Hace un tiempo comentamos cómo eran las cocinas romanas antiguas, pero, además de conocer de qué partes constaba una cocina, sería interesante estudiar cuál era la terminología latina utilizada para nuestra palabra “cocina”.
En las fuentes clásicas están atestiguados dos términos: CULINA y COQUINA, pero ¿cuál de los dos era el más empleado, se hacía un uso indistinto de ambos, su utilización estaba vinculado al estatus social,…?
La palabra más antigua utilizada para “cocina” es CULINA. En este sentido encontramos citas del tipo:
“Exi e culina sis foras, mastigia. Sal de la cocina, vamos, sal fuera bribón” (Plauto, Mostellaria, 1)
“culina, locus in quo cibi coquuntur. Cocina, lugar en el que se cocina”
La etimología de la palabra CULINA resulta difícil de concretar. Ya los clásicos redactaron líneas para comentar su origen. Así pues, Servio en Comentarios sobre
En el mismo sentido leemos: “culina, quod ibidem di Penates colantur. Cocina, porque allí los Penates son cuidados”
Según estas afirmaciones, podemos decir que en la antigüedad se veía una relación etimológica entre el sustantivo colina o culina y el verbo colo “cuidar”, pero esa relación sigue siendo cuestionada en la actualidad.
Con el tiempo, aproximadamente hacia el s. III d. C, encontramos en los textos el término COQUINA con el sentido de “cocina” dejando en un segundo plano a la palabra CULINA que era la empleada hasta el momento. Esta es la raíz que hallamos en la mayoría de las lenguas romances que tomaron el lexema latino COQUINA, derivado del verbo coquo “cocinar”, para formar la palabra “cocina”, como por ejemplo, cuisine en francés, cucina en italiano, cocina en español y todos sus derivados como “cocido, cocinero, cocinar,...”
Nonio Marcelo, De compendiosa doctrina, nos transmite el empleo de COQUINA como “cocina”: “Colinam veteres coquinam dixerunt, non ut nunc vulgus putat. Los antiguos llamaron culina a la cocina, no como ahora piensa la gente”.
La afirmación del gramático y lexicógrafo africano, nos hace pensar que en su tiempo (s. IV d. C) la palabra culina ya no tenía el sentido de “cocina”, sino que se utilizaba con otro valor.
Así pues, acudamos de nuevo a las fuentes clásicas para descubrir cuál podría ser el sentido de la palabra CULINA que comenta Nonio Marcelo.
Como ya hemos comentado, la palabra latina Culina en sus comienzos tenía el sentido de “cocina” pero con el paso de los años toma otras acepciones.
En autores como Séneca y Juvenal, presenta el significado de “fogón u horno portátil”: “La culina (horno portátil) se lleva al banquete” (Séneca, 78.23) y “La culina (horno portátil) le sigue” (Juvenal, Sátiras, II, 250). Hecho comprensible si se tiene en cuenta que en muchos hogares romanos no existió, hasta muy avanzado el tiempo, un espacio físico para la cocina, por lo que se cocinaba con la ayuda de hornos portátiles.
También encontramos en los textos la palabra CULINA como “lugar en el que se quemaban los manjares funerarios”, en Festo: “Se llama culina al lugar en el que los alimentos son quemados en el fuego”.
En Frontino, Gromatici Veteres, vemos que tiene el sentido de sepultura de las personas pobres” “lugares suburbanos destinados a los funerales de los pobres”.
Como podemos ver, nos vamos alejando del significado inicial de esta palabra. No obstante, el sentido del que nos hablaba Nonio Marcelo sería el de letrina, que encontramos en diferentes glosas del Corpus Glossariorum Latinorum.
La justificación de este uso se podría encontrar en una corrupción lingüística, es decir, un cambio en el significado de las palabras o quizá en un juego de palabras sobre los términos COQUO y CULUS ocasionado porque para los antiguos romanos coquo, además de “cocinar”, significaba “digerir o hacer la digestión”, de manera que el proceso de alimentación comienza en la boca (sentido de coquo: “digerir”) y acaba en la letrina (sentido de culus: nalgas, culo).
A esta distorsión semántica se une el hecho de que las cocinas romanas se encontraban junto a la cocina: “que los baños estén junto a la cocina” (Vitrubio, 6,6, 2).
Así pues, se puede decir que para el hablante común, desconocedor de la evolución lingüística, era más lógico unir etimológicamente (aunque esto fuera erróneo) la palabra COQUINA con COQUO “cocinar” y CULINA con CULUS.
Con el tiempo la palabra CULINA se perdió, quedando en su lugar COQUINA, con su significado inicial y LATRINA, con su valor final.
Desde De Re Coquinaria, dar las gracias a Salvador Muñoz por la información proporcionada para la redacción de este artículo.
Gratias tibi ago!
Plurimam salutem!
*Fotografías propias
Para saber más sobre el tema acudir a: Acerca del término culina. Laura Cabré i Lunas. Actas del VIII Congreso Español de Estudios Clásicos, Vol. 1, 1994.