Tras echar un vistazo al libro
de Apicio, descubrimos el aprecio de los antiguos romanos por el marisco y el
pescado, de manera que, como comían tanto peces de agua salada como de agua dulce, para
tenerlos siempre presentes en sus mesas, tenían viveros artificiales (piscinae).
El pescado, signo de distinción y
servido en los grandes banquetes, era caro, por lo que resultaba comprensible la
utilización de viveros llamados con el nombre genérico de vivaria por cuidar animales vivos o en el caso de los pescados: vivaria piscium o piscinae (para el
almacenaje de piscis-peces) de manera
que, aunque se viviera lejos del mar, pudieran tenerse los pescados siempre a
mano y degustarlos frescos. También encontramos el término cetarium que hace referencia al vivero en sí.
Aulo Gelio, Noches Áticas, II,
20 nos comenta la etimología:”Marco
Varrón dice, en el tercer libro Acerca de la agricultura que ciertos lugares
cercados ahora se denominan vivaria, en
los cuales son alimentadas fieras vivas. Existen tres tipos de criaderos de
granja: aviarios, conejares piscinas
(piscinae) […] Pero los lagos o estanques cerrados para contener peces vivos, con nombre suyo y propio se denominan
piscinae.”
La diferencia entre piscinae y vivaria
piscium podría tratarse en lo siguiente:
- PISCINAE:
Estanques para criar peces de agua dulce que no estaban tan bien considerados
como los de agua salada.
- VIVARIA PISCIUM: Canales abiertos en la misma costa para criar peces de agua salada.
No obstante, las fuentes utilizan ambos
términos indistintamente.
Sobre sus primeros usos sabemos
por un diálogo de Platón, Político,
264 c que los egipcios ya utilizaban la técnica de criar peces en el Nilo:
“Extranjero- Lo siguiente, si es que, como supongo, has
oído hablar de ello más de una vez. Se bien que tú no has asistido
personalmente a los adiestramientos de
peces que se hacen en la región del Nilo, y es muy posible que tampoco
hayas podido verlos en los estanques reales; en las fuentes, en cambio, debes,
tal vez, haberlos observado.”
Así pues, quizás esta técnica
egipcia fue tomada por los griegos para criar en tanques hechos con losas de
piedra o yeso las codiciadas anguilas, en las orillas de los lagos de Beocia o
en el río Estrimón (Tracia) como bien nos narra Aristóteles, Hª de los animales, VIII, 2, 595 a: “Las anguilas se alimentan de lodo y de
trozos de pan que se les echa. Por eso los criadores son particularmente
cuidadosos de que el agua está limpia, por su perpetuo fluir sobre un fondo de losas planas de piedra y luego
fluye de nuevo, sobre los tanques con yeso. […] Por esta razón, se las pesca en el río Estrimón, por
la época de la salida de las Pléyades, ya que en este período se agita el agua
y el barro se enturbia levantado por los vientos contrarios. […]
Se mueren si se las cambia en verano de las piscinas de los lagos a
los tanques, pero no si se
retira en el invierno"
Para conocer cómo eran estas piscinae podemos acudir a Ateneo, V, 208 A que nos
habla de unos tanques en este caso de plomo, pero con la peculiaridad de estar
ubicados en enormes barcos, en concreto se trata de la nave de Hierón de
Siracusa: “en la parte de la proa había
así mismo un depósito de agua cerrado, con una capacidad de dos mil metretas,
hecho de tablones rejunteados con trozos de lienzo calafateados. A su lado se
hallaba un acuario cerrado con plomo y
tablones. Estaba lleno de agua
salada, en la que se criaban numerosos peces”
Valerio
Máximo, IX, 1, 1 además de comentarnos quién fue uno de sus inventores, nos explica cómo se construían:”Cayo
Sergio Orata fue el primero en no someter sus glotones apetitos a los
caprichos de Neptuno, se creó mares
privados interceptando las olas del mar para sus estuarios y encerrando toda clase
de peces en recintos diversos, separados por unos bloques, de manera que
ningún temporal pudiera privar a la mesa de Orata de manjares variados. Llenó
también de edificios espaciosos y altos las orillas del lago Lucrino, desiertas
hasta el momento, con el fin de poder disfrutar de ostras fresquísimas”
Completamos la información sobre
los
vivaria piscium con Varrón en RR,
III, 3-17 que habla de los
tipos de viveros
de peces, los de agua dulce (muchas veces destinados a la plebe) y los de
