Muchas personas consideran
la ortiga como una mala hierba, pero se ha utilizado y se sigue empleando como
fuente de alimento por su alto valor nutricional, por su fibra, por su
contenido en hierro, sus vitaminas, minerales y por su clorofila, para hacer
tintes y para elaborar muchos remedios medicinales, e incluso hoy en día, se
realiza a urtificación para estimular la circulación sanguínea.
Existen ortigas de tierra
y de mar, ambas están bien atestiguadas en las fuentes clásicas.
A
continuación, veamos qué nos cuentan estas fuentes de información.
Con respecto a su etimología, Isidoro
de Sevilla, XVII, 9, 44 nos dice que: “La ortiga (urtica) se llama así porque su contacto
produce quemazón en el cuerpo, pues es de naturaleza ardiente y al tocarla
produce escozor y prurito”
Como
bien es conocido, una de las características principales de las ortigas es la
capacidad de provocar irritaciones como nos lo indica Teócrito, Idilio, VII, 105
y ss cuando invita a Pan a descansar sobre ortigas: “Y si tal haces, Pan querido, que los zagales de Arcadia no te
azoten con escilas en los costados y los hombros cuando obtienen poca carne;
más si lo dispones de otro modo, que te
llenes de picores y hayas de desgarrarte con las uñas todo el cuerpo, y
duermas entre ortigas”
Sobre los tipos
que existen, ya hemos comentado la presencia de ortigas terrestres y
marina. Son muchas las citas clásicas que se encuentran. Veámoslas:
Menandro, Proverbios griegos,
3ª parte, 73 nos habla de la existencia de la ortiga de tierra y la de mar: “≪Acalefe≫. Ortiga, tanto la de tierra como la de mar”
ORTIGAS
DE TIERRA
Se trata de una planta herbácea que
pertenece a la familia de las urticáceas. En sus hojas se pueden ver unos finos
pelos que son urticantes cuando se tocan.
Sus flores son de color verdoso.
Están atestiguadas la urtica caudata Vahl., la dioica L., la
pilulifera L. y la urens L. todas ellas producen una gran irritación por
contacto, pero también con virtudes diferentes. La más empelada es la mayor o urtica dioica L.
Dioscórides 4, 93 nos habla sobre
sus nombres y tipos: “Otros ‘picazón’ (knídē), [otros ‘injusta’ (adíkē);
los romanos urtica; los egipcios selepsiú. Otra ortiga (akalýphē
hetéra); otros la llaman ‘picazón’ (knēphē); los romanos urtica
mollis. Hay dos especies de
ortiga: una es más agreste, más
áspera, más ancha y más negra en sus hojas; su fruto es semejante a
la linaza, pero menor. Y la otra especie es de semilla menuda y no tan áspera”
Ateneo,
II, 62 D dice lo siguiente sobre su aspereza: “Ortiga. Se llama
así entre los áticos tanto a la planta como a lo que produce irritación.
Aristófanes, en Las fenicias [PCG III2,
fr. 572]: Antes que ninguna otra cosa
nacieron los espliegos, luego, a continuación, las ásperas ortigas”
Plinio HN, XVI, 38: “Algunas plantas tienen las hojas punzantes, como las ortigas”
Plinio
HN, XV, 30: “En Egipto se produce en gran cantidad de la semilla del rábano o
de hierba gramínea —el que llaman córtino-, así como de sésamo y de ortiga —el que denominan cnidino”
Teofrasto, VII 7, 2: “Igualmente pueden ser incluidas en esta
denominación todas aquellas plantas que tienen similar aspecto, pero zumos que
sirven de alimento, crudos o cocidos. Porque algunos necesitan ser puestos al
fuego, como la malva silvestre, la acelga, la romaza, la ortiga y la matricaria, mientras
que la hierba mora se come también cruda y algunos, en tiempos antiguos, la
estimaron digna de ser cultivada en jardines […] Todas estas plantas son anuales o tienen tallos anuales,
porque algunas se marchitan dentro de una estación, mientras que de otras
persisten las raíces por más largo tiempo. Y no pocas pertenecen a esta clase. Algunas de estas plantas nacen de raíces
y también de semillas, aunque, en algunos casos, nacen espontáneamente.[…] Otras
echan la flor al tiempo que brotan, como la celidonia menor; algunas no mucho
después, como la anémona, y las hay que, al llegar la primavera, echan tallos y
florecen, como la achicoria y plantas afines a ella, y aquellas plantas
espinosas comprendidas en el apartado de verduras”
Plinio HN, XVI, 38 en el
que habla de las variedades de hojas comenta que “Algunas
plantas tienen las hojas punzantes, como
las ortigas”
Opiano, De la pesca, II, 425 describe
los peces venenosos y compara a la escolopendra
con la ortiga de mar por el escozor que provoca: “de aspecto igual al reptil de la tierra, pero mucho más dañino.
