domingo, 17 de junio de 2012

JABALÍ, DE ALBOS DIENTES II



La semana pasada hablamos de la etimología y peculiaridades de los jabalíes en el mundo romano. En esta ocasión trataremos sobre cuáles eran los "cerdos salvajes" de mayor calidad, cómo se alimentaban, cómo se reproducían y cómo se cazaban. 

Son muchas las curiosidades que nos descubren las fuentes clásicas. 

¡Esperamos que sean de vuestro interés!

Sobre su procedencia, sabemos que eran muy apreciados los de Etruria, Umbría porque se alimentaban de bellotas que los hacían muy sabrosos. En los Xenia de Marcial leemos: “Alimentado sólo de leche de su perezosa madre, me sea servido por un rico y que él coma jabalí de Etruria

Estos jabalíes eran considerados muy feroces, Marcial, Epigramas, XIV: “Si te gozas en los peligros que exigen corazón, cacemos al acecho —está más seguro el valor— jabalíes etruscos. ¿Por qué te gustan las riendas temerarias?”

De menos calidad eran los de Laurento por alimentarse de cañas.

Horacio, Sátiras, 2, 4, 40-42: “Doble el jabalí de Umbría, criado con bellotas, los redondos platos del que evita carne insípida; pues el de Laurente es malo: lo engordan juncos y cañas”

En los epigramas de Marcial también hay referencias al jabalí de Laurento al que no parece considerar de tan baja calidad como Horacio: “Si mis libros dicen algo suave y dulce, si sus páginas suenan a algo atrayente y blando, consideras eso demasiado insípido y prefieres roer costillas cuando te doy lomo del jabalí de Laurento.  Bebe vino del Vaticano si te gusta el vinagre.  Mis cubas no hacen a tu estómago” (X, 45)

En el mismo sentido vemos de nuevo en Marcial, 48:”… y alimenté mi esperanza incluso haciéndote regalos; entre ellos te envié un jabalí laurentino de un peso poco corriente…”

Eliano, III, 3 nos habla sobre los de Libia: “Ctesias afirma que en la India no hay jabalíes ni cerdos domésticos”, pero nos dice que: “hay cerdos salvajes en Libia” (Eliano, XVII, 10)

Horacio nos comenta el ofrecimiento en la gustatio (entremeses) de un jabalí de Lucania en su Sátira II, 8, 6 hecho muy curioso, pues indica gran opulencia servir carne como entrante: "De primero jabalí de Lucania"

Plinio HN, VIII, 212 nos indica que “en la India los dientes de los jabalíes son curvos y salen de su hocico…y que en Arabia no hay jabalíes”

Con respecto a su alimentación, Eliano, XVII,  31 nos cuenta que comen trigo y cebada:”En Armenia hay un manantial con unos peces especiales que toman, los secan al sol, después los trituran, manteniendo la nariz y la boca tapada para evitar la muerte que les sobrevendría si aspirasen las miasmas que despide la carne de los pescados cuando es molida. A continuación, una vez convertido el pez en harina, esparcen este polvo en aquellos sitios por donde más fieras haya, mezclándolo con higos. Con este método se libran de los jabalíes, las gacelas, los ciervos, los osos, los onagros y las cabras, también salvajes, ya que estas bestias de alimentan de trigo y cebada”

Aristóteles, PA, 662 b 14: “El jabalí tienen un morro especial para alimentarse de raíces

 Según Marcial, VII, 27 se alimentaban también de bellotas: “Un jabalí devastador de las bellotas etruscas y cebado ya por muchas  encinas, segundo en fama de la fiera etolia, al que mi amigo Dextro ha traspasado con su lanza reluciente, está muerto en el suelo como presa envidiada para mis fogones”

Sobre su reproducción, sabemos por las fuentes clásicas que los jabalíes son muy lascivos, persiguen a las hembras hasta conseguirlas. Así nos lo cuenta Opiano, I, 389: “los fieros jabalíes salvajes se aparean con las puercas  al animal nacido de este cruce entre cerdo salvaje y doméstico Plinio, HN VIII, 213 lo denomina “híbrido o semisalvaje”

Plinio VIII, 212 nos comenta que paren una vez al año”  y que durante la cría son poco amigables: “las hembras durante la cría son muy feroces, como casi todas las especies”

Si las hembras intentan escapar, el macho las puede llegar a matar, así lo leemos en Opiano, III, 365: El jabalí se destaca mucho entre todas las guerreras bestias salvajes. Le agrada una guarida en las más hondas profundidades de las peñas, y aborrece extraordinariamente el variado ruido de las fieras. Sin cesar, anda errante en busca de la hembra, y se excita mucho con el frenesí del deseo. Los pelos se erizan en su cuello como la cresta de un casco bien empenachado, arroja espuma  en el suelo, y el blanco seto de sus dientes rechina en el caliente jadeo; y en su apareamiento hay más furia que moderación. Si la hembra soporta su furioso asalto, él apacigua toda su ira y calma su pasión, pero, si ella rechaza la cópula y huye, de inmediato, incitado por el ardiente y fiero aguijón del deseo, o bien lleva a cabo la unión por la fuerza, sometiéndola por la violencia, o la ataca con sus mandíbulas y la deja muerta en el polvo”.

