Este fin de semana en el que inauguramos el mes de diciembre se celebraba en la antigua Roma una fiesta en honor de la diosa Bona Dea, divinidad que representaba todas las virtudes de la mujer romana, de manera que nadie podía nombrarla en voz alta para no manchar su nombre. Su culto, muy antiguo, estaba reservado a mujeres.
Se la identificaba con otras divinidades y mujeres como Juno, Ops, Fauna, Maya, Hécate, Medea, Fatua, e incluso, Proserpina.
Era considerada la diosa de la castidad, salud y fertilidad. Se representación era la de una matrona sentada con un velo que cubría su cabeza, una cornucopia en la mano y su atributo era la serpiente, animal relacionado con la medicina.
Pese a tener un templo en el Aventino, esta fiesta de diciembre se celebraba en la casa de un cónsul o pretor (un magistrado con imperium), a la que acudían de noche las mujeres participantes. Las Vestales ayudaban a la esposa del magistrado a realizar los rituales. Se decoraba la casa con todo tipo de flores menos mirto, sacrificaban una cerda (llamada Damium) y le hacían libaciones de vino al que llamaban miel y leche.
Tras la inmolación del animal, comenzaba la fiesta con vino, música y danzas que pese al carácter de castidad que la precedía, muchos autores hablan de la digresión de las normas morales de sus participantes.
Para saber sobre Bona Dea debemos acudir a las Saturnales de Macrobio I, 12, 21 que nos describe perfectamente quién era y cómo era su culto. Veamos qué nos cuenta este autor: “Bona genera todo aquello que es bueno para nuestra alimentación. […] Hay quienes opinan que la diosa tiene el poder de Juno y que por ello se le añadió un cetro real en la mano izquierda. Otros creen que es por Proserpina, y que se le inmola una puerca, porque es el animal que devoró la cosecha que Ceres ofrendó a los mortales. Asimismo hay quienes dicen que es hija de Fauno, y que se resistió a los deseos de su padre, enamorado de ella, hasta el punto de que su padre la azotó con una vara de mirto, por no haber cedido a su capricho ni siquiera atiborrada de vino. Se cree, no obstante, que el padre se metamorfoseó en serpiente y copuló con su hija. De todos esos hechos se aportan los siguientes indicios: es sacrilegio llevar una vara de mirto en su templo; sobre su cabeza se extiende una parra, el instrumento principal con el que se padre intentó seducirla; al vino que se lleva a su templo normalmente no se le llama vino, sino que al vaso en el que se sirve el vino se le llama vaso de miel, y al vino, leche. Las serpientes que hay en su templo se muestran indiferentes, ni infunden miedo ni sienten temor. […] Varrón dice que la hija de Fauno era tan pudorosa que jamás salió fuera del gineceo y su nombre nunca fue oído en público, y jamás vio ella a un hombre ni un hombre la vio a ella, por estas razones, los hombres no entran en su templo”
De las palabras de Macrobio se extraen diversas ideas que podemos completar con la lectura de otras fuentes clásicas:
- Era una fiesta de mujeres, considerada como un rito misterioso, sin la presencia de hombres, incluso, sus imágenes y bustos debían ser ocultados.
- Se celebraba en casa de un magistrado con imperium, pese a que la diosa tenía un templo.
- No se podía adornar la casa con mirto, por ser la planta con la que cayó en el deseo incestuoso. La vid era la más utilizada.
- Comenzaba con el sacrificio de una cerda, animal vinculado a muchas divinidades.
- Se le ofrendaba a la diosa vino contenido en un ánfora velada, aunque no se le podía llamar así, en su lugar lo denominaban “leche”. Al vaso que contenía el vino “melarium”.
- La fiesta era acompañada de música y danzas.
Completemos la información que nos proporciona Macrobio.
