Blog sobre cocina romana antigua y otros aspectos del mundo antiguo, principalmente su legado en la actualidad.
viernes, 21 de diciembre de 2018
domingo, 16 de diciembre de 2018
EREBINTHOI SYN XEROI TYROI- GARBANZOS CON QUESO
Sabemos
por las fuentes clásicas que los garbanzos
eran muy consumidos en la antigüedad por sus enormes beneficios, por su fácil conservación y por su precio asequible.
Son
muchas las recetas que nos han llegado pero en esta ocasión vamos a centrarnos
en la transmitida por Galeno, Sobre los
alimentos, 1.22/ 6533K que nos habla de unos garbanzos con queso.
La
receta original dice así:
“El garbanzo hervido en agua suele ser consumido por
muchas personas, algunas de ellas servidas con sencillez, otras sazonadas con
un poco de sal. Aquellos que viven donde yo hago una especie de harina de queso
seco y espolvorean los garbanzos con esto”
Se
trata de un plato sencillo, fácil de comer con los dedos a modo de aperitivo y
muy saludable.
ADAPTACIÓN DE LA RECETA
Ingredientes
Agua
300
gr. de garbanzos
200
gr. de queso parmesano
o en su defecto, el pecorino
Sal
gruesa
Elaboración
Poner
a remojo los garbanzos la noche de antes, al día siguiente hervirlos con agua y
sal durante unos 40 minutos aproximadamente. A continuación escurrirlos bien.
Rallar
el queso y espolvorearlo sobre los
garbanzos hasta cubrirlos con una capa.
Están
más buenos si se sirven un poco calientes.
Prosit!!
Plurimam salutem!!
domingo, 2 de diciembre de 2018
LAS ALGAS EN LA ANTIGÜEDAD II
USOS
DE LAS ALGAS
Gracias a Dioscórides, IV, 99 sabemos
cuáles eran sus usos médicos:
“Todas tienen
virtud astringente; son eficaces,
aplicadas en forma de emplasto, contra las dolencias de podagra y otras inflamaciones. Deben emplearse cuando aún están
jugosas, antes de secarse. Nicandro dice que la roja es un buen antídoto contra el veneno; algunos creían que
era la que las mujeres empleaban, pero ésta es una raicilla llamada, con el
mismo nombre, phŷkos (‘alga’)”
Su utilización médica es muy
variada: como antídoto, para inflamaciones en general, para tratamientos como
la gota y con un uso astringente. Siempre empleado como emplasto o cataplasma.
Paladio nos cita su uso como fertilizante en los campos
por su alto contenido en nitrógeno: “sedimentos del mar se bañan en agua dulce y
se mezclan con los demás, harán a su vez de estiércol.” (I, 33)
“Hay otros que amontonan junto a las raíces algas marinas,
a las que algunos añaden estiércol de asno y cerdo. Si no tiene flor, se
mezclará orina añeja con otro tanto de agua, y se verterá en las raíces tres
veces al año (bastará echar un ánfora por árbol); o se pone alpechín desalado,
o se arriman algas a las raíces y se
regará dos veces al mes, o bien se rodeará el tronco del árbol que está en flor
con una abrazadera de plomo, o se envolverá con la camisa de una culebra. […] Los
más cuidadosos incluso untan la extremidad superior por ambas partes en
estiércol de buey, o bien la tapan con
algas marinas, o recubren las puntas de los dos lados con un mortero de
arcilla y la plantan de tal guisa en un suelo
cavado.” (IV, 10)
En
el Libro X habla de los frutales y de nuevo recomienda el uso de algas como
fertilizante:
“Se pondrá en un terreno graso y recién cavado, metiendo por debajo una capa de conchas y algas de mar; una gran
parte del vástago se introducirá en la tierra.
Al hablar del cultivo de
la col afirma la conveniencia del uso de las algas: “Columela recomienda rodear las raíces de la planta con algas marinas para conservar el
verdor y al mismo tiempo darles abono” (III y IV)
Para hacer un nido
Plinio, IX, 26 habla de un
pescado llamado mena: “las menas se vuelven más negras en verano. Lo muda
también el gobio, de diversos colores en primavera y el tiempo restante,
blanco; es este el único de los peces que hace un nido con algas y desova en
él”
Lo mismo dice de la sepia: “La sepia hace
la puesta en tierra entre las canas o en algún sitio en que se hallen algas;
salen al decimoquinto día”
Uso como tinte extraído principalmente
del alga fucus, empleada para hacer
coloretes y tintes de ropa e incluso para maquillaje.