agua salada o viveros marítimos vinculados a los ricos. Veamos qué nos cuenta:
“Hay dos
tipos de viveros, de agua dulce o salada, aquellos para la plebe y no sin
beneficio, a los que las Linfas suministran el agua para nuestros peces de
criadero. Sin embargo, los viveros
marítimos de los nobles, para los que Neptuno suministra el agua y los
peces, más conciernen a los ojos que a la bolsa, y más bien vacían que llenan
la bolsa del dueño, pues primero se
edifican a lo grande, luego se llenan a lo grande, en tercer lugar se mantienen
a lo grande. Hirro recibía 12000
sestercios de los edificios que rodeaban sus viveros, pero consumía toda esa
renta en los alimentos que daba a los peces. No es de admirar, pues me acuerdo
de que, en un cierto momento, este había dado en préstamo un peso de dos mil morenas
a César y que había vendido la granja en cuatro millones de sestercios por la
gran cantidad de peces. Que nuestro vivero en medio de la tierra y plebeyo
correctamente se llama “dulce” y el otro “amargo”. Pues ¿quién de nosotros no
está contento con uno sólo de tales viveros? ¿Quién, por el contrario, no tiene un conjunto de muchos viveros
marítimos formados a partir de un único estanque? Pues lo mismo que Pausias
y los demás pintores de su estilo tienen grandes arquetas compartimentadas
donde hay ceras de diferentes colores, así estos tienen viveros compartimentados donde tienen diferentes peces
encerrados por separado, los cuales, como
si fueran sagrados y más inviolables que aquellos de Lidia que, estando tu
sacrificando, Varrón, decías que habían venido en manada al toque de flauta
hasta la misma orilla y al altar, porque nadie se atrevía a cogerlos (era el
mismo tiempo en el que habías visto allí las islas danzantes de los lidios); y
así, ningún cocinero se atreve a poner en salsa a estos peces.
Cuando nuestro amigo Quinto Hortensio tenía viveros construidos con gran dispendio cerca de Bauli, fui
tan frecuentemente con él a su granja como para saber que él siempre solía
enviar a comprar peces a Puteoli para la cena. Ni siquiera era bastante para él
no alimentarse de los viveros, sino que también él mismo los alimentaba a su vez y ponía mayor cuidado de su parte
para que sus mújoles no pasaran hambre que el que yo tengo para que mis asnos
no pasen hambre en Rosea, y ciertamente con ambas cosas, esto es, tanto con el
pienso como con la bebida, administraba la vitualla con mucha más prodigalidad
que yo, pues yo con un esclavito, no mucha cebada y con agua de casa alimento a
mis valiosos asnos; Hortensio, en primer
lugar, tenía muchos pescadores que suministraban y le apilaban con frecuencia
pececillos pequeños que eran consumidos por los grandes. Además, echaba en los
estanques salazón comprada cuando el mar se alborotaba y, a causa de la
tempestad, el mercado ofrecía escuálida mercancía de vivero y tampoco se podía
sacar con red cebo vivo a la orilla, el pescado de la cena del pueblo. Si
por Hortensio fuera, antes sacarías de sus caballerizas mulas de tiro para
quedártelas que un mújol barbado del vivero”.
“Y”, sigue diciendo, “no menor era su cuidado con los peces
enfermos que con los siervos más débiles. Y así se preocupaba menos de que los siervos enfermos no bebieran agua fría
que de que sus peces la bebieran fresca. Y de hecho, decía que Marco Lúculo
trabajaba con escaso cuidado, y despreciaba sus viveros porque no tenía
albuferas idóneas y sus peces vivían en agua estancada en lugares pestilentes. Por el contrario, Lucio Lúculo en Nápoles,
tras haber perforado el monte e introducido una corriente marina en los
estanques, que a su vez refluía, no cedía ante Neptuno en pesca, pues
estaba hecho de tal forma que parecía haber sacado a sus amigos los peces, en
tiempo caluroso, a lugares más fríos, como suelen hacer los ganaderos de
Apulia, que por las cañadas llevan el ganado a los montes Sabinos. Pero
mientras construía en la zona de Bayas tanto se consumía de cuidado que al
arquitecto le había permitido que gastara el dinero como si fuera suyo en tanto
que un túnel llevara desde los estanques
hasta el mar, habiendo construido un dique para que la marea pudiera entrar y
salir de nuevo al mar y refrescar las piscinas dos veces al día desde el orto
de la luna hasta la luna nueva siguiente”.
