domingo, 22 de mayo de 2016

CONVIVIVM NUPTIALE II

Como comentamos en la anterior entrada dedicada a los platos servidos en un banquete nupcial, no existía boda en la que no se sirviera la tarta nupcial de vino dulce o mosto, anís y queso que se cocía y servía con unas hojas de laurel. Para su elaboración se utilizaba harina de trigo, pues el trigo era símbolo de fertilidad y prosperidad. 



Este pastel se ofrecía a los invitados antes de retirarse a sus hogares, después del banquete nupcial Juvenal, Sátira, VI 202: “Si no has de querer a ésta con la que ahora te has prometido, y te has juntado a ella con documentos legítimos, no veo por qué te casas. Como no veo tampoco el motivo por el que has de malgastar la cena y los pasteles que se ofrecen, al final del banquete, a los convidados ahítos.


También Ateneo, IV, 131 a y ss habla de la importancia de los vinos y la música en el banquete nupcial: “Anaxándrides, en Protesilao, ridiculizando el banquete de bodas de Ifícrates, cuando se casó con la hija de Cotis el rey de Tracia, dice: se extendieron por el Ágora cobertores purpúreos hasta el norte. Los que cenaron eran unos comemantecas, unos pelosucios en número infinito. Las calderas eran de bronce, mayores que bodegas con capacidad para doce lechos, y el propio Cotis se puso el delantal, sirvió el caldo en congios de oro, y probando de las crateras, se emborrachó antes de que los invitados bebieran. Tocó la flauta para ellos Antigenidas, Argas cantó y ciñó la cítara Cefisódoto de Acarnas”.
  

Otro momento importante de las bodas era el segundo banquete, REPOTIA del que nos habla Horacio, Sat. II.2.60 y que era ofrecido por el marido:  Entre vida sórdida y vida frugal habrá una distancia, a juicio de Ofelo. Pues en vano habrás evitado aquel vicio si errando el camino incurres en otro. Avidieno, que lleva pegado el mote de Can, ganado con toda justicia, come olivas de cinco años y bayas de cornejo silvestre; y no se aviene a servir un vino a no ser que este estropeado; y un aceite cuyo olor no se puede aguantar es el que, aunque, vestido de blanco, celebre una tornaboda (repotia), un cumpleaños u otros días de fiesta, lo echa el mismo gota a gota a las coles, de un cuerno de dos libras, y sin ahorrar anejo vinagre”

No es de extrañar que se regulara el excesivo gasto en los banquetes nupciales, como bien pudimos leer en la entrada anterior.

Para terminar esta entrada sobre el banquete nupcial, dediquemos unas líneas a la tarta matrimonial, MVSTACEVM.

La receta original la conocemos gracias a Catón, De Agricultura, CXXI:

RECETA DE MVSTACEVM

"Haz panes de mosto [vino dulce] así. Rocía de vino dulce un modio de harina de trigo candeal: añade anís, comino, dos péndulos de manteca, una libra de queso, y ralla una vara de laurel, y cuando lo hayas amasado, pon debajo hojas de laurel. Entonces se cuece"

POSIBLE ADAPTACIÓN DE LA RECETA


Ingredientes
500 gr. de harina
250 ml. de mosto de uva roja
25 gr. de levadura fresca ó 1 sobre y 1/2  de levadura seca granulada
2 cucharadas de miel
1 cucharadas de sal
2 huevos
50 gr. de mantequilla
Relleno:
150 gr. de miel
3 cucharadas de semillas de anís y comino
200 gr. de queso rallado
Canela en polvo al gusto
Hojas de laurel para presentación



Preparación
Mezclamos el mosto tibio con la levadura, la miel y 3 cucharadas de harina. Lo dejamos reposar tapado en un lugar cálido durante 10 minutos. 
En un bol mezclamos la harina con la sal, los huevos y la mantequilla que tendremos a temperatura ambiente.
Agrega la masa que hemos dejado reposar y  amasa enérgicamente durante 10 minutos sobre la tabla, añadiendo poco a poco más harina hasta obtener una masa lisa y elástica que no se pegue.
Hacemos una bola y la dejamos reposar en el bol tapado con un paño y en un lugar cálido, durante aproximadamente 1 hora, o hasta que la masa haya doblado su volumen.
Pasado este tiempo, amasamos nuevamente para eliminar los gases que se hayan podido formar y estiramos dando forma rectangular. Debe quedar delgada, menos de medio centímetro de grosor.
Añadimos el relleno por toda la superficie. Podemos enrollar  y cortar rollitos de 3 cm. de ancho más o menos. Los colocamos sobre hojas de laurel en la bandeja del horno.
Tapamos con un paño seco y los dejamos reposar en un lugar cálido durante 30 minutos.
Precalentamos el horno a 180º  y horneamos hasta que veamos que están doraditos.
Se sirven sobre las hojas de laurel.

Prosit!!

¡QUÉ VIVAN LOS NOVIOS!

