Bromos para los griegos o Avena Sativa para los romanos, es decir,
la “avena sembrada”, es el nombre que
en el mundo antiguo reciben los granos enteros de este maravilloso cereal que
hoy en día tiene un papel importante en nuestra alimentación.
Sobre su
etimología podría
ser que la palabra se derive de la palabra sánscrita "avi", que
significa "oveja" o "avàsa", que significa
"alimento". Según J. Grimm el término avena en muchas lenguas está
vinculado a la palabra carnero quizá por ser utilizado como forraje de los
mismos.
Veamos
qué nos cuentan las fuentes clásicas sobre la avena.
Teofrasto, VIII, 4, 1 hace referencia a sus características: “Asimismo, el carraón, la
escanda y todas las plantas semejantes tienen sus semillas encerradas en varias cáscaras, y, más que de ninguna de
ellas, puede decirse esto de la avena”
Columela
II nos comenta cosas sobre su cultivo: “Pero si quisieres coger también grano de él, se han de echar fuera todos
los animales desde las calendas de Marzo, y se ha de preservar todo daño, a fin
de que pueda espigar y granar. Lo mismo es la siembra de la avena, la
cual echada a la tierra en el otoño, parte se corta para heno o forraje
mientras todavía está verde, y parte se conserva para semilla”
Columela,
La labranza, II, 32: “A la avena corresponde un
tratamiento similar: sembrada en otoño,
en parte se corta para heno o forraje mientras todavía verdea, en parte se
mantiene para simiente”.
No
obstante, en la antigüedad estaban más familiarizados con la avena
silvestre (avena fatua), una especie no cultivada, una mala hierba que crecía junto a los cereales y que debía se
arrancada, pues no hay constancia de su cultivo generalizado como en el
caso de otros cereales.
Catón,
37, 1-5 [XLII] comenta la necesidad de ser arrancada cuando nace junto al trigo: “En las veladas del invierno
haz lo siguiente: desbasta los rodrigones y estacas secos que habrás puesto bajo
techado la víspera, haz pequeñas teas y saca fuera el estiércol. No toques la
madera a no ser en el interlunio o con la luna en [4] mitad de su ciclo: la que
saques de la tierra cavando o talando se retirará mejor en los siete días
siguientes a los de luna llena. Guárdate sobre todo de desbastar la madera,
talarla o tocarla, si te es posible, si no está seca o si está helada o
humedecida de rocío. Escarda y sacha dos
veces el trigo y arranca la avena”
Teofrasto, VIII, 9, 2 nos muestra el poco valor que tenía: “De las plantas que se parecen al trigo o
a la cebada, como la escanda, el carraón, una variedad de la escanda (ólyra), la avena, el trigo bastardo. […] De los demás cereales, el más empobrecedor
es la avena, pues también ésta tiene muchas raíces y tallos. […] Estos dos
últimos son también los más parecidos al trigo, mientras que el rompesacos y la avena son, como si dijéramos, agrestes
e incultos”
Columela
II, 14: “De todas, las
legumbres que se arrancan, dice Tremelio, que las más perjudiciales al terreno son
el garbanzo y el lino, por la ponzoña que dejan en él; el uno porque es de
naturaleza salada, y el otro por ser dé naturaleza ardiente: lo que da también
a entender Virgilio cuando dice: «pues la cosecha de lino abrasa el campo,
lo abrasa la de avena, lo abrasan las adormideras llenas de un jugo que provoca
el más profundo sueño.» Y no hay duda que con estas semillas se infesta el
campo, como también con el mijo y el panizo”
Ovidio,
Fastos, I, 655 y ss: “Los
campos deben estar libres de la cizaña
que hace mal a la vista y no
debe aparecer la avena estéril en el suelo cultivado”
Se han encontrado semillas de avena no cultivada en Egipto
y los restos de avena cultivada más antiguos que se conocen se encontraron en
cuevas en Suiza alrededor del año 1000 a. C. Seguramente fue cultivada en el norte de
Grecia e Italia y su difusión fue posterior, aunque según comenta Galeno, De alimentis, I, 12 su uso en Asia Menor fuera principalmente en
Mysia, en momento de escasez y como alimento para los caballos.
Probablemente la Avena sativa procedería
de la Avena sterilis, la salvaje o silvestre.
La avena no tuvo ningún papel en el mundo culinario de los griegos y romanos, pues la consideraban una mala hierba, la enfermedad del trigo y alimento de animales como forraje, hasta que en la Edad Media adquirió cierto reconocimiento.
Según nos cuenta Plinio, los romanos conocieron la avena de manos de los germanos, "bárbaros comedores de avena ", pues la sembraban y la consumían a modo de papilla.
Veamos
qué nos cuenta al respecto Plinio XVIII, 44.
