domingo, 29 de noviembre de 2015

EL RELIEVE DE AMITERNVM, UN BANQUETE PÚBLICO

                 

En la casa parroquial de la Iglesia de Santo Stefano de Pizzoli se encuentra un precioso relieve conocido como el RELIEVE DE AMITERNVM del s. I d.C que representa una escena de banquete público del que desconocemos quién sería su benefactor.

Resulta muy interesante pues se puede apreciar en él las dos maneras típicas de comer,reclinado o sentado.

Se cree que podría formar parte de un monumento funerario mucho más grande, pues recuerda a otras tumbas que representan un banquete público en honor a un hombre importante fallecido.
En el relieve se observan dos escenas bien diferenciadas, lo que nos hace pensar que aquel que pagó el banquete funerario invitó a diversos grupos sociales. El hecho de estar unos sentados y otros reclinados mostraría esas categorías sociales distintas.


                                           

Por una parte, a la izquierda, se ve a un grupo de seis comensales, formalmente vestidos y reclinados en sus triclinios, sobre los típicos cojines, cubrecamas y colchones (pulvini).

Todos disfrutan de exquisitos manjares ante la típica mesa central de tres patas (cilliba) sobre la que se colocaban los alimentos ya preparados para ser consumidos. En nuestro caso se ven viandas pero resultan difíciles de identificar, aunque sabemos que lo era normal que en la mesa central hubiera un salinum (salero) y un acetabulum (vinagrera) que simbolizaban la hospitalidad del anfitrión en el banquete.

De esta mensa circular nos habla Varrón, L L, 5, 118: “A la mesa de comer solían llamar cilliba: tenía forma cuadrada …más tarde se hicieron redondas, debido a que entre nosotros es media (ocupa el centro) y entre los griegos μετα, puede denominarse mesa. Pero su nombre también puede explicarse por el hecho de que, a la hora de la comida, la mayor parte de los platos se servían dosificados (mensa)”

Esta mesa tenía un papel importante pues era el centro del banquete, alrededor de la cual se sentaban los invitados y compartían un momento de sus vidas.

Vemos a los comensales con copas de vino en la mano derecha, como marcaba la tradición romana por considerar de mal augurio el uso durante los banquetes de la mano sinistra.

Podemos pensar que este grupo social sería la élite, por estar recostados en los lecti.

                        


Por otra parte, a la derecha se ve otro grupo de seis comensales, sentados en taburetes, alrededor de una mesa circular. Tres de ellos parece que están cogiendo algo de la mesa central, otro lleva en su mano derecha una copa y otro se toca la cabeza.

El estar sentados y no reclinados para comer, puede indicar que quizá correspondan a una clase social menos privilegiada que la anterior.

Sería interesante recordar que aparecer sentados podría ser considerado una costumbre arcaica, además de ser típica de las personas de baja clase social que acudían a la taberna o popina, afirmación que no podemos aplicar a nuestros comensales por sus modales y apariencia decorosa, comparables a los que están reclinados. Hemos de recordar que las mujeres y los niños se sentaban a los pies del pater familias.

                                         

En el centro del relieve y separando ambas escenas, vemos a dos esclavos, de pie, que parecen muy atareados. Uno porta en sus manos una copa de vino, el otro un cucharón o cyathus para servirlo.

Están junto a una mesa que podría ser la utilizada para mezclar el vino, llamada cilibantum. Varrón en L L, 5, 121 afirma sobre ella lo siguiente: “Parece haber obtenido por transformación del griego kylikeion: armario para recipientes para beber y éste a partir del de una copa kylix que estaba en aquella”


                                                  

Sobre la mesa se pueden distinguir copas y cuernos para beber (ritón), todos ellos elementos relacionados con la mezcla del vino con agua.

La mesa es muy elegante, parece de mármol, con una pata central que llama mucho la atención por representar un herma, es decir, un pilar rectangular sobre el que se ubicaba el busto de una divinidad, principalmente Hermes, y en la parte baja se decoraba con un falo erecto que simbolizaba la masculinidad y ahuyentaba el mal de ojo.