Plurimam salutem!

domingo, 1 de mayo de 2016

CONVIVIVM NVPTIALE I

Un tema interesante no sólo por descubrir el legado en la actualidad sino también por el tema culinario, es saber qué platos se servirían en un BANQUETE NUPCIAL, para ello las fuentes serán nuestras guías.




En esta entrada nos centraremos en la opulencia de este tipo de banquetes como puede ocurrir en la actualidad y en los platos que se solían servir.

Sobre un Convivium Nuptiale podemos leer en Teofrasto, Cartas, III, 13 que se llevaban a cabo grandes festines con parásitos incluidos: “tú mi genio protector, que me has asignado y tocado en suerte, ¡qué malvado eres y cómo me  entristeces,  teniéndome atado a la pobreza! Cuando no hay una invitación, me obligas a comer perifollo y  ascidias o a recoger hierbas y llenar mi estómago bebiendo agua en la fuente Enneacruno. Además, cuando el cuerpo, por encontrarse en su mejor momento de vigor y de juventud, aguanta las afrentas y estaba de una etapa en la que podía sufrir los golpes, el mal trato era algo soportable. Pero ahora, una vez que ya me encuentro en la mitad del camino y que lo que me resta de vida tiende a la vejez ¿cuál será el remedio de mis males? Necesito una soga de Haliarto y me colgaré enfrente del Dipilón, a no ser que la fortuna quiera otorgarme algún favor. Pero si se mantiene en las mismas, no pondré el yugo en mi cuello hasta que disfrute de una mesa bien servida. En breve tendrá lugar la boda, ilustre y que atrae la atención de todos. A ésta yo seré invitado, sin duda alguna, bien para el primer o para el segundo día, pues en las celebraciones nupciales se requieren diversiones y la presencia de parásitos. Sin nosotros no hay fiesta en absoluto y el cortejo sería de cerdos en lugar de seres humanos”

Para que todo fuera perfecto se sucedían las compras en el mercado, así nos lo cuenta Plauto,  Aulularia, acto II. Escena IV,  donde leemos los platos que se servían:

Ántrax: ¿con la hija de quién se casa?

Pitódico: Con la hija de Euclión, nuestro vecino de al lado. Por eso me mandó dejar en su casa la mitad de la compra, a uno de los dos cocineros y a una de las dos flautistas. […]

Ántrax: ¿Y es que este viejo no podía haber hecho la compra para la boda de su hija con su dinero? […]

Ántrax: Ése es un cocinero de feria: cocina cada nueve días.

Pitódico: (a Ántrax) Cállate ya de una vez, coge el más gordo de los dos corderos y entra en nuestra casa.

Escena VII, donde descubrimos los elevados precios del pescado y la carne.

Euclión: Por fin me decidí hoy a hacer el esfuerzo de agasajarme con motivo de la boda de mi hija. Voy al mercado y pregunto el precio del pescado. Me lo dicen: está caro. La carne de cordero cara, la de buey cara, la de ternera, el atún, la de cerdo, todo está caro, y tanto más caro cuanto que yo no tenía ni un céntimo. […] Después mi voluntad se sumó a mi opinión de celebrar la boda de mi hija con el menor gasto posible. […]

Escena VIII,  que nos habla del menú: congrio y murena acompañados de pan.

Ántrax: Dromón quítale las escamas al pescado; tú, Maquerión, quítale el espinazo al congrio y a la murena. Voy a la casa de al lado a pedir prestado el molde para cocer el pan. Tú si eres listo, deja ese gallo mejor desplumado que un bailarín depilado.

ACTO III. Escena II, nos habla que se podían alquilar los servicios de cocineros en el Forum Coquorum.

Congrión: Cállate, hemos venido a guisar para la boda.

Debido al abuso que se hacía en las bodas, como bien leemos en Catulo, 62, 3:“Vespero está aquí, jóvenes, levantaos. Vespero, con dificultad, al fin alza del Olimpo sus luces largo tiempo esperadas. Hora es de levantarse ya, de dejar ya las mesas abundantes. Ya llegara la novia, ya se cantara el Himeneo. !Oh, Himen Himeneo!!Oh, preséntate, Himen Himeneo!  fue necesario legislar y limitar estos gastos, así nos los comenta Aulo Gelio. Noc. Att. 2, 24, 7 y 14: “Luego fue votada la ley Licina, la cual, permitiendo gastar en ciertos días cien ases, como la Fania, concedió doscientos para las bodas. […] Durante el imperio de César Augusto, llegó al pueblo, la última, la ley Julia, por la cual se fijaban doscientos sestercios para los días festivos; para las calendas, los idus, las nonas y ciertas otras fiestas, trescientos; para las bodas y tornabodas, mil

Sobre la misma idea de los elevados costes se centra Juvenal, Sátira, 6, 200: “Si no estás dispuesto a amar a la mujer prometida y unida a ti por un contrato legal, no hay motivo para que tires el dinero en la cena y los pasteles que hay que darles a los invitados ya indigestos al final de la ceremonia ni el regalo de la noche de bodas, cuando en la rica deja brillan Dádico y Germánico grabados en oro”.

