Existe la leyenda urbana de la existencia
de una sala llamada vomitorium junto al triclinium a la que acudían los romanos para
aliviar los problemas estomacales producidos por el abuso durante un
festín.
No hay constancia en las fuentes clásicas
sobre esta sala, sólo la cita de Macrobio, Saturnales,
VI, 4 en la que habla de los vomitoria de los edificios de ocio, al igual que
hoy en día en los campos de fútbol:
"Lucilio, en el libro
XIV, con estos versos: Vomita por todas partes una marea de saludadores
matinales. La expresión "vomita una marea" es hermosa y antigua; de
hecho Ennio dice: El río Tiber vomita en el mar salobre. De ahí que también hoy en día
llamemos, en los espectáculos "vomitorios" a aquellos lugares por
donde los espectadores entran en grupos y se dispersan en busca de su asientos"
Cicerón, Dei,
21 habla de acudir al baño: “Cuando después
de la cena dijiste que querías vomitar, te llevaron al baño”
No obstante, el hecho de no encontrar
mención sobre este espacio, no quiere decir que la práctica de provocar el
vómito no existiera.
Suetonio, Vitelio, 13
nos habla de la costumbre del emperador: “Sus
vicios principales eran la glotonería y la crueldad. Comía ordinariamente tres
veces al día y a veces cuatro, designándolos almuerzo, comida, cena y colación.
Podía hacer todas estas comidas por la costumbre que había adquirido de
vomitar”
Veamos qué nos cuentan las fuentes al
respecto.
Los vómitos solían ser usados como remedio dietético para aliviar las malas
digestiones, el abuso en las mesas, etc. En ese caso era recomendado su
empleo. Así nos los transmite Celso, Los ocho libros de la medicina,
X: “Cuando
se tienen eructos sin dolor en el epigastrio, hay que beber de cuando en cuando
un poco de agua fría y no agitarse […] cuando se tienen eructos amargos,
acompañados de dolor y de pesadez en el epigastrio, es necesario recurrir sin tardanza
al vómito”
Lo mismo podemos leer en Hipócrates, Aforismos 2 y ss como un buen recurso para
depurar el vientre ante diferentes problemas: “En
los desarreglos del vientre y en
los vómitos que se producen espontáneamente, si se purgan las cosas que deben
purgarse, es provechoso…En las purgas, sáquese del cuerpo lo que es tal que,
incluso cuando sale espontáneamente, resulta ventajoso…purgas. Púrguese por
arriba a los delgados que vomitan con facilidad, evitándolo en invierno.
Por abajo, a los que les cuesta vomitar y son moderadamente gruesos, evitándolo
en verano"
El mismo autor clasifica
los tipos de vómitos según su coloración.
“El vómito menos dañino es
aquel en que hay mezcla de flema y bilis, con tal de que no se vomite en gran
cantidad. Cuanto menos mezclados los vómitos, peores.
El vómito verde puerro, negro, o
lívido, maligno. Si el mismo individuo vomita materias de todos los
colores, fatal. Muerte rapidísima anuncia el vómito lívido y fétido.
También es mortal el vómito rojo, sobre
todo si se vomitara con esfuerzo doloroso.
Los enfermos que sufren
náuseas agudas sin vómito, pernicioso, como
también los que se esfuerzan por vomitar sin conseguirlo.
Los vómitos biliosos, emitidos en
pequeñas cantidades, perniciosos, sobre todo si el paciente sufre insomnio.
Después del vómito de
materias negras, la sordera que se presenta no es perjudicial.
Los vómitos en pequeñas
cantidades, frecuentes, biliosos,
no mezclados, perniciosos si están acompañados de deposiciones abundantes y
dolor agudo de la región lumbar…
Las recaídas frecuentes en
vómitos con los mismos signos provocan un vómito negro hacia la crisis; los
pacientes también sufren temblores” (Hipócrates XXXII, 545)
Pese a la recomendación de su
empleo en casos problemáticos, no estaba bien considerado.
En Plinio, H N, XI, CXVII.282 y ss leemos que no
son recomendables para la salud:
“La alimentación más provechosa es la
sencilla, pues
la acumulación de sabores es peligrosa y aún más si se añade condimento. (...) Los vómitos, ideados por el hombre
como remedio a este problema, enfrían el cuerpo (...) El
exceso es lo más perjudicial en todos los aspectos de la
vida, pero especialmente para el organismo.”
Plutarco, Moralia, II también comenta que no es bueno
provocar el vómito con métodos artificiales: “Los vómitos y las purgaciones del vientre
por medio de medicinas, abominable «alivio contra la
hartura», a no ser que exista una gran necesidad, no deben emplearse, como
hacen muchos que llenan su cuerpo para poderlo vaciar y, de nuevo, lo vacían
para llenarlo de una manera antinatural […] Ambas cosas producen en el cuerpo
perturbaciones y convulsiones.[…]Si alguna vez nos obliga la necesidad, los vómitos se han de hacer sin ser
provocados ni por medicinas, ni por artificios, sin perturbar el cuerpo, sino
permitiendo expulsar de allí sin esfuerzo lo que le sobra al que tiene en
abundancia, pero no más de cuanto le sea necesario para evitar la indigestión.”
Sabemos del uso de vomitivos
para mejorar la salud. Sobre qué podrían emplear se cree que quizás los dedos
como se puede ver en esta cerámica griega.