Porque, si uno se aproxima y lo toca, en seguida su picadura produce una
caliente rojez en la carne, y se extiende un verdugón, como el de la hierba, que, por los dolores que causa, los hombres
llaman la ortiga”
En
el mismo sentido habla Eliano,
Hª de los animales, VII, 35: “La escolopendra es un ser
marino, pero es exactamente igual que la terrestre; y si un hombre arrima su
piel a ella, inmediatamente siente escozor e irritación, es decir, siente las
mismas molestias que produce la planta
llamada ortiga”.
ORTIGAS DE MAR
Algunas ortigas de mar son
comestibles, aunque probablemente sería la anemona de mar (Anemonia sulcata) la servida en los platos de la antigüedad,
aunque también era consumida la Actinia
equina L. que se caracterizaba por su color rojo.
Diógenes Laercio, VIII 34, y Eliano, Hª Animales IV 17 la denominan “acalefo u ortiga
de mar perteneciente al grupo de los celentéreos, que, cuando se
hace adulto, toma forma de medusa”
Aristóteles,
Sobre los pitagóricos, 4a dice que “La anémona es un animal marino que se llama ortiga de mar”
Aristóteles, HA, IV
6, 531a-b comenta varios aspectos de las ortigas de mar: “En cuanto a las que unos llaman ortigas de mar y otros actinias, no son
testáceos, sino que caen fuera de los géneros clasificados, y su naturaleza está a mitad de camino entre el vegetal y
el animal pues por vivir algunas de ellas separadas y correr hacia su
alimento, y aún por percibir lo que les sale al paso, están próximas a los animales. Además, utilizan la aspereza de su cuerpo para su defensa.
Pero por ser imperfectas y adherirse
rápidamente a las rocas, están cerca del mundo vegetal, y por no tener
excremento visible, aunque tienen boca”
Artemidoro,
La interpretación de los sueños, en el capítulo 14 dedicado a la pesca comenta
que “así mismo predicen que las actividades languidecerán por no tener huesos. En efecto, la
osamenta constituye la fuerza del cuerpo. Son de este tipo los siguientes: el
pulpo, el calamar, la ortiga marina,
el nautilo, la heledone, el Porfirio y la sepia”
Plinio HN, IX, 45 (68)
habla de las ortigas de mar: “Por
supuesto que también pienso que hay entendimiento en los seres que poseen una
naturaleza que no es la propia de los animales ni de las plantas, sino una
tercera que procede de entrambas; me refiero a las ortigas y a las esponjas. Las ortigas se mueven por la
noche y cambian de lugar. Su naturaleza es la propia de una hojarasca carnosa,
y de carne se alimentan. Poseen la misma capacidad de picar produciendo escozor
que la de las ortigas de tierra. Por eso se contraen todo lo apretadas que
pueden y, cuando algún pececillo nada sobre ellas, despliegan toda su hojarasca
y, abrazándolo bien, se lo tragan. Otras veces, como si estuvieran marchitas,
dejándose arrastrar por las olas al modo de las algas, atacan a los peces
después de haberlos tocado, cuando se rascan el picor con el roce de una roca.
Además, por la noche buscan peines de mar y erizos. Cuando presienten que se
les acerca una mano, cambian de color y se contraen. Si les tocan, sueltan la
sustancia que produce escozor y, si tienen un poco de tiempo, se esconden.
Dicen que su boca se halla en sus raíces y que expulsan los excrementos por su
parte superior mediante una fístula fina”
Ateneo,
III, 89, F y ss: “De la misma manera que los
moluscos nacen también los que no tienen sin
concha, como las anemonas y las esponjas en las grietas de las rocas.
Hay dos clases de anémonas. Las de las cavidades no se separan de las rocas,
mientras que las de las zonas lisas y llanas se sueltan y cambian de lugar≫. Éupolis, en Autólico, llama a las anémonas de mar akalephai
(ortigas), y el mismo Aristófanes, en Las fenicias, de este modo [PCG III 2, fr. 572]156:
Sábete que antes que ninguna otra cosa nacieron los espliegos, y
luego, a continuación, las ásperas ortigas.
Y también en Las avispas [884]. Ferécrates, en Los desertores [PCG VII, fr. 29, 2): Y estar coronado de ortigas durante el mismo tiempo.
El medico Dífilo de Sifhos dice: ≪La ortiga es digestiva, diurética, estomacal; pero produce
irritación a quien la recolecta, si antes no se unta con aceite≫. Pues, en efecto, pica a quien la coge, y
por eso ahora se la llama akalephe
(tacto suave) con una locución alterada; y quizás
por ella se llama también igual la planta. En efecto, se la nombra con un
eufemismo consistente en una antífrasis, ya que no es dulce ni suave al
tacto, sino áspera y desagradable. Menciona las ortigas marinas
también Filípides en Anfiarao,
de este modo [PCG VII, fr. 4]:
Me sirvió ostras, ortigas
de mar (y) lapas.
Hace un juego con la palabra Aristófanes, en Lisístrata [549]: ¡Venga, tú, la más valerosa de las ascidias y las madrecitas ortigas!
Tras ver los tipos de ortigas conocidas en el mundo clásico, en las siguientes entradas veremos sus diferentes usos.
Plurimam salutem!!
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