Se
trataba, por tanto, de un nombre
genérico.
Pocas son las fuentes clásicas que hacen mención a las algas de manera concreta, pero puede resultar de interés centrarnos en aquella información que nos ha legado la antigüedad.
Pocas son las fuentes clásicas que hacen mención a las algas de manera concreta, pero puede resultar de interés centrarnos en aquella información que nos ha legado la antigüedad.
Uno de los primeros autores en el
que encontramos algún comentario es Dioscórides, IV, 99 que nos habla de sus formas: “Alga marina. Una es
ancha, otra alargada y rojiza, otra, crespa
que crece en Creta, junto a la tierra, muy florida e inasequible a la
corrupción”
Como vemos hace referencia a tres
tipos, quizás se esté centrando en la Posidonia
oceanica, cuando habla de la ancha, a la
Roccella tinctoria, cuando describe la ancha y rojiza y a la Cystoseira foeniculosa cuando cita a la
crespa que nace en la isla de Creta.
No obstante, en Teofrasto, Hª de las plantas, IV, 6, 6
podemos leer mucha más información sobre las plantas marinas:
“No solo en
los pantanos, lagunas y ríos hay árboles y arbustos, sino también, el mar
existen algunos arbustos, y en el océano hay, incluso, árboles. Porque en nuestro propio mar todos los vegetales que
crecen son pequeños y ninguno de
ellos, por así decirlo, rebasa la
superficie del agua; pero en el océano salen por encima de ella y hay otros
árboles mayores. Los que se encuentran en nuestras aguas son los siguientes.
Los más visibles y familiares a todos son: el
alga de vidrieros, la lechuga de mar y otras plantas parecidas. Muy
conspicuas y propias de ciertos lugares son las plantas marítimas llamadas: abeto, higuera de mar, encina de mar,
clemátide y halymenia o calófilis. De todas estas plantas, unas están
cercanas a la tierra, otras en alta mar y otras en ambos lugares. Algunas, como
el alga de vidrieros tienen formas variadas, otras una sola. Del alga de vidrieros hay una variedad que
tiene la hoja ancha, a manera de cinta, de color verde; algunos la llaman
también «alga verde» y otros «cinturón»; tiene una raíz que externamente es
peluda, pero por dentro está formada de cascos y es extraordinariamente larga y
sólida, como una cebolla.
Otra variedad tiene las hojas a manera de
cabellos, como el
hinojo, y no es verde, sino amarillo-pálida;
no tiene tallo, sino que se yergue derecha sobre si misma; crece sobre las valvas de las ostras y
sobre las piedras, y no como la otra agarrada a la tierra; pero ambas son
plantas costeras, y la variedad filamentosa crece cerca de la tierra y, a
veces, recibe sólo una ligera mojadura del agua del mar, mientras que la otra
se adentra más en él. Más allá de las
Columnas de Hércules existe un sargazo azucarado, admirable por su tamaño,
según dicen, y es más ancha (la hoja) que la del alga de vidrieros, como de un
palmo. Esta alga es transportada al mar
interior juntamente con la corriente del mar exterior y la llaman sargazo
azucarado. En algunas partes de este mar alcanza una altura que rebasa el
ombligo de un hombre. Se dice que es
anual y nace al término de la primavera, cobra vigor en el verano, se marchita
en el otoño, y en el invierno perece y va a parar a la costa arrastrada por las
olas. Todas las demás plantas marítimas dicen- se hacen más flojas y
débiles en el invierno. Éstas son, pues, las plantas marinas que, según se
dice, viven cerca de la playa. Pero el alga de los vidrieros del océano, que
los pescadores de esponjas extraen, prospera en el mar abierto. En Creta crecen sobre las rocas, cerca de la
tierra, las orchillas de mar, abundantísimas y excelentes, con las que se tiñen no sólo las cintas, sino
también la lana y los vestidos. Y, mientras el tinte está reciente, el color es
mucho más hermoso que el de la púrpura. Aparecen en la costa norte en mayor
abundancia y más hermosas, corno las esponjas y otros espongiarios.
Hay otra planta, parecida a la grama, ya que
tiene la hoja semejante, la raíz nudosa y larga, crece lateralmente como ella y
tiene, también como ella, un tallo arundineo. Es mucho más pequeña que la costera marítima.
