domingo, 24 de mayo de 2015

THUNNUS II, SU CAPTURA EN EL MAR

En la entrada anterior hablamos de las características de los atunes. En esta ocasión nos centraremos en los MODOS DE PESCA.


Los sistemas de pesca del atún utilizados en la antigüedad, muy importante al igual que en nuestros días:Los ítalos y los sículos gustan de llamar a la pesca de los atunes “gran pesca” (Eliano, XIII, 16) 

En la actualidad la técnica de la almadraba es la empleada para la captura de los bancos de atunes. 
Su pesca se producía desde la salida de las Pléyades, es decir, principio de verano, hasta la puesta de Arturo, es decir, principios de noviembre.
Las fuentes clásicas nos describen cómo se pescaba el atún en la antigüedad y gracias a esta descripción podríamos pensar que se trata del tipo de almadraba de pesca de vista o tiro pues las maniobras comenzaban siempre con el avistamiento del banco de peces desde un lugar elevado. Esta atalaya podía ser una estructura de madera de abeto de la que se ataban las redes empleadas.
Tras percibir la llegada del banco, cinco barcas soltaban la red que transportaban para rodear al banco, luego estrechaban el cerco y los arponeaban, rezando a Posidón para que ningún otro pez maligno, como el pez espada, rompa las redes y escapen. 
Es muy interesante ver que todas las fuentes comparan esta acción a la toma de una ciudad asediada. Además, que esta técnica recordaría a una ciudad con puertas y porteros.

 
Para evitar que los atunes escaparan por los huecos, los remeros golpeaban el agua, pero si la pesca era demasiado rica, se podía entreabrir la red para que escapara el excedente.
Además del uso de botes y redes sabemos que los celtas, masaliotas y ligues usaron anzuelos de hierro de grandes dimensiones. 
Acudamos directamente a la lectura de las fuentes literarias para comprender mejor lo comentado.
Opiano, III, 184 dice que como cebo se utiliza el conocido pez cuervo: “El coracinos atrae al atún”
Con anzuelo: “Y yo he oído que los celtas, los masaliotas y todo el pueblo de Liguria pescan a los atunes con anzuelos. Sin duda, estos anzuelos están hechos de hierro y son de gran tamaño y fuertes” (Eliano, XIII, 16)

En la siguiente descripción nos cuenta el autor cómo lucha el atún para extraer el anzuelo de sus fauces:

 “Así, cuando queda clavado en el anzuelo, se sumerge hasta el fondo y empuja y se precipita contra el suelo, golpeando su boca con intención de expulsar el estorbo. Y si esto le resulta imposible ensancha la herida, escupe el instrumento mortificante y sale de naja. Muchas veces fracasa en el intento y el pescador obtiene su presa tirando del pez, que se resiste a salir”  (Eliano I, 40,  XIII, 16) 


Redes y botes: “Pues bien, los que habitan todo este territorio conocen muy bien la llegada de los atunes y saben también en qué momento del año llegan los peces, y hacen muchos preparativos contra ellos, disponiendo botes, redes y un alta atalaya.
Esta atalaya se pone fija en una bahía y se levanta en un lugar libre de obstáculos y despejado. No es para mí carga molesta contar cómo está construida y tú, al oírlo, sentirás gusto. Dos altos troncos de abeto clavan en tierra, separados y unidos mediante anchos travesaños de madera. Éstos están entretejidos a cortas distancias y facilitan al vigía la tarea de subir.


Cada barca tiene a cada costado seis remeros jóvenes, buenos conocedores de su oficio. Las redes son grandísimas, no demasiado ligeras ni sostenidas por corchos, sino más bien lastradas con plomo. Estos peces penetran en tropel en ellas.
Cuando resplandece la primavera, y ya las brisas soplan suavemente, y es el aire trasparente, y como que sonríe el encalmado oleaje y el mar está terso, el vigía, que ve muy bien porque está dotado de una cierta misteriosa pericia y de una vista muy penetrante, comunica a los pescadores de qué parte vienen los peces; les dice también si deben extender las redes cerca de la costa, o si más dentro, y da, al igual que el general, el santo y seña o, como un corifeo, el tono.

