La semana pasada hablamos de la etimología y peculiaridades de los jabalíes en el mundo romano. En esta ocasión trataremos sobre cuáles eran los "cerdos salvajes" de mayor calidad, cómo se alimentaban, cómo se reproducían y cómo se cazaban.
Son muchas las curiosidades que nos descubren las fuentes clásicas.
¡Esperamos que sean de vuestro interés!
Sobre su procedencia, sabemos que eran
muy apreciados los de Etruria, Umbría porque se alimentaban de bellotas que los
hacían muy sabrosos. En los Xenia de Marcial leemos: “Alimentado
sólo de leche de su perezosa madre, me sea servido por un rico y que él coma jabalí de Etruria”
Estos
jabalíes eran considerados muy feroces, Marcial, Epigramas, XIV: “Si te gozas en los peligros
que exigen corazón, cacemos al acecho —está más seguro el valor— jabalíes etruscos. ¿Por qué te gustan
las riendas temerarias?”
De menos calidad eran los de Laurento por
alimentarse de cañas.
Horacio,
Sátiras, 2, 4, 40-42: “Doble el jabalí de Umbría, criado con bellotas,
los redondos platos del que evita carne insípida; pues el de Laurente es malo: lo engordan juncos y cañas”
En
los epigramas de Marcial también hay referencias al jabalí de Laurento al que
no parece considerar de tan baja calidad como Horacio: “Si mis libros dicen algo suave y dulce, si
sus páginas suenan a algo atrayente y blando, consideras eso demasiado insípido
y prefieres roer costillas cuando te doy lomo del jabalí de Laurento. Bebe
vino del Vaticano si te gusta el vinagre.
Mis cubas no hacen a tu estómago” (X, 45)
En el mismo
sentido vemos de nuevo en Marcial,
48:”… y
alimenté mi esperanza incluso haciéndote regalos; entre ellos te envié un jabalí laurentino de un peso poco corriente…”
Eliano, III, 3 nos habla sobre los de
Libia:
“Ctesias afirma que en la India no hay jabalíes ni cerdos domésticos”, pero
nos dice que:
“hay cerdos salvajes en Libia”
(Eliano, XVII, 10)
Horacio nos comenta el ofrecimiento en la gustatio (entremeses) de un jabalí
de Lucania en
su Sátira II, 8, 6 hecho muy curioso, pues indica gran opulencia servir carne como entrante: "De primero jabalí de Lucania"
Plinio HN, VIII, 212 nos indica que “en la India
los dientes de los jabalíes son curvos y salen de su hocico…y que en Arabia no hay jabalíes”
Con respecto a su alimentación, Eliano, XVII, 31 nos cuenta que comen trigo y cebada:”En Armenia hay un manantial con unos peces especiales que
toman, los secan al sol, después los trituran, manteniendo la nariz y la boca
tapada para evitar la muerte que les sobrevendría si aspirasen las miasmas que
despide la carne de los pescados cuando es molida. A continuación, una vez
convertido el pez en harina, esparcen este polvo en aquellos sitios por donde
más fieras haya, mezclándolo con higos. Con este método se libran de los
jabalíes, las gacelas, los ciervos, los osos, los onagros y las cabras, también
salvajes, ya que estas bestias de alimentan
de trigo y cebada”
Aristóteles, PA, 662 b 14: “El jabalí tienen un morro especial para alimentarse de raíces”
Según Marcial, VII, 27 se alimentaban también de
bellotas: “Un jabalí devastador de las bellotas etruscas y cebado ya por
muchas encinas, segundo en fama de
la fiera etolia, al que mi amigo Dextro ha traspasado con su lanza reluciente,
está muerto en el suelo como presa
envidiada para mis fogones”
Sobre su reproducción, sabemos
por las fuentes clásicas que los jabalíes son muy lascivos, persiguen a las
hembras hasta conseguirlas. Así nos lo cuenta Opiano, I, 389: “los fieros
jabalíes salvajes se aparean con las
puercas” al animal nacido de este cruce entre cerdo
salvaje y doméstico Plinio, HN VIII, 213 lo denomina “híbrido
o semisalvaje”
Plinio
VIII, 212 nos comenta que “paren una vez al año” y que durante la cría son poco
amigables:
“las hembras durante la cría son muy
feroces, como casi todas las especies”
Si las hembras intentan escapar, el macho las puede
llegar a matar, así lo leemos en Opiano, III, 365: El jabalí se destaca mucho entre todas las
guerreras bestias salvajes. Le agrada una guarida en las más hondas
profundidades de las peñas, y aborrece extraordinariamente el variado ruido de
las fieras. Sin cesar, anda errante en
busca de la hembra, y se excita mucho con el frenesí del deseo. Los pelos
se erizan en su cuello como la cresta de un casco bien empenachado, arroja
espuma en el suelo, y el blanco seto de
sus dientes rechina en el caliente jadeo; y en su apareamiento hay más furia que moderación. Si la hembra soporta su
furioso asalto, él apacigua toda su ira y calma su pasión, pero, si ella
rechaza la cópula y huye, de inmediato, incitado por el ardiente y fiero
aguijón del deseo, o bien lleva a cabo la unión por la fuerza, sometiéndola por
la violencia, o la ataca con sus
mandíbulas y la deja muerta en el polvo”.
