengan, dispuesta como los crustáceos, o sea en el interior, y la concha por fuera, sin sustancia dura en el interior. 

 Aristóteles, Investigación sobre los animales, IV, 528 a, 4 y ss: “Por otro lado, el elemento carnoso, tanto en los univalvos como en los bivalvos, está tan adherido a la concha que se necesita fuerza para desprenderlo, pero en los de concha en espiral se desprende mejor […] Además, todos poseen de nacimiento un opérculo. Todos estos testáceos tienen su concha a la derecha, y se mueven no en el sentido de la espiral, sino en sentido opuesto”

 Aristóteles, Investigación sobre los animales, VIII, 590 a, 30 y ss: “Tienen  también, como las ostras, un orificio por donde sale al exterior su alimento, orificio que está situado en la parte superior del animal. Pues la actinia se parece a la parte carnosa que hay en el interior de las ostras”

 Con respecto a sus conchas, Aristóteles, Investigación sobre los animales, IV, 528 a, 4 y ss dice: […] unos son bivalvos, otros univalvos: llamo bivalvos a los que están encerrados en dos conchas, […]. Entre los bivalvos, unos pueden abrirse, como, por ejemplo, las ostras, las almejas y los mejillones; pues todos estos mariscos tienen sus valvas unidas por un lado y libres por otro, de suerte que pueden abrirse y cerrarse. […]  Por otro lado, las mismas conchas son diferentes unas de otras. […] otras tienen la concha rugosa, como, por ejemplo, las ostras de lago, las pinnas, algunas variedades de conchas y los buccinos. […] Los testáceos difieren también por el grosor o delgadez de su concha, ya en su conjunto, ya en sus partes, por ejemplo los bordes. […] otros los bordes gruesos, como las ostras de lago. […] Una característica común a estos animales y a los otros mariscos es que tienen el interior de la concha liso

 Plinio, HN, IX 40: “Los tegumentos de los animales acuáticos son de muchas clases. (...) de un duro pedernal como las ostras y los moluscos.”

 Plinio, HN, X, 68 (87), 189 y ss nos explica que no tienen sexo: “No son de ninguno de los dos sexos ni las ostras ni los otros animales que se adhieren al fondo del mar o a una roca”

 

Tampoco pueden escuchar, pues no disponen de oído, Plinio, HN, X, 69 (88), 192: “Entre los animales marinos, no resulta verosímil que tengan oído las ostras, pero se dice que en cuanto se hace un ruido, el solen 1 se hunde hasta el fondo; Por esta razón también se observa silencio entre las personas que pescan en el mar”

 

Clemente de Alejandría, Protréptico, 51, 5 nos explica la influencia de la luna: “Hay muchos animales que no tienen vista, ni oído, ni voz, como la especie de las ostras, pero, al menos, viven, crecen y sufren por la influencia de la luna”

 Sobre l influencia lunar también nos habla Cicerón, Sobre la adivinación, II, 14,33: “lo que les pasa a las ostras y a todos los moluscos es que aumentan de tamaño o dejan de hacerlo al mismo tiempo que la luna”



 Tampoco tienen cabeza ni ojos: Plinio, HN, XI, 46, 129: “No tienen cabeza ni el género de las ostras ni las esponjas, ni por lo general los otros animales cuyo único sentido es el tacto. En algunos la cabeza no está diferenciada, como en los cangrejos”

 

Plinio, HN, XI, 52, 139: “No todos los animales tienen ojos; las ostras no tienen ninguno, pero cabe la duda en el caso de algunas conchas, porque si movemos los dedos delante de una vieira entreabierta, inmediatamente cerrará su concha”

 

Pero sí tacto, Plinio, HN, X, 71,  195: “Todos los animales tienen el sentido del tacto, incluso aquellos que no tienen ningún otro, pues también lo tienen las ostras y, entre los terrestres, incluso los gusanos”

 

Parece que también respiran, Filósofos Presocráticos, 816 (59 A 115) y Arist., De respir. 470b-471a: “Anaxágoras y Diógenes, quienes afirman que todos [los seres vivos] respiran, dicen de qué modo respiran los peces y las ostras”

 

Aristóteles, Partes de los animales 680 b 710, 22, 23 nos explica otra curiosa característica: “En las ostras esto, el llamado huevo, sólo crece en un lado y es lo mismo que en los erizos (...) En efecto, las ostras y las pechinas tienen esta parte en un solo lado de la circunferencia”

 

Por lo que respecta a su inteligencia e imaginación, Plinio, HN, XI, 39 (92), 226: “Hay quienes piensan que la agudeza de la inteligencia no depende de la fluidez de la sangre, sino que los animales son más o menos irracionales según la piel y la cobertura del cuerpo, como es el caso de las ostras o las tortugas”

 