Teofrasto, IV, 6: “En Creta crecen sobre las rocas, cerca de la tierra, las orchillas de mar, abundantísimas y excelentes,
con las que se tiñen no sólo las cintas, sino también la lana y los vestidos. Y, mientras el
tinte está reciente, el color es mucho
más hermoso que el de la púrpura…La «encina»
la usan las mujeres para teñir la lana. En las ramas se encuentran
adheridos algunos animalejos conchíferos y, abajo, pegados al mismo tallo, se
encuentran también y, a veces, los cubren totalmente. Y entre éstos encuentran
refugio las cochinillas y otros bichejos, amén
de uno que semeja una jibia”
Plinio, XIII, 48, 49: “Hay otro tipo
de arbusto marino, conocido con el nombre de "bryon;" que tiene la hoja de la lechuga, sólo
que es de una apariencia más arrugada; crece
más cerca de la tierra, también, que la anterior. A lo lejos, en el mar, nos encontramos
con un abeto y un roble, cada uno un codo de altura; conchas se encuentran adheridas a sus
ramas. Se dice que este roble de mar se utiliza para la tinción de lana, y
que algunos de ellos incluso oso bellotas en
el mar, un hecho que ha sido comprobada por los náufragos y buceadores…. Los
phycos que crecen en las rocas en Creta, se utiliza también para el
teñido de púrpura; siendo el mejor tipo que se produce en el lado norte de
la isla, que es también el caso de las esponjas de la mejor calidad”
Para embalar los vidrios, de ahí el nombre de alga
de vidrieros gracias a sus largos y anchos filamentos.
Teofrasto, IV, 6: “Más allá de las Columnas
de Hércules existe un sargazo azucarado, admirable por su tamaño, según dicen, y es más ancha (la hoja) que la del
alga de vidrieros, como de un palmo. Esta alga es transportada al mar interior
juntamente con la corriente del mar exterior y la llaman ((sargazo azucarado)).
En algunas partes de este mar alcanza una altura que rebasa el ombligo de un
hombre. Se dice que es anual y nace al término de la primavera, cobra vigor en
el verano, se marchita en el otoño, y en el invierno perece y va a parar a la
costa arrastrada por las olas. Todas las demás plantas marítimas dicen- se
hacen más flojas y débiles en el invierno. Éstas son, pues, las plantas marinas
que, según se dice, viven cerca de la playa. Pero el alga de los vidrieros del
océano, que los pescadores de esponjas extraen, prospera en el mar abierto”
Plinio XIII, CAP. 52: “Juba relata que sobre
las islas de los trogloditas hay un arbusto descubierto en el mar, que se
conoce como el "aire de Isis" , dice que tiene un gran parecido
con el coral, es indigente de hojas, y si el corte cambiará de color, se
volverá bastante negro y duro, y tan frágil como para romperse si se
cae. Habla también de otra planta marina, a la que da el nombre de
"Charito-blepharon" y que, según él, es particularmente eficaz en los encantos del
amor, pulseras y collares están hechos de ella. Él
dice también que es sensible cuando está a punto de ser tomado, y que se
vuelve tan duro como un cuerno, tan duro, de hecho, como para embotar el filo
del hierro. Si, por otro lado, se corta antes de que sea sensible al
peligro, inmediatamente se transforma en piedra”
Para
rellenar colchones y descansar sobre ellas
Horacio, Metamorfosis, VIII,
653: “En el
centro hay una cama con un colchón de algas blandas encima, con armazón
y patas de madera de sauce [; y sacuden un colchón de blandas algas de rio, y
lo ponen sobre un lecho, cuyo armazón y patas son de madera de sauce]”
Teócrito, Idilio, XXI: “Sobre un lecho de algas
secas, tendido en una cabaña hecha
de ramas, descansaban juntos dos viejos pescadores contra el muro de hojas […] pues ¿qué va a hacer uno tumbado en una yacija de algas junto al mar
sin dormir ”
En
los viveros y piscinas
Columela, 8, 18 recomienda
el uso de algas en las piscinas para que los peces estén en su hábitat natural:
“si la anchura de ellas lo permitiere, no será fuera de propósito que queden
dentro algunos peñascos de la orilla, repartidos en el espacio que ocupan,
sobre todo los que están cubiertos de alga, a fin de que representen, en cuanto
puede alcanzar el ingenio del hombre, la imagen de un verdadero mar, y que los peces que estén encerrados en ellas
sientan su prisión lo menos que sea posible.[…] Después se rodea de diques
que se forman delante, de suerte que
comprendan en su seno toda la extensión del estanque y tengan más elevación que
él: pues así, con la oposición de este parapeto, se quebranta la impetuosidad
de las olas, y los pescados, manteniéndose en calma, no son arrojados de sus
moradas, fuera de que el estanque no se llena del cúmulo de algas que vomita la
violencia del piélago en las tempestades”
Como
vivienda, alimento de algunos peces y para pescarlos
Ateneo, VII, 306 A y comenta que el “Pez cítara
(kitharos). Aristóteles, en su tratado
Sobre los animales o Sobre los peces, dice [fr. 210 Gigon]: ≪El pez citara tiene dientes puntiagudos, es solitario, se alimenta de algas”
Lo mismo ocurre con el pez “La vieja colorada (skaros).