Columela, De RR VIII, 1, XVI
también nos habla de los
vivaria:”Después de referirse a las aves acuáticas,
por supuesto, nos encargaremos de los peces. [2]…no sólo se ocupó de las numerosas piscinas que se habían formado,
sino que de los peces de agua salada que llevaban. El resultado fue que los lagos de Velino, en Sabate, así como
Vulsinum y Ciminus, registraron un aumento de lobos marinos como el besugo
y otros peces que toleran el agua dulce. [3] Esta práctica cayó en desuso en
tiempos más avanzadas, y el lujo de los ricos fue en un recinto en los mismos mares….[6] El que tras adquirir unas tierras en una costa marítima no podía, a
causa de la esterilidad del suelo, sacar producciones útiles, puede obtener ingresos
de la propia mar. [7] En primer lugar, debe conocer la naturaleza de donde se
quiere construir piscinas, pues todos los lugares no aptos para todos los
peces. Sobre un fondo de barro, se alimentan
pescados como el lenguado, el rodaballo,… y prosperan muy bien los mariscos, el
murex y las ostras y el marisco que llamamos vieiras, percebes y sphondyles. [8]
las cuencas de arena son más
adecuadas para los peces de mar, como el besugo,… pero son menos específicas a
los mariscos. En cuanto a la línea
costera cubierta por rocas, una lleva el nombre de los pescados que se
retiran a las rocas, tales como mirlos, zorzales,….[9] no debemos ignorar los
estrechos, a fin de no errar en la elección de los peces, pues hay peces que no
les va bien en todos los mares: este es el hélops, que vive en los de Panfilia
y no en otros lugares, como faber, que se encuentra en el Atlántico, que se
numera con los pescados más delicados en Gades, mi país natal, y se nombra Zeum…[10]
la morena, aunque nacida en el Mar Tarso y el Mar de los Cárpatos se ha
adaptado con nosotros, y se ha convertido en la anfitriona de todos los
estrechos, existiendo en todos los mares extranjeros…. XVII:” [1] Es excelente cualquier laguna que reciba
el flujo que viene del mar… De hecho, el lago recibe los vientos del mar que se
agitan constantemente, renovándola y no
dejando que se caliente nunca… [3] Si la naturaleza del sitio lo permite,
es conveniente que por todos los lados de la piscina salga agua fuera por ser
más fácil de renovarse a sí misma… Creemos que estas aberturas en la parte
inferior de la pared de cierre, pues no hay evidencia de que el agua de mar se
eleva por encima de dos metros, es suficiente para pescar allí. También está
claro que más agua de mar proviene de la parte inferior, por lo que es más
fresca y por lo tanto es adecuado para los peces.[4] Si el lugar donde se
piensa establecer la piscina está al nivel del mar, se ha de hacer una
excavación de nueve metros de profundidad y dos metros por debajo de la cuenca
alta para que sirva como transición al flujo. O tener cuidado de que esta
apertura sea muy amplia, ya que el agua estancada por debajo del nivel del mar
no puede ser expulsada por el volumen… [6] Debe
ser excavados en las paredes de los compartimentos de cada especies para
proteger a los peces del calor del sol… Tendremos que establecer en los canales
que dan paso a las aguas de la piscina unas redes de cobre con pequeñas
aberturas, para que los peces no puedan escapar. Si el espacio lo permite, será
útil tener en el tanque unas rocas de la costa, especialmente aquellos que están cubiertas de algas…para que los
cautivos no se den cuenta de la privación de su libertad. [7] Cuando los
tanques estén preparados, vamos a introducir la manada de peces. Un punto muy
importante y que no debemos perder de vista que… es el tipo de especies que
vamos a poner…[9] en los estanque con suelos arenosos, que se basan en el lodo y el
limo son mejores, como ya he dicho, a los mariscos y peces que permanecen
inmóviles en el fondo del agua. La posición de la laguna y su comida, son
diferentes de lo requerido para otros peces que están siempre en movimiento.