Alejandro de Afrodisias. Acerca del alma del destino, 67, 4: “Además, todos los animales poseen sensación, pero no parece que todos  dispongan de imaginación, por ejemplo, no parecen tenerla, entre los animales marinos, las ostras ni los gusanos”

 

Plinio, HN, 110 afirma que actúa ante el temor gracias a su inteligencia: “La concha, cuando ve una mano, se repliega y oculta sus riquezas sabedora de que son ellas lo que busca; si la mano se anticipa, la corta con su filo. Además, la protegen en alta mar los perros marinos y que se encuentra entre escollos”

 

E incluso Luciano de Samosata, Subasta de vidas, 26 nos habla del alma de las ostras: “Hermes . — No, buen hombre. Él parece tener algún dinero, así que no te demores en comprarlo. Y, además, a su lado, aprenderás, al punto, cuánto tiempo vive el mosquito, a cuánta profundidad brilla el mar bajo el sol y cómo es el alma de las ostras”

 

Sobre la manera de alimentarse, Aristóteles, Investigación sobre los animales, I, 487 a, 25: “Algunos encuentran su alimento en el agua y no pueden vivir fuera de ella, sin embargo no absorben ni agua ni aire, como por ejemplo, la anémona de mar y las ostras”

 

Alejandro de Afrodisias. Acerca del alma del destino, 74, 5 las considera animales que no son perfectos: “Sin embargo, esta especie de deseo no se encuentra en todos los seres que poseen sensación. No se encuentra, en efecto, en los gusanos ni en las ostras, sino en aquellos animales que son ya más perfectos”


 

Aristóteles, Investigación sobre los animales, VI, 568 a, 5 y ss comenta que se alimentan de las algas: “Cuando el Ponto se limpia, es arrastrada por el Helesponto abajo una sustancia llamada alga que es de color amarillo pálido, y algunos pretenden que esa sustancia es la flor del alga, de la cual se extrae el afeite. Esta flor aparece en el verano. Sirve de alimento a las ostras y a los pequeños peces que viven en estos lugares”

 

Ateneo, III, 107 b: “Alexis lo menciona en Cratias o el farmacéutico. Como el fragmento entero es útil para ilustrar diversos alimentos, y en vista de que en este momento no lo retienes en la memoria, yo mismo voy a recitarlo. Dice así el cómico [PCG II, fr. 115]: Así que, en primer lugar, habiendo visto en casa de un tal Nereo, un viejo, unas ostras envueltas en algas, las cogí; y unos erizos, pues ellos son el preludio de un banquete agradablemente organizado”

 

Plinio, HN, 107 comenta que el fruto de las ostras son las perlas: "El origen y la formación de las conchas perlíferas no es muy diferente del de las ostras. Dicen que cuando les llega el momento de procrear, una vez al año, se abren en una especie de bostezo y conciben llenándose de materia seminal húmeda; una vez preñadas dan a luz y el fruto de las conchas son las perlas, que difieren según la calidad del líquido recibido”

 

En Plinio, HN, 107 podemos leer cosas muy curiosas sobre este fruto: “Si era puro, surge una perla de un blanco resplandeciente; si turbio, la perla es de un blanco sucio. Las concebidas bajo un cielo amenazador son pálidas. Sin duda, las perlas dependen del estado del cielo, están en relación más con él que con el mar; por eso son anubarradas o serenas como la claridad de la mañana.”

 

Plinio, HN, 108: “Si las conchas se alimentan adecuadamente, las perlas son grandes; si el cielo está iluminado por rayos, las conchas se cierran y las perlas disminuyen en proporción al ayuno; si truena, al estar asustadas y replegarse súbitamente en sí mismas producen lo que se llama physemata, una burbuja vacía sin consistencia: es el aborto de la concha. Los ejemplares sanos constan de muchas capas, de forma que pueden considerarse con propiedad una callosidad del cuerpo; los expertos les quitan las impurezas”

 

Plinio, HN, 109: “Es asombroso que se dejen influir tanto por el cielo, que con el sol enrojezcan y pierdan su blancura. Por eso las perlas de alta mar se conservan mejor, porque están sumergidas a una profundidad donde no llegan los rayos del sol. Con todo también ellas amarillean y pierden el brillo con la vejez y las arrugas. (...)La perla en el agua es blanda, una vez fuera se endurece inmediatamente”

 

Pseudo Aristóteles, Fisiólogo, 44 c nos presenta otra curiosa explicación sobre el nacimiento de las perlas en las ostras: “En el mismo mar Eritreo se produce la perla en cantidad. Y nace así: en aquel mar están los testáceos llamados de las ostras; en verdad estas ostras se hallan en la orilla. Cada una de ellas tiene la boca abierta para engullir algo que le sirva de alimento; y al estar quieta y con la boca abierta, como frecuentemente se producen los relámpagos, penetra la fuerza del relámpago dentro de la ostra, y acobardándose se cierra. Y al cerrarse la ostra teniendo dentro el relámpago, gira el relámpago con las órbitas de los ojos de la ostra, y girando la ostra sus dos ojos produce perlas; así rechinando la ostra al quebrarse, las perlas brillan junto al mar Eritreo, y viéndolas los hombres se acercan y las cogen, y así nacen las perlas”

 En otras entradas os contaremos otras cosas muy interesantes

Plurimam salutem!!

domingo, 25 de febrero de 2024

RECETA GRIEGA PARA PREPARAR EL JUREL



El jurel es un pescado poco servido en nuestras mesas, pero de un gran valor nutricional y proteico.