Otra alga es la lechuga de mar, que tiene hojas verdes, pero anchas y no
desemejantes de la lechuga ordinaria, sólo que son más rizadas y como
arrugadas. No tiene tallo único, sino que de un único punto de arranque salen
muchos y, luego, de otros. Crece sobre piedras cerca de la tierra y en valvas
de ostras. Éstos son poco más o menos los vegetales más chicos.
La encina de mar y el abeto marino crecen en la
costa. Nacen en
las piedras y en las valvas de las ostras, pero, como no tienen raíces, se
agarran a aquéllas como las lapas. Ambos tienen hojas más o menos carnosas.
Pero la hoja del «abeto» se hace mucho más larga y gruesa, y no es desemejante
a las vainas de las legumbres, pero es hueca por dentro y no contiene nada en
las «vainas».
La de la
«encina» es delgada y más parecida a la del tamarisco. El color de ambas es
purpúreo. La forma del «abeto en su conjunto es derecha, lo mismo en lo
referente al tallo que a las ramas, pero la de la encina es menos derecha y la
planta es más ancha Ambos se presentan con muchos troncos o (con uno), pero el
«abeto» aparece con más frecuencia con uno. El abeto tiene largas, derechas y
extendidas excrecencias rameales, mientras que la «encina» las tiene más
cortas, menos derechas y más cerradas. El tamaño completo de ambas algas es alrededor
de un codo o poco más, pero, en general, el tamaño del «abeto» viene a ser
mayor. La «encina » la usan las mujeres para teñir la lana. En las ramas se
encuentran adheridos algunos animalejos conchíferos y, abajo, pegados al mismo
tallo, se encuentran también y, a veces, los cubren totalmente. Y entre éstos
encuentran refugio las cochinillas y otros bichejos, amén de uno que semeja una
jibia.
Éstas, pues,
son las plantas que están cerca de tierra firme y que pueden observarse
fácilmente; pero algunos dicen que hay otra «encina de mar» (sargazo o uva de mar) que, incluso, produce
fruto, el cual es una bellota aprovechable. Dicen también que los pescadores de
esponjas y los buceadores les contaron que, en el fondo del mar, había otras
plantas de gran tamaño. El alga
clemática crece en ambas posiciones: cerca de la tierra y en alta mar. La
especie de alta mar tiene las hojas, las ramas y el fruto más grandes.
La higuera marina carece de hojas, es de
pequeño tamaño y el color de la corteza es rojo. La calófilis (palmera de mar) es planta de
alta mar, pero tiene un tallo muy corto y las ramas que brotan de él son
casi rectas. En la parte inferior no se disponen en derredor del tallo, como
las ramitas que surgen de las ramas en una sola dirección Y son uniformes;
aunque a veces son irregulares. En cierta manera, la naturaleza de las ramas de
los renuevos se parece a las hojas de plantas espinosas como cardos, del tipo
de las cerrajas o cosa así, sólo que son derechas Y no se inclinan al suelo
como éstas y tienen sus hojas roídas por la salmuera; además, por el hecho de
que el tallo central, al menos, corre a través del conjunto, se parecen a éstas
y la apariencia general es la misma. El color de las ramas, del tallo y de la
planta en su totalidad es rojo intenso o escarlata.
Tales son
las plantas que hay en este mar. Porque la esponja, las llamadas aplysíai y otros vegetales de este tipo son de
características diferentes”
Marcial IX, XVII (XVI) cita las algas eritreas:
“Si llamas regalar a prometer y no dar, Gayo, voy a superarte con mis dones
y mis regalos. Toma todo lo que los astures cavan por los campos galaicos, todo
lo que tiene la corriente de oro del rico Tajo, todo lo que el negro indio
encuentra entre las algas eritreas y
todo lo que guarda en su nido el ave sin igual, toda la púrpura que la
exagerada Tiro recoge en el caldero de Agenor. Todo lo que tienen todos, tómalo
como lo das”
Plinio XIII, 48, 49 nos describe
algunos tipos de algas:
“Arbustos y árboles crecen en el mar , así; los de nuestro mar son de tamaño inferior, mientras que, por otro lado, el Mar Rojo y todo el Océano Oriental están llenos de bosques densos. Ningún otro idioma tiene ningún nombre para el arbusto que es conocido por los griegos como los "phycos," ya que por la palabra "alga" una simple hierba se entiende generalmente, mientras que los "phycos" es un arbusto completo. Esta planta tiene una amplia hoja de un color verde, que es llamado por algunos "prason," y por otros se conoce como "zoster." Otro tipo, de nuevo, tiene una especie de hoja peluda, muy similar al hinojo, y crece sobre rocas, mientras que se ha mencionado anteriormente crece en lugares no muy lejos de la orilla. Ambos tipos brotan en la primavera, y mueren en otoño. Un tercer tipo es similar en apariencia a la hierba; la raíz de ello se anuda, y también lo es el tallo, que se asemeja a la de una caña.
