Si acudimos a
las fuentes clásicas descubrimos rápidamente el aprecio de los romanos por el
pescado fresco, principalmente para ser ofrecido en los banquetes lujosos a sus
invitados. Para ello era necesaria la destreza de unos pescadores (piscatores) que desde pequeños aprendían
el oficio y utilizaban unos sistemas de pesca que no distaban mucho de los
empleados en la actualidad.
Junto al pescado capturado en el mar o en los ríos, conocemos la existencia
de viveros, de los que ya hablamos en otra ocasión.
Para
conocer cuáles eran las cualidades de un
buen pescador, Opiano, De la
pesca, III, 30, nos dice lo
siguiente:
“Ante todo el pescador debería tener cuerpo
y miembros a la vez ágiles y fuertes, ni excesivamente
gordos ni faltos de carne. Porque, frecuentemente, para sacarlos a tierra, debe
luchar con poderosos peces, dotados de desmesurada fuerza mientras se mueven y
ruedan en los brazos de su madre mar.
Y es necesario que el pescador salte de una roca, y trepe por
ella ágilmente; y, cuando el trabajo del mar está en su apogeo, debe recorrer
aprisa un largo camino, y zambullirse
en lo más profundo, y, permaneciendo entre las olas como sobre la tierna,
demorarse en las faenas, en las cuales los hombres en el mar se esfuerzan con intrépido corazón.
También el pescador debería ser de astuto ingenio y sabio, puesto que
muchas y variadas son las tretas de que se valen los peces cuando se encuentran
con los imprevistos engaños; y debería ser muy audaz e intrépido, y prudente,
y no debería amar la saciedad del sueño, sino observar con atención, con su
corazón en vela y ojos abiertos; y debería sobrellevar bien la borrasca de Zeus
y la estación sedienta de Sirio, ser aficionado al trabajo y amante del mar. Así
él tendría éxito en la pesca y sería grato a Hermes”.
Junto
a este talante, era conveniente a su vez, buscar la protección divina y en concreto, del dios de mar, Posidón-Neptuno para
que todo fuera perfecto y que los pescados capturados no se escaparan de las redes:
“Cuando los atunes son capturados en batidas
realizadas en el Ponto… y cuando, por consiguiente, están ya cogidos en la red
y sin poder escapar, todos los
pescadores dirigen sus plegarias a Poseidón, ahuyentador de males. Y yo
pretendo explicar de dónde le viene al dios este nombre, porque me he
preguntado a mi mismo muchas veces qué les indujo a aplicarle este apelativo.
Piden al hermano de Zeus, dominador del
mar, que no permita que pez espada ni
delfín lleguen como viajeros acompañantes de la tropa de atunes. Pues,
muchas veces, el egregio pez espada rompe la red y hace que toda la multitud de
peces escape libre. También el delfín es una criatura nefasta para las redes,
porque es también hábil para romperlas”. (Eliano Pesca, XV, 6)
Si
con la ayuda del dios marino no era suficiente se podía acudir a Hermes- Mercurio con otra invocación por ser el que proporcionó
los trucos para una pesca dichosa:
“Tú mismo ¡oh
señor!, fuiste el primero en idear los
artificios de los pescadores de mente prodigiosa, y en revelar la ejecución
de los variados procedimientos de pesca,
urdiendo el destino para los peces. […]
¡Oh Hermes, glorioso en el consejo, a ti
especialmente te veneran los pescadores! Por eso, invocándote a ti con los
dioses que ayudan en la captura, yo
persigo la gloriosa canción de la afortunada
pesca”. (Opiano, De la
pesca, III, 1)
Protegidos por los dioses protectores, los piscatores ya
podían salir a la captura de peces con todos aquellos instrumentos necesarios para pescar:
“Cuatro métodos de captura en el mar han ideado los pescadores. Algunos
se deleitan con los anzuelos, y de
este grupo unos pescan con largas cañas
a las que se han atado un sedal de crin de caballo bien trenzado, otros
simplemente arrojan un torzal de lino sujeto a sus manos; y otros se recrean
con linos emplomados, o con linos de los que penden muchos anzuelos.
