En la antigüedad eran muy codiciados por considerarlos un manjar exquisito, ya por sus propiedades curativas, ya por tener la etiqueta de comida afrodisíaca.
Si nos remontamos a las fuentes clásicas, sabemos que se le aplicaba en el mundo griego la nomenclatura de "pheréoikos", es decir, "porta casa":
"Cuando el que lleva la casa suba desde la tierra a las hojas huyendo de las Pléyades, entonces ya no es época de cavar las viñas" (Hesíodo, Los trabajos y los días, 571)
El mismo nombre lo encontramos en Anáxilas [PCG II, fr. 33]:
"Eres mucho más receloso que los caracoles, que llevan su casa a cuestas por desconfianza".
Los antiguos conocían perfectamente las técnicas de crianza de caracoles e incluso contaban con criaderos especiales. La literatura nos ha transmitido los conocimientos sobre estos animales:
Teofrasto, Sobre los animales que viven en madrigueras, fr. 176 W:
"Los caracoles viven en madrigueras también en invierno, pero principalmente en verano. Por eso aparecen en mayor número con las lluvias otoñales. Su cubil en verano se encuentra tanto en el suelo como en los árboles".
Con respecto a su crianza eran conocedores de su apareamiento y "puesta en otoño y primavera" (Aristóteles, V, Sobre las partes de los animales)
Los clasificaban según su procedencia: africanos, blancos, de Rieti, de Iliria,...
“Poca antes de la guerra civil, F. Lipino estableció viveros de caracoles en Tarquinia, distinguiendo entre clases, para que estuviesen por un lado los blancos que nacen en el campo de Reate, por otro lado los ilíricos que destacan por su tamaño, los africanos, por su fecundidad, los solitanos, por su fama. También tuvo la idea de alimentarlos con gachas y vino hervido y otras cosas, para que los caracoles, engordados, llenasen también la taberna” (Plinio, HN, L.IX, 173)
Su consumo era acompañado de salsas, después de estar en maceración con leche o con vino unos días para engordarlos, a continuación eran cocidos con agua especiada.
Se servían durante la gustatio o aperitivo.
Eran tan consumidos que entre los utensilios del banquete se han encontrado unas cucharas especiales para poder comerlos con mayor facilidad.
Pese a ser criados en cautividad, su precio era económico, así Galeno afirmaba que: "todos los griegos comen caracoles todos los días"
Según Plinio, HN, las propiedades curativas de los caracoles eran las siguientes:
“Para los dolores de cabeza son un buen remedio los caracoles que se encuentran desprovistos de concha por no estar aún completamente desarrollados;
se les arranca la cabeza y se ata encima, o bien, si son caracoles pequeños,
se untan en la frente una vez machacados.”(L. XXIX, 112)
"Asar los caracoles con sal fina y aceite. Echar benjuí (sustituir por vainilla), garum, pimienta y aceite".
OTRA OPCIÓN
CARACOLES CON LECHE
"Meterlos vivos en leche y harina de flor. Cuando se hayan hinchado cocerlos".
CARACOLES COCIDOS EN LECHE
Para finalizar una adivinanza utilizada en los banquetes romanos:
"Nacido en los bosques, sin espinas, sin sangre,
avanza por un camino mojado"
"¿Qué puede ser?"
2 comentarios:
Apasionante, como siempre. La receta de los caracoles vivos en leche, que puede escandalizar a algún pacato, no es nada comparada con la de alguna comarca de Lleida, los caracoles "a la brutesca", que se ponen vivos a la plancha ardiente, agonizan emitiendo unos teribles pitidos de deshidratación y luego, fallecidos y asados, están espléndidos con un "all i oli de codonys".
Gracias por tus textos.
Gracias por tu comentario. No he degustado los caracoles "a la brutesca", supongo que estarán muy buenos.
Saludos
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