Con la llegada de septiembre siempre parece que comienza una etapa, nuevos proyectos, nuevas ilusiones,...
Todo ello bien merece un brindis a la manera clásica, “mezclemos el vino mientras elevamos una plegaria a los dioses, ya sea Dionisio, ya Hefesto, ya cualquier otro dios el que haya obtenido este honor de recibir la mezcla” (Platón, Filebo, 61, b-c)
Se trata de una costumbre muy vinculada a la antigüedad, aunque su etimología la encontramos en la palabra alemana ich bring dir's “yo te lo traigo”, frase que los soldados germánicos del emperador Carlos V pronunciaron para conmemorar su triunfo en Roma.
En latín, el término para brindar es “propinare”, procedente del griego προπίνω, “beber antes, beber a la salud de alguien”, de donde, según Benito Jerónimo Feijoo, II, Carta 14, podría venir dicho verbo: “Después de todo no hallo verosímil, que el verbo castellano Brindar se derivase del latino propinare, que propísimamente significa lo mismo. Así Paseracio explica el verbo propino propinas de este modo: Praebibo, poculum praegusto, & deinde alteri trado. Y no es menester mucha corrupción para que la voz Propino se haya formado el verbo Brindo, v.gr. propino, broino, brino, brindo”
Varias son las teorías que intentan explicar el origen de la costumbre del brindis, destacar por ejemplo:
Su origen se encontraría en la Grecia antigua, como muestra de amistad. Se dice que, en caso de envenenamiento, todos los que bebían de una única copa corrían la misma suerte.
Se cree que en mundo antiguo, los comensales pedían más bebida a sus esclavos llamando su atención con el ruido que producían las copas al colisionar o al golpearlas.
O quizá fuera una manera de pedir protección a
Dionisio, despertándolo de su sueño etílico con el choque de las copas.
Los brindis en el mundo grecorromano cerraban el simposium o la cena como símbolo de unión y celebración conjunta. Sólo podía participar el sexo masculino, se caracterizaba por utilizar una misma copa, iniciando la ronda de izquierda a derecha y bebiendo su contenido de un trago.
“Dedicar brindis de izquierda a derecha, e invitar, llamándolo por su nombre a
aquel a cuya salud quiere beber”
(Critias, Elegías, II, 6)
Jamás se consumía vino puro, sino que lo mezclaban con agua en una cratera:
“Y traía una resplandeciente cratera
el heraldo Ideo, así como copas de oro”
(Homero, Il, III, 247-48)
“Por otra parte, los nobles heraldos
reunieron las ofrendas para el juramento de lealtad a los dioses y en una cratera
mezclaron el vino”
(Homero, Il, III, 268-70)
Recordar las palabras de Paseracio: “Praebibo, poculum praegusto, & deinde alteri trado: brindará, probará de antemano la copa y después la pasará a otro”
Podían ser patrióticos, galantes, religiosos, amistosos,...y se llevaban a cabo conjuntamente con una libación a los dioses:
“Cuando la noche aconseje el plácido sueño, tomad en la mano vino abundante, en el momento de rezar vuestras plegarias y decid derramando el vino con las palabras sagradas: Por vosotras, por ti, padre de la patria, César Óptimo”
(Ovidio, Fastos, II, 635)
“¿Por qué te retrasas, muchacho, en escanciar el inmortal Falerno? Duplica tres copas de un cántaro más antiguo. Ahora dime: ¿Quién será el dios en cuyo honor te ruego, Cataniso, que me sirvas seis ciatos? “Será César”
(Marcial, Epigramas, IX, 93)
“Escancia muchachito diez mil ciatos en honor de dioses y diosas; luego, en añadidura a todos ellos, una porción doble para la augusta diosa y el dulcísimo rey”
(Ántífanes, Los Gemelos, II, 81)
“Ea, tráeme ya, muchacho,
una copa, para brindar
de un sorbo! Echa diez ciatos
de agua, y cinco de vino, que quiero con comedimiento
festejar de nuevo a Baco”
(Anacreonte, 356)
“Por Dioniso, al que tú sorbes mitad a mitad”
(Jenarco, VII, 9)
Los brindis había que ofrecerlos a alguien, pero era necesario desear a todos los presentes buena salud, teniendo en cuenta que el vino, con moderación y aguado, se consideraba beneficioso para la realizar la digestión:
“Yo decreto que beba una copa tras el lavamanos en honor a Salud, sirviéndose de un copero muy poco aguado”
(Antífantes, Melanión, II, 147)
“Tú Enómano, cinco y dos, salud. [Se refiere a las proporciones de vino y agua a mezclar]
¡Ojalá que nos hagamos tú y yo compañeros de bebida!”