“Arbustos y árboles crecen en el mar , así; los de nuestro mar son de tamaño inferior, mientras que, por otro lado, el Mar Rojo y todo el Océano Oriental están llenos de bosques densos. Ningún otro idioma tiene ningún nombre para el arbusto que es conocido por los griegos como los "phycos," ya que por la palabra "alga" una simple hierba se entiende generalmente, mientras que los "phycos" es un arbusto completo. Esta planta tiene una amplia hoja de un color verde, que es llamado por algunos "prason," y por otros se conoce como "zoster." Otro tipo, de nuevo, tiene una especie de hoja peluda, muy similar al hinojo, y crece sobre rocas, mientras que se ha mencionado anteriormente crece en lugares no muy lejos de la orilla. Ambos tipos brotan en la primavera, y mueren en otoño. Un tercer tipo es similar en apariencia a la hierba; la raíz de ello se anuda, y también lo es el tallo, que se asemeja a la de una caña.
Hay otros árboles marinos también de tamaño notable, que se
encuentra en las proximidades de Sición; la
vid-mar, de hecho, crece en todas
partes. El higo de mar está desprovisto
de hojas y la corteza es de color rojo. Hay
una palmera también en el número de los
arbustos-mar. Más allá de las
columnas de Hércules hay un mar-arbusto que crece con la hoja del puerro, y
otros con los de la zanahoria y
de tomillo. Ambos de estos
últimos, cuando se lanza por la marea, se transforman en la piedra pómez”
Plinio XIII, 51, nos habla de las algas y plantas del mar Índico:
“Los oficiales de Alejandro que navegaban los mares de la India, han dejado un relato de un árbol marino, cuyo follaje es verde, mientras que está en el agua; pero en el momento en que se saca, se seca y se convierte en sal. Han hablado también de juncos de piedra que se parecen mucho a los verdaderos, que crecían a lo largo de la costa, como también ciertos arbustos en el mar, tiene el color de un cuerno de buey, ramificándose en varias direcciones, y rojo. Estos, dicen, eran frágiles y se rompían como el cristal cuando se tocaban, mientras que, por otro lado, en el fuego se calentaban como el hierro y, cuando se enfriaban, retomaban su color original.
“Los oficiales de Alejandro que navegaban los mares de la India, han dejado un relato de un árbol marino, cuyo follaje es verde, mientras que está en el agua; pero en el momento en que se saca, se seca y se convierte en sal. Han hablado también de juncos de piedra que se parecen mucho a los verdaderos, que crecían a lo largo de la costa, como también ciertos arbustos en el mar, tiene el color de un cuerno de buey, ramificándose en varias direcciones, y rojo. Estos, dicen, eran frágiles y se rompían como el cristal cuando se tocaban, mientras que, por otro lado, en el fuego se calentaban como el hierro y, cuando se enfriaban, retomaban su color original.