Otros prefieren disponer redes, y de éstas hay las llamadas redes arrojadizas, y las
llamadas de arrastre: rastras, y redondeadas redes de bolsa, y redes
barrenderas; a otras las llaman redes de cubierta, y con las redes barrederas
hay las llamadas redes de suelo, y redes arrojadizas redondeadas, y las corvas
redes que pueden contener toda clase de pesca; innumerables son las variadas
clases de tales redes de astutos senos. Otros tienen sus mentes más puestas en nasas que proporcionan alegría a sus
dueños mientras duermen tranquilamente, y espléndida ganancia les espera con
pequeño esfuerzo. Otros con el tridente
provisto de largas puntas hieren a los peces desde la tierra o desde una barca,
según lo deseen. La medida adecuada y la
recta norma de todos estos instrumentos las
conocen exactamente los que efectúan estos trabajos”. (Opiano, De la pesca, III, 72)
En esta cita
de Opiano, De la pesca, I, 53 se
resume perfectamente cuáles serían las técnicas
de pesca empeladas en la antigüedad:
“La fuerza de
los pescadores se asienta en endebles cabellos y curvados anzuelos de bronce,
cañas y redes”.
No obstante,
para profundizar más en el tema, Eliano en su libro Sobre la pesca, XII, 43 nos comenta estos sistemas de captura:
La pesca
mediante red proporciona riqueza y
se parece a la captura de un campamento y a la toma de prisioneros, y requiere variedad de utensilios, como
soga, sedal de lino blanco y negro, cuerda hecha de junco, corchos, plomo,
madera de pino, correas, zumaque y una piedra, papiro, cuerno, una nave de seis
remos, torno con su manubrio, una kottàné, tambor, hierro, madera y pez. Y caen
en la red diferentes especies de peces, en bandadas numerosas y variadas.
La pesca con arpón
es la más varonil de todas y requiere un
pescador de gran fortaleza. Necesita tener un arpón bien recto de madera de
pino, cuerdas de esparto y *** Necesita también un pequeño bote y vigorosos
remeros con buenos brazos.
La pesca con nasa
es una pesca que requiere mucha astucia
y plan bien meditado. Parece poco recomendable a personas libres. Necesita juncos secos,
sauzgatillo, una piedra ancha, áncoras, algas marinas, hojas de junco y de
ciprés, corchos, trozos de madera, un cebo y una pequeña barca.
La pesca con
anzuelo es la pesca más perfecta y la
más apropiada a los hombres libres. Se necesita crin de caballo de color
negro, rojo y gris. Si las crines son teñidas, los pescadores eligen las que
están teñidas en gris azulado y en púrpura marina. Porque todas las demás
-dicen- son malas. Utilizan también las cerdas erectas de los jabalíes, y
también el lino y gran cantidad de bronce; cuerdas de esparto y plumas
especialmente blancas, negras y polícromas. Utilizan, asimismo, los pescadores
lana carmesí y lana teñida de púrpura, corchos,
trozos de madera. Son necesarios
también hierro y otros materiales, entre ellos, cañas bien desarrolladas y
enjutas, juncos que han sido mojados, tallos de hinojo, frotado, liso, una caña
de pescar de madera de cornejo, los cuernos y el pellejo de una cabra. Unos peces son capturados mediante un
método, otros con otro.”
A continuación hagamos una
relación de todos los métodos de pesca en la antigüedad:
Para
la pesca con redes se empleaba el algodón,
junco, cáñamo y lino, atados a corchos, madera de pino y lastres de plomo,
piedra o hierro.
Los
tipos de redes encontradas en las fuentes eran la sagena que consistía en dos
redes paralelas de mallas anchas entre ellas había otra de más fina pero más
tupida.
La llamada gángamon consistente en
un armazón de hierro y una tupida red en
forma de saco que gracias a una soga gruesa se sujetaba a la embarcación. Allí se
guardaban las capturas frescas hasta llegar a puerto.
La
hypoché
utilizada para aguas no muy profundas. Se trataba de una red abierta
que se empleaba para la pesca de
langostinos o camarones.
La
cálymma
que podría ser una especie de red arrojadiza, pero la información no es
muy concreta.
La
denominada sphoiron que al lanzarla, caía en forma circular sobre el agua.
Al
igual que en la actualidad también tenía un sistema de redes fijas instaladas junto a la costa que interceptaban el paso
de los peces guiados hasta allí por los pescadores gracias al empleo del fuego:
“Al
igual que durante la noche los astutos pescadores con sus rápidas barcas guían la pesca hasta la red, llevando encendidas antorchas; y los peces
tiemblan al contemplarlas, y no soportan el giratorio destello”. Opiano, De la caza, IV, 140:
Para
la pesca con anzuelo se empleaba un
cebo artificial de plomo con forma de delfín y también una caña con un cordel
que llevaba un sedal de crin de caballo y un anzuelo de bronce con forma curva. Los
cebos solían hacerse con una mezcla
de harina, queso y leche cuajada. Para este sistema de pesca la paciencia era
un gran aliado:
“El pescador de caña se sienta en las rocas cerca del mar y
con sus curvadas cañas y mortíferos anzuelos, tranquilamente, se apodera del pez de reflejos variados; y se
alegra cuando, traspasándolo con las puntas de bronce, se lleva a través del
aire al palpitante danzarín marino que salta alto sobre las profundidades”.
