Como todos los años nos gusta que nuestro blog De Re Coquinaria y todos nuestros lectores sean beneficiados con un brindis de buen augurio coincidiendo con el Nou d´Octubre, Día de la Comunidad Valenciana.
Esta vez vamos a alzar nuestras copas haciendo uso de los elementos necesarios para que el brindis sea perfecto y nos ganemos la voluntad de los dioses. Nos referimos a la figura del esclavo escanciador (pocillator o pincerna) y del utensilio empleado para servir la bebida en los banquetes, es decir, el cyathus.
Antes de brindar veamos qué información nos aportan las fuentes clásicas sobre estos dos elementos. Comencemos por la etimología de la palabra cyathus.
En Isidoro de Sevilla, XX 5,4 leemos que: “Cyathus es un nombre genérico de copa”. No se trata de una palabra latina, más bien procede del griego κύαθος que significa “taza con asa alargada”. Varrón, L L, V, 124 nos indica que:”En los banquetes han venido de Grecia los llamados epichysis y cyathus”.
Por lo que respecta a su forma, los restos arqueológicos nos muestran que consiste en un cucharón con un mango largo utilizado para extraer el vino mezclado durante los banquetes, en concreto en la comissatio, es decir, la sobremesa en la que se consumía gran cantidad de vino, siguiendo las instrucciones de una persona (arbiter bibendi) encargada de decidir la cantidad de vino y agua que se debía mezclar en la cratera, pues jamás se brindaba con vino puro. Este mismo utensilio se podía utilizar también en las libaciones a los dioses al empezar y al acabar la cena. Su uso era para servir y medir las cantidades a servir, no para beber de él. Su forma con largo mango responde a la necesidad de llegar al fondo de la cratera.
Podía ser de bronce o de plata como leemos en Ateneo, VI, 230 c:”Había un ciato de plata”, con el mango decorado con cabezas de serpientes
El vino era servido por un esclavo especial, llamado en griego κυαθότης y en latín “pincerna o pocillator”. En tiempos muy antiguos, eran los jóvenes de las mejores familias los que servían las copas: “Y escanciaba el vino el hijo del ilustre Menelao”(Hom. Od, XV, 141). Posteriormente se trataba de un joven bien parecido, de cabellos largos y perfumados, buen conocedor de su oficio como bien corroboran las fuentes escritas. Dejemos por un momento al utensilio para centrarnos en la persona:
Claudio Eliano, XVII, 37 emplea el término pocillator para referirse al trabajo de escanciador: “nam hactenus pocillator, non compotor erat”: “Todo esto le avino al hombre como tarea complementaria, y después de llenar la vasija, regresó, mezcló el agua con vino y ofreció bebida a todos, y ellos apuraban las copas de un solo trago y repetidas veces a la hora del yantar. También él se dispuso a beber después de sus compañeros, pues resultaba que, a la sazón, era más bien su criado (pollicator) que su compañero de mesa”
En la Cirapedia, I de Jenofonte se explica muy detalladamente el papel tan importante que tenía el esclavo que servía el vino, principalmente, los escanciadores reales: “Y a Sacas, el escanciador, dijo Astiages, al que yo más estimo, ¿no le das nada? […] Astiages bromeando le dijo: «¿No ves qué bien y con cuánta distinción escancia?» Los escanciadores de estos reyes escancian el vino con elegancia, lo vierten con limpieza y entregan la copa sosteniéndola con tres dedos y la ofrecen del modo que le sea más cómodo cogerla al que va a beber. Entonces, Ciro dijo: «Abuelo, ordena a Sacas que me dé la copa para que también yo, habiendo vertido bien el vino en tu copa, consiga conquistarte, si puedo. Y Astiages ordenó a Sacas que se la diera. Ciro cogió la copa y después la lavó tan bien como había visto hacer a Sacas, y le ofreció y entregó la copa a su abuelo poniendo una cara tan seria y distinguida, que les hizo reír mucho a su madre y a Astiages […] Pues los escanciadores reales, cada vez que entregan la copa, después de extraer un poco de ella con una taza (ciato), lo vierten en la mano izquierda y lo ingieren para que no les reporte beneficio servir veneno”