Ovidio, en Fasti, V, 150 nos habla del TEMPLO DE LA BONA DEA en la pendiente del Aventino: “Mientras tanto, hay que cantar a la Bona Dea. Existe un peñasco en su sitio originario, que dio nombre al lugar. Lo llaman la Roca; abarca buena parte del monte. En esta roca se había instalado en vano Remo el día que los pájaros del Palatino dieron las primeras señales a su hermano. Los padres levantaron allí en una calva de suave ladera un templo que aborrece la mirada de los varones. Lo dedicó una heredera del viejo nombre de los Clausos, cuyo cuerpo virginal no había tocado varón alguno. Livia lo restauró, con lo que imitaba y seguía a su marido punto por punto”
Ovidio, en Fasti, V, 150 nos habla del TEMPLO DE LA BONA DEA en la pendiente del Aventino: “Mientras tanto, hay que cantar a la Bona Dea. Existe un peñasco en su sitio originario, que dio nombre al lugar. Lo llaman la Roca; abarca buena parte del monte. En esta roca se había instalado en vano Remo el día que los pájaros del Palatino dieron las primeras señales a su hermano. Los padres levantaron allí en una calva de suave ladera un templo que aborrece la mirada de los varones. Lo dedicó una heredera del viejo nombre de los Clausos, cuyo cuerpo virginal no había tocado varón alguno. Livia lo restauró, con lo que imitaba y seguía a su marido punto por punto”
Por lo que hace a la CELEBRACIÓN EN LA DOMUS de un cónsul o pretor leemos en Plutarco, Caesar, 9 y 10 un fragmento que nos traerá a la mente la conocida frase “"No basta que la mujer del César sea honesta; también tiene que parecerlo", además de comprender sobre la prohibición de presencia masculina: “No produjo ésta, sin embargo, ninguna turbación, y antes sobrevino un incidente doméstico muy desagradable para César. Publio Clodio era un joven, patricio de linaje, señalado en riqueza y en elocuencia, pero que en insolencia y desvergüenza no cedía el primer lugar a ninguno de los más notados disolutos. Amaba a Pompeya, mujer de César, sin que ella lo llevase a mal; pero la habitación de Pompeya estaba cuidadosamente guardada, y la madre de César, Aurelia, mujer respetable, y que andaba continuamente en seguimiento de la nuera, hacía difícil y peligrosa la entrevista de los amantes. Veneran los Romanos una diosa, a la que llaman Bona, como los Griegos Muliebre o Femenil, y de la cual dicen los de Frigia- que la tienen por propia suya- que es la madre del rey Midas; los Romanos, la ninfa Dríade, casada con Fauno, y los Griegos, la madre de Baco, que no es dado nombrar, de donde viene que las que celebran su fiesta adornan las tiendas con ramas de viña, y el dragón sagrado está postrado a los pies de la diosa, según la fábula. No es lícito que a esta fiesta se acerque ningún varón, ni que siquiera exista en casa mientras se celebra, sino que las mujeres solas, unas con otras, se dice que ejecutan en esta solemnidad arcana muchas ceremonias parecidas a los Misterios órficos. Llegado, pues, el tiempo de haberse de celebrar en la casa del cónsul o el pretor, éste y cuantos varones hay salen de casa, de la que se hace cargo la mujer, la adorna, y la mayor parte de los ritos se ejecutan por la noche, pasándola toda en vela con algazara y músicas.
Celebraba Pompeya esta fiesta, y Clodio, que era todavía imberbe, y por lo mismo esperaba poder quedar oculto, tomó el vestido y arreos de una cantora, y con este disfraz se introdujo, pudiendo confundirse con una mocita. Estaban las puertas abiertas, y fue introducido sin tropiezo por una criada que estaba en el secreto, la cual corrió a anunciarlo a Pompeya. Fue precisa alguna detención, y como, no pudiendo aguantar Clodio en el sitio donde aquella le dejó, se echase a andar por la casa, que era grande, resguardándose de la luz, dio con él una criada de Aurelia, que le provocaba a juguetear, como que le tenía por otra mujer, y al ver que se negaba, echándole mano le preguntó quién y de dónde era; respondió Clodio que estaba esperando a Abra, criada de Pompeya, que así se llamaba aquella; pero como fuese descubierto por la voz, esta otra criada corrió, dando voces a traer luz, y adonde estaba la reunión, gritando que había visto un hombre. Se sobresaltaron todas las mujeres, y Aurelia, suspendiendo y reservando las orgías de la diosa, hizo cerrar las puertas de la casa y se puso a recorrerla toda por sí, con luces, en busca de Clodio. Lo encontró en el cuarto de la criada, en el que se había entrado huyendo, y descubierto así por las mujeres, se le puso la puerta afuera. Este suceso, yéndose en aquella misma noche las otras mujeres a sus casas, lo participaron a sus maridos, y al otro día corrió por toda la ciudad la voz de que Clodio había cometido un gran sacrilegio, y era deudor de la pena, no sólo a los ofendidos, sino a la república y a los dioses. Le acusó, pues, de impiedad uno de los tribunos de la plebe, y se mostraron indignados contra él los más autorizados del Senado, dando testimonio de otros hechos feos, y de incesto con su hermana, casada con Lúculo; pero haciendo frente el pueblo a estos esfuerzos, se puso a defender a Clodio, a quien fue de grande utilidad cerca de unos jueces aterrados e intimidados por la muchedumbre. En cuanto a César, al punto, repudió a Pompeya; pero llamado a ser testigo en la causa, dijo que nada sabía de lo que se imputaba a Clodio. Como, sorprendido el acusador con una declaración tan extraña, le preguntase por qué había repudiado a su mujer: “Porque quiero- dijo- que de mi mujer ni siquiera se tenga sospecha”. Unos dicen que César dio esta respuesta porque realmente pensaba de aquel modo, y otros, que quiso en ella congraciarse con el pueblo, al que veía empeñado en salvar a Clodio. Fue, pues, absuelto de aquel crimen, habiendo dado con confusión sus votos los más de los jueces, para no exponerse al furor de la muchedumbre si condenaban, ni incurrir en el odio de los buenos si absolvían”
También Plutarco en la Vida de Cicerón, 19 habla de esta celebración en su casa: “Luego lo acompañaron hasta la casa de un amigo y vecino, ya que el suyo era ocupado por las mujeres, que estaban celebrando los ritos misteriosos de una diosa que los romanos llaman Bona Dea, y los griegos, Gynaeceia. El sacrificio es ofrecido cada año en la casa del cónsul por su esposa o su madre, en presencia de las vírgenes vestales”.