Aristóteles cuenta [fr. 233 Gigon] que es de dientes puntiagudos, solitaria y
carnívora; que posee una boca pequeña y una lengua no demasiado adherida; el
corazón, triangular; el hígado, blanco y de tres lóbulos;…Le gusta la alimentación a base de algas, y por eso se la captura
también con ellas”. (Ateneo,
VII, 306 F)
Ateneo en el libro VIII continúa
describiendo a diferentes peces que se alimentan de estas maravillosas plantas
marinas:
“…el Glauco. Epicarmo,
en Las bodas de Hebe [PCG I,
fr. 44 (52 R-N)] 135: Multicolores
cabrachos y jureles, gruesos glaucos. Numenio, en su Tratado de pesca [Suppl. Hell., fr.
571]136: Una cabrilla o un ≪hermoso pez≫, alguna vez un verrugato, [otras, un mero, o un glauco que pasa entre
resplandecientes algas marinas [….] Cabracho (skorpios) Es
también solitario, y come algas […] Y las salpas, peces de igual dimensión, que
llaman ≪vacas≫ los pescadores con nasa que viven en el [mar, porque en pro de su estómago
trituran
continuamente algas con los dientes”
Opiano 11, 649 explica que los mújoles “Comen verdes algas marinas e incluso el
mismo barro y se lamen los cuerpos los unos a los otros”
También Eliano, I, habla
sobre otros peces que utilizan las algas como base de su alimentación: “El escaro se alimenta de hierbas marinas
y de algas, y es de todos los peces el más lujurioso, y su insaciable apetito
de hembra es causa de su captura”
“[…] El mirlo marino encuentra
en los profundos agujeros y cerca de las rocas abundancia de algas, que les sirven de alimento”
“Yo he oído decir que la comadreja de mar vive entre las rocas, se alimenta de algas y,
como la terrestre, se come los ojos de todos los cuerpos que encuentra muerto” (Eliano, XV, 11)
Incluso
encontramos peces que viven entre las algas
como es el caso de los camarones: “Hay tres clases de camarones: los primeros son como los
que ya he mencionado, los segundos viven
entre las algas y los terceros viven en las rocas” (Eliano, I,
30)
El
melanuro “cuando
el mar está sosegado y tranquilo, permanece quieto en las rocas y entre las algas, con las cuales se
cubren, lo mejor que pueden, tratando de ocultar su cuerpo” (Eliano, I, 41)
Parece
que “también
el fango cría cangrejos, y las algas
marinas y la arena” (Eliano, VII, 24)
En el libro XIII, 3, Eliano nos describe además el
hábitat de los pescados: “Muchas son las
moradas de los peces: unos viven entre las rocas, otros en la arena, quienes
entre las hierbas. Porque también hay
hierbas marinas: unas se llaman lechugas de mar, otras clemátides marinas, algunas viñas de mar, y otros hongos. Hay
también una hierba marina que se llama, según parece, berza y unas algas que se
llaman “cabellos”. Unos peces se alimentan con un tipo de hierbas, otros
con otros y el pez acostumbrado al alimento con el que se crio y que es, por
así decirlo, afín a él no querrá tocar ningún otro”
Ya
hemos comentado que se utilizaban para pescar así Opiano III comenta sobre la
salpa lo siguiente: “Días antes el pescador navega siempre al mismo lugar, y arroja allí
entre las olas piedras de tamaño fácil de manejar, alrededor de las cuales ha
atado frescas algas; pero, cuando a la quinta mañana revisa su trabajo, y ve
que las salpas reunidas se alimentan en torno a ese paraje, entonces prepara su
astuta nasa. En su interior echa piedras envueltas en algas, y alrededor de la
abertura ata hierbas marinas de las especies que agradan a las salpas y a otros
peces que se nutren de plantas. Entonces los peces se reúnen allí, y toman
las hierbas, y después se precipitan en
su interior. En seguida el pescador navega rápidamente a aquel lugar e iza la
nasa. Se realiza su trabajo en silencio, los hombres no hablan y los remos van
acallados. Porque el silencio es muy provechoso en toda la pesca, pero sobre
todo en el caso de las salpas, puesto que son de índole
fácilmente asustadiza, y el miedo hace vaina la labor del pescador”
Eliano explica en su libro