En la misma parte de
la tierra también, la marea cubre los bosques que crecen en las islas, aunque
los árboles allí son más altos que el más alto de nuestros álamos. Las
hojas de estos árboles se parecen a las del laurel, mientras que la flor es
similar a la violeta, tanto en olor como en color: las bayas se asemejan a las
de la aceituna, y también tienen un olor agradable: aparecen en el otoño, y las
hojas de los árboles nunca se caen. Los más pequeños están completamente
cubiertos por las olas, mientras que las cumbres de los de mayor tamaño
sobresalen del agua, y los barcos se les hacen rápidos; cuando cae la
marea, los barcos están amarrados de manera similar a las
raíces. Encontramos a las mismas personas haciendo mención de otros
árboles que vieron en el mar, que siempre conservaban sus hojas, y daban una
fruta muy similar a la del altramuz”
E incluso Eliano XIV, 24 nos
describe un alga mortal, pancynium:
“Cuando el estío está en su apogeo, los tiburones y los demás peces en quienes el arrojo es una condición natural se acercan a las playas, y se dirigen derechosa los acantilados por cuyas aguas turbulentas nadan metiéndose por estrechos angostos y profundos. Abandonan las moradas de alta mar y desdeñan, en esta estación, sus comederos habituales, pues entre los profundos arrecifes se cría cierta alga, de un tamaño aproximado al del tamarisco, que produce un fruto parecido al de la adormidera. Durante las otras estaciones del año, el fruto está cerrado y es de suyo resistente y duro como una concha. Pero después del solsticio de verano se abren como capullos en las rosaledas. El estuche circundante protege el interior y discurre a manera de una barrera. Es de color amarillo; pero lo que está debajo de la funda es azul oscuro y fofo como una vejiga llena de aire; es, además, muy traslúcido y fluye de él un veneno activo. Por la noche estas algas emiten un resplandor parecido al fuego y unos a modo de centelleos. Y cuando Sirio aparece en el cielo, la potencia del veneno se acrece aún más. Por esta razón, todos los que se dedican a la pesca le han dado el nombre de pancynium ", ya que creen que el surgir de la estrella produce el veneno. Los tiburones caen sobre la flor que durante la noche parece que arde, precipitándose sobre este tamarisco marino como sobre un tesoro perdido y hallado. Quedan empapados de veneno, parte del cual beben y parte del cual penetra a través de las agallas. Mueren luego y quedan en seguida flotando en la superficie. Ahora bien, los expertos en la investigación de estas cosas obtienen este veneno de los susodichos monstruos: parte de él, de los restantes miembros, y parte, de la boca de los mismos. Este veneno sólo es inferior en braveza a la llamada peonia terrestre. a la cual la gente llama también kynopástos". La razón de este nombre la sabréis si me acuerdo de referirme a él”
“Cuando el estío está en su apogeo, los tiburones y los demás peces en quienes el arrojo es una condición natural se acercan a las playas, y se dirigen derechosa los acantilados por cuyas aguas turbulentas nadan metiéndose por estrechos angostos y profundos. Abandonan las moradas de alta mar y desdeñan, en esta estación, sus comederos habituales, pues entre los profundos arrecifes se cría cierta alga, de un tamaño aproximado al del tamarisco, que produce un fruto parecido al de la adormidera. Durante las otras estaciones del año, el fruto está cerrado y es de suyo resistente y duro como una concha. Pero después del solsticio de verano se abren como capullos en las rosaledas. El estuche circundante protege el interior y discurre a manera de una barrera. Es de color amarillo; pero lo que está debajo de la funda es azul oscuro y fofo como una vejiga llena de aire; es, además, muy traslúcido y fluye de él un veneno activo. Por la noche estas algas emiten un resplandor parecido al fuego y unos a modo de centelleos. Y cuando Sirio aparece en el cielo, la potencia del veneno se acrece aún más. Por esta razón, todos los que se dedican a la pesca le han dado el nombre de pancynium ", ya que creen que el surgir de la estrella produce el veneno. Los tiburones caen sobre la flor que durante la noche parece que arde, precipitándose sobre este tamarisco marino como sobre un tesoro perdido y hallado. Quedan empapados de veneno, parte del cual beben y parte del cual penetra a través de las agallas. Mueren luego y quedan en seguida flotando en la superficie. Ahora bien, los expertos en la investigación de estas cosas obtienen este veneno de los susodichos monstruos: parte de él, de los restantes miembros, y parte, de la boca de los mismos. Este veneno sólo es inferior en braveza a la llamada peonia terrestre. a la cual la gente llama también kynopástos". La razón de este nombre la sabréis si me acuerdo de referirme a él”
Terminar esta entrada con
la calificación que les da Ovidio en las
Metamorfosis VI: “las algas, amigas de los
pantanos”
La próxima entrada hablaremos de los usos de estas plantas marinas.