 Muchas veces dirá también el número total de peces y no marrará el cálculo. Y he aquí lo que sucede. Cuando el cardumen de atunes se encamina al mar abierto, el que vigila en la torre, que tiene un conocimiento exacto de las materias ya dichas, a grandes voces ordena a los pescadores que persigan en aquella dirección y que se dirijan remando al mar abierto. Y ellos, atando a uno de los abetos que sostienen la atalaya una cuerda larguísima que está atada también a las redes, hacen avanzar las barcas ordenadamente y en columna, navegando unas cerca de otras, porque la red se reparte entre todas. La primera barca, soltando su porción de red, se retira, después la segunda hace lo mismo, y, luego, la tercera y la cuarta tienen que soltar su porción, pero los remeros de la quinta se demoran porque ellos no deben soltar aún su porción. Tras esto, los demás reman en otras direcciones, llevando su parte de red, y luego descansan. Ahora bien, los atunes son perezosos e incapaces de acometer cualquier acción que implique osadía y se quedan cohibidos e inmóviles. Los remeros, como si se tratara de la toma de una ciudad, se apoderan, como diría un poeta, de la población de los peces”. (Eliano XV, 5)


 Opiano, III, 620 describe las acciones de los pescadores cuando se procede a su captura:

 “La raza de los atunes procede del ancho Océano, y ellos viajan a las regiones de nuestro mar…Primero, dentro del mar los capturan los iberos, que están orgullosos de su fuerza; después, cerca de la desembocadura del Ródano, los pescan los celtas y los antiguos habitantes de Focea. Y en tercer lugar, aquellos que moran en la isla Trinacria y cerca de las olas del mar Tirreno. Desde allí, en las inmensas profundidades, se esparcen por diversos caminos y recorren todo el mar.
Abundante y prodigioso botín obtienen los pescadores, cuando la hueste de los atunes avanza en primavera. Lo primero de todo, los pescadores marcan un sitio en el mar, no demasiado angosto al pie de riberas abruptas, ni demasiado expuesto a los vientos, sino que tenga la debida proporción de cielo abierto y de abrigados escondrijos.
Entonces, primero, sube a una alta y escarpada colina un hábil vigía de atunes, el cual hace conjeturas acerca de los variados cardúmenes que se aproximan, y de su clase y numero, e informa a sus compañeros
Inmediatamente se despliegan todas las redes a modo de ciudad entre las olas, pues la red tiene sus porteros y en su interior puertas y más recónditos recintos. Rápidamente los atunes avanzan en filas, como falanges de hombres que marchan por tribus, unos más jóvenes, otros más viejos, otros de mediana edad: infinitos se derraman dentro de las redes, todo el tiempo que ellos desean y la cantidad que admita la capacidad de la red. Y rica y excelente es la pesca”

Como hemos podido comprobar, los sistemas de pesca no difieren en nada con respecto a los actuales.

 Acabaremos con nuestra entrega sobre los atunes hablando en la próxima ocasión de sus diferentes usos.


Plurimam salutem!
 

domingo, 10 de mayo de 2015

THUNNUS I, EL PEZ PILOTO

Esta semana pudimos ver en las noticias la célebre pesca del atún en Cádiz por medio de la almadraba. 


Gracias a la recuperación de esta técnica ancestral se ha podido restablecer la repoblación del atún, una especie que desde hace años estaba en riesgo.

Durante unas semanas nos dedicaremos a este pescado.
 
Comencemos por descubrir qué se pensaba del atún según las fuentes clásicas.

DENOMINACIONES
Bajo el nombre de thýnnos se conoció en la antigüedad al atún. La justificación de este apelativo se debe según Ateneo, VII, 302 b:”porque se mueve violentamente (thýein) y se agita”. El causante de esta agitación es un parásito que siempre le acompaña de que hablaremos después.

