La lectura de La Odisea nos aporta una gran cantidad de información y entre ella,
podemos descubrir el uso de los
alimentos a lo largo de sus cantos.
Son muchas las escenas en las que los
anfitriones ofrecen banquetes exquisitos a sus huéspedes con el objetivo de
exhibir su estatus social además de su hospitalidad, como por ejemplo, el
convite de Helena y Menelao, pero también podemos ver, en algunos momentos de
la obra, que la comida simboliza la
tentación, una prueba para los hombres agotados y famélicos que acompañan a
Odiseo en su regreso a Ítaca y también para los pretendientes de Penélope que
consumen día a día la despensa de Odiseo.
En el caso de los hombres de Odiseo, su
deseo nace con un simple pedazo de pan, un poco de carne, queso y vino, pero también
sienten tentación ante la “melosa” flor de loto que les proporciona un estado
de euforia que les permite olvidar los años de escaseces y penurias a lo largo
de la guerra de Troya.
También vemos que Odiseo sucumbe ante la
tentación de Circe que no sólo es atraído por ella, sino también por su suculenta
comida que embriaga los sentidos: “Los sentó en tronos y en sillas reclinables, mientras preparaba una comida
de queso y cebada y miel ambarina mezclada con vino de Pramnia, añadiendo su propia pizca vil, para hacerles
perder el deseo o el pensamiento de nuestra querida patria” (X.257-261).
Como ya hemos comentado, otro caso interesante
son los pretendientes que, en el canto XX de la Odisea, tomarán la última cena
servida por Penélope. A lo largo de los cantos, los vemos consumir de una
manera descontrolada, se nos descubre su glotonería y pereza, que es fruto de la
tentación que simboliza la comida y que será castigada.
Es muy significativo la descripción tan
minuciosa que se hace de este evento que marcará el fin de la vida de los
pretendientes, además de los alimentos servidos en el banquete.
La narración comienza indicando la
finalidad de este banquete y explicando qué induce a esa actitud. Se trata de
un banquete singular e histórico pues marcará el desenlace de la Odisea.
“…Que los pretendientes tomen su agradable
comida hoy por última y postrera vez en el palacio de Odiseo. Ellos son quienes
con el cansado trabajo han hecho flaquear mis rodillas mientras fabricaba
harina; que cenen ahora por última vez.»
Así dijo, y se alegró con el presagio el
divino Odiseo y con el trueno de Zeus, pues pensaba que castigaría a los
culpables”
Preparación de la sala del banquete
A continuación se inicia la preparación de
la velada por parte de las esclavas que presenta una gran plasticidad, nos
sitúa en una escena típicamente hogareña, con el encendido del fuego para
caldear la sala y la limpieza del espacio.
“Entonces se congregaron las esclavas en
el hermoso palacio de Odiseo y encendían en el hogar el infatigable fuego.
[…]”
En concreto, se barre rociando antes el suelo
con agua, se cubren los sillones con mantos, se limpia con esponjas las mesas,
las copas y las cráteras y para finalizar, se trae agua.
Entonces la divina entre las mujeres,
Euriclea, hija de Ope Pisenórida, comenzó a dar órdenes a las mujeres:
LIMPIEZA DE LA SALA- PURIFICACIÓN, cuyo
objetivo es dar un carácter sacro a este banquete y sentirse respaldados por
las divinidades.
Es una descripción peculiar en la que
encontramos algunos calificativos curiosos como “aguas profundas” simbolizando
el próximo futuro de los pretendientes.
“Vamos, unas barred diligentes y regad
el palacio, y colocad en las labradas sillas tapetes purpúreos; otras fregad
con esponjas todas las mesas y limpiad las cráteras y las labradas copas de
doble asa; y otras marchad por agua a la fuente y volved enseguida con ella,
pues los pretendientes no estarán mucho tiempo lejos del palacio, sino que
volverán temprano, que hoy es para todos día de fiesta».
Así dijo, y ellas la escucharon y
obedecieron. Unas veinte marcharon hacia la fuente de aguas profundas y
otras trabajaban habilidosamente allí mismo, en la casa”
Para conocer lo que se sentirá en la
velada entran en escena el porquerizo, el cabrero y el bolero con sus mejores
animales para descubrir que el menú será abundante y opíparo.
Menú servido
“En esto entraron los nobles sirvientes,
quienes luego cortaron leña bien y con habilidad. Las mujeres volvieron de la
fuente y detrás llegó el porquero conduciendo tres cerdos los mejores
entre todos; los dejó paciendo en el hermoso cercado […]
Esto es lo que se decían uno a otro
cuando se les acertó Melantio, el cabrero, conduciendo junto con dos pastores las
cabras que sobresalían entre todo el rebaño para festín de los pretendientes
[…]
Después de éstos llegó tercero Filetio
el caudillo de hombres, llevando una vaca no paridera y pingues cabras para
los pretendientes […]
Entraron en el palacio del divino
Odiseo, pusieron sus mantos sobre sillas y sillones y comenzaron a
sacrificar grandes ovejas y pingües cabras, así como gordos cerdos y una vaca
del rebaño. Luego asaron las entrañas, las repartieron, mezclaron el
vino en las cráteras y el porquero distribuía las copas; Filetio, caudiIlo
de hombres, les distribuía el pan en hermosos canastos y Melantio vertía
el vino. Y ellos echaron mano de los alimentos que tenían delante […]
Y después que hubieron asado la carne
de las partes externas, las retiraron, repartieron y celebraban un gran
banquete. Y los que servían pusieron junto a Odiseo una porción igual a las que
había tocado en suerte a ellos; así lo había ordenado Telémaco, el hijo del
divino Odiseo […]
Así diciendo, cogió de una bandeja una pata
de buey y se la arrojó con robusta mano. Odiseo inclinó la cabeza
ligeramente, la esquivó y sonrió en su ánimo con sonrisa sardónica. […]
Así dijeron los pretendientes, pero
Telémaco no hacía caso de sus palabras, sino que miraba a su padre en silencio,
aguardando siempre cuándo pondría las manos sobre los desvergonzados
pretendientes.
Y la hermosa hija de Icario, la prudente Penélope,
poniendo su sillón enfrente escuchaba las palabras de cada uno de los hombres
en el palacio. Así es como se prepararon, entre risas, un almuerzo dulce y
agradable, pues habían sacrificado en abundancia. Pero ninguna otra cena
podría ser más desgraciada como la que iban a prepararles más tarde la diosa y
el fuerte hombre, pues ellos fueron los primeros en ejecutar acciones indignas”
Llama la atención los platos que forman parte de esta
última cena, en su mayoría se trata de los animales que se solían sacrificar a
los dioses, preludio quizás del trágico destino de los invitados. A su vez, se
sirvió pan y vino mezclado con agua en las cráteras. Odiseo castigará a los
pretendientes por su glotonería justo cuando
están empezando a cenar. Homero nos narra esta escena de manera muy gráfica, cayendo
sobre las mesas y derramando la comida.
La Odisea refleja en gran medida la importancia que
los symposia tenían en la cultura
griega, pero también nos muestra el papel simbólico de la comida a lo largo de
la obra, como por ejemplo, el cíclope que come humanos, Escila que se traga a
seis de los hombres de Odiseo o como la esposa de Antífates, rey de
los lestriogones intenta comerse a Odiseo y a sus acompañantes.
Plurimam salutem!
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