USOS
DE LAS ALGAS
Gracias a Dioscórides, IV, 99 sabemos
cuáles eran sus usos médicos:
“Todas tienen
virtud astringente; son eficaces,
aplicadas en forma de emplasto, contra las dolencias de podagra y otras inflamaciones. Deben emplearse cuando aún están
jugosas, antes de secarse. Nicandro dice que la roja es un buen antídoto contra el veneno; algunos creían que
era la que las mujeres empleaban, pero ésta es una raicilla llamada, con el
mismo nombre, phŷkos (‘alga’)”
Su utilización médica es muy
variada: como antídoto, para inflamaciones en general, para tratamientos como
la gota y con un uso astringente. Siempre empleado como emplasto o cataplasma.
Paladio nos cita su uso como fertilizante en los campos
por su alto contenido en nitrógeno: “sedimentos del mar se bañan en agua dulce y
se mezclan con los demás, harán a su vez de estiércol.” (I, 33)
“Hay otros que amontonan junto a las raíces algas marinas,
a las que algunos añaden estiércol de asno y cerdo. Si no tiene flor, se
mezclará orina añeja con otro tanto de agua, y se verterá en las raíces tres
veces al año (bastará echar un ánfora por árbol); o se pone alpechín desalado,
o se arriman algas a las raíces y se
regará dos veces al mes, o bien se rodeará el tronco del árbol que está en flor
con una abrazadera de plomo, o se envolverá con la camisa de una culebra. […] Los
más cuidadosos incluso untan la extremidad superior por ambas partes en
estiércol de buey, o bien la tapan con
algas marinas, o recubren las puntas de los dos lados con un mortero de
arcilla y la plantan de tal guisa en un suelo
cavado.” (IV, 10)
En
el Libro X habla de los frutales y de nuevo recomienda el uso de algas como
fertilizante:
“Se pondrá en un terreno graso y recién cavado, metiendo por debajo una capa de conchas y algas de mar; una gran
parte del vástago se introducirá en la tierra.
Al hablar del cultivo de
la col afirma la conveniencia del uso de las algas: “Columela recomienda rodear las raíces de la planta con algas marinas para conservar el
verdor y al mismo tiempo darles abono” (III y IV)
Para hacer un nido
Plinio, IX, 26 habla de un
pescado llamado mena: “las menas se vuelven más negras en verano. Lo muda
también el gobio, de diversos colores en primavera y el tiempo restante,
blanco; es este el único de los peces que hace un nido con algas y desova en
él”
Lo mismo dice de la sepia: “La sepia hace
la puesta en tierra entre las canas o en algún sitio en que se hallen algas;
salen al decimoquinto día”
Uso como tinte extraído principalmente
del alga fucus, empleada para hacer
coloretes y tintes de ropa e incluso para maquillaje.
Teofrasto, IV, 6: “En Creta crecen sobre las rocas, cerca de la tierra, las orchillas de mar, abundantísimas y excelentes,
con las que se tiñen no sólo las cintas, sino también la lana y los vestidos. Y, mientras el
tinte está reciente, el color es mucho
más hermoso que el de la púrpura…La «encina»
la usan las mujeres para teñir la lana. En las ramas se encuentran
adheridos algunos animalejos conchíferos y, abajo, pegados al mismo tallo, se
encuentran también y, a veces, los cubren totalmente. Y entre éstos encuentran
refugio las cochinillas y otros bichejos, amén
de uno que semeja una jibia”
Plinio, XIII, 48, 49: “Hay otro tipo
de arbusto marino, conocido con el nombre de "bryon;" que tiene la hoja de la lechuga, sólo
que es de una apariencia más arrugada; crece
más cerca de la tierra, también, que la anterior. A lo lejos, en el mar, nos encontramos
con un abeto y un roble, cada uno un codo de altura; conchas se encuentran adheridas a sus
ramas. Se dice que este roble de mar se utiliza para la tinción de lana, y
que algunos de ellos incluso oso bellotas en
el mar, un hecho que ha sido comprobada por los náufragos y buceadores…. Los
phycos que crecen en las rocas en Creta, se utiliza también para el
teñido de púrpura; siendo el mejor tipo que se produce en el lado norte de
la isla, que es también el caso de las esponjas de la mejor calidad”
Para embalar los vidrios, de ahí el nombre de alga
de vidrieros gracias a sus largos y anchos filamentos.
Teofrasto, IV, 6: “Más allá de las Columnas
de Hércules existe un sargazo azucarado, admirable por su tamaño, según dicen, y es más ancha (la hoja) que la del
alga de vidrieros, como de un palmo. Esta alga es transportada al mar interior
juntamente con la corriente del mar exterior y la llaman ((sargazo azucarado)).