Según crece cambia de nombre. Veamos, al desovar nacen las auxidas o cordyla, según palabras de Plinio, X, 210. “Los áticos llaman órkynos al atún. Cuando tiene un año pelamys, cuando se vuelve más grande thýnnos; cuando es aún más grande órkynos y cuando alcanza un crecimiento desmesurado Kêtos”  (Ateneo, VII, 303 c)

 CARACTERÍSTICAS


 Fue visto como un pescado inteligente por naturaleza:

 “El llamado atún es un pez monstruoso que conoce bien todo lo que es más provechoso para él, don éste que posee porque lo recibió de la Naturaleza, y no por haberlo aprendido” (Eliano, I, 40). 

Esta inteligencia la demuestra según Plinio, IX, 37 al acompañar a las embarcaciones durante su navegación, de ahí recibe el nombre de “pez piloto”
 
Aunque Opiano, III, 596 no está de acuerdo con la alta consideración que Eliano y Plinio tenían de este pescado: 

 “Los atunes, por otra parte, sufren la misma penosa experiencia que la de las caballas por su simpleza. Porque ellos también están poseídos por un deseo semejante y fatal de introducirse en los lomos de la funesta red. Sin embargo, no pretenden entrar en el vientre de aquélla bajo el agua, sino que la asaltan con sus curvos dientes, intentando abrir un paso suficiente para su cuerpo; y la húmeda red se despliega alrededor de sus dientes clavados, y no tienen ningún medio de escapar, sino que, angustiados por la urdimbre alrededor de su boca, son sacados a tierra, capturados por su propia insensatez”

Hay una diferencia entre sexos según nos referenció Aristóteles, HA, 543 a 12-13: “el macho tiene debajo del vientre una aleta que recibe el nombre de arista”

 Aristóteles, HA, 598a 26-27 nos revela una curiosa característica, su visión sólo del ojo derecho:
  ”El atún que entra nadando en el Ponto siguiendo la costa, ve por el ojo derecho, pero es corto de vista del izquierdo. Le gusta el calor del sol, es también por eso por lo que se mantiene cerca de la arena”

De esto mismo nos habla  Eliano IX, 4: “De lo cual da testimonio Aristóteles. Que ven con un ojo y no con el otro lo declara Esquilo cuando dice mirando recelosamente con su ojo izquierdo a la manera de un atún. Pasan al Ponto teniendo a su costado derecho la tierra, de la que no apartan la vista; pero al salir de dicho mar, nadan siguiendo la costa opuesta sin apartarse de ella, poniendo el mayor cuidado en preservar su vida por medio del ojo que ve”


Se pueden clasificar en solitarios o en más sociables: 
“En el golfo de Vibo hay incontable muchedumbre de atunes. Unos son solitarios como los jabalíes, nadan a solas y son muy grandes, mientras que otros nadan por parejas o se ordenan como los lobos; pero los hay que van formando rebaños como las cabras, cuando recorren extensas zonas alimenticias. Cuando sale Sirio y los rayos del sol calientan más, se dirigen al Ponto Euxino y, si les parece el oleaje cálido, nadan cosidos unos a otros y, con el contacto de sus cuerpos, consiguen una cierta sombra”. (Eliano, XV, 3)

Temibles por su violencia y fuerza:
 “Los mortíferos leopardos, y las impetuosas ballenas entre ellos también se halla la negra y violenta raza de los atunes (Opiano I 370)

Pero también por su maldad y crueldad
“Yo creo que ningún pez morador del agua salobre es más impío que el atún, o que le sobrepase en maldad de corazón; porque cuando la hembra ha puesto sus huevos, y ha escapado del penoso esfuerzo del parto, ella, la propia madre, devora sin piedad a los que encuentra: despiadada madre que come a sus propios hijos, desconocedores todavía de la fuga, y no siente ninguna compasión de su nidada” (Opiano I, 756)

Esa perversidad se puede ver castigada con la picadura de uno de los parásitos que les acompañan:
 “El atún y el pez espada van  siempre acompañados y escoltados y por un azote que nunca pueden  apartar o esquivar; un fiero tábano asentado en sus aletas, y que, cuando la ardiente Canícula! se levanta de nuevo, clava en ellos la incisiva fuerza de su amargo aguijón, y con su violenta acometida les provoca una penosa locura, embriagándolos de dolores. Con su furioso latigazo les obliga a danzar involuntariamente; enloquecidos por la cruel herida, saltan y cabalgan sobre las olas acá y allá, poseídos cruel herida, por un dolor inextinguible. Con frecuencia entran barcos de bien ornamentada proa y popa, hostigados por su destemplado impulso. Y a menudo brincan fuera del mar, y corren retorciéndose de dolor hacia la tierra, y cambian sus penosos sufrimientos por la muerte; tan terrible e implacable es el aguijón que los atosiga” (Opiano II, 506)