XII, 43 el arte de la pesca de nasa y el uso de las algas entre otros: “La pesca con
nasa es una pesca que requiere mucha astucia y plan bien meditado. Parece poco
recomendable a personas libres. Necesita
juncos secos, sauzgatiIlo, una piedra ancha, áncoras, algas marinas, hojas de junco y de ciprés, corchos, trozos de
madera, un cebo y una pequeña barca”
Ovidio
en Haliéutica 85 y ss comenta
los lugares de pesca: “Y, sin
embargo, no te aconsejaría que
te dirigieras a los lugares centrales del piélago y tantearas las vastas profundidades
del mar: entre uno y otro delimitarás una zona mejor. (“Averigua”) si son
lugares erizados de rocas –pues los tales exigen flexibles cañas, redes, en
cambio, el litoral abierto-, si un monte deja caer desde bien alto espantables
sombras al mar -pues de modo diverso ciertos peces huyen de ellas o las
buscan-, si los bajos fondos verdean de hierbas flotantes*** y deleita su estancia y sirve a las suaves
algas”
Para
hervir las hojas verdes y mantengan su verdor
Plinio 31, 115, Apicio, 3,
1 y Columela 11, 3, 23 hablan del uso de las algas para cocer y conservar el
verde sin tener que añadir carbonato de sodio: “La col se debe trasplantar cuando tenga
seis hojas, no poniéndola sin untar antes su raíz con estiércol líquido, y
haberla envuelto en tres tirillas de alga. Pues esto hace que cuando se cuece
se ponga más pronto tierna y conserve su color verde sin echarle nitro”
Como hemos podido observar el uso de las algas no era para nada desdeñado en la antigüedad, pues como bien se sabe hoy en día están llenas de nutrientes y ya forman parte de nuestra alimentación.
Plurimam salutem!!
* Imagen extraída de este enlace
domingo, 18 de noviembre de 2018
LAS ALGAS EN LA ANTIGÜEDAD I
Se
trataba, por tanto, de un nombre
genérico.
Pocas son las fuentes clásicas que hacen mención a las algas de manera concreta, pero puede resultar de interés centrarnos en aquella información que nos ha legado la antigüedad.
Pocas son las fuentes clásicas que hacen mención a las algas de manera concreta, pero puede resultar de interés centrarnos en aquella información que nos ha legado la antigüedad.
Uno de los primeros autores en el
que encontramos algún comentario es Dioscórides, IV, 99 que nos habla de sus formas: “Alga marina. Una es
ancha, otra alargada y rojiza, otra, crespa
que crece en Creta, junto a la tierra, muy florida e inasequible a la
corrupción”
Como vemos hace referencia a tres
tipos, quizás se esté centrando en la Posidonia
oceanica, cuando habla de la ancha, a la
Roccella tinctoria, cuando describe la ancha y rojiza y a la Cystoseira foeniculosa cuando cita a la
crespa que nace en la isla de Creta.
No obstante, en Teofrasto, Hª de las plantas, IV, 6, 6
podemos leer mucha más información sobre las plantas marinas:
“No solo en
los pantanos, lagunas y ríos hay árboles y arbustos, sino también, el mar
existen algunos arbustos, y en el océano hay, incluso, árboles. Porque en nuestro propio mar todos los vegetales que
crecen son pequeños y ninguno de
ellos, por así decirlo, rebasa la
superficie del agua; pero en el océano salen por encima de ella y hay otros
árboles mayores. Los que se encuentran en nuestras aguas son los siguientes.
Los más visibles y familiares a todos son: el
alga de vidrieros, la lechuga de mar y otras plantas parecidas. Muy
conspicuas y propias de ciertos lugares son las plantas marítimas llamadas: abeto, higuera de mar, encina de mar,
clemátide y halymenia o calófilis. De todas estas plantas, unas están
cercanas a la tierra, otras en alta mar y otras en ambos lugares. Algunas, como
el alga de vidrieros tienen formas variadas, otras una sola. Del alga de vidrieros hay una variedad que
tiene la hoja ancha, a manera de cinta, de color verde; algunos la llaman
también «alga verde» y otros «cinturón»; tiene una raíz que externamente es
peluda, pero por dentro está formada de cascos y es extraordinariamente larga y
sólida, como una cebolla.
