Una pregunta frecuente es si los romanos conocían los cítricos. Sabemos por las fuentes clásicas que consumían el Citrum, de la familia de las auranciáceas y cuyo fruto es la cidra.
Sobre ella vamos a encontrar bastantes citas en autores como Teofrasto, Virgilio, Paladio, Dioscórides,…
Veamos qué nos cuentan
sobre este árbol.
Sobre su nombre nos llegan varias denominaciones, según Dioscórides,
1.115.5b y Virgilio, 126-135: “Las llamadas ‘manzanas de Media’ o ‘manzanas pérsicas’ o kedrómēla, en latín citria”
También Teofrasto,
VI, 4, 3 dice: “Y, en general, parece que
las regiones orientadas al Este y al Mediodía producen plantas peculiares, al
igual que animales determinados; por ejemplo, Media y Persia tienen, además de otros muchos árboles, lo que se llama
«manzana médica» o «persa”.
Es curioso que,
aunque la cidra tuvo su procedencia en la India, recibió el nombre de “pérsica” por llegar de la mano de
Alejandro Magno.
Ateneo III, 83 c y
ss nos comenta otra denominación para esta fruta:
“En el libro Sobre Libia, refiriéndose a la cidra se le denominaba “Manzana de Hesperia” en Libia que fue donde Heracles llevó a la Hélade las que por su aspecto recibieron el nombre de “manzanas de oro”
“En el libro Sobre Libia, refiriéndose a la cidra se le denominaba “Manzana de Hesperia” en Libia que fue donde Heracles llevó a la Hélade las que por su aspecto recibieron el nombre de “manzanas de oro”
“Yo, movido, compañeros,
por estos datos que menciona Teofrasto sobre el color, sobre el olor, sobre las
hojas, estoy convencido de que se habla del citrus. Y que ninguno de vosotros
se asombre si dice que no se come, pues incluso hasta los tiempos de nuestros
abuelos nadie lo comía, sino que, como un preciado bien, se guardaba en las arcas
con la ropa.
Que efectivamente este
fruto llego a los helenos desde aquellas regiones de tierra adentro se puede
encontrar dicho también en los autores de comedias, quienes, cuando hablan
sobre su tamaño, dejan claro que se están refiriendo a la cidra. Así Antifanes,
en El beodo [PCG II, fr. 59]:
A— Y además es una idiotez
hablarles de comida, como a unos insaciables. Pero coge estas manzanas, muchachita.
B— Muy hermosas.
A— Sí que son hermosas, que
esta semilla acaba de llegar [!oh dioses!, a Atenas de los territorios del Gran
Rey.
B— ¡Por La que trae la luz!
Creía que ibas a decir que estas son las manzanas de oro de las Hespérides. Como
solo son tres...
A— ≪Escaso lo bueno en todas
partes, y apreciado≫.
Erifo, en Melibea, pone por
delante estos mismos yambos de Antifanes como si fuesen propios, y añade [PCG V,
fr. 2]:
B— ¡Por Artemis! Creía que
ibas a decir que estas son las manzanas de oro de las Hespérides. Como solo son
tres...
A— ‘Escaso lo bueno en
todas partes, y apreciado \
B— Te doy por ellas un óbolo
como mucho; voy a contarlo.
A— Y estas son granadas.
B— ¡Que buenas!
A — Dicen que este fue el solo y único árbol
que planto Afrodita en Chipre.
B— ¡Venerada Berbeya! .Y entonces
¿trajiste también estas tres?
A— Es que no tenía más. Si
alguien tiene que objetar a estos versos que no se refieren a lo que ahora se
llama citrus, que ofrezca testimonios más claros. Con todo, Fenias de Ereso nos
da la idea de que quizás se habla del fruto del enebro, pues en el libro quinto
Sobre las plantas dice que también el enebro tiene espinas alrededor de las hojas.
