Esta semana nos vamos a centrar en otros aspectos interesantes sobre los TRICLINIA.
Comenzaremos por la colocación de cada
invitado era designada de antemano por un esclavo llamado nomenclator, tras ser supervisada por
el anfitrión para no tener quejas de los invitados: Séneca, De ira, 3, 37, 3: “… ¿Te desagradan en el
convite las agudezas de los chistosos dichas para atormentarte? cuida de
evitar las mesas demasiado numerosas: después del vino es más desenfrenada la
licencia, porque hasta los mismos sobrios pierden el comedimiento”
Otro ejemplo lo leemos en Plutarco, Lúculo, XLI, que nos habla del papel del anfitrión en la organización de los
banquetes: “…Hoy se ha de cenar en Apolo”, que era el
nombre de uno de los más ricos salones de la casa, en lo que no echaron de ver que
los chasqueaba, porque, según parece, cada
cenador tenía arreglado su particular gasto en manjares, en música y en todas
las demás prevenciones, y así, con sólo oír los criados dónde quería cenar, sabían ya qué era lo que habían de
prevenir y con qué orden y aparato se había de disponer la cena, y en Apolo
la tasa del gasto eran cincuenta mil dracmas. Concluida la cena, se quedó
pasmado Pompeyo de que en tan breve tiempo se hubiera podido disponer un
banquete tan costoso. Ciertamente que, gastando así en estas cosas, Lúculo
trataba su riqueza con el desprecio debido a una riqueza cautiva y bárbara”
Ateneo,
II, 47 e y ss nos cuenta la existencia
del nomenclator:”Después nos
levantamos y nos reclinamos a la mesa cada uno como quiso, sin esperar como maestro de ceremonias al comandante
del banquete”
Junto
al nomenclator conocemos la figura
del tricliniarcha, que era el encargado de la
vigilancia de la limpieza del triclinio, además de hacerse cargo de controlar
la cocina.
Por
lo que respecta al número ideal de
comensales era un mínimo de tres, por las Tres Gracias y un máximo de
nueve, por las Nueve Musas, según aconseja Varrón, así nos lo atestigua
Macrobio, Saturnalia, 1, 7:”Conocéis creo el
libro de las Sátiras Menípeas de Marco Varrón que lleva por título No sabes qué
trae el véspero, en el que se fija el número de comensales según la norma
siguiente: que no sea inferior al de las
Gracias ni superior al de las Musas. Veo que aquí, si incluimos al rey del
banquete, sois tantos como Musas hay”
En el mismo sentido nos habla Aulo Gelio, 13,
11,1 y ss:”De
las sátiras de Marco Varrón es agradabilísimo el libro que se intitula Ignoras
qué trae la tarde avanzada, en el cual diserta acerca del nº apropiado del
convivio mismo. Dice que es conveniente
que el nº de convidados empiece por el número de las Gracias y avance hasta el
de las Musas, esto es, que principie en tres y termine en nueve, de modo
que, cuando los convidados son muy pocos, no sean menos de tres; cuando
sean muy numerosos que no excedan de
nueve. Pues no conviene- dice- que sean muchos, porque por lo general la turba
es turbulenta y en Roma, al menos, está de pie, en Atenas está sentada; más
nunca recostada”
Veamos
qué nos cuentan las fuentes clásicas sobre el número de invitados:
Con siete
asientos leemos Marcial, 10, 48: “…Estela, Nepote, Canio, Cerial, Flaco ¿venís? Mi sigma tiene siete plazas; somos seis, añade a
Lupo…”
Ejemplos
de banquetes con nueve comensales son el banquete de Nasidieno, Horacio, Sátiras, 2, 8: “El primero era yo y al lado Visco de
Turios y más abajo, si no recuerdo mal, Vario, Vibidio
al lado de Servilio
Balatrón, a quienes Mecenas
trajo de sopistas. Nomentano estaba a un lado del jefe, Porcio al otro y Nasidieno”
Con
cuatro, Horacio, Sátiras, 1, 4, 86:”Con frecuencia se ve cenar a cuatro en cada uno de los lechos”
Plinio,
el Joven, en sus Epístolas L. I-3 nos habla de su triclinio:” […] ¿Qué me
cuentas de esos triclinios en los
que tantos nos reuníamos a comer, o de esos otros reservados sólo para unos
pocos íntimos?”