El día de la boda se comenzaba con el sacrificio de un cerdo, Varrón, D. R, II, 4:
Al comienzo de una boda los antiguos reyes y personalidades de Etruria inmolaban un cerdo, antes de la unión nupcial. También los primitivos latinos y los griegos en Italia lo hacían. También nuestras mujeres, mayormente las nodrizas, llaman “porcum” a la naturaleza femenina de las doncellas y las griegas “choeron” significando señal de nupcias”.

Para continuar con un banquete en el que se servían un gran número de platos.

Son varios los ejemplos de convivia que nos han llegado de la antigüedad, por ejemplo en Ateneo, IV, 128a-130d podemos leer el menú de las nupcias de Cárano:

“En Macedonia, cuando Cárano celebró sus bodas los invitados fueron veinte. En cuanto se recostaron a la mesa, se les entregaron  como regalo sendas copas de plata. Además, previamente los coronaron a todos, antes de entrar, con una tiara de oro. Una vez que vaciaron sus copas, les dieron en sendas fuentes de bronce un pan del mismo ancho, así como aves y patos, además de palomas torcaces, un ganso y otra gran cantidad de manjares de este tipo en un montón.  Se pasaban para comer otras muchas viandas y, tras ellas, una segunda fuente de plata con un nuevo pan, así como gansos, liebres, cabritos, otros panes especialmente preparados, pichones, tórtolas, perdices y gran cantidad del resto de las volátiles.  […] cuando ya nosotros estábamos agradablemente alejados de la sobriedad, irrumpieron unas flautistas, cantantes y tañedoras de sambuca rodias, a mí me pareció que desnudas, pero algunos decían que llevaban túnicas; También se presentaron otras jóvenes portando cada una dos frascos de perfume, uno de plata y otro de oro, que nos entregaron a cada uno. A continuación se trajo una fuente de plata con baño de oro con una masa de cerdo asado y muy grande, que estaba puesto de espaldas, mostrando por arriba el estómago, relleno de todo tipo de cosas buenas. En su interior había, asados al mismo tiempo, zorzales, patos, papafigos, yemas de huevo vertidas encima, ostras y vieras. Tras ello, después que bebimos, tomamos cada uno un cabrito hirviendo, con una fuente del mismo estilo y cucharas de oro.  […] cuando nos despedimos de los danzarines y acróbatas, nos recibió de nuevo una bebida caliente sin mezcla, habiendo a nuestra disposición vinos de Tasos, Mende y Lesbos, y nos trajeron sendas copas de oro, muy grandes. Y tras la bebida, una fuente de vidrio, colocada en un recipiente de plata, llena de toda clase de pescados asados reunidos y nos ofrecieron una panera de plata con panes de Capadocia, de los que comimos una parte y entregamos la mitad a los esclavos. De nuevo nos lavamos las manos y nos ofrecieron coronas y perfumes. [Tras un brindis] entró un coro de cien hombres que cantaban armoniosamente un himno de bodas. […] Nos sirvieron a cada uno, en fuentes cuadradas con filetes de oro, auténticos jabalíes de Erimanto, atravesados con venablos de plata. […] por último se trajeron las mesas de postres, y se ofrecieron a todos golosinas en cestas trenzadas de marfil, pasteles de cada variedad: de Creta, de los de tu tierra de Samos y de Atenas. Después de eso nos levantamos y nos pusimos a despedirnos, sobrios ¡por los dioses!, en nuestro temor por las riquezas que nos llevábamos”


Otro ejemplo muy interesante lo encontramos en Ausonio, Cento Nuptialis, XIX en el que los platos fuertes fueron aves, peces, cabritos, corderos, ciervos y corzos procedentes de la caza, vino y exquisitos frutos:

 “El día ansiado había llegado / y al digno himeneo /  madres y hombres, / jóvenes a los ojos de sus padres /  vienen y se tiende sobre lecho de púrpura. / Dan los criados agua a las manos / y cargan en cestos los dones de la amasada Ceres  / y de caza suculenta las asadas entrañas traen. / Gran cantidad de platos: la raza de las aves y animales domésticos, / y cabras gregarias no faltan allí, / ni ovejas ni cabritos topadores, / ni la raza  acuática, / corzos ni ciervos huidizos. Ante los ojos y  en las manos hay / frutas maduras. Cuando el hambre está calmada y el deseo de comer satisfecho, /  se colocan grandes crateras / y ofrecen vino de Baco. Cantan sacras canciones, / aplauden a los coros de danzantes y recitan poemas. Y el sacerdote tracio, de largo vestido,  hace hablar los siete intervalos de las notas con ritmos. / Desde otro lugar / la flauta ofrece su canto de doble agujero/ Un descanso común para todas las fatigas / y juntos de las solitarias  mesas se levantan, / por los alegres alrededores numerosos pasean y se cruzan a su vez / el pueblo y los senadores, las matronas, los niños, / y llenan de voz los amplios  atrios: cuelgan lámparas de los techos dorados. /

No podría faltar la pequeña torta nupcial, llamada MVSTACEVM de la que hablaremos en la próxima entrada, ¡no os la podéis perder!


Plurimam salutem!