Pero que eso mismo es
igualmente cierto respecto al citrus está claro para todos"
Dioscórides, 1.115.5b
la describe de la siguiente manera “es una planta que produce fruto durante todo el año sin interrupción, y su fruto es alargado, rugoso, dorado por su color, oloroso con intensidad, provisto de una simiente parecida a la de la pera”
Completa la
información Teofrasto, VI, 4, 3:
“Este árbol tiene la hoja semejante o casi igual a la del madroño oriental, pero tiene espinas como el peral o el espino de fuego, son lisas, muy agudas y fuertes. La manzana no es comestible, pero huele muy bien”
“Este árbol tiene la hoja semejante o casi igual a la del madroño oriental, pero tiene espinas como el peral o el espino de fuego, son lisas, muy agudas y fuertes. La manzana no es comestible, pero huele muy bien”
Para saber sobre su
cultivo Teofrasto, VI, 4, 3
nos dice que:
“Sacada la semilla del fruto, se siembra en la primavera en pegujal cuidadosamente preparado y, luego, se riega cada cuatro o cinco días. Cuando ha crecido vigorosamente, se trasplanta, en primavera también, a un lugar blando, bien regado y en el que la tierra no sea demasiado ligera, porque este árbol gusta de estos lugares. Produce sus cidras en todas las estaciones, porque, cuando ya se han cogido unas, otras están en flor y otras están madurando”
“Sacada la semilla del fruto, se siembra en la primavera en pegujal cuidadosamente preparado y, luego, se riega cada cuatro o cinco días. Cuando ha crecido vigorosamente, se trasplanta, en primavera también, a un lugar blando, bien regado y en el que la tierra no sea demasiado ligera, porque este árbol gusta de estos lugares. Produce sus cidras en todas las estaciones, porque, cuando ya se han cogido unas, otras están en flor y otras están madurando”
Paladio, IV, 10
enumera sus cuidados: “En el mes de marzo se planta el cidro de
muchas formas: con semilla, rama, esqueje y estaca. Quiere tierra bastante ligera, clima cálido y riego continuo. Si se
quiere sembrar con simiente, se procederá así: se cavará la tierra a dos pies,
se añadirá ceniza y se harán unos bancales reducidos de forma que el agua
discurra canalizada por ambos lados. En estos bancales se abrirá con las manos
un hoyo de un palmo, se pondrán tres semillas juntas con la punta dirigida
hacia abajo y, una vez enterradas, se regarán a diario. Saldrán antes si se aprovecha la ventaja del agua tibia. Se
escardará continuamente la hierba que está junto a los brotes nuevos. Puede trasplantarse de aquí la planta a
los tres años.
Si se quiere plantar una rama, no se deberá hundir a más de pie y
medio para evitar que se pudra. Es más cómodo plantar una estaca que sea del
grosor de un puño y de un codo de largo, alisándola por los dos extremos y
cortándole las nudosidades y protuberancias, pero dejando intactas las yemas de
la punta, merced a las cuales aumenta la perspectiva de futuros brotes. Los más cuidadosos incluso untan la
extremidad superior por ambas partes en estiércol de buey, o bien la tapan con
algas marinas, o recubren las puntas de los dos lados con un mortero de arcilla
y la plantan de tal guisa en un suelo cavado.
El esqueje puede ser más delgado y más corto. Éste se planta igual
que la estaca; pero la estaca sobresale dos palmos, el esqueje se entierra
entero. En cuanto a espacio, no precisa
grandes distancias. No debe unirse a otros árboles. En
lugares calurosos -pero regados- y marítimos donde fluya el agua se encuentra
muy satisfactoriamente. Pero si alguien trastorna su naturaleza para
aclimatarlo en un medio frío, que ponga el árbol en cuestión en un paraje
resguardado, bien sea por muros, o bien orientado al Sur, y que lo recubra
tapándolo con follaje durante los meses invernales y, cuando resplandezca el
verano, que vuelva a poner al aire el árbol desnudo y sin problemas. Tanto la estaca como el esqueje se plantan
también durante el otoño en zonas muy calurosas; en las que son muy frías,
plantándolos entre julio y agosto, y estimulándolos con riegos diarios; yo,
personalmente, logré que dieran fruto y que se desarrollaran mucho.
Hay la creencia de que
favorece al cidro sembrar en las inmediaciones calabazas cuyos tallos quemados
aportan ceniza útil a los cidros. Les van bien las cavas frecuentes y,
gracias a eso, los frutos resultan mayores. Rarísima vez debe podarse salvo lo
que está marchito”
También Plinio, XII, 17 habla de él: "El árbol de limón, llamado el asirio, y por algunos como el
de manzana media, es un antídoto contra
venenos. La hoja es similar a la del arbusto, excepto que tiene
pequeñas espinas que se ejecutan a través de ella. En cuanto a la
fruta, que nunca se come, pero es
notable por su potente aroma, que es el caso, también, está en las hojas; de
hecho, el olor es tan fuerte, que
penetra la ropa, una vez que son impregnadas con ella, y por lo tanto es
muy útil para repeler los ataques de
insectos nocivos. El árbol da frutos en todas las estaciones del año;….. Varios