Pese a todo es
necesario controlar el nº de invitados para que el banquete sea perfecto como
nos comenta Séneca, Quaest. Nat. 4,
5: ”La cantidad en un banquete es adecuada
mientras quiere seguir siendo banquete, pero si excede en número, hasta el
punto que no es en sí algo acogedor ni sensible a la cordialidad ni familiar,
deja de ser un banquete…De ahí que no correctamente los ricos actúan como
chicos construyéndose casas de treinta lechos… Y la selección de entre un
número grande de amigos se logra mediante el cálculo constante de la razón por
la que se les invita”
En
Ateneo, II, 47 f leemos cuál era el nº
de lechos que podían haber en un comedor:”Entre los antiguos existían comedores de tres lechos, de cuatro lechos, de siete
lechos, de nueve lechos y así sucesivamente.
Antífanes dijo: Juntándoos, como sois tres, en
un comedor de tres lechos.
Frínico dijo:
Había un hermoso comedor de siete lechos, y además otro comedor de nueve
lechos.
Eubulo:
A- Prepara un comedor de siete lechos
B- De siete lechos, helo
aquí
A- Y cinco lechos sicilianos
B- Di qué más
A-Cinco almohadas sicilianos”
E
incluso, podemos encontrar lechos para una o dos personas, biclinia o scimpodia,
respectivamente. Así nos los mencionan Plauto y Aulo Gelio:
Plauto,
Bacch. 720 y ss:” ¿dónde tenéis colocado el biclinio?”. También en 755: “Quiero
que ahora mismo vayas a instalarte en el
biclinio”. Comentar que frecuentemente este lecho para dos personas era
utilizado por amantes.
Aulo
Gelio, 19, 10, 1:”En
mi visita a Frontón Cornelio que tenía gota. Lo encontré sentado en un lecho griego (in scimpodio Graeciensi)”
Resulta interesante tener presente que, según el puesto que ocuparan los comensales, se
les denominaba de una manera, es decir, a aquel que estaba sentado en el lectus
el número 1 se le llamaba summus o superior, al número 2 medius
y al 3 infra o inferior.
En el dibujo se ve la colocación de los invitados:
Algunos
ejemplos de asientos los encontramos en los siguientes autores:
Marcial, 6,
74, 1: “Aquel
que está recostado el último en el lecho
medio, que se ha hecho la raya con ungüento en su calva de tres pelos y que
excava y limpia con palillos de lentisco su boca entreabierta, está fingiendo,
Efulano: no tiene dientes”
Tácito,
Anales, 3,14:”… Sólo del cargo del envenenamiento pareció
lograr exculparse, pues tampoco los acusadores pudieron apoyarlo sólidamente al
argumentar que en un banquete de Germánico en que Pisón estaba colocado en el lugar precedente al de aquél, había
envenenado con sus propias manos los alimentos.”
Plutarco,
Brutus, 34: “Dio Casio de cenar aquella noche, y Bruto
llevó consigo a sus amigos; cuando se habían sentado, se presentó Favonio, que
ya iba bañado, y protestando Bruto que acudía
sin haberle convidado, le dijo que pasara a la silla más alta; pero él
penetró por fuerza y tomó asiento en el
medio, y el convite no dejó de ser entretenido y ameno”
Plauto, Mostellaria, 43:”No todos pueden sentarse en el puesto de honor de la mesa”
Plauto, Persa, 767:”Y lo mismo me sucede a mí. Venga, venga,
reclínate en el lecho de la izquierda”
Plauto,
Estico, 696:”Tú colócate a la
izquierda, en el sitio de honor”
Plauto,
Estico, 492:”Pues que los embajadores, de acuerdo con
su alto rango, se recuesten en un alto
lecho, que yo, en consonancia con mi baja condición, me sentaré en un bajo taburete”
El
sitio de honor era el lectus medius. Y
de sus tres plazas, el reservado para el invitado de mayor categoría era el
número 3, al que se le daba el nombre de locus consularis.
