sábado, 27 de noviembre de 2010

UNA CENA FALLIDA

No hay mayor decepción que quedar con un amigo y que éste no acuda, pero todavía es peor, preparar con gran ilusión una velada sencilla y que prefieran el lujo en lugar de una reunión con amigos y buena conversación.

“¿Pero qué te ocurre? ¡Me prometiste acudir a una cena en mi casa y no te presentas! Ésta es mi sentencia: has de pagarme una multa equivalente al dinero que me ha costado la cena hasta el último as, y no es una cifra pequeña. Había preparado una lechuga por persona, tres caracoles y dos huevos; había además gachas de espelta aderezadas con vino mulsum y nieve (pues también este gasto lo añadirás a tu lista, y es más, lo incluirás entre los primeros, pues se echó completamente a perder sobre tu plato), aceitunas, acelgas, calabazas, cebollas y muchos otros manjares, no menos de mil ni menos deliciosos. Habrías visto además actuar a un cómico o quizá habrías escuchado a un recitador, o puede que hubieses asistido a un recital de lira o incluso habrías disfrutado de los tres espectáculos, pues a tanto alcanza mi magnificencia. Y sin embargo, preferiste ostras, vientre de cerda, erizos de mar y bailarinas gaditanas en casa de algún otro. Me las pagarás, no te digo cómo de momento. Tu comportamiento no tiene excusa. Te has portado muy mal, no sé si también contigo mismo, pero desde luego conmigo, y si también contigo. ¡Cuánto nos habríamos divertido juntos, ¡cómo nos habríamos reído! ¡Qué conversaciones más interesantes habríamos mantenido! Puedes cenar suntuosamente en casa de muchos otros, pero en ninguna de ellas disfrutarás de tanta alegría ni cordialidad, ni te sentirás tan libre de preocupaciones como en la mía. En fin, te ruego que hagas la prueba y si a continuación sigues prefiriendo aceptar las invitaciones de los demás antes que las mías, lo mejor es que me hagas llegar tu renuncia definitiva a asistir a mis convites. Cuídate.” (PLINIO, EL JOVEN, EPISTOLARIO, L. I-15)

A la lectura de la carta de Plinio, el Joven, se descubre a la perfección qué próximos nos hallamos de los antiguos romanos, pese a la distancia en el tiempo. Los sentimientos de las personas son universales y éstos son los que nos hacen sentirnos vivos.

¿Os animáis a recrear un menú humilde para las personas que consideramos nuestros amigos?


De entrantes serviremos unas lechugas acompañadas de puerros y granada:

Rehogar los puerros en una sartén. Tras trocear una lechuga, añadir por encima los puerros rehogados y unas aceitunas negras. Para aderezar, hacer una vinagreta con un poco de comino, unos granos de granada, aceite, sal y vinagre.

Continuaremos con una sopa de caracoles:

La sopa se realizará con diez caracoles por persona. Tras sacar los caracoles del caparazón, hay que ponerlos a hervir unos cinco minutos en un caldo preparado previamente con vino blanco, sal, cilantro, comino, unas gotas de vinagre y una cucharada de mostaza. A continuación, retirar el caldo del fuego. Si queda muy ligero, se puede espesar con harina o nata líquida. Servir con pimienta y unas hojitas de perejil.

Completaremos nuestro menú con unas albóndigas de almejas y unos filetes de cordero que prepararemos de la siguiente manera:



Cocer en agua unas almejas, picarlas y sacarles el nervio. A continuación añadir espelta triturada (que habrá cocido con el caldo de las almejas), unos huevos cocidos, uños piñones, un poco de garum y pimienta. Preparar unas albóndigas con esta mezcla y servir.


Los filetes de cordero los asaremos a la plancha con pimienta y garum. Para servirlos los acompañaremos de unas judías verdes, garum, pimienta, comino frito, aceite y unos trocitos de pan tostado.


Nota Bene: el Garum se puede elaborar de la siguiente manera: Tomar una lata de anchoas, batirla junto a dos cucharadas de aceite y de vino aromatizado hasta que quede como una crema espesa. Añadir pimienta y una cucharada de miel.


Acabaremos la velada sirviendo un pastel de mebrillo, queso y manzanas asadas:

Poner en una bandeja una capa fina de queso fresco, otra de membrillo, otra de manzana asada y en cada una de ellas unas pasas. Repetir la operación varias veces. Servir con un poco de pimienta negra y miel.


Confiamos en poder atraer y reunir alrededor de nuestra mesa a aquellos que les apetezca una velada entre amigos, eso sí, la conversación fluída, la diversión y la energía positiva será un requisito que deberán aportar los invitados.


Prosit

Plurimam salutem!

6 comentarios:

Viena dijo...

Yo me apunto a la cena, muy apetitosa en mi imaginación a excepción de los caracoles. Me pregunto si mis anfitriones se sentirán tan ofendidos como Plinio si rehúso comerlos, o si comprenderán y me permitirán repetir la lechuga con los puerros cambiando así un plato por el otro.
Muy simpática entrada, la verdad es que a cualquiera nos habría puesto mal esperar a un invitado y que no llegara, sobre todo si nos enteramos que fue porque prefirió otros manjares.
Siempre interesante pasar por aquí.
Un abrazo.

Charo Marco dijo...

Hola Viena, gracias por tu comentario.
Seguro que Plinio aceptaría el cambio de un plato por otro, tu amabilidad lo compensaría.

Un abrazo

Isabel Barceló Chico dijo...

No faltaría a ninguno de tus banquetes, charo, ni por todo el oro del mundo. Ya lo sabes... Un besote enorme.

Charo Marco dijo...

Mi reina sería una de las invitadas de honor.
Besitos

Anónimo dijo...

Me encanta, tanto la historia de Plinio como la cena posterior. Besos. Rafa

Charo Marco dijo...

Hola Rafa, muchas gracias por tu comentario.

Saludos