países han intentado cultivar este árbol entre ellos, por sus propiedades
médicas, mediante la plantación en macetas de arcilla, con agujeros perforados
en ellos, con el fin de introducir aire a las raíces; y me gustaría comentar
que el mejor plan es encestar las hojas. Se sabe que este árbol no crecerá
en ninguna parte, excepto en Media o de Persia. Precisamente las pepitas,
como ya hemos mencionado, los partos empleaban para sazonar sus guisos, por
la dulzura de su aroma. No encontramos ningún otro árbol tan mencionado de
los que se producen en Media”
Sobre sus semillas Teofrasto, I, 11,
4 indica que “Las semillas difieren
también en que unas están apiñadas, y otras separadas y dispuestas en hileras, como las de la calabaza; calabaza
vinatera y las de algunos árboles
como el cidro”
Sobre sus flores, Teofrasto, I, 13,
4:
“Se dice que las flores del cidro que tienen una forma de huso de rueca en el centro son fértiles, pero las que no lo tienen son estériles”
“Se dice que las flores del cidro que tienen una forma de huso de rueca en el centro son fértiles, pero las que no lo tienen son estériles”
Paladio, IV, 10 nos
explica que puede
ser injertado:
“Se injerta en el mes de abril en lugares calurosos, en mayo en los fríos; no en la corteza, sino en una hendedura del tronco cerca de las mismas raíces. Se injerta con el peral, según algunos, y con el moral; pero, de todas formas, las púas a injertar deben protegerse por encima con una cesta o con un recipiente de barro. Sostiene Marcial que este árbol entre los asirios nunca carece de frutos, cuestión que yo mismo comprobé en Cerdeña, en territorio napolitano, en mis propiedades, donde la zona y el aire son templados y el agua abundante: los frutos se iban sucediendo siempre, unos tras otros escalonadamente, dado que los verdes sustituían a los maduros y los que estaban en flor alcanzaban el estadio de los verdes, cerrando la naturaleza una especie de ciclo de fertilización continua”
“Se injerta en el mes de abril en lugares calurosos, en mayo en los fríos; no en la corteza, sino en una hendedura del tronco cerca de las mismas raíces. Se injerta con el peral, según algunos, y con el moral; pero, de todas formas, las púas a injertar deben protegerse por encima con una cesta o con un recipiente de barro. Sostiene Marcial que este árbol entre los asirios nunca carece de frutos, cuestión que yo mismo comprobé en Cerdeña, en territorio napolitano, en mis propiedades, donde la zona y el aire son templados y el agua abundante: los frutos se iban sucediendo siempre, unos tras otros escalonadamente, dado que los verdes sustituían a los maduros y los que estaban en flor alcanzaban el estadio de los verdes, cerrando la naturaleza una especie de ciclo de fertilización continua”
Paladio, en el
capítulo XV, 109 amplía la información del injerto del cidro:
“También las ramas del cidro toleran los retoños prestados que nutre bajo su corteza espesa el moral, y por alimentar unos frutos que rezuman finísimo néctar transforman las típicas puntas que arman al peral”
“También las ramas del cidro toleran los retoños prestados que nutre bajo su corteza espesa el moral, y por alimentar unos frutos que rezuman finísimo néctar transforman las típicas puntas que arman al peral”
Paladio, VIII, 3: “En esta época en suelo
húmedo, en zonas frías, recuerdo haber plantado y ayudado con riegos
diarios un vástago de cidro que en desarrollo y productividad alcanzó la
fertilidad prevista. En sitios fríos
puede en este tiempo injertarse el cidro y, ya a mediados de mes, cavar alrededor
del tronco de la palmera”
USO MÉDICO
Dioscórides, 1.115.5b
nos cuenta que “bebidas empapadas en vino tienen virtud de actuar eficazmente contra el efecto de los venenos mortales y de soltar el vientre. Su decocción y su jugo son enjuagatorios con vistas al buen olor de boca. Las comen sobre todo las mujeres para saciar el antojo de las embarazadas. Parece que colocadas sobre los vestidos en el interior de las arcas los conservan sin ser comidos por las polillas”
Teofrasto, VI, 4,
3 también comenta sus beneficios: “si se coloca entre
los vestidos, los preserva de la polilla. Es un buen antídoto contra el veneno
(mortífero bebido, porque administrada con vino revuelve el estómago y expulsa el
veneno), también para dar buen olor al aliento, porque, si se hierve la parte
inferior del fruto en una salsa o se exprime en cualquier otro medio y se
introduce en la boca, hace que el aliento sea agradable.
Ateneo
III, 83 c y ss nos cuenta cómo se descubrió que era un antídoto contra el
veneno de los animales: “Sé a ciencia cierta que el citrus, tomado
antes de cualquier alimento, tanto sólido como líquido, es un antídoto para
todo tipo de veneno, pues lo supe de un conciudadano mío al que se le confió el
gobierno de Egipto. Este condenó a unos individuos a ser pasto de las fieras,
tras ser hallados culpables, y debían ser arrojados a unos animales
hambrientos.