Era presentado en las mesas de los comensales griegos, aunque los nombres que se le aplicaban indican, quizás, no un aprecio excesivo.

En las fuentes griegas encontramos dos nombres diferentes para llamar a este pescado: "saúro" y "tráchouros". 

Saúro significa "lagarto" por la tonalidad de su dorso, mientras que tráchouros quiere decir "cola áspera" por la cola tan apuntada que le caracteriza.

En Ateneo, VII, 322, c-d podemos leer una sencilla receta para prepararlo. Veámosla:

"Lo menciona Alexis, en Leuca. Es un cocinero el que dice [PCG II, fr. 138]: 

A— ¿Sabes cómo hay que preparar el jurel? 

B— Si tú me enseñas. 

A— Una vez que le quites las branquias límpialo, recórtale las espinas que tiene alrededor, , ábrelo por el costado como es debido y, tras desplegarlo del todo, azótalo con silfio y rellénalo bien y con destreza de queso, sal y orégano"



POSIBLE ADAPTACIÓN DE LA RECETA

Ingredientes

. 2 Jureles
. Asafétida
. Queso de cabra
. Sal
. Aceite
. Orégano

Elaboración

Limpiar los jureles quitándoles las espinas. Dejarlos abiertos como si fuera un librillo.

Hacer una mezcla de queso de cabra, un poco de sal, una cucharita de orégano y una pizca de asafétida que sustituirá al silfio.


Rellenar los jureles con esta mezcla, cerrar el jurel, colocar dentro de un papel de horno y cerrar bien.

Los  haremos al papilote en una plancha a la que le hemos puesto unas gotas de aceite. Tapamos para que se hagan al vapor dentro del papel.

Se puede servir con un poco de ensalada fresca o unas verduras a la plancha.

El resultado es muy interesante y exquisito

Prosit

Plurimam salutem!

domingo, 11 de febrero de 2024

PIRA. RECETAS Y CURIOSIDADES

A finales del año pasado dedicamos unas entradas a las peras en el mundo antiguo, pero aún nos quedan por descubrir otras muy interesantes. 

¿Os animáis a conocer cosas nuevas? 


 Ateneo III 80 d nos habla sobre forma de consumo: “Mnesíteo de Atenas, en su tratado Sobre los comestibles [fr. 32 Bert.], dice: «Respecto a cuantas de ellas se consumen crudas, como las peras, los higos, las manzanas de Delfos, etc., hay que: observar el momento en el que no tengan los jugos contenidos en su interior ni crudos, ni pasados, ni resecos en exceso por culpa de la estación».

 Ateneo IV, 137 b nos dice que eran frecuentes en sus mesas como postre: De nuevo se disponían las segundas mesas repletas, y en ellas había peras y gruesas manzanas”

 Ateneo  VI 275 b hace un comentario curioso al presentar a la pera como menú para cenar:Y a menudo —afirma— un padre o una madre preguntaban a su hijo si quería cenar peras o nueces y, después de comer algo  de esto, se daba por satisfecho y se iba a dormir”

  Al igual que en su libro III 81 b, Ateneo compara las manzanas y las peras: Filótimo, en el libro décimo tercero de su tratado Sobre la alimentación [fr. 10 St.], dice: «Las manzanas primaverales son mucho más indigestas que las peras, tanto si comparamos las verdes con las verdes, como si comparamos las maduras con las maduras. Las ácidas y todavía no maduras poseen además las cualidades de los líquidos, son bastante acres, y ácidas en cierto modo, y distribuyen por el cuerpo el llamado jugo astringente». Sostiene también que, en general, las manzanas son más indigestas que las peras, porque aunque comamos menos las asimilamos peor, mientras que, aunque tomemos más peras, las asimilamos mejor. De ellas sale un jugo astringente, llamado por Praxágoras (vitreo), debido a que los alimentos que no se asimilan tendrán los jugos más espesos. En general está demostrado que las manzanas son peores de digerir que las peras, y que los alimentos acres suelen proporcionar jugos aún más espesos. Entre las pomas invernales, las manzanas de Cidonia producen jugos más acres, mientras que los membrillos producen menos jugos, y menos acres, y se pueden digerir mejor”

 Paladio, Tratado de agricultura III, 209 nos ha legado la receta de vino y vinagre de pera, los llamados vina ficticia hechos de frutas y con un uso medicinal: “Se hace perada metiendo las peras en un saco de malla muy abierta, se machacan y aplastan con pesos o con una prensa. Dura el invierno pero se agria al principio del verano. El vinagre de peras se hace de este modo: se dejan durante tres días en un montón peras silvestres o de sabor ácido que estén maduras. Después, se meten en un recipiente al que se añade agua de fuente o de lluvia y se deja el recipiente tapado durante treinta días y a medida que se va cogiendo un poco de vinagre para el consumo, se echa otro tanto de agua en sustitución.