Por lo tanto, para los animales similares al lenguado, rodaballo y otros, es
importante extraerlos dos pies de la piscina en un lugar que nunca se queda
seco durante el reflujo.[10] …la piscina se puede llenar con una masa de algas para
frenar la violencia de las olas durante las tormentas [11] …Los alimentos para los pescados debe ser…
la basura de todos los pescados salados que son expulsados de por la marea [13]
Entre las frutas que no están maduras, peladas, se pueden lanzar higos, nueces
agrietadas con los dedos, las cebollas hervidas en agua, así como toda la
comida que hace que su falta de consistencia adecuados para la deglución, tales
como el queso… sin embargo, prefieren los alimentos frescos: las anchoas
también los cangrejos, y todos los pequeños pescados muy buenos para los
grandes.[15] Sin embargo, si durante el invierno, no se puede conseguir este
tipo de alimentos se les distribuyen bolas de pan negro, y si el tiempo lo
permite, las manzanas cortadas en trozos. En cualquier momento usted puede dar
a los higos secos, como en Rétique y Numidia, que tienen en abundancia”
Tras la lectura de Varrón y de Catón se
extrae que debió de tratarse de un
negocio con muchos ingresos gracias al consumo y demanda de estos pescados,
principalmente, la murena, las anguilas, las lubinas, los rodaballos y las
ostras. Comentar que según Plinio H.N, IX, los salmonetes “no crecen en
viveros o estanques”
En Horacio, Epist. I, 1, 79 podemos leer una
metáfora graciosa de la que se comprende el valor tan grande que tenían estos criaderos:”Una parte de la gente ansía conseguir
contratos públicos. Los hay que con pasteles y frutas van a la caza de viudas
avaras y acaparan a viejos para meterlos
en sus viveros”
En
Plinio IX, 79 leemos los grandes ingresos que proporcionaba: “La primera persona que crió de forma
artificial las ostras fue Sergio Orata, en Baya, en tiempos de L. Craso, el
orador, justo antes de la Guerra con los marsos. Esto fue hecho por él, no para
la satisfacción de la gula, sino para hacerse rico pues le proporcionaba grandes rentas.”
De manera la mayoría de estos viveros pertenecían a romanos
célebres, por lo que estaba totalmente
prohibido pescar los peces que se producían en ellos. Así pues, era
necesario cuidar con esmero de sus piscinae,
como bien menciona Cicerón en su carta a Ático, 1.20 donde acuña el término
piscinarii haciendo mención que los
criadores de pescados cuidaban más a sus peces que a los asuntos públicos y
privados.
En
Marcial, IV, 30 leemos la idea de considerar a los peces como sagrados, ya por
el valor adivinatorio que se les otorgaba, ya por su precio en el mercado: “Pescador, mira que te lo advierto, huye
lejos del lago de Bayas, no sea que te retires culpable. En estas aguas nadan peces sagrados, que conocen a su señor y lamen
esa mano suya como no hay otra más poderosa en todo el orbe. ¿Qué decir que
tienen su nombre y cada uno acude a la voz de su guardián al ser reclamado? En
cierta ocasión, en estas profundidades, un impío libio, al sacar una presa con
su caña temblorosa, repentinamente ciego por habérsele robado la luz de sus
ojos, no pudo ver el pez que había cogido y ahora, odiando a muerte aquellos
anzuelos sacrílegos, se sienta a la orilla de los lagos de Bayas pidiendo limosna.
En cambio tú, mientras puedes, aléjate inocente después de arrojar a las aguas
tus cebos sin artificio y venera esos
peces delicados”.