Además de conocer perfectamente la técnica de escanciar la bebida, es decir, con qué mano servirla, cómo limpiar la copa, qué expresión facial mostrar, etc. en Plutarco, Moralia, I, 60 E nos comenta que es necesario también conocer a los receptores de su bebida para que la acción de beber en compañía sea agradable y perfecta:”Debe además, sin duda, añadírsele el que sea un experto conocedor de cada uno de los bebedores, de qué cambios experimentan con el vino, a qué emociones son propensos y cómo soportan el vino puro, para que no sirva lo mismo por cotila ni por ciatos, sino lo apropiado y adecuado a cada uno, de acuerdo con el momento y la resistencia del cuerpo, pues no existe una mezcla distinta de vino con distinta agua, de la que ahora vierten más, ahora menos los escanciadores reales que la conocen, tanto no existe una fusión particular del hombre: con el vino, que a un simposiarco conviene conocer y, conocida,, observarla, para que, como un músico, tensando a uno con la bebida, a otro en cambio aflojando y restringiendo, traiga las naturalezas de la discrepancia a la adecuación y armonía”
El lugar privilegiado que ocupaban los escanciadores reales queda patente en Heliodoro, Etiópicas, VII, 27, 7 que narra las envidias que este puesto suscitaba: “Es por culpa del joven extranjero -contestó Aquémenes-, a quien prefieren antes que a mí. Ha entrado ayer en el servicio, y ya hoy se le confía la misión de escanciar; a nosotros, en cambio, que llevamos mucho tiempo sirviendo su mesa y que somos sus coperos mayores, se nos manda a paseo. E1 es quien le tiende la copa, quien está al lado de la reina, y a nosotros nos ha postergado, dejándonos de nuestro cargo sólo el nombre. Pase que se le honre, que se le haga partícipe de mayores ventajas, que se le asocie en sus secretos, gracias, mal que nos pese, a nuestro silencio y complicidad, aunque eso de por sí ya sea un agravio con el que se nos atropella; pero, al menos, eso se podía hacer sin ofendemos a los servidores que somos criados fieles y prestos a servir cuando se trata de cosas honestas”.
BELLEZA Y VALÍA DEL ESCANCIADOR
En las Odas de Horacio, I, 29, 7 leemos la importancia de los cabellos en el pollicator:”¿Qué joven príncipe, sacado de su palacio, será el encargado de servirte las copas con los cabellos perfumados?”
Juvenal, Sát. IX 47 afirma que una de las cualidades debe ser la belleza:”Pero tú te considerabas realmente tierno, joven, hermoso y digno de servir las copas en el cielo”
Suetonio, Vida de César, 48 nos habla del elevado precio de estos esclavos: “pagaba a precios exorbitantes los esclavos bellos y hábiles”
La idea de la belleza del esclavo que sirve las copas está avalada por la mitología, bien conocida es la leyenda que narra la hermosura de Ganímedes, que enamoró al mismo Júpiter, convirtiéndolo en su copero.
Si volvemos de nuevo al cyathus sabemos por las citas clásicas que esta especie de cucharón servía a su vez como sistema de medida de líquidos, es decir, se llenaban las copas con un número de cyathus que indicaba el arbiter magister en el momento del brindis, como por ejemplo: “Ea, tráeme ya, muchacho, una copa, para brindar de un sorbo! Echa diez ciatos de agua, y cinco de vino, que quiero con comedimiento festejar de nuevo a Baco” (Anacreonte, 356). También en Plauto, Estico V, 4 vemos:”Sagarino: Decide cuántos cazos nos bebemos”.