Otra variedad tiene las hojas a manera de
cabellos, como el
hinojo, y no es verde, sino amarillo-pálida;
no tiene tallo, sino que se yergue derecha sobre si misma; crece sobre las valvas de las ostras y
sobre las piedras, y no como la otra agarrada a la tierra; pero ambas son
plantas costeras, y la variedad filamentosa crece cerca de la tierra y, a
veces, recibe sólo una ligera mojadura del agua del mar, mientras que la otra
se adentra más en él. Más allá de las
Columnas de Hércules existe un sargazo azucarado, admirable por su tamaño,
según dicen, y es más ancha (la hoja) que la del alga de vidrieros, como de un
palmo. Esta alga es transportada al mar
interior juntamente con la corriente del mar exterior y la llaman sargazo
azucarado. En algunas partes de este mar alcanza una altura que rebasa el
ombligo de un hombre. Se dice que es
anual y nace al término de la primavera, cobra vigor en el verano, se marchita
en el otoño, y en el invierno perece y va a parar a la costa arrastrada por las
olas. Todas las demás plantas marítimas dicen- se hacen más flojas y
débiles en el invierno. Éstas son, pues, las plantas marinas que, según se
dice, viven cerca de la playa. Pero el alga de los vidrieros del océano, que
los pescadores de esponjas extraen, prospera en el mar abierto. En Creta crecen sobre las rocas, cerca de la
tierra, las orchillas de mar, abundantísimas y excelentes, con las que se tiñen no sólo las cintas, sino
también la lana y los vestidos. Y, mientras el tinte está reciente, el color es
mucho más hermoso que el de la púrpura. Aparecen en la costa norte en mayor
abundancia y más hermosas, corno las esponjas y otros espongiarios.
Hay otra planta, parecida a la grama, ya que
tiene la hoja semejante, la raíz nudosa y larga, crece lateralmente como ella y
tiene, también como ella, un tallo arundineo. Es mucho más pequeña que la costera marítima.
Otra alga es la lechuga de mar, que tiene hojas verdes, pero anchas y no
desemejantes de la lechuga ordinaria, sólo que son más rizadas y como
arrugadas. No tiene tallo único, sino que de un único punto de arranque salen
muchos y, luego, de otros. Crece sobre piedras cerca de la tierra y en valvas
de ostras. Éstos son poco más o menos los vegetales más chicos.
La encina de mar y el abeto marino crecen en la
costa. Nacen en
las piedras y en las valvas de las ostras, pero, como no tienen raíces, se
agarran a aquéllas como las lapas. Ambos tienen hojas más o menos carnosas.
Pero la hoja del «abeto» se hace mucho más larga y gruesa, y no es desemejante
a las vainas de las legumbres, pero es hueca por dentro y no contiene nada en
las «vainas».
La de la
«encina» es delgada y más parecida a la del tamarisco. El color de ambas es
purpúreo. La forma del «abeto en su conjunto es derecha, lo mismo en lo
referente al tallo que a las ramas, pero la de la encina es menos derecha y la
planta es más ancha Ambos se presentan con muchos troncos o (con uno), pero el
«abeto» aparece con más frecuencia con uno. El abeto tiene largas, derechas y
extendidas excrecencias rameales, mientras que la «encina» las tiene más
cortas, menos derechas y más cerradas. El tamaño completo de ambas algas es alrededor
de un codo o poco más, pero, en general, el tamaño del «abeto» viene a ser
mayor. La «encina » la usan las mujeres para teñir la lana. En las ramas se
encuentran adheridos algunos animalejos conchíferos y, abajo, pegados al mismo
tallo, se encuentran también y, a veces, los cubren totalmente. Y entre éstos
encuentran refugio las cochinillas y otros bichejos, amén de uno que semeja una
jibia.
Éstas, pues,
son las plantas que están cerca de tierra firme y que pueden observarse
fácilmente; pero algunos dicen que hay otra «encina de mar» (sargazo o uva de mar) que, incluso, produce
fruto, el cual es una bellota aprovechable. Dicen también que los pescadores de
esponjas y los buceadores les contaron que, en el fondo del mar, había otras
plantas de gran tamaño. El alga
clemática crece en ambas posiciones: cerca de la tierra y en alta mar. La
especie de alta mar tiene las hojas, las ramas y el fruto más grandes.
La higuera marina carece de hojas, es de
pequeño tamaño y el color de la corteza es rojo. La calófilis (palmera de mar) es planta de
alta mar, pero tiene un tallo muy corto y las ramas que brotan de él son
casi rectas. En la parte inferior no se disponen en derredor del tallo, como
las ramitas que surgen de las ramas en una sola dirección Y son uniformes;
aunque a veces son irregulares. En cierta manera, la naturaleza de las ramas de
los renuevos se parece a las hojas de plantas espinosas como cardos, del tipo
de las cerrajas o cosa así, sólo que son derechas Y no se inclinan al suelo
como éstas y tienen sus hojas roídas por la salmuera; además, por el hecho de
que el tallo central, al menos, corre a través del conjunto, se parecen a éstas
y la apariencia general es la misma. El color de las ramas, del tallo y de la
planta en su totalidad es rojo intenso o escarlata.