Por lo que hace al VINO, Arnobio, Adversus Nationes, V, 18 y Lactancio, Inst. Div. I, 22 nos cuentan:”Por ello las mujeres hacen sacrificios en su honor a escondidas y la llaman Diosa Buena. Y Sexto Clodio '", en el libro que escribió en griego, cuenta que ésta era la mujer de Fauno; y que éste le golpeó hasta darle muerte con varas de mirto por haber bebido a escondidas, en contra de la costumbre y honra regias, una vasija de vino, y haberse embriagado; y que después él, arrepentido de su acción y no pudiendo soportar la añoranza que de ella tenía, le dio honores divinos; y que, por su acción, se pone en su rito un ánfora de vino tapada”
Con respecto al SACRIFICIO, vemos en la Sátira II, 85 de Juvenal:”Poco a poco empezarán a recibirte los que ponen en casa largas cintas en la frente y con el cuello enteramente cubierto con collares aplacan a la Buena diosa con el vientre de una cerda tierna y con una gran cratera de vino”
Sobre el MIRTO, Plutarco, Moralia, 268 e nos cuenta:”¿Por qué las mujeres, cuando adornan en sus casas el lugar sagrado de la diosa de las mujeres, que llaman «Buena», a pesar de su preocupación por hacer uso de todo tipo de plantas que broten y florezcan?
¿Acaso esa diosa, según cuentan los mitógrafos, era la mujer del adivino Fauno, que se servía vino ocultamente y al no pasar desapercibida fue azotada por su marido con varas de mirto, razón por la que no le llevan mirto y cuando le hacen libaciones de vino, las llaman de leche? ¿O celebran aquel sagrado rito, puras de muchas cosas y especialmente de los placeres de Venus? Pues cuando llevan a cabo los ritos acostumbrados en honor de la diosa, no sólo sacan de casa a sus maridos sino que también expulsan de la casa a todo ser masculino y evitan por razones religiosas el mirto ya que está consagrado a Venus. Y a la que ahora llaman Venus Murcia, la llamaban antiguamente, al parecer, Mirtia”
Podríamos pensar que se trataba de una celebración muy casta, aunque Juvenal, Sát. I, 85 hace mención de la falta de moral que se producía en esa fiesta, en la que el vino y la música despertaban los instintos más impuros de las mujeres. De esta cita algunos estudiosos extraen que las mujeres aprovechaban la única ocasión en la que se les permitía beber y danzar alegremente, para transgredir las normas bajo la protección del culto a la divinidad e incluso, la equiparan con las Floralia en las que el sexo tenía un papel primordial.
La misma idea leemos en la Sátira VI, 314:”son conocidos los misterios de la Buena Diosa, cuando la flauta alborota los lomos y se dejan llevar hasta el delirio lo mismo por el cuerno que por el vino y agitan sus cabelleras y aúllan estas ménades de Príapo”
Hemos de recordar que el vino era una palabra tabú cuando se relacionaba con las mujeres, por varias razones.
