Bajo el nombre de VINA CONDITA se conocen los vinos romanos cocidos que eran
edulcorados con miel y aromatizados con especias, flores o frutos secos.
Isidoro de Sevilla, Etimologías, 20, 3, 9 decía que “Se califica de conditum (fabricado) al vino que no es puro, sino que está
elaborado con la mezcla de colorantes”
Quizás nos preguntemos el por qué de esta
práctica.
Uno de los motivos era la necesidad de conservar estos vinos durante más tiempo, pues plantas aromáticas como el lentisco, el
nardo, el junco, el lirio, el mirto, el hinojo, la ajedrea, los pétalos de flores, el azafrán..., especias como la pimienta,... frutas como peras, granadas, membrillos, dátiles, moras, nísperos,… o resinas
como mirra, además de dar sabor, los preservaban muy bien.
Paladio
XI, 14: “Y si
se advierte que se pueden echar a perder
se añadirá a la mezcla áloe, mirra, residuos de azafrán, machacados uno por uno
a partes iguales hasta reducirlos a polvo, y miel, cuidando echar un ánfora por
ciato”.
Otra explicación de su uso eran los beneficios que aportaban a la salud como bien nos dicen los siguientes autores clásicos:
Plinio,
14, 18, 98: “No me sorprenden… ", un número casi infinito de vinos artificiales, que ahora voy a
hablar: todos ellos son empleados de
usos médicos”
Paladio XI, 14: “Algunos añaden tres
onzas de resina seca triturada por cuba y la revuelven, confiando en que con
este procedimiento pueden lograrse vinos
diuréticos”
Dioscórides, 5, 6: “No obstante, los añejos y dulces son más apropiados para las dolencias que afectan a
la vejiga y a los riñones, y se aplican con torundas de lana engrasadas en
heridas recientes e inflamaciones; se administran también con provecho en forma
de loción contra úlceras malignas, cancerosas y supurantes”
Este gusto por los vinos aromatizados y
cocidos hizo que su precio se
disparara, así en el Edicto de Diocleciano vemos que su coste para un sextarius (medio litro) era de 24
denarios frente a los 8 que valía el vino ordinario.
Se consumían a temperatura ambiente o tibios, principalmente durante la gustatio o
entremeses.
Muchos de estos vinos eran
purificados introduciendo en ellos un trozo de carbón ardiendo al creer que así
se eliminaba el mal olor y era beneficioso para la garganta.
En
esta ocasión vamos a intentar adaptar la receta de Apicio, I, 1, EPIMELES
CONDITVM PARADOXVM
“Conditi paradoxi compositio: mellis pondo XV in
aeneum vas mittuntur, praemissis vini sextariis duobus, ut in coctura mellis
vinum decoquas. quod igni lento et aridis lignis calefactum, commotum ferula
dum coquitur, si effervere coeperit, vini rore compescitur , praeter quod
subtracto igni in se redit. cum perfrixerit, rursus accenditur. hoc secundo ac
tertio fiet, ac tum demum remotum a foco post pridie despumatur. tum ‹mittes›
piperis uncias IV iam triti, masticis scripulos III, folii et croci dragmae
singulae, dactilorum ossibus torridis quinque, isdemque dactilis vino mollitis,
intercedente prius suffusione vini de suo modo ac numero, ut tritura lenis
habeatur. his omnibus paratis supermittis vini lenis sextaria XVIII. carbones
perfecto aderunt [duo milia].”
TRADUCCIÓN
Echar
en un recipiente de bronce 5 kg. de miel aproximadamente, habiendo vertido
previamente un litro de vino. Cocerlo hasta que hierva y se evapore la mitad del líquido. Se hará a fuego
lento, utilizando leña seca y removiendo
con una espátula. Si empieza a hervir, rociar con un poco de vino para que
baje, o simplemente retirar del fuego.
Cuando
haya empezado a enfriarse, poner de nuevo al fuego. Esto se hará tres veces, y
se retirará definitivamente. Al día siguiente, sacar la espuma.
A
continuación, echar 110 gr. de pimienta molida, 5 gr. de almáciga de lentisco,
4 gr. de hoja de nardo e igual cantidad de azafrán, 5 huesos tostados de
dátiles, y los dátiles macerados en vino. Todo se rociará con vino en cantidad
suficiente para endulzar la mezcla. Cuando ya esté, echar 10 litros,
aproximadamente, de vino dulce. Una vez realizado todo esto, introducir carbón.
POSIBLE ADAPTACIÓN
DE LA RECETA
Ingredientes
1
copa de vino blanco
3
l ½ de vino blanco
400
gr de miel
1
cucharada de pimienta negra molida
Una
pizca de azafrán
1
cucharada de canela
Unas
hojas de nardo o en su defecto, laurel
2
dátiles
Preparación
Verter
en una cazuela una copa de vino blanco con la miel. Poner a calentar el vino
hasta que se disuelva la miel (es importante no dejar de remover).
A
continuación, verter el vino mielado en una cazuela más profunda, a la que
añadiremos la pimienta, el azafrán, las hojas de nardo o laurel machacadas, la
canela y los dátiles cortados en varios trozos.
Después
añadiremos los 3 litros y medio de vino blanco a la cazuela más profunda. Pondremos a hervir el contenido durante una hora a fuego muy lento, removiendo con una cuchara de madera.
Se
puede servir caliente al estilo romano o si se prefiere, se puede servir muy
frío a modo de refresco.
Si no os animáis a hacerlo, no hay problema, hoy
en día se puede comprar en muchas tiendas, sólo hay que buscar en la red.
“Hasta tal
punto fueron variados sus usos y sus
bondades tan buenas que parece que no se confundió al considerar que estos vinos
especiados eran verdaderos prodigios” (Plinio, 14, 22, 116)
In vino prodigia!
Plurimam salutem!
8 comentarios:
¡Genial! Y muchas gracias. Suelo añadirle a mi tinto con casera clavo y trocitos de melocotón (cuando es temporada) acordándome de estos vinos romanos, pero claro, ¡nada qué ver! :)
Gracias de nuevo. Un saludo.
Sofía, muchas gracias por tu comentario.
Ese vino que nos dices bien fresco, debe de ser un gusto en verano
Un saludo
Estupendo artículo Charo. Me llama la atención la cantidad de pimienta que llevaba este vino ¡Más de cien gramos!Debía saber fuerte. Y por otra parte, no es extraño que fuera auténtica pócima curativa, porque en realidad estos vinos llevaban hierbas y sustancias suficientes y variadas como para tratar alguno de los males comunes de la época.
Como siempre un placer leerte.
Gracias
Estimada Viena, es un vino fortísimo que hace resucitar a cualquiera y muy curativo.
Un beso grande
Muchas gracias, me ayudo para un trabajo de latín en la universidad.
gracias de verdad, un muy buen aporte
Hola Teresa, me alegra mucho haber sido de utilidad.
Muchas gracias por tu comentario
Un saludo
¿Y què tal dejar macerar en un buen vino tinto de la Ribera del Duero o de Navarra (por lo tánicos que son ambos) un puñado de uvas pasas y después reducir al fuego? No me atrevo a proponeros el lambrusco... su contenido carbónico puede ser considerado una herejía. Un saludo a todos
La idea de macerar uvas pasas en un buen tinto, no está nada mal.
Hay que probarlo
Gracias por tu comentario
Saludos
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