(17): “La principal característica de la enfermedad en el trigo es la avena. La
cebada también degenerará en avena; tanto que la avena se ha convertido en
un equivalente del maíz; porque la
gente de Germania tiene la costumbre de sembrarla y no hace su papilla de nada
más. Esta degeneración se debe más particularmente a la humedad del suelo y el clima; y
una segunda causa es una debilidad en la semilla, el resultado de haber sido
retenida demasiado tiempo en el suelo antes de que aparezca por encima de ella. Lo
mismo también será la consecuencia, si la semilla se pudre cuando se pone en el
suelo. Esto se puede saber, sin embargo, en el momento en que hace su
aparición, por lo que es bastante evidente que el defecto está en la raíz. También
hay otra forma de enfermedad, que se parece mucho a la avena, y que sobreviene
cuando el grano, ya desarrollado hasta su tamaño completo, pero no maduro, es
golpeado por una ráfaga nociva. Antes de que haya adquirido su cuerpo y
fuerza adecuados; en este caso, la semilla muere por una especie de
aborto, por así decirlo, y desaparece por completo”
Sobre su uso como
alimento de los animales Columela,
La labranza, II, 24 dijo: “Y si estas son las plantas que, a
nuestro juicio, deben sembrarse para uso humano, siguen las muchas clases de forraje para el ganado, tales como la
alfalfa, la veza, también el verde de cebada y la avena, la alholva, así como el yero y la cícera”
Columela,
II, 11 hablando de forrajes: “Hay muchos géneros
de forrajes como la alfalfa, la veza, el verde de cebada, la avena,
la alholva, y no menos el yero y la galgana”
Columela, VIII nos comenta que es uno de los alimentos de los patos: “en el corral come toda clase de granos, avena, cebada, trigo morisco, maíz; si se pone en los comederos para que los puedan alcanzar mejor con el pico; aun los comen mejor mojándolos en agua”
También
de los gallos: “Se las alimenta
en Inglaterra con una pasta preparada con harinas de cebada y avena mezcladas
con maíz y cebada cocidos; pero es conveniente economizar el maíz, porque
engrasa pronto”
Y los gansos: “Desde
que empieza la postura, que es en el mes de Enero, se preparan las gansas con
pastas, raíces cocidas, a las que se agregan coles, hojas de nabo, aechaduras
de trigo, cebada, centeno, salvado y maíz. Se la propinan dos raciones por día,
una al salir el sol y otra una hora antes de anochecer, cuidando de romper el
hielo antes para que encuentren el agua en los estanques o abrevaderos; y
cuando se acerca la postura, a mediados
de Enero, se les disminuye la pasta, particularmente la avena seca y húmeda”
Podemos leer en las fuentes clásicas algunas
curiosidades como en Plutarco, Moralia,
VII, 3, 699 b nos habla sobre su uso en forma
de harina: “y es incumbencia de los pulmones,
bendito, no menos que del estómago, dar paso a la harina de cebada y de avena, pues ni nuestro estómago es liso,
como creen algunos, ni resbaladizo, sino que tiene rugosidades, en las que es
natural que, al tropezar y mantenerse, las cosas ligeras y pequeñas escapen a
la digestión”
Y en Plinio, III, 30: “Aseguran que, en la parte más hacia el
interior [de Etiopía], por el oriente, existen pueblos que no tienen nariz y
todo su rostro es igualmente plano; otros están faltos del labio superior, y
otros, sin lengua. Además, una parte de ellos, con la boca soldada y sin nariz,
por un solo orificio respiran y sorben
la bebida con cañas de avena y, para alimentarse, los granos de la propia
avena, que allí crece espontáneamente. Algunos, en lugar del lenguaje se
valen de señas y de los movimientos de sus miembros”
En la Geopónica VII, 34, 1, leemos que se podía hacer cerveza de avena: “en cuarto lugar, bebida hecha de centeno y avena”
Sobre su
uso medicinal Dioscórides
2, 94 nos cuenta: “De la avena (brómos). Su tallo y sus hojas son semejantes a los del trigo, aunque el tallo está dividido por nudos; su fruto está en el extremo, como langostas de dos patas, entre las que está la semilla que es útil para hacer cataplasmas, como la cebada. Las gachas de avena son constrictivas del vientre. Su zumo ingerido conviene a los que tosen”
Efectos terapéuticos: para estreñir, contra la
diarrea, siempre cocida o su jugo
Dioscórides,
4.137RV, también nos habla sobre la avena
morisca: “Es una planta semejante al trigo
montesino que tiene virtud desecativa superficial. Una vez cocida con sus
raíces en agua, hasta que quede la tercera parte, se filtra y se mezcla con la
misma cantidad de miel, se cuece hasta que espese con la consistencia de la
miel; es eficaz para las ocenas, si empapas un pañito y lo aplicas en la fosa
nasal; tiene ese efecto también la planta sola. Algunos majan aloe, lo
entremezclan con la planta y lo usan así. Es eficaz, tras cocerlo
con rosas secas en vino, para los malos olores de boca.]”
Empleada contra el mal aliento,
en forma de decocción con hidromiel o miel.
Os animamos a consumir avena en grano entero, pues está llena de vida y energía.
Plurimam salutem!