Plinio VIII, 212 también nos habla de la ferocidad de los machos cuando están en celo:”Los machos durante el celo alcanzan gran ferocidad. En esa época luchan entre sí, endureciendo sus costados al frotarlos contra los árboles y cubriéndose con barro…sólo pueden engendrar cuando tienen un año”

Durante el “acto amoroso” se les erizan las púas del cuello, les chirrían los dientes y producen espuma por el morro.

Las crías nacen en primavera, tras ser engendradas en invierno. Eliano, VII, 47 afirma que: “Las crías del jabalí se llaman molóbrias y podrías oir a Hiponacte llamar, en algún lugar, al propio jabalí molobrítes”

Aristóteles H A, 578 b y ss sobre su reproducción nos cuenta algo parecido a Eliano: “Las jabalinas son cubiertas a principios de invierno y paren en primavera retirándose a los sitios más inaccesibles…pare en mismo número de crías que las cerdas domésticas”

Según Homero, duermen separados por sexos: Guardaba cada una cincuenta cochinas, criadoras fecundas con sus lechos terrizos; los machos quedábanse fuera” (Odisea, XIV, 13)

Por lo que respecta a su caza, veamos qué nos cuentan las fuentes. 


Uno de los grandes problemas en la caza del jabalí era el peligro que se corría debido a su arrojo como bien nos dice Homero, Ilíada, XII, 41: “Como cuando en medio de los perros y de los cazadores un jabalí o un león se revuelve haciendo gala de su brío

Polibio, Historias, XXXIV, 3, 1-8 compara su fuerza con la captura del pez espada: “El pez espada: el ímpetu de la bestia hace su captura semejante a la de un jabalí.”

Para defenderse hacen uso de todos sus potenciales: “feroces jabalíes, que en las montañas acechan la tumultuosa embestida de los hombres y los perros; se lanzan en oblicuas carreras y tronchan alrededor las plantas  arrancandolas de raíz y ronzan sordamente los dientes” (Homero, Ilíada, XII, 145) … “se le eriza en lo alto el lomo, ambos ojos le brillan de fuego, y afila los dientes, decidido a defenderse de los perros y de los hombres” (Homero, Ilíada, XIII, 475)

Por eso para capturarlo se empleaban diferentes técnicas. Según Eliano, XII, 46 los etruscos los cazaban con redes y música de flauta: “un cuento tirreno se transmite de boca en boca refiriendo que los jabalíes y los ciervos son cazados con perros y redes; pero también tiene su papel en la cinegética el uso de la música. ¿Cómo? Del siguiente modo: las redes y los demás elementos de caza, que deben engañar a las bestias, se disponen en forma de círculo. Un buen intérprete de música se ubica en el lugar y, con sus mejores dotes, toca una dulce melodía, sin dar paso a notas ásperas, para que el suyo sea el más dulce de todos los cantos. […] En un primer momento, cuando a sus oídos llega el sonido, tienen miedo y desconfían; más tarde, los invade un sentimiento de fino agrado, penetrante, que emana de la música y así, en medio del embeleso, pierden la noción de la existencia de sus padres y de sus casas. En Etruria, no obstante, los animales quedan embrujados, poco a poco, por la música, cuyo influjo los hace machar hasta caer en las trampas, con el encanto de las melodías”

No obstante, Opiano I, 309 recomendaba su caza a caballo: “Contra los jabalíes deberías aparejar caballos de ojos fieros y centelleantes” y  en  I, 76 nos comenta que la deben realizar expertos: “los rastreadores son los que matan jabalíes”

Acompañados de perros, Opiano, I ,416: “Hay otras especies impetuosas y de valerosa fuerza, que acometen con violencia a los fieros jabalíes y los matan,…Son razas de  rostro achatado que tienen terribles cejas curvadas sobre sus fieros ojos de grises  destellos; su piel es peluda, su cuerpo fuerte, anchas sus espaldas. No son veloces, pero poseen dentro un gran vigor y fuerza natural indescriptible e intrépido coraje”

Del mismo tema habla Virgilio, Geórgicas, III, 410:”con los perros con frecuencia hostigarás con los ladridos de tu jauría a los jabalíes lanzados de sus salvajes revolcaderos”

Homero, Ilíada, XVII, 725: “igual que los perros que sobre un jabalí malherido se precipitan por delante de los mozos cazadores: todo el rato van corriendo, ansiosos de despedazarlo, pero cuando él gira entre ellos, fiado en su coraje, se retiran hacia atrás y aquí o allá se dispersan aterrados”