También Jenofonte, Anábasis, I, 4, 9 nos
habla de ese carácter sagrado que
tenían los peces de los viveros:” Después de esto, Ciro recorrió, en cuatro
etapas, veinte parasangas, hasta el río Ca1o, que tenía un pletro de ancho y estaba lleno de peces grandes y
domesticados, a los que los si nos consideraban dioses y no permitían que se
les dañara”
De nuevo Marcial, X, 30 nos habla
de la
comodidad de tener estos criaderos próximos y así poder consumir caros
pescados en sus banquetes e incluso como mera distracción:
“Y el sedal no busca su presa en un
mar lejano, sino que la caña echada desde la alcoba y desde la cama la engancha
un pez al que se ha visto desde lo alto. Nereo siente la tiranía de Eolo, la
mesa, segura con lo suyo, se ríe de las tempestades: una piscina cría los rodaballos y las lubinas en la propia casa, la
delicada morena acude nadando hasta su cuidador, el nomenclátor cita a un mújol
conocido y, a la orden de que se acerquen, acuden los viejos salmonetes. Pero,
¿cuándo permites, Roma, disfrutar de eso? […] Eso se dispone para los señores;
está a vuestro servicio”
Plinio,
El Joven, en su Epístola, IX, 7, 4 nos
habla de sus villas cerca de la costa, en ella nos narra la posibilidad de
pescar en piscifactorías debido a su proximidad, al igual que hemos leído en
Marcial: “Desde una de las villas puede
verse abajo a los pescadores en el lago, desde la otra tú mismo puedes pescar y lanzar el anzuelo desde tu habitación, como
si te encontrases en una barca”
En las Saturnalia de Macrobio,
III, 15 descubrimos de nuevo esa idea:”Sergio Orata fue el
primero que construyó los baños construidos sobre bóvedas e instaló un vivero
de ostras en Bayas, el primero que declaró que las ostras del lago Lucrino
tenían un excelente sabor. […] Estanques
repletos de peces ¡carísimos!, tuvieron los más nobles e ilustres romanos,
Lúculo, Filipo y Hortensio, a quienes Cicerón llamaba “criadores de peces
(piscinarii)”
Juvenal,
Sátira IV, 50 recalca de nuevo esa idea y comenta el tamaño que adquirían los pescados
criados en estos viveros:”Ante el templo
de Venus que se alza en la dórica Arcona cayó en la red un rodaballo adriático
de grandes dimensiones […] que destinó al sumo pontífice. Pues ¿quién se
atrevería a poner a la venta o comprar algo semejante cuando las costas están
llenas de delatores? Los inspectores de algas, que andan por todas partes, la
emprenderían en el acto y dirían que es un pez
fugitivo y cebado durante mucho tiempo en los viveros de César que se había
escapado de ellos y que debía ser devuelto a su antiguo dueño”
Plinio, IX. 170 y ss nos informa
quiénes fueron los inventores de las
piscifactorías: “La primera persona que crió de forma
artificial las ostras fue Sergio Orata,
en Baya, en tiempos de L. Craso, el orador, justo antes de la Guerra con los
marsos. Por la misma época, Licinio
Murena fue el primero en crear viveros de los demás peces.
Macrobio, III, 15, nos cuenta que el sobrenombre de Murena procede de su afición "desmesurada a este pez, al igual que Orata recibió este nombre su afición a las doradas (aurata),,...la
nobleza siguió rápidamente su ejemplo: Filipo, Hortensio,…. (...) Lúculo perforó incluso una montaña,
cerca de Nápoles, para abrir un canal y dejar entrar el agua con más gasto del
que había hecho para construir su casa. Los peces de su vivero fueron vendidos
tras su muerte pos unos cuarenta mil sestercios. C. Hirrio inventó antes que los demás un vivero exclusivamente de morenas
y cedió en préstamo seis mil morenas para las cenas del triunfo del dictador
César, se negó a recibir el valor de ellos en
dinero o cualquier otra mercancía. Su casa, que era de carácter muy humilde en
el interior, se vendió por cuatro mil sestercios, como consecuencia de la
naturaleza valiosos de los estanques”
Plutarco,
Lúculo, 39 nos habla también de
Lúculo: “las canales con pescados de que rodeó su
casa de campo”
En Eliano, XII, 30 podemos ver en qué lugares existían estos viveros:”Peces
mansos, dóciles a la llamada y que aceptan complacidos alimento, se
encuentran en muchos lugares, por ejemplo, en Epiro, en la ciudad *** llamada
antiguamente Estefanópolis; en el templo de la Fortuna, en las cisternas que
bordean la subida; también en Heloro de Sicilia, que fue antaño fortaleza
siracusana, y en el templo de Zeus de Labranda ", en la fuente de agua
cristalina. Tienen collares de oro y
pendientes, también de oro. Dista el templo de Zeus de Labranda de la
ciudad de Milasa setenta estadios. […]También en Quíos, en el llamado .Puerto
de los Ancianos hay multitud de peces mansos, a los cuales alimentan los
ciudadanos para divertir la ancianidad de los más viejos. Y en el territorio
comprendido entre los ríos Eufrates y Tigris se dice que hay una fuente
transparente hasta el fondo y que de ella brota agua muy cristalina, que se convierte
luego en el río Aborras. Y allí, bandadas de peces mansos brincan.”