       

Para terminar, es importante tener en cuenta que se trata de un relieve funerario muy significativo que no puede pasar desapercibido, al representar en una misma escena comensales sentados y reclinados.


Plurimam salutem!

domingo, 15 de noviembre de 2015

ELAFOS, EN HONOR A ÁRTEMIS



 En el mes griego elafebolion que marcaba el final del invierno, se celebraba la ELAFEBOLIA (Έλαφηβόλια), una fiesta en honor a Ártemis, la diosa de la caza.

Los habitantes de la Fócida elaboraban unas tortas de miel, sésamo y espelta (λαφος) que presentaban forma de ciervo y que ofrendaban a la divinidad.


Esta festividad conmemoraba la victoria sobre los Tesalios según nos describe Plutarco, Moralia, III, 244 E: 

"La hazaña de las focidias no ha encontrado escritor ilustre, aunque no es inferior a ninguna otra realizada por mujeres en punto a virtud; está atestiguada en los importantes ritos que aún ahora los focenses practican en la proximidad de Hiámpolis  y en los antiguos decretos. Una detallada relación de esta hazaña " está escrita en la vida de Daifanto, y lo que atañe a las mujeres es como sigue. Los tesalios estaban complicados en una guerra sin cuartel contra los de la Fócide; pues éstos mataron en un solo día a todos los gobernantes y tiranos tesalios de las ciudades focidias, por lo que los tesalios acabaron con doscientos cincuenta rehenes de aquéllos ". Los tesalios penetraron, a continuación, con todo su ejército por la Lócride, y establecieron por decreto que no dejarían con vida ni a un solo hombre de edad madura y que esclavizarían a mujeres y niños. Daifanto, el hijo de Batilio, uno de los tres gobernadores de la Fócide, convenció a los focenses a que salieran para presentar batalla a los tesalios, reunieran a las mujeres junto con los niños de toda la Fócide en un mismo lugar, amontonaran a su alrededor una gran cantidad de madera y establecieran guardias con la orden de que, si se enteraban de que sus hombres habían sido vencidos, encendieran rápidamente la madera y quemaran sus personas. La mayoría votó esto, pero uno se levantó y dijo que era justo que también las mujeres estuvieran conformes con este parecer; y si no, se debía renunciar y no hacer uso de la violencia. Expuesto este plan a las mujeres, éstas se reunieron y lo ratificaron con su voto y ensalzaron a Daifanto por haber decidido lo mejor para la Fócide. Se dice también que los niños se reunieron y decidieron por votación lo mismo. Realizadas estas cosas, los focenses trabaron combate cerca de Cleonas de Hiámpolis y vencieron. A la votación de los focenses, los griegos la llamaron «Demencia».  Y la mayor fiesta de todas, la Elafebolia, en honor de Artemis, la celebran hasta ahora en Hiámpolis en recuerdo de aquella victoria”


La receta de estos ricos pasteles la conocemos gracias a  Ateneo, XV, 646:

 Una torta plana en forma de un ciervo sirve en el festival Elaphebolia hecha de harina de espelta, miel y semillas de sésamo



ADAPTACIÓN DE LA RECETA


Ingredientes



150 gr de harina de espelta

150 gr de semillas de sésamo

150 ml de agua

65 gr de miel

Un poco de aceite de oliva para untar la bandeja del horno


Elaboración


Mezclar bien los ingredientes en un bol, excepto el aceite, hasta conseguir una masa homogénea.


  A continuación, extender bien la masa sobre una superficie enharinada con ayuda de un rodillo. 



Si se tiene mucha habilidad se puede cortar la masa con forma de ciervo, si no, se puede utilizar un molde de pastelería con esa forma o emplear una plantilla como la que os presentamos.




Untar la bandeja de hornear con un poco de aceite y colocar los pasteles en ella. 


Hornear unos 40 minutos a 180º.



Se pueden servir acompañados de algún tipo de mermelada.

Prosit!

Plurimam salutem!