El imus estaba reservado para los miembros
de la domus y en concreto el anfitrión
se sentaba en el número 1. En el momento en el que la esposa se pudo reclinar,
lo hacía junto a él, es decir, en el número 2.
Al
que llegaba tarde y no quedaban sitios, se le sentaba en una silla próximo a la
mesa, subsellium, según leemos en
Plauto, Estico, 703:” ¿Y si cenamos
como los cínicos, sentados en taburetes,
en vez de reclinarnos en lechos?”
Y
en Luciano, Conu, 13:”Las mujeres o los
huéspedes que llegaban sin esperarlos se sentaban
en sillas o taburetes adicionales”
Ya
en el lecho, los comensales se sentaban oblicuamente, con los pies descalzos y
lavados por un esclavo antes de entrar al triclinium, coronadas con
flores sus cabezas y sus cuerpos ungidos
con aceite perfumado.
Estos lecti, si la sala no era muy grande, podían
estar pegados a las paredes que estaban hermosamente decoradas con frescos y con
bellos mosaicos [recordad el empleo del
asaraton]. Así en Manilio, 5, 507 leemos:”Los
comedores compiten con los templos,
con cubiertos de oro y vajillas de oro”
Muchos son los ejemplos que encontramos en los
autores clásicos sobre la decoración de los triclinia y de peculiares
artilugios que los caracterizaba.
Por
ejemplo, Suetonio, Nerón, 31 nos habla
del artesonado del techo (lacunaria):”Hizo construir otra que se llamó Domus
Aurea (Casa de Oro)…El techo de los
comedores estaba formado de tablillas
de marfil movibles, por algunas aberturas de los cuales brotaban flores y
perfumes”
También
Valerio Máximo, 9, 1, 5 narra de la función de estos artesonados:”Y cuando asistía a
los banquetes solemnes con toga de triunfador y, al igual que los dioses,
recibía sobre su cabeza coronas de oro
que habían descendido desde el artesonado”. O Petronio, Satiricón, 60 que relata cómo bajaban coronas de oro con perfumes:”No se nos dio
mucho tiempo para admirar tan elegante pantomima; pues, de pronto, empezó a
retumbar el artesonado y tembló todo el comedor. Yo, alarmado, me puse en pie y
temí ver a algún equilibrista bajar del techo. No menos extrañados, también los
demás invitados levantaron la cabeza en espera de alguna novedad enviada del
cielo. He aquí, pues, que se abre de
pronto el artesonado y desciende un gran aro, arrancado sin duda alguna
enorme cuba; en toda la extensión de su circunferencia colgaban coronas de oro con frascos de perfume”
Séneca, Epístolas, 90, 15 nos informa sobre el
cambio de los techos del comedor en cada servicio:
“¿En la actualidad, pues, juzgas acaso
más sabio al que inventó el modo de hacer saltar a inmensa altura, por ocultas
cañerías, el perfume del azafrán; que inunda los canales con súbita acometida
de las aguas o los vacía; que ensambla los artesonados
giratorios de los comedores de tal suerte que a un panel suceda sin
interrupción otro distinto, y así los
techos se muden tantas veces como los servicios de mesa; o más bien al que
muestra a los demás y a sí mismo que la naturaleza no nos ha impuesto nada
áspero, ni difícil, que podemos disponer de una mansión sin ayuda de marmolistas,
ni de artesanos, que podemos ir vestidos sin recurrir al comercio de la seda, que podemos tener los medios necesarios
para nuestra subsistencia, si nos contentamos con aquellos que la tierra ha
puesto sobre su superficie? “
La inclinación por la opulencia y sofisticación llegaba a un punto tan extremo
como bien nos describe el Joven Plinio, IV- 30, cuando habla de un comedor construido en el interior de una
gruta:
“Existe allí (en mi ciudad natal) un arroyo que nace en las montañas, corre a
través de las rocas y llega hasta una
pequeña gruta acondicionada por el hombre a modo de comedor. Posee una
naturaleza extraordinaria: como consecuencia de las crecidas y de las
disminuciones regulares de su caudal, el arroyo se hace más grande y más
pequeño tres veces al día. […] te tumbas