Muchas veces,
su amor a los pescados les llevaba a cometer excentricidades como podemos leer en las fuentes, que nos hablan de
anguilas con collares y aros. Plinio, XXXII 16, 138 nos cuenta una curiosidad
sobre un criadero de anguilas:” En la
fuente de Júpiter Labraindo, las anguilas llevan pendientes” por ser peces
criados en cautividad. Al respecto Eliano, XII, 30 nos afirma que “en el templo de Zeus que alza en Labranda,
viven en una fuente clara unos peces que llevan collares de oro y aros de ese
metal”
Plinio, IX. 172: "En la misma casa de campo, Antonia, esposa
de Druso, puso pendientes a una morena,
a la que amaba mucho; su fama atrajo
a muchos visitantes al lugar”
En el mismo epígrafe Plinio nos
cuenta los llantos de Hortensio ante el cuerpo sin vida de su morena: “En Baulos, en el territorio de Bayas, el
orador Hortensio tenía un estanque en el
que había una morena a la que llegó a
estar tan unido que, al enterarse de su muerte, la lloró”
Algo parecido
nos narra Macrobio III, 15 en el caso de
Craso, antiguo censor que “cuando se le
murió la morena en el estanque de su mansión, vistió riguroso luto y la lloró como a una hija”
Dión
Casio,
LIV, 23 nos informa
sobre la crueldad de Vedio Polión que “crió
en cisternas algunas lampreas a las que
acostumbró a comer carne humana y a ellas les arrojaba esclavos que mandaba
matar. En cierta ocasión en que había invitado a comer a Augusto, el
escanciador rompió una de las copas de cristal y él ordenó que lo arrojaran a
las lampreas sin el mínimo respeto por su invitado”
La misma historia nos la cuenta
Séneca. De Clementia. 1.18: “Laudable es mandar
con moderación a los esclavos, y no debes pensar hasta qué punto puedas
hacerles sufrir con impunidad, […] porque todo hombre tiene la misma naturaleza
que tú. ¿A quién no había de ser más odioso
Vedio Polión que a sus mismos esclavos, cuando engordaba sus lampreas con
sangre humana y hacía arrojar á los que le ofendían en un vivero lleno de
verdaderas serpientes? ¡Hombre digno de mil muertes, ora reservase para su
mesa las lampreas á que arrojaba sus esclavos para que les devorasen, ora no
las tuviese sino para alimentarlas de esta manera!”. Y en su obra, De ira, III, 40: “no seas tú persona de tal manera
importante, que puedas imponer tu autoridad, como hizo el divino Augusto la
noche en que cenaba en casa de Vedio Polión. Rompió un esclavo un vaso de
cristal; Vedio mandó que le cogiesen y le diesen una muerte poco común en verdad;
quería que lo arrojasen a las enormes lampreas que llenaban su vivero. ¿Quién
no hubiese creído que las alimentaba por lujo? era por crueldad. El esclavo se
escapó, se refugió a los pies de César y pidió por toda gracia morir de otra
muerte y no convertirse en pasto de peces. César se conmovió ante aquella cruel
novedad, y mandó dar libertad al esclavo, romper ante sus ojos toda la
cristalería y rellenar el vivero. De esta manera debía César castigar a su
amigo; esto era usar bien de su autoridad. ¿Mandas sacar hombres del convite
para desgarrarlos con nuevo género de tormentos? ¿Quieres por una copa rota
dislacerar las entrañas de un hombre? ¿En tanto te estimas que impones pena de
muerte delante de César?”
Para terminar comentar que el
famoso pueblo de Viver que cuenta con Hermes y sus sueños como uno
de sus más destacados ciudadanos tiene su origen en el término VIVARIUM por la gran cantidad de peces
que lo caracterizaba, como atestigua su escudo, e incluso, se habla de la existencia de alguna factoría de Garum.
Realmente nuestro divino dios no podía
haber escogido un lugar mejor para albergar su morada.
Plurimam salutem!!!
*Imágenes propias, excepto la del escudo de Viver, extraida de este
enlace.