“La granada es jugosa, amiga del estómago, no alimenticia”. Con estas palabras define Dioscórides a la granada.
ETIMOLOGÍA
Llamada por Plinio, XIII, 113, XXIII, 107, Punicum granatum, toma el apelativo de Punicum por hacer referencia a los fenicios que fueron los que introdujeron el fruto en el mundo romano. Se le aplicó el nombre de granatum del latín granatus “con granos” haciendo mención a los hermosos granos en forma de rubí que lo caracterizan.
Con el tiempo, se le aplicó el nombre de malum, así pues, malum punicum o malum granatum. Si hacemos un pequeño recorrido por las diferentes lenguas modernas encontramos un legado evidente de su etimología clásica:
En alemán: granatapfel
En inglés: pomegranate
En español: granada
En francés: grenade.
En italiano: granata
Al margen del apelativo, el granado es un árbol con un gran número de leyendas e historias mitológicas que se remontan a diferentes momentos de la historia.
Ya en el mundo egipcio encontramos un poema en el que los árboles toman la palabra para ensalzar todos sus atributos. El granado habla así:
“Mis granos son como sus dientes,
mis frutos como sus senos,
yo soy el más hermoso del huerto. […]
Los árboles todos se marchitan salvo yo en el plantío,
yo paso los doce meses en el huerto.
yo permanezco y, cuando cae la hoja,
la nueva que se anuncia está ya en mí.”
(La disputa de los árboles del huerto. Dinastía XX, 1150 a.C.)
En la leyenda frigia de Agdistis se cuenta que Zeus se enamoró de una estatua de Cibeles que se encontraba en el acantilado de Agdo. Al no poder unirse a la diosa, depositó su semen sobre la roca. Como consecuencia de esta acción, nació Agdistis, un ser hermafrodita que fue castrado por Dionisio. De las gotas de sangre surgió un granado.
En el mundo griego encontramos que en el Himno homérico II, a Deméter, 393- 414, se describe el diálogo entablado entre Perséfone y Deméter, tras el rapto de Hades.
“Hija, ¿no habrás acaso tomado algún manjar mientras estabas abajo? Dímelo, no lo ocultes, para que ambas lo sepamos. […] si hubieras comido, yéndote de nuevo a las profundidades de la tierra, habitarás allí la tercera parte de cada año, y las otras dos junto a mí y los demás mortales. […]
A su vez, le respondió la hermosísima Perséfone:
Pues bien, madre, te lo contaré todo sin engaño […] hades me trajo a escondidas unos granos de la granada, manjar dulce como la miel, y a pesar mío, por la fuerza, me obligó a comerlos.”
La mitología clásica nos cuenta que fue Ascáfalo, hijo de Aqueronte y una ninfa del Éstige el que delató a Perséfone, por lo que Deméter lo transformó en una lechuza.
Este episodio se narra en el mito de rapto de Perséfone. El hecho de considerar la granada como un alimento del mundo subterráneo es muy significativo y encontraría se explicación en la costumbre de ofrendar frutas con tonalidades rojas a los dioses y a los muertos.
A su vez, esta fruta estaba muy vinculada a la diosa Hera, divinidad que protegía el matrimonio y la fertilidad. Se sabe que era frecuente cultivar granadas en las proximidades de los templos de Hera.
Así pues, el consumo por parte de Perséfone de unos granos de granada simbolizó la unión indisoluble entre Hades y ella.En Grecia la granada tenía varios nombres entre ellos destaca sidh, apelativo que recibía una joven que se suicidó para huir de los acosos de su padre. Los dioses se apiadaron de ella y de su sangre surgió un granado. A su padre lo castigaron y lo convirtieron en un milano, ave que jamás se aproxima a este árbol.
Muchas son las referencias de este fruto en
También en la literatura encontramos referencias a la granada:
Shakespeare, en Romeo y Julieta, escogió un granado para la escena en la que Romeo proclama su amor a Julieta.
[Entran ROMEO y JULIETA arriba, en el balcón]
JULIETA
¿Te vas ya? Aún no es de día.
Ha sido el ruiseñor y no la alondra
el que ha traspasado tu oído medroso.
Canta por la noche en aquel granado.
Créeme, amor mío; ha sido el ruiseñor.
ROMEO
Ha sido la alondra, que anuncia la mañana,
y no el ruiseñor. Mira, amor, esas rayas hostiles
que apartan las nubes allá, hacia el oriente.
Se apagaron las luces de la noche
y el alegre día despunta en las cimas brumosas.
He de irme y vivir, o quedarme y morir.
(Shakespeare, Romeo y Julieta, Acto III, escena V)
García Lorca, en su Canción oriental, hace una hermosa apología de la granada:
“La granada es corazón
que late sobre el sembrado.