En algunas partes de este mar alcanza una altura que rebasa el ombligo de un
hombre. Se dice que es anual y nace al término de la primavera, cobra vigor en
el verano, se marchita en el otoño, y en el invierno perece y va a parar a la
costa arrastrada por las olas. Todas las demás plantas marítimas dicen- se
hacen más flojas y débiles en el invierno. Éstas son, pues, las plantas marinas
que, según se dice, viven cerca de la playa. Pero el alga de los vidrieros del
océano, que los pescadores de esponjas extraen, prospera en el mar abierto”
Plinio XIII, CAP. 52: “Juba relata que sobre
las islas de los trogloditas hay un arbusto descubierto en el mar, que se
conoce como el "aire de Isis" , dice que tiene un gran parecido
con el coral, es indigente de hojas, y si el corte cambiará de color, se
volverá bastante negro y duro, y tan frágil como para romperse si se
cae. Habla también de otra planta marina, a la que da el nombre de
"Charito-blepharon" y que, según él, es particularmente eficaz en los encantos del
amor, pulseras y collares están hechos de ella. Él
dice también que es sensible cuando está a punto de ser tomado, y que se
vuelve tan duro como un cuerno, tan duro, de hecho, como para embotar el filo
del hierro. Si, por otro lado, se corta antes de que sea sensible al
peligro, inmediatamente se transforma en piedra”
Para
rellenar colchones y descansar sobre ellas
Horacio, Metamorfosis, VIII,
653: “En el
centro hay una cama con un colchón de algas blandas encima, con armazón
y patas de madera de sauce [; y sacuden un colchón de blandas algas de rio, y
lo ponen sobre un lecho, cuyo armazón y patas son de madera de sauce]”
Teócrito, Idilio, XXI: “Sobre un lecho de algas
secas, tendido en una cabaña hecha
de ramas, descansaban juntos dos viejos pescadores contra el muro de hojas […] pues ¿qué va a hacer uno tumbado en una yacija de algas junto al mar
sin dormir ”
En
los viveros y piscinas
Columela, 8, 18 recomienda
el uso de algas en las piscinas para que los peces estén en su hábitat natural:
“si la anchura de ellas lo permitiere, no será fuera de propósito que queden
dentro algunos peñascos de la orilla, repartidos en el espacio que ocupan,
sobre todo los que están cubiertos de alga, a fin de que representen, en cuanto
puede alcanzar el ingenio del hombre, la imagen de un verdadero mar, y que los peces que estén encerrados en ellas
sientan su prisión lo menos que sea posible.[…] Después se rodea de diques
que se forman delante, de suerte que
comprendan en su seno toda la extensión del estanque y tengan más elevación que
él: pues así, con la oposición de este parapeto, se quebranta la impetuosidad
de las olas, y los pescados, manteniéndose en calma, no son arrojados de sus
moradas, fuera de que el estanque no se llena del cúmulo de algas que vomita la
violencia del piélago en las tempestades”
Como
vivienda, alimento de algunos peces y para pescarlos
Ateneo, VII, 306 A y comenta que el “Pez cítara
(kitharos). Aristóteles, en su tratado
Sobre los animales o Sobre los peces, dice [fr. 210 Gigon]: ≪El pez citara tiene dientes puntiagudos, es solitario, se alimenta de algas”
Lo mismo ocurre con el pez “La vieja colorada (skaros).
Aristóteles cuenta [fr. 233 Gigon] que es de dientes puntiagudos, solitaria y
carnívora; que posee una boca pequeña y una lengua no demasiado adherida; el
corazón, triangular; el hígado, blanco y de tres lóbulos;…Le gusta la alimentación a base de algas, y por eso se la captura
también con ellas”. (Ateneo,
VII, 306 F)
Ateneo en el libro VIII continúa
describiendo a diferentes peces que se alimentan de estas maravillosas plantas
marinas:
“…el Glauco. Epicarmo,
en Las bodas de Hebe [PCG I,
fr. 44 (52 R-N)] 135: Multicolores
cabrachos y jureles, gruesos glaucos. Numenio, en su Tratado de pesca [Suppl. Hell., fr.
