Dioscórides en su libro sobre las plantas V, 6 describe los usos médicos del vino según su tipología y procedencia:
" De los vinos (oínoi)
Vinos; unos son viejos, dañinos para los nervios y para los demás órganos sensoriales, si bien son más agradables al gusto; por ello no son aconsejables en el caso de los que tienen débil alguna parte de su cuerpo. No obstante, en el caso de su utilización en estado de salud, un poco y aguado, se toma sin experimentar por ello daño alguno.
El vino nuevo es flatulento, indigesto, provocador de malos sueños, diurético. El vino de edad mediana ha escapado a las desventajas de los otros dos, por lo que se ha de elegir en los casos de empleo tanto en estado de salud como en la enfermedad.
{2} Además el blanco es sutil, se asimila bien y sienta bien al estómago. El negro es grueso y difícil de digerir y provoca embriaguez y aumento de carnes. El rojizo, al ser intermedio, tiene virtud intermedia con relación a cada uno de los otros. No obstante, debe elegirse el blanco tanto en caso de salud como de enfermedad.
También difieren en calidad: el vino dulce es de componente grueso y de difícil transpiración, inflativo del estómago, perturbador del vientre y del intestino, como también el mosto, aunque embriaga menos y es apto para la vejiga y los riñones.
{3} El vino seco es más diurético, produce dolores de cabeza y embriaguez. El astringente es el mejor para la asimilación de los alimentos, y asienta el vientre y los demás flujos. El suave afecta menos a los nervios y es menos diurético. El mezclado con agua marina sienta mal al estómago, produce sed, es dañino para los nervios, laxante del vientre e inadecuado para quienes convalecen de una enfermedad.
{4} El vino dulce que se hace de uva secada al sol, o tostada en los sarmientos y luego exprimida, se llama ‘crético’ (Krētikós) o ‘sin pisar’ (prótropos) o ‘pramnio’ (Prámneios) o ‘cocido’ (síraios), por obtenerse a base de mosto cocido, o se llama ‘cocción’ hépsēma.
El negro, llamado melampsíthios, es grueso y muy alimenticio, mientras que el blanco es más delgado y el de color intermedio tiene también la virtud intermedia. Cualquiera de ellos es astringente, hace recuperar el pulso, es eficaz contra todos aquellos venenos mortales que aniquilan por ulceración, si se bebe mezclado con aceite y luego se vomita; también para el envenenamiento por meconio, por pharikón, por veneno de flechas, cicuta y la leche coagulada; también lo es para la vejiga y para los riñones afectados de mordicación y úlceras. {5} Pero son los más flatulentos y sientan mal al estómago. El melampsíthios, particularmente, es apropiado para los flujos del vientre.
El blanco es más molificativo del vientre que los demás. El que contiene yeso es dañino para los nervios, produce pesadez de cabeza, es ardiente, inadecuado para la vejiga, pero es más apto que los demás contra los venenos mortales. Los que contienen pez o resina de pino son caloríferos y digestivos, pero inapropiados con eméticos. Los llamados ‘sin añadidos’ (aparákhytoi), pero tienen mezcla de ‘cocción’ (hépsēma), provocan plétora, son embriagadores, flatulentos, dificultan la transpiración y sientan mal al estómago.
{6} El que parece ser el primer vino de los de Italia, el llamado ‘falerno’ (Phalerînos), cuando se ha hecho añejo es de muy fácil digestión, hace recuperar el pulso, retiene el vientre y es estomacal, pero inadecuado para la vejiga, debilitador de la vista, y no conveniente beberlo en abundancia.
El ‘albano’ (Albanós) es de componente más grueso que el falerno, es bien dulce, provoca inflación de estómago, no colabora igualmente a la digestión, es menos nocivo para los nervios. Cuando se hace añejo, también éste se vuelve seco.
{7} El ‘de Cécubo’(Kaíkoubos), que es dulce, es de componente más grueso que el albano, genera carnes y buen color, es inadecuado para la digestión.
El ‘de Surrento’ (Syrentînos) es bastante seco, por lo que sujeta el flujo de los intestinos y del estómago y afecta menos a la cabeza, disuelve los humores. Cuando se hace añejo, se vuelve más estomacal y más suave.
El ‘de Hatria’ (Adrianós) y el ‘mamertino’ (Mamertînos), de origen siciliano, son por igual gruesos, moderadamente astringentes, se vuelven añejos más rápidamente y afectan menos los nervios por su propia ligereza.
{8} El ‘de Pretuttio’ (Praitytianós), también él transportado de los terrenos del Adriático, es oloroso, más delicado, por lo que se bebe en abundancia sin notarse, y conserva la ebriedad durante bastante tiempo [y el sopor].
El llamado ‘de Istro’(Istrikós) se parece al ‘de Pretuttio’, aunque es más diurético.
El ‘de Quíos’ (Khîos) es más flojo que los precedentes, agradable de beber, alimenticio, embriagador en menor grado, retenedor de fluxiones, es útil para remedios de los ojos.
{9} El ‘lesbio’ (Lésbios) se asimila bien, es más ligero que el de Quíos y sienta bien al vientre. Posee la misma virtud que el que se origina en Éfeso y se llama Phygelitēs.