(Nicócares, La irreprochable, VII, 2)
¡Salud, Dionisio!”
(Éupolis, Las cabras, V, 6)
“¡Yo bebo a vuestra salud tres copas
llenas, mezcladas mitad a mitad!”
(Alexis, Dorcis, II, 59)
Nos cuenta Ateneo en su libro X que los lacedemonios no tenían la tradición de brindar:
“También esto es costumbre en Esparta y práctica establecida,
beber de la misma copa portadora de vino,
y no ofrecer brindis llamando a nadie por su nombre,
ni haciendo ninguna ronda de la compañía de izquierda a derecha...
[...] En efecto, los brindis más allá de la medida de las copas aunque en el momento
agradan, proporcionan dolor para el resto del tiempo.
El régimen de vida lacedemonio, en cambio, está instituido de un modo regular:
comer y beber con moderación, para ser capaces
de pensar y afrontar las fatigas”
(Critias, Elegías, II, 6)
En el mundo romano existía la costumbre de beber por la salud de una persona tantas copas como letras tenía su nombre:
Lemniselene: Vamos, chaval, da comienzo la fiesta; sirve siete copas por cabeza, comenzando por la izquierda.
Tóxilo: Vamos, Pegnio, mueve las manos, date prisa. Estás tardando mucho en pasar las copas. Venga dámelas. ¡A mi salud, a la vuestra, a la de mi amada! [...] ¡A la salud de todos nosotros!
Lemniselene: ¡A la salud de los que envidian mi dicha y de los que se alegran de ella!
(Plauto, Persa, V, 1)
“Escancia el inmortal Falerno; tales votos reclaman un cántaro de vino viejo. Bebamos cinco, seis y ocho vasos para que sea completo el nombre de Cayo Julio Próculo”
(Marcial, Epigramas, XI, 36)
Sagarino: ¡A tu salud.[...] A vuestra salud, a la tuya, a la mía y también a la de la nuestra querida Estefanía! Bebe de una vez.
(Plauto, Estico, IV, 4)
“Esta copa colmada, tras nombraros a todos a una, la beberé yo a la salud de mis parientes, como prueba de amistad”
(Brindis de Ulpiano)
Se sabe que para los antiguos el brindis jugaba un papel importante, pues todos los sentidos se veían reflejados en él. El gusto, al saborear el vino mezclado con agua, algunas veces de nieve, de mar o de lluvia, con miel, con especias o perfumados con aromas de flores, reducidos mediante su cocción para que se consumiera el alcohol o clarificados con harina de habas o claras de huevo muy batidas. El olfato, al descubrir los aromas proporcionados por las mezclas.
La vista, al percibir los colores del vino en sus diferentes formas: negros, blancos, rancios, dulces, especiados, resinosos, perfumados (de rosas, de violetas), ahumados, hidromiel (agua de lluvia y miel), añejo, mulsum,...
El tacto, al sostener las copas destinadas a brindar. Con el choque de los portadores del divino caldo, el sentido del oído podía acceder también a la sensualidad del brindis.
Alcemos nuestras copas al cielo y hagamos que todos nuestros sentidos participen de esta nueva etapa:
“Ya es momento de beber, ya es momento de golpear el suelo
con ritmo sin cadenas. Ya era hora de poder adornar
el lecho de los dioses con los manjares
salios, compañeros.”
(Horacio. Odas. XXXVII. 1-5)
Prosit!
Plurimam salutem!
N.B: En particular desde DE RE COQUINARIA queremos brindar por la puesta en marcha de un nuevo proyecto la CREACIÓN DE UN AULA DIDÁCTICA PERMANENTE DEL MUNDO CLÁSICO EN SAGUNT.
Proyecto en el que van a trabajar conjuntamente la Consellería de Educación de Valencia, el ayuntamiento de Sagunt y los talleres de cultura clásica de Sagunt.
ALCEMOS NUESTRAS COPAS PARA DESEAR UN FUTURO COMPARABLE AL PASADO CLÁSICO.
FELICIDADES A TOD@S
N.B:
Amparo, muchas gracias por tu información sobre Benito Jerónimo Feijoo.
*Imágenes propias