Estico: Tantos como dedos hay en la mano. Como dice una canción griega, bebe tres o cinco, pero nunca cuatro.
Sagarino: a tu salud. ..A vuestra salud, a la nuestra, a la tuya, a la mía, y también a la de nuestra querida Estefanía. Bebe de una vez.
[…]Estico: Cuando el flautista acabe de beber, respeta mi medida o fija otra. No quiero que nos lo bebemos todo de golpe.”
En Isidoro de Sevilla, XVI 26, 4-5 leemos que:”el peso de un cyathus es equivalente a diez dracmas. Algunos lo denominan también cuatus” y en XVI 27- 5:” KV - la kappa griega a la que se le añade una V latina, como un cuernecillo, quiere decir cyathus”. Esta idea de lo que equivale el cyathus también la desarrolla Plin. Nat. 21.105: “cyathus pendet per se drachmas x.
* Medida de líquido: cyathus= una copa = 4 ½ cl. ciato: equivalente a un tercio del cuadrante o 4,56 decilitros
No obstante ¿cuál sería el número ideal de ciatos? Sería difícil de precisar pues las fuentes clásicas no precisan un número exacto, pues podía variar desde 1 hasta 11. Veamos que nos cuentan los autores clásicos:
En Ateneo, IV, 142 d y f leemos dos ciatos: “En el trípode había un enfriador de bronce, un jarro, una copa de plata de dos cotilas de capacidad y un cacillo. Pero no se ofrecía de beber, a no ser que alguien lo pidiera. Antes de la cena servían un solo cacillo […] Después de cenar, todos guardaban silencio y el esclavo se colocaba a su lado con el vino mezclado y se lo servía a quien lo solicitaba. Pero tampoco después de cenar se ofrecían más de dos cacillos y se servía al que hacía una señal con la cabeza”
Marcial nos ofrece mucha información de la que se extrae la costumbre de consumir tantos ciatos como letras tenía el nombre de la amada, del anfitrión o de otra persona. Así observamos un brindis por la amada:”Levia celébrese con seis ciatos, con siete Justina, con cinco Licas, Lide con cuatro, Ida con tres. Que todas las amigas sean enumeradas por el falerno escanciado, y puesto que no viene ninguna, llégate tú a mí, Sueño” (Marcial, Epigramas, I, LXXI)
Otro por César: “¿Por qué te retrasas, muchacho, en escanciar el inmortal Falerno? Duplica tres copas de un cántaro más antiguo. Ahora dime: ¿Quién será el dios en cuyo honor te ruego, Cataniso, que me sirvas seis ciatos? “Será César” (Marcial, Epigramas, IX, 93)
O en honor a Gaius Iulius Proculus: “Gayo Julio me marca este día con una piedra blanca. ¡Viva! ¡Ahí está, devuelto a mis votos! Me alegro de haber desesperado como si ya se hubieran roto los hilos de las hermanas. Se alegran menos quienes no han temido nada. Hipno, ¿a qué aguardas, perezoso? Escancia un falerno inmortal: votos como los míos piden vino de una tinaja añeja. Bebamos cinco ciatos y seis y ocho, para que resulte Gaius Iulius Proculus”. (Marcial, Epigramas, XXXVI)
O por amigos: “Que fijen el número de ciatos las letras de Instancio Rufo, pues él es quien me ha hecho regalo tan grande. Si viene Teletusa y me trae los goces prometidos, me reservaré para mi amada con tu triente, Rufo. Si anda con dudas, llegaré hasta siete. Si me deja plantado como amante, para ahogar mis penas, me beberé los dos nombres juntos” (Marcial, Epigramas, L).
Plauto, El persa, V, 1:”Lemniselene: (A Pegnio): Vamos chaval, da comienzo la fiesta, sirve siete copas (cyathus) por cabeza (*en honor a Tóxilo), comenzando por la izquierda”
También se puede brindar en honor a las divinidades por lo que el número de ciatos será más elevado: “Escancia muchachito diez mil ciatos en honor de dioses y diosas; luego, en añadidura a todos ellos, una porción doble para la augusta diosa y el dulcísimo rey” (Ántífanes, Los Gemelos, II, 81)
Las conclusiones que se pueden extraer serían las siguientes:
- El magister o arbiter bibendi marca el número de copas.
