Tras hablar de la forma de elaboración de la SAPA y de las diferentes opiniones que nos dan los autores clásicos vamos a comentar los USOS DE LA SAPA
Al tratarse de un arrope se empleaba generalmente como conservante de frutas, para endulzar y mejorar vinos de mala calidad, sería como nuestra conservación en almíbar. A su vez, vemos en el recetario de Apicio su uso para elaborar salsas que aromatizaban los platos y los hacían perdurar un poco más.
Como
aliño:
Plinio XV, 4 sobre cómo aliñar las aceitunas: “Por ese motivo se prefieren para comer las de ultramar a las de Italia, aunque sean peores para aceite y, dentro de las de Italia, las del Piceno y del Sidicino a todas las demás. Aquéllas en particular se aliñan con sal y, lo mismo que las demás, con alpechín y sapa”
Como bebida:
Petronio, Cena de Trimalción, 66,7: “Por último tuvimos queso tierno, mistela (sapa), un caracol por persona y unos trozos de tripas, y unos higadillos al plato, y huevos con caperuza y nabos, y mostaza”
Para hacer vinos de hierbas:
Plinio, XIV, 9 nos da la receta para hacer vino con aquello que se recoge de la huerta haciendo uso de la sapa: [...] De entre lo que se cría en la huerta, se hace vino de la raíz del espárrago, la ajedrea, el orégano, la semilla del apio, el abrótaño, la menta silvestre, la ruda, la nébeda mayor, el serpol y el marrubio blanco: se ponen dos puñados por un cado de mosto, un sextario de sapa y una hemina de agua de mar”
Como conservante de alimentos:
Plinio, XIV, 46: “En una olla, en orujo, se conservan la aminnea menor y la mayor, y también la apicia, y estas mismas se conservan bien en sapa y mosto, o en lora. Las que debes mantener colgadas, las durácinas y las aminneas mayores, estas se conservan bien para la producción de pasas, especialmente junto a la forja”
Columela, XLV habla de su uso como diferentes adobos de las aceitunas verdes: “Todo el año podrás gastar cómodamente aceitunas adobadas de esta manera.—Algunas personas no machacan las aceitunas, sino las parten con una caña de buen filo; y esto, a la verdad, es más engorroso, pero es mejor, porque esta aceituna está más blanca que la quede resultas de los golpes ha contraído un color lívido.—Otros, ya hayan machacado las aceitunas, ya las hayan cortado, las mezclan con un poco de sal tostada y con dichas semillas; después de lo cual les echan sapa o vino de pasas, o meloja, si hay proporción. Algunos, después de haber cogido las aceitunas como las anteriores, mezclan a cada modio tres heminas de sal, y habiendo echado- semillas de lentisco, y en el fondo del ánfora hinojo, la llenan de aceitunas hasta el cuello; en seguida echan vinagre no muy fuerte, y cuando está ya el ánfora casi llena, comprimen la aceituna con un hacecillo de hinojo, y echan otra vez vinagre hasta los bordes; en fin, al cabo de cuarenta días vacían todo el caldo, mezclan muy bien tres parte de sapa o de arrope con una de vinagre, y llenan el ánfora. Es también celebrada aquella composición, que consiste en que, así que se ha sazonado la fausta blanca en salmuera fuerte, se vierta todo el caldo y se llene el ánfora de dos partes de arrope mezcladas muy bien con una de vinagre. Las aceitunas pausias, o las orquites, y en algunos países aun las nevias, se preparan para las mesas de los convites. Estas, pues, conviene cogerlas a mano en tiempo sereno, cuando ya se hayan empezado a poner negras, pero no estén todavía muy maduras: después de cogidas acribarlas y apartar todas las que parecieren manchadas, dañadas o muy pequeñas: en seguida echar a cada modio tres heminas de sal, ponerlas en cestos de mimbre, echándoles encima una gran porción de sal, de manera que las cubra, y dejarlas así por treinta días sudar y echar fuera todo el alpechín que tengan: después echarlas en un tinajón y limpiarles con una esponja aseada toda la sal, de suerte que no les quede ninguna; y, por último, echarlas en un ánfora y llenarlas de sapa o arrope, poniendo encima de las aceitunas un hacecillo de hinojo que las mantenga sumergidas en el líquido. Sin embargo, hay muchas