Tales son
las plantas que hay en este mar. Porque la esponja, las llamadas aplysíai y otros vegetales de este tipo son de
características diferentes”
Marcial IX, XVII (XVI) cita las algas eritreas:
“Si llamas regalar a prometer y no dar, Gayo, voy a superarte con mis dones
y mis regalos. Toma todo lo que los astures cavan por los campos galaicos, todo
lo que tiene la corriente de oro del rico Tajo, todo lo que el negro indio
encuentra entre las algas eritreas y
todo lo que guarda en su nido el ave sin igual, toda la púrpura que la
exagerada Tiro recoge en el caldero de Agenor. Todo lo que tienen todos, tómalo
como lo das”
Plinio XIII, 48, 49 nos describe
algunos tipos de algas:
“Arbustos y árboles crecen en el mar , así; los de nuestro mar son de tamaño inferior, mientras que, por otro lado, el Mar Rojo y todo el Océano Oriental están llenos de bosques densos. Ningún otro idioma tiene ningún nombre para el arbusto que es conocido por los griegos como los "phycos," ya que por la palabra "alga" una simple hierba se entiende generalmente, mientras que los "phycos" es un arbusto completo. Esta planta tiene una amplia hoja de un color verde, que es llamado por algunos "prason," y por otros se conoce como "zoster." Otro tipo, de nuevo, tiene una especie de hoja peluda, muy similar al hinojo, y crece sobre rocas, mientras que se ha mencionado anteriormente crece en lugares no muy lejos de la orilla. Ambos tipos brotan en la primavera, y mueren en otoño. Un tercer tipo es similar en apariencia a la hierba; la raíz de ello se anuda, y también lo es el tallo, que se asemeja a la de una caña.
“Arbustos y árboles crecen en el mar , así; los de nuestro mar son de tamaño inferior, mientras que, por otro lado, el Mar Rojo y todo el Océano Oriental están llenos de bosques densos. Ningún otro idioma tiene ningún nombre para el arbusto que es conocido por los griegos como los "phycos," ya que por la palabra "alga" una simple hierba se entiende generalmente, mientras que los "phycos" es un arbusto completo. Esta planta tiene una amplia hoja de un color verde, que es llamado por algunos "prason," y por otros se conoce como "zoster." Otro tipo, de nuevo, tiene una especie de hoja peluda, muy similar al hinojo, y crece sobre rocas, mientras que se ha mencionado anteriormente crece en lugares no muy lejos de la orilla. Ambos tipos brotan en la primavera, y mueren en otoño. Un tercer tipo es similar en apariencia a la hierba; la raíz de ello se anuda, y también lo es el tallo, que se asemeja a la de una caña.
Hay otros árboles marinos también de tamaño notable, que se
encuentra en las proximidades de Sición; la
vid-mar, de hecho, crece en todas
partes. El higo de mar está desprovisto
de hojas y la corteza es de color rojo. Hay
una palmera también en el número de los
arbustos-mar. Más allá de las
columnas de Hércules hay un mar-arbusto que crece con la hoja del puerro, y
otros con los de la zanahoria y
de tomillo. Ambos de estos
últimos, cuando se lanza por la marea, se transforman en la piedra pómez”
Plinio XIII, 51, nos habla de las algas y plantas del mar Índico:
“Los oficiales de Alejandro que navegaban los mares de la India, han dejado un relato de un árbol marino, cuyo follaje es verde, mientras que está en el agua; pero en el momento en que se saca, se seca y se convierte en sal. Han hablado también de juncos de piedra que se parecen mucho a los verdaderos, que crecían a lo largo de la costa, como también ciertos arbustos en el mar, tiene el color de un cuerno de buey, ramificándose en varias direcciones, y rojo. Estos, dicen, eran frágiles y se rompían como el cristal cuando se tocaban, mientras que, por otro lado, en el fuego se calentaban como el hierro y, cuando se enfriaban, retomaban su color original.
“Los oficiales de Alejandro que navegaban los mares de la India, han dejado un relato de un árbol marino, cuyo follaje es verde, mientras que está en el agua; pero en el momento en que se saca, se seca y se convierte en sal. Han hablado también de juncos de piedra que se parecen mucho a los verdaderos, que crecían a lo largo de la costa, como también ciertos arbustos en el mar, tiene el color de un cuerno de buey, ramificándose en varias direcciones, y rojo. Estos, dicen, eran frágiles y se rompían como el cristal cuando se tocaban, mientras que, por otro lado, en el fuego se calentaban como el hierro y, cuando se enfriaban, retomaban su color original.