Cuando entraban en el
teatro designado para el castigo de los ladrones, en la calle una tabernera les
dio por lástima el citrus que tenía en las manos y estaba comiendo, y ellos lo
cogieron y se lo comieron. No mucho después, fueron arrojados a unos animales
monstruosos y ferocísimos, los áspides, y aunque recibieron sus mordeduras, no
les ocurrió nada. La perplejidad se
apoderó del magistrado. Finalmente, preguntó al soldado que los vigilaba si habían
comido o bebido algo, y al saber que les habían dado el citrus exactamente de
la misma manera, ordeno que al día siguiente se le diera otra vez algo de citrus
a uno de ellos, pero no al otro. Y al que lo comió no le ocurrió nada al
recibir las mordeduras, pero el otro, en cambio, murió tan pronto como fue
mordido. Y así, confirmado el mismo efecto de muchas maneras, se descubrió que
el citrus es un antídoto de todo tipo de veneno. Si se cuece en miel del Ática
un citrus entero tal cual, al natural, con la semilla, se disuelve en la miel, y
quien toma por la mañana dos o tres dedos de este preparado no sufrirá daño
alguno por el veneno. Si alguien desconfía de estos datos, que se informe también
en Teopompo de Quíos, un hombre amante de la verdad y que se ha gastado mucho
dinero en la investigación rigurosa sobre la historia. En efecto, este autor, en el libro
treinta y ocho de sus Historias, al tratar sobre Clearco el tirano de Heraclea,
en Ponto, cuenta que este se quitó violentamente de en medio a muchas personas,
y que a la mayor parte les daba a beber acónito. ≪Así es que —dice— una vez
que todo el mundo tuvo conocimiento de este brindis de veneno, ninguno salía de
su casa sin antes comer ruda. En efecto, quienes la comen previamente no sufren
daño alguno al beber el acónito, que, según dicen, recibió este nombre porque
crece en un lugar llamado Aconas, que está cerca de Heraclea≫”.
Cuando Demócrito relato
esto, se asombró la mayoría del efecto del citrus, y lo devoraron como si antes
no hubiesen comido ni bebido nada. Panfilo, en sus Glosas, dice que los romanos
lo llaman citrus”
Resumiendo podemos decir que sus efectos terapéuticos son: antídotos generales, contra los antojos del embarazo, laxante, para el buen aliento, contra la polilla. Bebido con vino o enjuagues.
USO CULINARIO
Sobre su uso en la cocina encontramos varias recetas. En Apicio, III, V nos dice que se puede servir con: “Séseli silvestre, laserpicio, menta seca, vinagre y garum”
Apicio, IV, III, 5 nos da la receta de un dulce de cidras:
“Poner en una cacerola aceite, garum, caldo, puerro bulboso, coliandro triturado muy fino, la paletilla del cerdo cocida y pequeñas salchichas troceadas. Durante su cocción, picar pimienta, comino, coliandro fresco o en grano, ruda fresca, raíz de benjuí, mojar con vinagre, defritum, jugo del caldo y aliñar con vinagre. Dejar hervir. Después de su ebullición, echar en la cacerola las cidras limpiadas por dentro y por fuera, cortadas en trozos y cocidas en agua. Envolver con la pasta, ligarlo, espolvorear pimienta y servir”.
En Paladio, XII, 7, 23 leemos su empleo para hacer un vino de rosas: “En esta época, se preparará el vino de rosas sin rosas del modo siguiente: se depositan hojas verdes de cidro en una espuerta de palma metida en un recipiente de mosto que aún no haya fermentado y se cerrará; al cabo de cuarenta días, añadiéndole miel, se usará cuando se quiera, a modo del vino rosado”
Paladio, IV, 10 nos habla sobre su forma de conservación: “Las cidras pueden conservarse en el árbol prácticamente durante todo el año; pero mejor si se meten en algún recipiente. Si se quieren coger y guardar, se deberán arrancar con las hojas de las ramas, en una noche en la que la luna esté oculta y ponerlas escondidas. Hay personas que las meten una a una en recipientes individuales o las recubren de yeso y las guardan en un sitio oscuro. Generalmente se conservan cubiertas en serrín de cedro o con hojas finas o con pajas.”
Además Paladio, IV, 10 nos comenta una curiosidad sobre cómo conseguir su dulzura: “Dicen que se vuelven dulces las pulpas si se ponen a macerar las semillas en agua de hidromiel durante tres días o en leche de oveja que les va bien. Hay algunos que en el mes de febrero hacen un agujero oblicuo al tronco desde debajo de forma que no tenga salida por el otro lado. Con ello dejan pasar la savia, hasta que se formen los frutos. Luego llenan el agujero con barro y, así se aseguran se hace dulce la pulpa”
OTROS USOS
Plinio, XIII, 31 afirma que: "Hay otro árbol también que tiene el mismo nombre de "cítricos", y produce un fruto que a algunas personas en particular les crea aversión por su olor y notable amargura; mientras que, por otro lado, hay algunos que la estiman muy encarecidamente. Este árbol se utiliza como un adorno para casas"
Como hemos podido ver se trata de un árbol muy mencionado en el mundo romano pese a encontrar pocas recetas dedicadas a él.
Plurimam salutem!