personas que mezclan tres partes de arrope o de miel y una de vinagre, y algunas dos de lo primero y una de lo segundo, y las adoban también con este licor. Algunos, así que han cogido la aceituna negra, la salan guardando la misma proporción que hemos dicho arriba, y la colocan en cestos, mezclándole semillas de lentisco, y forman capas alternativas de aceitunas y de sal hasta lo alto: en seguida, al cabo de cuarenta días, así que ha sudado todo el alpechín que tenía, vacían el cesto en un lebrillo, acriban la aceituna para separarla de las semillas de lentisco, la limpian con una esponja para que no le quede pegada ninguna; por último la recogen en un ánfora, echándole arrope, o sapa, o aún miel si la hay a mano, y lo demás del mismo modo que hemos dicho, semilla de anís maduro y de lentisco y tres ciatos de la de hinojo, y si no la hubiere, la cantidad de hinojo picado que pareciere suficiente; en seguida mezclar a cada modio de aceitunas tres heminas de sal tostada y sin moler, después de lo cual se meterán estas aceitunas en ánforas que se taparán con hinojo, y se harán rodar todos los días por el suelo; y, finalmente, se vaciará de tres en tres o de cuatro en cuatro días todo el alpechín que hubiere. Cuarenta días después se echarán las aceitunas en un tinajón separándolas solamente de la sal sin limpiarlas con esponja, sino se echarán en un ánfora como se han sacado del tinajón con la sal que llevan pegada, y poniéndoles puñados de hierbas que las sujetarán, se meterán en la despensa para el gasto. Saca de la salmuera la aceituna madura que estando en ella se ha hecho colimbade, límpiala con una esponja, enseguida rájala por dos o tres partes con una caña verde, y tenía tres días en vinagre; al cuarto límpialas con una esponja, y mételas en una orza o en una olla nueva, poniendo en el fondo apio y un poco de ruda. Después echarás en la vasija, cuando esté llena de aceitunas, arrope con las conchas hasta que llegue a la boca. Cúbrelas con cogollos de laurel para sumergirlas, y después de veinte días come de ellas”
Columela
XL también nos cuenta como mejorar el vino de aguapié: “El
mejor aguapié se hace de este modo. Ajusta el número de metretas que hará la
décima parte del vino que hicieres en un día, y echa otras tantas metretas de
agua dulce en él orujo de que se habrá exprimido el vino de un día, echa allí mismo las espumas del arrope y de
la sapa, y los asientos del pozuelo: deja en remojo esta mezcla por una
noche: al día siguiente písala, y en estando mezclada por esta operación, la
pondrás debajo de la prensa, después de lo cual echa el jugo que haya dado en
tinajas o en ánforas, y así que hayan hervido las taparás: pero se guarda más
cómodamente en ánforas”
Para cuidar las abejas en invierno, Varrón, 28: “Como el tiempo no siempre permite que salgan a forrajear a mucha distancia, hay que prepararles alimento para que en ese caso no se reduzcan a vivir sólo de la miel o abandonarlas colmenas exhaustas. Así pues, se cuecen unas diez libras de higos gordos en seis congios de agua, y una vez cocidos se colocan cerca en forma de albóndigas. Otros procuran que haya cerca aguamiel en vasitos, en los que ponen lana limpia por la que chupen, y al mismo tiempo para que no se sacien con demasiado líquido y que no se caigan al agua. Se pone una vasija por colmena y se mantiene rellena. Otros, habiendo molido uvas pasas e higos, le echan vino reducido (sapa) y de eso hacen albóndigas y las ponen allí donde también puedan salir afuera en invierno a forrajear”
Para finalizar comentar Marcial, VII, 53 nos dice que podía servir como regalo en la fiesta de las Saturnalia: “Me enviaste en los Saturnales, Umbro, todos los regalos que te habían acumulado esos cinco días. […] y una frasca de negra sapa de Laletania. […]”
Tras
la lectura de las fuentes clásicas podemos concluir que su utilización era principalmente
para conservar y endulzar los alimentos, además de dar color a las salsas.
Podríamos decir que equivaldrían a los arropes de uva actuales.
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