571]136: Una cabrilla o un ≪hermoso pez≫, alguna vez un verrugato, [otras, un mero, o un glauco que pasa entre
resplandecientes algas marinas [….] Cabracho (skorpios) Es
también solitario, y come algas […] Y las salpas, peces de igual dimensión, que
llaman ≪vacas≫ los pescadores con nasa que viven en el [mar, porque en pro de su estómago
trituran
continuamente algas con los dientes”
Opiano 11, 649 explica que los mújoles “Comen verdes algas marinas e incluso el
mismo barro y se lamen los cuerpos los unos a los otros”
También Eliano, I, habla
sobre otros peces que utilizan las algas como base de su alimentación: “El escaro se alimenta de hierbas marinas
y de algas, y es de todos los peces el más lujurioso, y su insaciable apetito
de hembra es causa de su captura”
“[…] El mirlo marino encuentra
en los profundos agujeros y cerca de las rocas abundancia de algas, que les sirven de alimento”
“Yo he oído decir que la comadreja de mar vive entre las rocas, se alimenta de algas y,
como la terrestre, se come los ojos de todos los cuerpos que encuentra muerto” (Eliano, XV, 11)
Incluso
encontramos peces que viven entre las algas
como es el caso de los camarones: “Hay tres clases de camarones: los primeros son como los
que ya he mencionado, los segundos viven
entre las algas y los terceros viven en las rocas” (Eliano, I,
30)
El
melanuro “cuando
el mar está sosegado y tranquilo, permanece quieto en las rocas y entre las algas, con las cuales se
cubren, lo mejor que pueden, tratando de ocultar su cuerpo” (Eliano, I, 41)
Parece
que “también
el fango cría cangrejos, y las algas
marinas y la arena” (Eliano, VII, 24)
En el libro XIII, 3, Eliano nos describe además el
hábitat de los pescados: “Muchas son las
moradas de los peces: unos viven entre las rocas, otros en la arena, quienes
entre las hierbas. Porque también hay
hierbas marinas: unas se llaman lechugas de mar, otras clemátides marinas, algunas viñas de mar, y otros hongos. Hay
también una hierba marina que se llama, según parece, berza y unas algas que se
llaman “cabellos”. Unos peces se alimentan con un tipo de hierbas, otros
con otros y el pez acostumbrado al alimento con el que se crio y que es, por
así decirlo, afín a él no querrá tocar ningún otro”
Ya
hemos comentado que se utilizaban para pescar así Opiano III comenta sobre la
salpa lo siguiente: “Días antes el pescador navega siempre al mismo lugar, y arroja allí
entre las olas piedras de tamaño fácil de manejar, alrededor de las cuales ha
atado frescas algas; pero, cuando a la quinta mañana revisa su trabajo, y ve
que las salpas reunidas se alimentan en torno a ese paraje, entonces prepara su
astuta nasa. En su interior echa piedras envueltas en algas, y alrededor de la
abertura ata hierbas marinas de las especies que agradan a las salpas y a otros
peces que se nutren de plantas. Entonces los peces se reúnen allí, y toman
las hierbas, y después se precipitan en
su interior. En seguida el pescador navega rápidamente a aquel lugar e iza la
nasa. Se realiza su trabajo en silencio, los hombres no hablan y los remos van
acallados. Porque el silencio es muy provechoso en toda la pesca, pero sobre
todo en el caso de las salpas, puesto que son de índole
fácilmente asustadiza, y el miedo hace vaina la labor del pescador”
Eliano explica en su libro
XII, 43 el arte de la pesca de nasa y el uso de las algas entre otros: “La pesca con
nasa es una pesca que requiere mucha astucia y plan bien meditado. Parece poco
recomendable a personas libres. Necesita
juncos secos, sauzgatiIlo, una piedra ancha, áncoras, algas marinas, hojas de junco y de ciprés, corchos, trozos de
madera, un cebo y una pequeña barca”
Ovidio
en Haliéutica 85 y ss comenta
los lugares de pesca: “Y, sin
embargo, no te aconsejaría que
te dirigieras a los lugares centrales del piélago y tantearas las vastas profundidades
del mar: entre uno y otro delimitarás una zona mejor. (“Averigua”) si son
lugares erizados de rocas –pues los tales exigen flexibles cañas, redes, en
cambio, el litoral abierto-, si un monte deja caer desde bien alto espantables
sombras al mar -pues de modo diverso ciertos peces huyen de ellas o las
buscan-, si los bajos fondos verdean de hierbas flotantes*** y deleita su estancia y sirve a las suaves
algas”
Para
hervir las hojas verdes y mantengan su verdor
Plinio 31, 115, Apicio, 3,
1 y Columela 11, 3, 23 hablan del uso de las algas para cocer y conservar el
verde sin tener que añadir carbonato de sodio: “La col se debe trasplantar cuando tenga
seis hojas, no poniéndola sin untar antes su raíz con estiércol líquido, y
haberla envuelto en tres tirillas de alga. Pues esto hace que cuando se cuece
se ponga más pronto tierna y conserve su color verde sin echarle nitro”
Como hemos podido observar el uso de las algas no era para nada desdeñado en la antigüedad, pues como bien se sabe hoy en día están llenas de nutrientes y ya forman parte de nuestra alimentación.
Plurimam salutem!!
* Imagen extraída de este enlace
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