(Opiano, De la caza, I, 57)
Para
la pesca con nasas se usaba una especie de cestos hechas con mimbre,
esparto o juncos entretejidos. Servían para pescar calamares, langostas, anguilas,
bogavantes, y quisquillas siempre ayudados de un cebo. También se utilizaba una
especie de corona de púas llamada calamarera
o potera:
“Como cuando los pescadores colocan una
nasa para engañar a los peces, trenzada con esparto de Salamina, y en su interior ponen un pulpo o mújol
tostado al fuego; el olor llega a las bajas riberas y conduce a los peces
espontáneamente a la nasa, y ellos son incapaces de salir de nuevo y encuentran
una terrible muerte”. (Opiano, De
la caza, IV, 225)
La pesca con arpón o tridente era la
más difícil por precisar de una gran fuerza y valor
para manejar el arpón hecho
de madera de pino que sujetaba a su mano con una gruesa
cuerda. Se empleaba en
la pesca del delfín:
“El pescador hiere a un hijo suyo con el arpón …Y mientras el delfín herido conserva su
vigor, el
pescador afloja la cuerda para que aquél no pueda romperla a causa de su
violencia y para que a él mismo no le sobrevengan dos infortunios, a saber, que
el delfín se marche
con el dardo y que él quede burlado en su propósito; cuando
advierte el pescador
que el cetáceo se cansa y está algo debilitado por la
herida, lleva la barca despacio
cerca y saca a tierra su presa.” (Eliano,
Pesca, I, 18)
Y
también del pez espada:
“Tras decir esto, expone el método
de captura del pez espada,…Se sitúa en el lugar de anclaje un oteador común para
todos los botes movidos a dos remos; cada embarcación la tripulan dos hombres.
Uno de ellos dos acciona los remos; el otro que está a proa se queda inmóvil
con el arpón. El oteador le señala
la presencia del pez espada, […] el hombre lo hiere de cerca; luego arranca el
arpón del cuerpo de la presa, pero dejando en él la punta, que tiene forma de
anzuelo, está ajustada al asta de manera muy floja y, además, lleva atado un
hilo que le aflojan al animal herido hasta que se cansa en su esfuerzo por
escapar. Después lo arrastran hasta tierra o lo cargan en el bote,” […] (Polibio,
Historias, XXXIV, 3, 1-8)
Sabemos
que, al igual que en la actualidad, se empleaba un método de pesca u otro según
la especie que se fuera a capturar.
Así pues, una vez más vemos clara nuestra herencia
que nadie debe olvidar.
Plurimam salutem!
*Imágenes propias
6 comentarios:
Como bien apuntas Charo, los romanos apreciaban mucho el pescado fresco sobre todo para los banquetes de lujo, y sabemos por los textos clásicos de los “piques” entre patricios que excepcionalmente acudían personalmente acompañados de sus esclavos a las subastas de pescado y llegaban a pagar, en un ascenso de pujas y vanagloria, por una sola pieza de singular peso el equivalente al precio en conjunto de una barca con esclavo incluido. Esos si que podían decir: “para que digan que el pescado está caro”.
Saludos,
Emilio
Gracias Emilio, tienes mucha razón con lo que comentas... ocho mil sestercios se pagaron por un salmonete!!
Un saludo
Eres una continua fuente de sabiduría, charo. Creo que tu blog es una referencia obligada para quien quiera documentarse sobre casi cualquier cosa... Besos, querida amiga.
Estimada Isabel, eres muy amable con tu comentario. Los antiguos nos enseñan muchas cosas y no podemos perderlos de vista.
Gracias por el comentario
Besitos
Querida Charo, me he quedado enganchadísima con esta entrada, es super interesante y me sorprende bastante como comentáis, que llegara a ser tan caro el pescado, porque vale que los medios de conservación harían muy valioso el pescado fresco, pero también habría mucho más pescado que ahora, así que una cosa por otra, no sé bien por qué tan carísimo.
Por otra parte, me es tan curisosa la enorme variedad de ingenios de las artes de la pesca, que me maravillo al ver que efectivamente, más o menos perfeccionados, en realidad, lo que ahora hacemos es seguir aquellos caminos iniciados por el hombre antiguo.
Un beso y gracias por estos trabajos.
Estimada Viena, muchas gracoas por tu comentario.
Ciertamente no hemos inventado nada, eso es lo maravilloso que nos descubre el estudio del mundo antiguo.
Un beso
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