 Zumo de peras: el casto zumo de peras se preparará así: se pisan peras muy maduras con sal gorda. Cuando su carne esté deshecha, se meten en tonelitos, o recipientes de barro embetunados con pez; al cabo de tres meses la pulpa en suspensión desprende un líquido de sabor agradable pero de un color blancuzco. Contra este inconveniente será bueno que al tiempo que se salan, se mezcle una dosis de vino tinto”



 Dioscórides, 5, 24, nos habla del vino de peras y sus propiedades:<Del vino [1] de pera> (apítēs). El vino de pera se prepara igual que el de membrillo, pero que no estén las peras demasiado maduras. Y el de algarrobas, el de nísperos y el del fruto del cornejo se preparan igualmente. Todos ellos son astringentes, acerbos, estomacales, y retentivos de los flujos internos”

 Como leemos en Dioscórides si uso terapéutico es principalmente para el estómago, como digestivo y reductor de humores.

CURIOSIDADES

 Aristóteles HA, VIII, 595 A comenta que se utilizaban para cebar a los cerdos: Este animal engorda con cebada, mijo, higos, bellotas, peras silvestres y cohombros. Pero lo que más engorda tanto a los cerdos como a los demás animales que tienen un estómago caliente, es el reposo”

 Ateneo  XIV 640 c y ss además de hablar sobre los tipos de peras, cuenta una curiosidad de peras flotantes: “Pues fue Crisógono, el flautista, como nos dice Aristoxeno en el octavo libro de sus Leyes políticas, quien escribió el poema titulado Política. Y Filocoro, en su tratado sobre Adivinación, dice que fue un hombre de nombre Axiopistos, (no se sabe con certeza si era un Locriano o un Siciliano) el autor del Canon y de las Sentencias. Y Apolodoro nos dice lo mismo. Y Teleclides menciona el μυλος en sus Hombres Rígidos, hablando así: Los pasteles de queso calientes ahora son cosas a las que soy aficionado, las peras silvestres no me interesan; También me gustan los ricos trozos de liebre […] 63. Y ahora tomaré las peras (πιον), que veo ante mí, y hablaré de ellas, ya que es por ellas que el Peloponeso fue llamado πία, porque las plantas del peral abundaban en el país, como nos dice Ister, en su tratado sobre la Historia de Grecia. Y que era costumbre hacer subir peras al agua en las fiestas, lo aprendemos de las Breutias de Alexis, donde leemos estas líneas:

 A. ¿Has visto alguna vez peras flotando en aguas profundas servidas en la cena a unos hombres hambrientos?

B. Por cierto que sí, y a menudo; ¿qué hay de eso?

A. ¿No escoge cada invitado por sí mismo, y come la fruta más madura de las que nadan ante él?

B. Sin duda que lo hace. Pero las frutas llamadas μαμηλίδες no son lo mismo que las peras, como algunos han imaginado, sino que son una cosa distinta, más dulce, y no tienen almendra. Aristomenes, en su Baco, dice . ¿No sabes cómo crecen en el jardín de Chian. ¿Finos nísperos?

Y Æschylides también, en el tercer libro de sus Geórgicas, nos muestra que es una fruta diferente de la pera, y más dulce. Habla de la isla de Ceos, y se expresa así: "La isla produce las peras más finas, iguales a la fruta que en Jonia se llama hamamelis; porque no tienen semillas, son dulces y deliciosas". 

Pero Aethlius, en el quinto libro de sus Anales Samios, si el libro es auténtico, las llama homomelides. Y Pánfilo, en su tratado sobre Dialectos y Nombres, dice: "La epimelis es una especie de pera". Antífona, en su tratado sobre Agricultura, dice que las phocides son también una especie de pera. […] 

Cuando el filósofo dice γενναα, quiere decir εγεν, generoso, como también usa la palabra Arquíloco-. Ven aquí, eres generoso (γενναος);

o, tal vez, quiere decir πιγεγενημένα; es decir, injertados. Pues Aristóteles habla de peras injertadas, y las llama πεμβολάδες”

  Con esta entrada damos punto y final a la deliciosa fruta.

                      Plurimam salutem!