Un corazón desdeñoso
donde no pican los pájaros.
Un corazón que por fuera
es duro como el humano,
pero da al que lo traspasa
olor y sangre de mayo.”
Se trata de un árbol importante que tuvo su presencia en la mayoría de los Jardines representativos de la historia, como los jardines colgantes de Babilonia, el jardín del Paraíso, e incluso en
“Más allá del patio, hay un jardín de cuatro yugadas; por todas partes está circundado por un muro. Allí crecen árboles altos y verdes, perales, granados, de brillantes frutos, dulces higueras y olivos siempre verdes. Los frutos de estos árboles no cesan en todo el año, no faltan ni un invierno ni en verano; sin cesar, el Céfiro con su hálito hace nacer a los unos y madurar a los otros. […]Tales eran los ricos presentes de los dioses en la morada de Alcino.”
Con este breve paseo literario, podemos concluir que era considerada por los antiguos símbolo de fecundidad y amor. Esta vinculación al mundo amoroso y el mundo de los muertos ha hecho que muchas sean las tradiciones en las que se utilizaba la granada, como por ejemplo:
En Mesopotamia se servía esta fruta como postre en las bodas.
Los babilonios pensaban que el consumo de granos de este fruto los hacía más valerosos e incluso invencibles ante los enemigos.
En el antiguo Egipto los muertos realizaban su viaje al otro mundo acompañados por granadas.
En Marruecos la granada es un símbolo de fertilidad por lo que se exprime el jugo de una granada sobre los cuernos de los bueyes que aran o se aplastan granos de granada sobre el filo del arado.
Las árabes recién casadas, como bendición de fertilidad, aplastan en sus tiendas el fruto de la granada.
Las novias turcas cuentan el número de granos de granada para saber el número de hijos con los que serán bendecidas.
Los chinos esparcen granos de esta fruta en la cámara nupcial en la noche de bodas, como símbolo de vida eterna y fertilidad.
BENEFICIOS PARA LA SALUD
En el mundo antiguo era muy apreciada, no sólo por su agradable sabor y beneficios para la salud sino también por la buena conservación que caracteriza a esta fruta, que permitía ser consumida a largo plazo.
Medio de conservación según Plinio:“Las granadas deben ser endurecidas mediante agua del mar, después secadas al sol durante tres días y colgadas de tal manera que estén protegidas del rocío de la noche. Cuando vayan a ser utilizadas deben ser lavadas cuidadosamente con agua fresca”.
Marco Varrón recomienda “guardar las granadas en grandes jarras de arena, y también, antes de abrirlas, cubiertas con tierra en ollas con la parte de abajo rota, pero sin aire, y con sus tallos embadurnados con brea, ya que, conservados de esta manera, ellas crecen a un tamaño más grande del que tienen en el árbol”.
Sabemos de la existencia de dos tipos gracias a las fuentes clásicas:
La dulce, “que es mejor para el estómago, que engendra cierto calor en torno al estómago y flatulencias, por lo que no es apropiada para los febricitantes”
La agria, “que suaviza el ardor de estómago y es diurética, pero de sabor desagradable”. Presenta otros usos, “su cuesco, secado al sol y cocido, restaña el vientre y el flujo del estómago”
“El zumo de los cuescos, cocido y mezclado con miel, es útil contra las llagas de la boca, del pene [...] contra las pieles de las uñas de los dedos, [...] contra las otalgias y afecciones nasales.
Las hojas de la granada también eran utilizadas por ser cicatrizantes de enemas. A su vez, su decocción se empleaba para realizar enjuagues bucales que mejoraban las encías flácidas y dientes movedizos. Se creía que si uno ingería tres cálices sanos de la flor se vería libre de afecciones oftalmológicas. A su vez, su zumo era utilizado para conseguir un cutis más blanquecino.
Las cáscaras tenían el mismo uso que las flores. La decocción de las raíces mataba las lombrices.
Las fuentes clásicas nos informan sobre el por qué de los frutos blanquecinos de la granada, creían que si la fruta estaba expuesta en exceso al sol, el color rojizo de sus granos palidecía.
En la actualidad se sabe que el consumo de granadas es muy beneficioso para la salud, pues reduce las enfermedades degenerativas, el estreñimiento, la anemia, el colesterol, los problemas cardiovasculares, la faringitis, la sinusitis y la otitis. Se caracteriza por su gran número de antioxidantes que frenan el envejecimiento, rica en fibra, sales minerales, fósforo, hierro, magnesio, vitaminas C, B y E, potasio, calcio y zinc.
Acabar con curioso refrán español que dice:
“Granada madura, tentación segura”
Plurimam salutem!
*Fotografías propias.