- El número de copas solía ser impar
- La cantidad a beber variaba, pues dependía del modo de beber, es decir, todos los participantes a la vez, haciendo rondas comenzando por la izquierda o por el anfitrión o por el invitado de honor, brindando a la salud de uno de los invitados, por la amada, por los dioses, por el emperador, por la patria, etc. eso sí, siempre con tantas copas como letras tenía el nombre por el que se proponía, todo de un trago o a sorbos.
Sabemos que el ciato se empleaba como medidor de dosis medicinales, como vemos en Celso. 3. 22.en la que el cyathus equivaldría a cucharadas: “ita ut illius cyathus sorbeatur”.
Al escuchar la palabra ciato nos puede sonar a nuestro término chato, “tomar unos chatos de vino”, es decir, un vaso de vino más bien bajo y ancho, que se usa en las tabernas o bares (María Moliner, Diccionario del uso del español). Sus etimologías son distintas pero su fonética nos puede resultar coincidente.
Para terminar alcemos nuestras copas y bebamos un sorbo en cada uno de los tria nomina, De Re coquinaria, y a vuestra salud.
Plurimam salutem!
*Imágenes propias
8 comentarios:
Agradezco y me uno al brindes de buen augurio.
Los datos y curiosidades que da en su post son muy interesantes y didácticos.
Gracias por compartir.
Saludos
Estimado Apicius, ya alzo también mi copa por un fiel lector como usted.
Gracias
saludos
A la tuya Charo, brindemos por todo lo bello.
Un abrazo
Querida Viena, en tu honor para desearte lo mejor de este mundo.
Besos
La manera de ser de cada persona queda reflejada, como última reflexión, en los epitafios. Los romanos de la Antigüedad constituyen un buen ejemplo. Ya fuera una frase ordenada redactar por el propio protagonista, ante la perspectiva de su muerte, o por sus familiares, o simplemente frases hechas o redactadas por algún poeta, estandarizadas y que se labraban todas igual, reflejaban el carácter estoico o hedonista del difunto. ¿Quién no ha tenido por amigo o ha conocido al típico crápula, o al que sólo vive para el momento, el “carpe diem” de los antiguos? (y con la moderación precisa, en algún momento dado refleja también a cualquiera de nosotros). Este epitafio resume toda una filosofía de vida: “Bebe, vive…., ven”.
Hola Emilio, tienes mucha razón. A mi me interesan mucho los textos que se redactan en las inscripciones, no sólo funerarias, sino también las votivas u honoríficas, pues reflejan, como bien dices, no sólo características del difunto, sino también del momento histórico y político. A su vez, nos demuestran que hemos cambiado poco.
Gracias
Saludos
Hola, me llamo Jesús Anguita y trabajo en el Archivo Histórico de la empresa González Byass. Estoy interesado en conocer más datos de la fotografía del epigrafe "El papel del escanciador" ya que tiene muchas similitudes a una Venencia, instrumento que se utiliza en el Marco de Jerez para extraer los vinos de las botas. He intentado buscar un correo al que dirigirme, no se si por aquí es lo más correcto. Un saludo y enhorabuena por el blog.
Hola Jesús, muchas gracias por su mensaje.
Las imágenes del cyathus proceden todas del museo de Nápoles y eran utilizadas en los banquetes para servir el vino tras mezclarlo con agua.
Efectivamente sí que recuerda a una venencia.
Como vemos el legado clásico se encuentra en mucho de nosotros.
Si necesita alguna cosa más mi correo es: chmg1234@gmail.com
Gracias de nuevo
Saludos
Publicar un comentario