En la misma parte de
la tierra también, la marea cubre los bosques que crecen en las islas, aunque
los árboles allí son más altos que el más alto de nuestros álamos. Las
hojas de estos árboles se parecen a las del laurel, mientras que la flor es
similar a la violeta, tanto en olor como en color: las bayas se asemejan a las
de la aceituna, y también tienen un olor agradable: aparecen en el otoño, y las
hojas de los árboles nunca se caen. Los más pequeños están completamente
cubiertos por las olas, mientras que las cumbres de los de mayor tamaño
sobresalen del agua, y los barcos se les hacen rápidos; cuando cae la
marea, los barcos están amarrados de manera similar a las
raíces. Encontramos a las mismas personas haciendo mención de otros
árboles que vieron en el mar, que siempre conservaban sus hojas, y daban una
fruta muy similar a la del altramuz”
E incluso Eliano XIV, 24 nos
describe un alga mortal, pancynium:
“Cuando el estío está en su apogeo, los tiburones y los demás peces en quienes el arrojo es una condición natural se acercan a las playas, y se dirigen derechosa los acantilados por cuyas aguas turbulentas nadan metiéndose por estrechos angostos y profundos. Abandonan las moradas de alta mar y desdeñan, en esta estación, sus comederos habituales, pues entre los profundos arrecifes se cría cierta alga, de un tamaño aproximado al del tamarisco, que produce un fruto parecido al de la adormidera. Durante las otras estaciones del año, el fruto está cerrado y es de suyo resistente y duro como una concha. Pero después del solsticio de verano se abren como capullos en las rosaledas. El estuche circundante protege el interior y discurre a manera de una barrera. Es de color amarillo; pero lo que está debajo de la funda es azul oscuro y fofo como una vejiga llena de aire; es, además, muy traslúcido y fluye de él un veneno activo. Por la noche estas algas emiten un resplandor parecido al fuego y unos a modo de centelleos. Y cuando Sirio aparece en el cielo, la potencia del veneno se acrece aún más. Por esta razón, todos los que se dedican a la pesca le han dado el nombre de pancynium ", ya que creen que el surgir de la estrella produce el veneno. Los tiburones caen sobre la flor que durante la noche parece que arde, precipitándose sobre este tamarisco marino como sobre un tesoro perdido y hallado. Quedan empapados de veneno, parte del cual beben y parte del cual penetra a través de las agallas. Mueren luego y quedan en seguida flotando en la superficie. Ahora bien, los expertos en la investigación de estas cosas obtienen este veneno de los susodichos monstruos: parte de él, de los restantes miembros, y parte, de la boca de los mismos. Este veneno sólo es inferior en braveza a la llamada peonia terrestre. a la cual la gente llama también kynopástos". La razón de este nombre la sabréis si me acuerdo de referirme a él”
“Cuando el estío está en su apogeo, los tiburones y los demás peces en quienes el arrojo es una condición natural se acercan a las playas, y se dirigen derechosa los acantilados por cuyas aguas turbulentas nadan metiéndose por estrechos angostos y profundos. Abandonan las moradas de alta mar y desdeñan, en esta estación, sus comederos habituales, pues entre los profundos arrecifes se cría cierta alga, de un tamaño aproximado al del tamarisco, que produce un fruto parecido al de la adormidera. Durante las otras estaciones del año, el fruto está cerrado y es de suyo resistente y duro como una concha. Pero después del solsticio de verano se abren como capullos en las rosaledas. El estuche circundante protege el interior y discurre a manera de una barrera. Es de color amarillo; pero lo que está debajo de la funda es azul oscuro y fofo como una vejiga llena de aire; es, además, muy traslúcido y fluye de él un veneno activo. Por la noche estas algas emiten un resplandor parecido al fuego y unos a modo de centelleos. Y cuando Sirio aparece en el cielo, la potencia del veneno se acrece aún más. Por esta razón, todos los que se dedican a la pesca le han dado el nombre de pancynium ", ya que creen que el surgir de la estrella produce el veneno. Los tiburones caen sobre la flor que durante la noche parece que arde, precipitándose sobre este tamarisco marino como sobre un tesoro perdido y hallado. Quedan empapados de veneno, parte del cual beben y parte del cual penetra a través de las agallas. Mueren luego y quedan en seguida flotando en la superficie. Ahora bien, los expertos en la investigación de estas cosas obtienen este veneno de los susodichos monstruos: parte de él, de los restantes miembros, y parte, de la boca de los mismos. Este veneno sólo es inferior en braveza a la llamada peonia terrestre. a la cual la gente llama también kynopástos". La razón de este nombre la sabréis si me acuerdo de referirme a él”
Terminar esta entrada con
la calificación que les da Ovidio en las
Metamorfosis VI: “las algas, amigas de los
pantanos”
La próxima entrada hablaremos de los usos de estas plantas marinas.
domingo, 28 de octubre de 2018
SPVMEVM o APHRATVM, NUESTRO SOUFFLÉ
En el libro De observatione ciborum, 34 de Anthimus
encontramos una receta llamada SPVMEVM que nos puede
recordar un poco al soufflé actual.