a su lado, comes e incluso bebes del propio arroyo, pues es muy refrescante”
O la costumbre de construir pequeñas ventanas que comunican con el triclinio para
pasar los platos o estancias contiguas para uso de los esclavos, según afirma
el Joven Plinio, V- 6: “El lado del comedor que carece de ventanas da a
unas escaleras por la que los
sirvientes, a través de un pasaje que
queda oculto a los ojos, traen los platos en los banquetes importantes”
En
la época Imperial, los lecti triclinares fueron
sustituidos por un lecho semicircular llamado STIBADIUM O SIGMA que
se colocaba alrededor
de una mesa redonda. En este caso los invitados
solían ser ocho, como leemos en el epigrama de Marcial, 14, 87:”recibe esta
sigma de concha en forma de media luna, en
ella caben ocho, que venga el que se sienta verdadero amigo”
Para
ubicar el stibadium lo normal era que
la sala también fuera circular como nos cuenta Suetonio, Nerón, 31:”Hizo construir otra que se llamó Domus Aurea (Casa de
Oro), de cuya extensión y magnificencia bastará decir que en el vestíbulo se
veía una estatua colosal de Nerón de ciento veinte pies de altura;… El interior
era dorado por todas partes y estaba adornado con pedrerías, nácar y perlas. …De
estas salas, la más hermosa era circular,
y giraba noche y día, imitando el
movimiento de rotación del mundo”
Al
igual que en el triclinio con tres lecti,
también en el stibadium estaban
asignados los sitios según la categoría social, de manera que el lugar de honor
estaría a la izquierda y a la derecha el segundo en importancia, como podéis
ver en nuestro dibujo:
Para finalizar comentar que no sólo se
han encontrado triclinios o biclinios
en las domus sino también tumbas, adosados a la pared, en los que
se festejaban estos días mencionados. Estos comedores estaban decorados con
imágenes de pájaros, flores, retratos, escenas que recordaban la ocupación del
fallecido, escenas de banquetes o mitológicas, mosaicos blancos y negros, etc.;
imágenes hermosas con las que se recordaba los momentos perfectos pasados con
los seres queridos.
Muchos de estos comedores no estaban
cerrados al público, sino que rodeados de un
magnífico jardín, los caminantes podían observar estas reuniones.
Se han encontrado en algunas tumbas
inscripciones invitando a comer y a beber, tanto al muerto como a sus
familiares y visitantes.
Con este último apunte damos por terminado nuestro monográfico sobre los triclinia.
Plurimam salutem!
* Imágenes y dibujos propios
10 comentarios:
Qué maravilla! no tengo más palabras ...
Querida Isabel, muchas gracias por las hermosas palabras.
Saludos
Como siempre un articulo muy interesante y didáctico.
Parece que anda usted con Ampara haber quien escribe mejor y más interesante, los escritos de ambas son espectaculares.
Una cosa mi librero no consigue que le manden el libro de La cocina Romana que usted lo comento en uno de sus escritos.
Difame por favor alguna librería que usted sepa que lo tienen para pedirlo.
Saludos
Charo, un millón de gracias; ni te imaginas cómo me ayudan tus post a la hora de recrear ambientes... Y más, ahora que estoy novelando el segundo triunvirato ;-) Enhorabuena, amiga mía!!!!
Estimado Apicius, gracias por su comentario.
Amparo y yo somos grandes amigas, además de trabajar juntas en Sagunto. Parece que al pasar tantas horas juntas, todo se "pega".
Con respecto al libro quizás lo pueda conseguir en la librería Aurea
(https://www.libreriaaurea.com/inicio.php)
Saludos
Querido Gabriel, gracias por tus palabras. Me alegra mucho saber que De Re Coquinaria te resulta de utilidad.
Estaré pendiente de tu nueva novela.
Abrazos
Muy agradecido por la información. Me pondré en contacto con ellos.
Saludos
Gracias a usted.
Ya me cuenta.
Saludos
Una vez más enhorabuena por tus artículos. Saludos.
Emilio
Hola Emilio, mchas gracias por tus palabras. Eres muy amable.
Saludos
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