domingo, 3 de diciembre de 2017

DIETA Y SALUD IV

En la entrada anterior vimos las enfermedades de las clases altas y en esta ocasión hablaremos de los problemas de salud de las personas sin recursos.

POR FALTA DE ALIMENTOS E HIGIENE
CLASES BAJAS


DESNUTRICIÓN Y ANEMIA


Se sabe por estudios de esqueletos que los esclavos de las casas ricas, los soldados o los gladiadores no sufrían carencias alimentarias importantes, no comían igual que las clases altas, pero no padecían desnutrición pues consumían las calorías y alimentos necesarios.
El problema era principalmente para los pobres o mendigos, pero en general para todos en momentos de carestía tras conflictos bélicos o malas cosechas.



Artemidoro, Interpretación de los sueños, II, 9 define de esta manera a los pobres: "Los pobres son como los lugares míseros y oscuros en que se echa la porquería y otros desperdicios y demás cosas sin importancia"



Marcial,   Epigrama, XII, 32, 25 describe la vida triste de un mendigo: “¡Oh vergüenza de las calendas de Julio! He visto, Vacerra, tus trastos, los he visto. Los que han quedado sin embargar por el alquiler de dos años los llevaba a cuestas tu mujer, una pelirroja con siete crenchas, y tu encanecida madre con la gorda de tu hermana. Unas Furias las creí, salidas de la noche de Dite. Con ellas delante, seco por el frío y por el hambre y más pálido que un boj nada reciente, un Iro de tus tiempos, tú las seguías. Creería uno que se mudaba la cuesta de Aricia. Iba un camastro de tres patas, una mesa de dos y, junto con una lucerna y una cratera de cornejo, un orinal roto goteaba por el lado recortado. A un brasero con cardenillo lo sostenía el cuello de un ánfora; que había tenido arenques o menas incomibles lo manifestaba el olor hediondo de una orza, como difícilmente llega a ser el tufo de una piscifactoría marina. Y no faltaba un cuarto de queso de Tolosa ni una corona de cuatro años de negro poleo y ristras peladas de sus ajos y cebollas, ni la olla de tu madre llena de la resina repugnante con que se depilan las esposas sumemianas. ¿Por qué buscas casas de lujo y te ríes de los caseros, pudiendo, oh Vacerra, alojarte de balde? Esta pompa de tus trastos es la que corresponde a un puente”


Se cree que los problemas de desnutrición y de anemia los padecerían los pobres, los mendigos, las mujeres y los niños sin recursos que vivían al día y que se alimentaban de los restos encontrados en las basuras de las proximidades de los mercados o de las limosnas. 

Era famosa a unos 30 km de Roma una cuesta llamada Aricia en la que se los mendigos pedían limosna a los viajeros de la vía Apia: "Creería uno que se mudaba la cuesta de Aricia"  (Epigrama, XII, 32, 25)



Sobre este asunto podemos leer en Marcial: "el último entre los mendicantes de voz ronca, vaya pidiendo los mendrugos de pan duro que se echan a los perros" (Epigrama, X, 5, 5)

Una manera atestiguada de mantener apaciguados a los ciudadanos  era el reparto de la Annona civica, consistente en entregar raciones de trigo, pan, aceite, etc. a las clases menos favorecidas, ya por cuestiones caritativas ya por cuestiones políticas.         



El pan entregado solía ser de menor calidad que el vendido. Para controlar el reparto se podía hacer entrega al beneficiario de una tessera o tablilla donde se inscribía el lugar de distribución e incluso se redactaron edictos con las penas impuestas a aquellos que abusaban de estas distribuciones gratuitas. 



PARÁSITOS INTESTINALES


Debido a la falta de higiene y problemas de conservación de los alimentos, en algunos mercados era frecuente la contaminación de los mismos al estar expuestos sin ningún tipo de precaución, con la consecuente enfermedad, como por ejemplo los parásitos intestinales, los gusanos o las tenias.




Si revisamos las fuentes clásicas son muchos los remedios que encontramos para este problema lo que nos hace pensar que era muy usual.

Dioscórides nos ha transmitido un gran número de remedios: aceite de oliva, de ricino, ajo, altramuz, cardamomo, cilantro, cortezas de granada, helecho, hisopo, manzanas dulces, mirra, moral, nogal, orégano, ruda, tomillo, siempreviva, vino de ajenjo o de cedria.

Veamos la receta del vino de ajenjo según Dioscórides, 5, 39: “El vino de ajenjo se prepara de variadas maneras. Unos, mezclan con 48 sextarios , [un ánfora italiana] una libra de ajenjo del Ponto, lo cuecen hasta que quede la tercera parte; luego, tras verter encima 90 sextarios de vinagre y mezclar con él cuidadosamente media libra de ajenjo, trasvasan la mezcla; y tras filtrarlo una vez se haya asentado, lo almacenan. Otros echan a un ánfora una mina de ajenjo o lo ponen en remojo en una metreta de mosto durante tres meses, tras majarlo y atarlo en un paño ralo durante dos meses.{2} Otros toman 3 onzas de ajenjo –algunos 4– y 2 onzas de cada uno de estos productos: nardo de Siria, canela de Ceilán, canela de China, cálamo aromático, esquenanto, palmera; después de majar la mezcla en un mortero, la echan en una metreta de mosto, que tapan y dejan en reposo durante dos meses [o tres]. Luego, una vez colado y trasvasado, lo almacenan. Otros echan en una metreta de mosto 14 dracmas de nardo céltico y 40 dracmas de ajenjo, . {3} Otros echan en 20 sextarios de mosto 1 libra de ajenjo y 2 onzas de resina seca de pino y después de 10 días lo cuelan y lo almacenan. Es estomacal, diurético, útil para los que padecen del hígado, del riñón, para los que sufren ictericia, y para los de digestión pesada, para los faltos de apetito aquejados de males estomacales, contra la dilatación duradera de los hipocondrios, flatulencias, lombrices redondas, menstruaciones retenidas. Bebido en gran cantidad y seguidamente vomitado va bien contra la ingestión de ajonjera”

Cerramos con esta entrada el paseo por la salud y la dieta recordando las palabras de Hipócrates:

 "Nadie hubiera investigado sobre el arte de la medicina, si las mismas dietas hubiesen sido adecuadas para los enfermos y para los sanos. […]

Plurimam salutem!!

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