El de Asia menor, procedente del monte Tmolo, llamado mesōgítēs, es provocador de dolores de cabeza y dañino para los nervios.
El ‘de Cos’ y ‘de Clazomene’, por tener abundante componente de agua de mar, se estropean fácilmente y son flatulentos, perturbadores del vientre y dañan los nervios.
{10} Virtud común del vino en general.
En general, todo vino puro y sin mezcla, de naturaleza seca, es calorífico, fácil de asimilar, estomacal, estimulante del apetito, alimenticio, somnífero, fortificante, causante de buen color. Bebido en bastante cantidad, auxilia a los que tomaron cicuta o cilantro, o ajonjera, o pharikón, o meconio, o litargirio, o tejo, o acónito, u hongos. También contra las mordeduras de serpientes y picaduras de todo animal que por picar o morder aniquile por enfriamiento o revuelva el estómago. Es eficaz también contra la flatulencia crónica, la mordicación del hipocondrio, la dilatación y relajación del estómago, la fluxión de los intestinos y del vientre. Y sobre todo, los vinos blancos son adecuados para los que sudan copiosamente y traspiran.
{11} No obstante, los añejos y dulces son más apropiados para las dolencias que afectan a la vejiga y a los riñones, y se aplican con torundas de lana engrasadas en heridas recientes e inflamaciones; se administran también con provecho en forma de loción contra úlceras malignas, cancerosas y supurantes. Para el uso en estado de salud, son adecuados los que no tienen agua de mar, los secos y los blancos. De entre éstos se consideran mejores los itálicos, como el falerno, el ‘de Surrento’, el ‘de Cécubo’, el del año, y otros muchos procedentes de la Campania; también el ‘de Pretuttio’, ‘de Hatria’, el siciliano llamado ‘mamertino’; de los vinos griegos, el de Quíos,
el lesbio, el Phygelitēs, que se origina en Éfeso.
{12} Los vinos gruesos y negros sientan mal al estómago, son flatulentos y generan carnes, mientras que los finos y secos son estomacales, menos generadores de carnes; son más diuréticos y provocan dolor de cabeza los muy añejos y blancos. Bebidos en gran cantidad afectan a los nervios. Los medianos en edad, como a partir de siete años, son los mejores para la bebida. La cantidad delimítese según la edad, la estación del año, la costumbre y la cualidad del vino. El no tener sed y el remojar moderadamente la comida es el mejor precepto.
{13} Toda embriaguez y particularmente la continuada es dañina, pues los nervios, sitiados día a día, van cediendo, y la excesiva bebida diaria provoca las primeras fases de afecciones agudas. Pero beber vino con moderación algunos días y sobre todo, después de haber bebido agua durante algún tiempo, es beneficioso, ya que cambia el estado constitucional haciéndo evacuar secreciones perceptibles e invisibles que circulan por los poros. Es menester, sin embargo, beber agua después de una exceso de vino, pues procura un modo de curación por la combinación de sustancias.
{14} El vino de uvas agraces llamado omphakítēs se prepara particularmente en Lesbos: cuando no está del todo madura la uva y todavía está en agraz, se pone a secar al sol sobre zarzos durante 3 o 4 días, hasta que los racimos se arruguen, y después de exprimirlos, el vino se pone al sol en recipiente de barro. Tiene virtud astringente y estomacal. Es apropiado para los que sufren malas digestiones y relajación de estómago, para las embarazadas con antojos y para los que padecen íleo. Parece que, sorbido, sirve de ayuda también a los que se encuentran en situaciones de pestilencia. {15} Los vinos de esta especie deben ser de muchos años, pues de lo contrario no son buenos para beber.
El aguapié llamado deuterías, al que algunos llaman ‘bebible’ (pótimos), se prepara del siguiente modo: en el orujo obtenido de estrujar 30 metretas de vino, echa 3 metretas de agua, y, una vez mezclado y pisado, exprime y cuece el licor hasta que quede la tercera parte. Por cada congio de las restantes metretas de este vino, échale 2 sextarios de sal y, después del invierno, trasvásalo a recipientes de barro. Úsalo después del año, pues rápidamente se desvanece su esencia. {16} Es apropiado para aquellos a quienes dudamos si administrarles o no vino, forzados por el deseo del enfermo, y para quienes se recobran de una enfermedad duradera.
Existe también uno llamado ‘sin fuerza’ (adýnamos) que tiene la misma que el deuterías. Hay que mezclar igual medida de agua que de mosto, y después cocer la mezcla suavemente a fuego lento hasta que se gaste el agua, y, después de esto, enfriarlo y meterlo en un recipiente empegado. {17} Algunos, tras mezclarlo a partes iguales con agua marina, lluvia, miel y mosto, y trasegarlo a otro recipiente, lo solean durante 40 días. Lo usan para las mismas cosas después del año.
El vino negro hecho de uva silvestre es astringente, va bien para el flujo del vientre
y del estómago y para las demás cosas que necesitan astringencia y contracción"
Como hemos podido leer, son muchos los vinos que describe, su cuidado, uso culinario y medicinal.
Confiamos en que este paseo vinícola haya sido de vuestro interés.
Plurimam salutem!!!