Ateneo VII, 301 e habla también del brachiella thynni o parásito que lo acompaña: “Tiene debajo de las aletas el llamado “tábano”…se torna comestible cuando se libra del tábano”

Aristóteles, HA, 602a 25-31 hace una descripción de este tábano
Los atunes se excitan hacia el comienzo de la canícula, pues tienen junto a las aletas una especie como de gusanillo, el llamado tábano, parecido a un escorpión, pero del tamaño de una araña. Este le hace saltar no menos que un delfín y a menudo caen en los barcos”


Sobre su reproducción sabemos que se aparean en marzo para desovar en junio. Los huevos se encuentran en una especie de saco. Cuando el otoño está cerca de su fin, emigran con sus madres y regresan tras un año como pelamys.

Ateneo, VII, 301 e nos cuenta que: “Se aparea tras la hibernación, pues hiberna a pesar de tener mucha sangre”

Opiano, III, 620 concreta que si apareamiento se lleva a cabo en época primaveral: “La raza de los atunes procede del ancho Océano, y ellos viajan a las regiones de nuestro mar, cuando están excitados después del frenesí del apareamiento en primavera”

Aristóteles, HA, 543 a 11-13: “el atún hembra en verano, en torno al mes del hecatombeón (julio) expulsa una sustancia en forma de bolsa en la que nacen numerosos huevecillos

Sobre su migración sabemos que emigran para evitar el calor o el frío, desde septiembre a mediados de octubre. El recorrido es de alta mar a la costa, van al Mediterráneo en primavera, luego al Ponto por su orilla derecha para volver por la izquierda.

Eliano, XV, 3: Cuando sale Sirio y los rayos del sol calientan más, se dirigen al Ponto Euxino y, si les parece el oleaje cálido, nadan cosidos unos a otros y, con el contacto de sus cuerpos, consiguen una cierta sombra”.

Eliano IX, 4: “Los atunes barruntan el cambio de las estaciones, conocen perfectamente los solsticios y no necesitan para nada a las personas enteradas de las cuestiones relacionadas con el cielo. Donde quiera que les sorprenda el comienzo del invierno, allí gustan de quedarse quietos y tranquilos, permaneciendo así hasta la llegada del equinoccio"
 
Hibernan en el fondo de las aguas y al salir están muy sabrosos pues durante la hibernación es cuando adquieren peso y sabor.

Sobre su alimentación nos dice Estrabón, III, 2, 7 que toman peso en las cosas de Iberia al consumir unas bellotas, pues cuando entran en el Mediterráneo están muy delgados: 

Nútrense de las bellotas de cierta encina que crece en el mar muy rastrera, y que produce frutos en verdad abundantes. Esta encina se da también profusamente en el interior de Iberia, y, aunque tiene raíces muy grandes, como las de una encina completamente desarrollada, su tronco es menor que el de una pequeña; produce, sin embargo, tanto fruto, que después de la marea alta, así la costa de la parte interior como de la exterior de las Columnas, queda cubierta de las que arroja la pleamar. No obstante, las bellotas de la parte de dentro de las Columnas son siempre más pequeñas y se encuentran en mayor cantidad. Y dice Polýbios que dichas bellotas llegan hasta el Mar Latino, si no las produce también, añade, Sardó y la tierra vecina. Y cuanto más se acercan los atunes viniendo desde el Mar Exterior a las Columnas, tanto más adelgazan, por falta de alimento. Son estos peces una especie de cerdos de mar, porque apetecen las bellotas y engordan extraordinariamente con ellas, hasta el punto que nacen tanto más atunes cuanto más bellotas produce el mar”

Las fuentes clásicas nos han relatado bastante bien las características de este pescado. En la próxima entrada hablaremos sobre los sistemas de pesca del atún.

Plurimam salutem!