Plinio VIII, 212 también nos habla de la
ferocidad de los machos cuando están en celo:”Los machos durante el celo alcanzan gran ferocidad. En esa época luchan
entre sí, endureciendo sus costados al frotarlos contra los árboles y
cubriéndose con barro…sólo pueden engendrar cuando tienen un año”
Durante el “acto amoroso” se les erizan
las púas del cuello, les chirrían los dientes y producen espuma por el morro.
Las crías nacen en primavera, tras ser
engendradas en invierno. Eliano, VII, 47 afirma que: “Las crías del jabalí se llaman molóbrias y podrías oir a Hiponacte
llamar, en algún lugar, al propio jabalí molobrítes”
Aristóteles H A, 578 b y ss sobre su reproducción
nos cuenta algo parecido a Eliano: “Las jabalinas son cubiertas
a principios de invierno y paren en
primavera retirándose a los sitios más inaccesibles…pare en mismo número de
crías que las cerdas domésticas”
Según
Homero, duermen separados por sexos: Guardaba cada una cincuenta cochinas, criadoras fecundas
con sus lechos terrizos; los machos
quedábanse fuera” (Odisea, XIV, 13)
Por lo que respecta a su caza, veamos
qué nos cuentan las fuentes.
Uno de
los grandes problemas en la caza del jabalí era el peligro que se corría debido
a su arrojo como bien nos dice Homero, Ilíada,
XII, 41: “Como
cuando en medio de los perros y de los cazadores un jabalí o un león se
revuelve haciendo gala de su brío”
Polibio, Historias, XXXIV, 3, 1-8 compara su fuerza con la captura
del pez espada:
“El pez espada: el ímpetu de la bestia hace
su captura semejante a la de un jabalí.”
Para
defenderse hacen uso de todos sus potenciales: “feroces jabalíes, que en las montañas
acechan la tumultuosa embestida de los hombres y los perros; se lanzan en oblicuas carreras y tronchan
alrededor las plantas arrancandolas de
raíz y ronzan sordamente los dientes” (Homero, Ilíada, XII, 145) … “se le eriza en lo alto el lomo, ambos ojos
le brillan de fuego, y afila los dientes, decidido a
defenderse de los perros y de los hombres” (Homero, Ilíada, XIII, 475)
Por eso para capturarlo se empleaban
diferentes técnicas. Según Eliano, XII, 46 los etruscos los cazaban con redes y música de flauta: “un cuento
tirreno se transmite de boca en boca refiriendo que los jabalíes y los ciervos
son cazados con perros y redes; pero
también tiene su papel en la cinegética el uso
de la música. ¿Cómo? Del siguiente modo: las redes y los demás elementos de
caza, que deben engañar a las bestias, se disponen en forma de círculo. Un buen
intérprete de música se ubica en el lugar y, con sus mejores dotes, toca una
dulce melodía, sin dar paso a notas ásperas, para que el suyo sea el más dulce
de todos los cantos. […] En un primer momento, cuando a sus oídos llega el
sonido, tienen miedo y desconfían; más tarde, los invade un sentimiento de fino
agrado, penetrante, que emana de la música y así, en medio del embeleso,
pierden la noción de la existencia de sus padres y de sus casas. En Etruria, no
obstante, los animales quedan embrujados, poco a poco, por la música, cuyo
influjo los hace machar hasta caer en las trampas, con el encanto de las
melodías”
No
obstante, Opiano I, 309 recomendaba su caza a caballo: “Contra los jabalíes deberías aparejar caballos de ojos
fieros y centelleantes” y en I, 76 nos comenta que la deben realizar
expertos:
“los rastreadores son los que matan
jabalíes”
Acompañados
de perros, Opiano, I ,416: “Hay otras
especies impetuosas y de valerosa fuerza, que acometen con violencia a los fieros jabalíes y los matan,…Son razas
de rostro achatado que tienen terribles
cejas curvadas sobre sus fieros ojos de grises
destellos; su piel es peluda, su cuerpo fuerte, anchas sus espaldas. No
son veloces, pero poseen dentro un gran vigor y fuerza natural indescriptible e
intrépido coraje”
Del mismo tema habla Virgilio, Geórgicas, III, 410:”con los perros
con frecuencia hostigarás con los
ladridos de tu jauría a los jabalíes lanzados de sus salvajes revolcaderos”
Homero, Ilíada, XVII, 725: “igual que los
perros que sobre un jabalí malherido se precipitan por delante de los mozos
cazadores: todo el rato van corriendo, ansiosos de despedazarlo, pero cuando él
gira entre ellos, fiado en su coraje,
se retiran hacia atrás y aquí o allá se dispersan aterrados”
A su vez, nos comenta Eliano, XVII, 26 que también se utilizaban leones mansos: “En la India hay unos leones de gran tamaño que se vuelven pacíficos y mansos, de modo
que se los llevan, atados con una cuerda, a
la caza de gamos, ciervos, jabalíes,
toros y onagros, ya que son muy buenos para ventear el rastro de las piezas”