POSIBLE ADAPTACIÓN DE LA RECETA
Sobre su
etimología podemos leer en Isidoro, Etimologías, XX, 2, 29 lo siguiente: “Aphratum es lo
que en latín se llama spumeum (espumosa) y es que en griego espuma se dice “aphrós)”
Veamos la receta original de Anthimus:
Afratus
Graece quod Latine dicitur spumeo, quod de pullo fit et de albumen de oua; sed
multum albumen ouarum mittatur, ita, ut quomodo spuma sic deueniat opus ipsut
afratu, quod desuper iuscello facto et in egrogario in gauata conponatur
quomodo monticlos, et sic gauata ponitur in carbonis et sic uapore ipsius iuscelli
coquat ipsut afratu, et sic ponitur in medio missorio grauata ipsa, et
superfunditur modicum mero et mel et sic cum cocliar uel nouela tenera
manducatur. tamen solimus et de pisce bono in ipsa opera admiscere aut certe de
pectenis marinos, quia et ipsi optimi sunt et satis aput nos abundant. Et de
ipsos puros pectenis fient sferae niueae.
“El griego tiene el nombre afrutum [aphraton] por
lo que se llama spumeum en latín. Está hecho de pollo y claras
de huevo. Debes tomar muchas claras de
huevo para que tu afrutum se vuelva espumoso.
Debe colocarse en un montículo en una cacerola poco
profunda con una salsa previamente preparada, a base de salsa de pescado,
[liquamen].
A continuación, la cazuela se coloca sobre las brasas de
carbón y el afrutum se cocina en el vapor de la salsa. La cazuela se
coloca en el medio de una bandeja de servir y se vierte un poco de vino o miel
sobre ella. Se come con una cuchara o un cucharón pequeño.
A menudo agregamos pescado fino o vieiras a este plato,
porque son muy buenas y también comunes en el hogar”
Este
plato puede recordar a otro de Apicio, De Re coquinaria, IV, 2, 27
PATINA ZOMOTEGANON
“A crudo quoslibet pisces in
patina compones. Adicies oleum, liquamen, vinum, fasciculum porri, coriandri.
Dum coquitur, teres piper, ligusticum, origanum, fasciculum coctum, de suo sibi
fricabis, suffundes ius de suo sibi, ova cruda dissolves, temperas, exinanies
in patinam, facies ut obligetur. Cum tenuerit, piper asparges et inferes”
Plato
salsera
“Colocar en una tartera
pescado, del gusto de cada uno, crudo. Añadir aceite, garum, vino, un manojo de
puerros y de coliandro. Durante su cocción, picar pimienta, ligústico, orégano,
con el tallo cocido, triturarlo todo, rociar con su propio jugo; batir unos huevos,
echarlos en la tartera hasta que liguen. Cuando haya espesado, espolvorear
pimienta y servir”
INGREDIENTES
Para el soufflé:
6 huevos blancos
Pollo o pescado ya cocidos (opcional)
Aceite de oliva
Para la salsa:
-
Cuatro
cucharadas de aceite de oliva
-
Agua
para el caldo
-
100
ml de caldo de verduras (por ejemplo, apio, judías, col, nabo, zanahoria,
puerro, …)
-
Una
pizca de orégano, perejil, tomillo y comino
-
Dos
rebanadas de pan
-
1
cucharada de miel
-
Una
pizca de pimienta
-
Una
pizca de sal
-
1
vaso de vino blanco
-
1
cucharada de
garum
ELABORACIÓN
DE LA SALSA:
Hacer un caldo de verduras
y colar bien. Añadir al caldo las hierbas picadas. Mientras tanto poner las
rebanadas de pan en remojo con el vino blanco. Añadirlas al caldo para
espesarlo. Batir bien y condimentar con garum,
pimienta, aceite y miel.
DEL SPVMEVM:
Separamos las claras de los huevos y los
batimos hasta que estén a punto de nieve.
Tras engrasar una cazuela poco profunda con
el aceite de oliva, vertemos la salsa y a continuación, las claras de huevo en pequeñas cucharadas si queremos que tenga el efecto de unas bolas de nieve. Si no queremos este efecto, se ponen las claras de golpe.
Metemos la cazuela en el horno precalentado
durante unos 20/ 25 minutos a unos 190 º.
Cuando esté cuajado el huevo a modo de soufflé, ya se puede servir con un poco de miel o vino (una propuesta es reducir en una sartén vino y miel a modo de salsa).
Cuando esté cuajado el huevo a modo de soufflé, ya se puede servir con un poco de miel o vino (una propuesta es reducir en una sartén vino y miel a modo de salsa).
Podemos poner pollo o pescado ya cocidos en la salsa para que esté más
sabroso.
Comentar que en la comida
bizantina se encontró reminiscencias de este spumeum romano.
*Imagen del spumeum receta
cocina bizantina extraída de este enlace
Prosit!
Plurimam salutem!
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