En primer lugar, las matronas tenían prohibido beber vino (tementum) en Roma, pues las convertía en indecentes y las alentaba al adulterio, como bien nos cuenta Plinio, HN, XIV, 14:”En Roma no era lícito que los mujeres bebieran vino. Entre las varias anécdotas relacionadas con este tema, nos encontramos con que la esposa de Egnatius Mecenius fue asesinada por su marido con un palo, porque había bebido un poco de vino de la cuba, y que fue absuelto del asesinato de Rómulo. [La misma anécdota la cuenta Valerio Máximo, VI, 3, 9]. Fabio Pictor, en su Libro de los Anales, ha declarado que una dama, por haber abierto una bolsa en la que las llaves de la bodega se guardaban, se murieron de hambre su familia, y nos dice Catón, que era del uso de los parientes varones de las hembras dieran un beso, con el fin de comprobar que olía a "temetum," porque fue con ese nombre que el vino era conocido entonces, donde nuestra palabra "temulentia", que significa borrachera. Cn. Domicio, el juez, una vez que dio su opinión de que una mujer se le apareció para que el vino bebido más de lo indispensable para su salud, y sin el conocimiento de su marido, por lo que la condenó a la pérdida de su dote.”.
En primer lugar, las matronas tenían prohibido beber vino (tementum) en Roma, pues las convertía en indecentes y las alentaba al adulterio, como bien nos cuenta Plinio, HN, XIV, 14:”En Roma no era lícito que los mujeres bebieran vino. Entre las varias anécdotas relacionadas con este tema, nos encontramos con que la esposa de Egnatius Mecenius fue asesinada por su marido con un palo, porque había bebido un poco de vino de la cuba, y que fue absuelto del asesinato de Rómulo. [La misma anécdota la cuenta Valerio Máximo, VI, 3, 9]. Fabio Pictor, en su Libro de los Anales, ha declarado que una dama, por haber abierto una bolsa en la que las llaves de la bodega se guardaban, se murieron de hambre su familia, y nos dice Catón, que era del uso de los parientes varones de las hembras dieran un beso, con el fin de comprobar que olía a "temetum," porque fue con ese nombre que el vino era conocido entonces, donde nuestra palabra "temulentia", que significa borrachera. Cn. Domicio, el juez, una vez que dio su opinión de que una mujer se le apareció para que el vino bebido más de lo indispensable para su salud, y sin el conocimiento de su marido, por lo que la condenó a la pérdida de su dote.”.
En segundo lugar, permitir beber vino en esa festividad significaba romper el orden natural de la sociedad, pero esa ruptura se camuflaba cambiando el nombre del vino por “leche” y de su vaso contenedor por “vaso de miel “y de tapar el ánfora con un paño para que los dioses no vieran que se estaban sobrepasando los límites del cosmos, de la moral, de los valores y virtudes ancestrales (mos maiorum).
Así pues, frente al vino que está vinculado al varón encontramos la leche unida al sexo femenino, de ahí ese cambio de nombre de la bebida.
La presencia de la miel en la ceremonia estaría ligada a la idea clásica proporcionada por el mito de Aristeo relatado por Virgilio, Geórgicas IV, en que las abejas representaban una garantía de castidad, así pues, la mención de la miel en el culto a Bona Dea protegería a las mujeres de la infidelidad, al igual que lo hicieron con Eurídice. Comentar que Plinio, XIV, 6 nos relata que Aristeo “fue la primera persona que la miel mezclada con vino”.
Las Vestales otorgaban también castidad a la ceremonia, pues con su presencia se aseguraba el decoro.
A su vez, las mujeres tomaban el papel masculino al acceder al mundo del vino y al ejercer de intermediarias con la divinidad, tomando todos los poderes religiosos otorgados según la tradición al “pater familias”, se trataba por tanto, de un rito de inversión, un juego con las buenas costumbres.
Por último, teniendo en cuenta todas estas ideas es comprensible la realización del culto por la noche, como si fuera algo mistérico y en una casa en lugar del templo consagrado a la diosa.
Celebremos el comienzo del mes de diciembre en honor a la diosa Bona alzando nuestras copas con un exquisito vino de granadas que nos ha transmitido Dioscórides, V, 26 que se prepara de la siguiente manera: “toma granadas maduras sin pepitas, exprímelas y almacena su zumo, o, cuécelo hasta que quede de él una tercera parte y almacénalo así”.
Plurimam salutem!
*Imágenes propias
4 comentarios:
Gracias una vez más por compartir tantos conocimientos.
Que disfrute de estos días festivos.
Saludos
Gracias a usted, estimado Apicius.
Le deseo lo mejor para estos días de descanso.
Abrazos
Muchas gracias por una información tan completa y atractiva. Justamente estaba a la caza de documentación sobre esta ceremonia y me la encuentro aquí compendiada. Gracias de nuevo. Un saludo.
Buenos días José Juan,
Muchas gracias por el comentario y me alegro mucho que te haya servido esta entrada.
Un saludo
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