Lo mismo vemos en Homero, Ilíada, XVI, 824: “Como cuando un león domina por la fuerza a un
indomable jabalí…y el león logra
doblegar por la fuerza al jadeante jabalí”
Además de cazarlo sabemos que podía ser
criado, como nos ha narrado Plinio, que nos informa de existencia de granjas de crianza: “El primer
romano que ideó las granjas de jabalíes y
de otros animales fue F.Lipino, decidió criar a las fieras en la zona de
Tarquinios y enseguida le imitaron L. Lúculo y Q. Hortensio”
(L.VIII, 211)
También Marcial LXXXVIII hace mención a esa cautividad:”… Para retener a un cautivo, envíale
regalos también al cautivo, no sea que el jabalí, mal alimentado, se escape de la jaula”
Varrón,
RR 2.1.5 a 3, 13 nos describe cómo era una granja:”aquí
engorda el jabalí cuando se alimenta de la bellota que se compra…Porque hay
dos clases de animales de cría, una
de campo, en la que están los ganados, la otra de granja, que incluye gallinas,
palomas, abejas y lo demás que se suele criar en granjas. “pues allí vi grandes
manadas de gansos, gallinas, palomas, grullas, pavos reales y también de
lirones, peces, jabalíes y demás animales de caza….Asimismo, la segunda clase, la de la caza, tiene dos
tipos distintos, uno en el que están el jabalí, el corzo y la liebre; del
mismo modo, en el segundo los que están fuera de la granja, tales como abejas,
caracoles y lirones…. Así, en la segunda clase, tu padre, Axio, nunca vio en la
lebrera nada salvo algún lebrato en la
caza. Pues tampoco había grandes
cercados, en tanto que ahora, para tener gran número de jabalíes y corzos, acotan muchas yugadas con cercas de piedra. ¿Acaso”, me dice,
“cuando le compraste la finca de Tusculum a M. Pisón no había muchos jabalíes
en la lebrera?
“Ciertamente,
Axio”, dice Apio, “sabes que se pueden tener jabalíes en la lebrera y que allí
suelen engordar sin gran esfuerzo tanto los capturados como los amansados que
allí han nacido. Pues en la finca que, en la región de Túsculo, Varrón, aquí
presente, le compró a Marco Pupio Pisón, viste que, al toque de corneta en un
cierto momento, los jabalíes y las
cabras se congregaban para recibir el pienso cuando desde un lugar elevado
en una terraza se echaban bellotas a los jabalíes y veza o alguna otra cosa a
las cabras”
Seguimos avanzando en el conocimiento de los jabalíes y todas las curiosidades que los rodean, pero tendréis que esperaros a la última entrada para acabar de saber alguna cosa más sobre ellos sobre su uso médico y culinario.
Plurimam salutem!
*Imágenes propias
4 comentarios:
Realmente curiosa toda esta investigación que estás haciendo Charo. La historia de los leones mansos para capturar jabalíes, me ha impresionado. Y la historia de usar la música para atraerlos, que me ha llevado al flautista de Hamelín, también es bien curiosa. La fiereza en la cópula o cómo se dan las primeras crías en cautiverio, vamos, una verdadera riqueza documental con la que he disfrutado mucho.
Ya sabemos también que eso de que los mejores jamones, son los de bellota, viene de muy atrás.
Un placer Charo. Gracias por compartir todas estas cosas.
Un beso.
Sin duda, los testimonios de nuestro paisano Marcial así como los de Eliano, Homero, Opiano y Virgilio, nos remiten a los aficionados a la caza…, o aficionadas, como la reina Zenobia que a decir de su biógrafo Trebelio Polión, “cazaba con la pasión de los hispanos”. Concretamente en Hispania la afición a la caza, y en particular la del jabalí, queda atestiguada en las lápidas, como la del cazador de Clunia, o la de Q. Tulio Máximo, legatus legionis en León (se representan, entre otros trofeos dedicados a la diosa de la caza Diana, los colmillos de jabalí que tanto le debía gustar cazar), así como la iconografía que representa a todos aquellos nativos anónimos como los representados en el Kálathos de La Guardia en Alcorisa, el fragmento del cabezo de Alcalá en Azaila o el no menos enigmático kálathos de Archena o la pátera de Tivisa, donde el jabalí ya adquiere un significado funerario.
Como augurabas Charo, todas las citas que mencionas son de gran interés. Muchas gracias.
Saludos.
Emilio.
Hola Viena, tienes mucha razón con todo lo que dices.
A mí me impresionaron mucho las curiosas explicaciones que encontré sobre los jabalíes.
Me alegra mucho que te hayan agradado
Muchas gracias por tus palabras
Besos
Hola Emilio, tus aportaciones del más alto interés. No conocía la afición de la reina Zenobia, me ha gustado
Muchas gracias por tu comentario
Saludos
Publicar un comentario