A su vez, nos comenta Eliano, XVII,  26 que también se utilizaban leones mansos: “En la India hay unos leones de gran tamaño que se vuelven pacíficos y mansos, de modo que se los llevan, atados con una cuerda, a la caza de gamos, ciervos, jabalíes, toros y onagros, ya que son muy buenos para ventear el rastro de las piezas”
Lo mismo vemos en Homero, Ilíada, XVI, 824: “Como cuando un león domina por la fuerza a un indomable jabalí…y el león logra doblegar por la fuerza al jadeante jabalí”

Además de cazarlo sabemos que podía ser criado, como nos ha narrado Plinio, que nos informa de existencia de granjas de crianza: “El primer romano que ideó las granjas de jabalíes y de otros animales fue F.Lipino, decidió criar a las fieras en la zona de Tarquinios y enseguida le imitaron L. Lúculo y Q. Hortensio” (L.VIII, 211)

También Marcial LXXXVIII hace mención a esa cautividad:”… Para retener a un cautivo, envíale regalos también al cautivo, no sea que el jabalí, mal alimentado, se escape de la jaula”

Varrón, RR 2.1.5 a 3, 13 nos describe cómo era una granja:aquí engorda el jabalí cuando se alimenta de la bellota que se compra…Porque hay dos clases de animales de cría, una de campo, en la que están los ganados, la otra de granja, que incluye gallinas, palomas, abejas y lo demás que se suele criar en granjas. “pues allí vi grandes manadas de gansos, gallinas, palomas, grullas, pavos reales y también de lirones, peces, jabalíes y demás animales de caza….Asimismo, la segunda clase, la de la caza, tiene dos tipos distintos, uno en el que están el jabalí, el corzo y la liebre; del mismo modo, en el segundo los que están fuera de la granja, tales como abejas, caracoles y lirones…. Así, en la segunda clase, tu padre, Axio, nunca vio en la lebrera nada salvo algún lebrato en la caza. Pues tampoco había grandes cercados, en tanto que ahora, para tener gran número de jabalíes y corzos, acotan muchas yugadas con cercas de piedra. ¿Acaso”, me dice, “cuando le compraste la finca de Tusculum a M. Pisón no había muchos jabalíes en la lebrera?
“Ciertamente, Axio”, dice Apio, “sabes que se pueden tener jabalíes en la lebrera y que allí suelen engordar sin gran esfuerzo tanto los capturados como los amansados que allí han nacido. Pues en la finca que, en la región de Túsculo, Varrón, aquí presente, le compró a Marco Pupio Pisón, viste que, al toque de corneta en un cierto momento, los jabalíes y las cabras se congregaban para recibir el pienso cuando desde un lugar elevado en una terraza se echaban bellotas a los jabalíes y veza o alguna otra cosa a las cabras”

Seguimos avanzando en el conocimiento de los jabalíes y todas las curiosidades que los rodean, pero tendréis que esperaros a la última entrada para acabar de saber alguna cosa más sobre ellos sobre su uso médico y culinario.

Plurimam salutem!

*Imágenes propias

 

4 comentarios:

Viena dijo...

Realmente curiosa toda esta investigación que estás haciendo Charo. La historia de los leones mansos para capturar jabalíes, me ha impresionado. Y la historia de usar la música para atraerlos, que me ha llevado al flautista de Hamelín, también es bien curiosa. La fiereza en la cópula o cómo se dan las primeras crías en cautiverio, vamos, una verdadera riqueza documental con la que he disfrutado mucho.
Ya sabemos también que eso de que los mejores jamones, son los de bellota, viene de muy atrás.
Un placer Charo. Gracias por compartir todas estas cosas.
Un beso.

Anónimo dijo...

Sin duda, los testimonios de nuestro paisano Marcial así como los de Eliano, Homero, Opiano y Virgilio, nos remiten a los aficionados a la caza…, o aficionadas, como la reina Zenobia que a decir de su biógrafo Trebelio Polión, “cazaba con la pasión de los hispanos”. Concretamente en Hispania la afición a la caza, y en particular la del jabalí, queda atestiguada en las lápidas, como la del cazador de Clunia, o la de Q. Tulio Máximo, legatus legionis en León (se representan, entre otros trofeos dedicados a la diosa de la caza Diana, los colmillos de jabalí que tanto le debía gustar cazar), así como la iconografía que representa a todos aquellos nativos anónimos como los representados en el Kálathos de La Guardia en Alcorisa, el fragmento del cabezo de Alcalá en Azaila o el no menos enigmático kálathos de Archena o la pátera de Tivisa, donde el jabalí ya adquiere un significado funerario.
Como augurabas Charo, todas las citas que mencionas son de gran interés. Muchas gracias.
Saludos.
Emilio.

Charo Marco dijo...

Hola Viena, tienes mucha razón con todo lo que dices.
A mí me impresionaron mucho las curiosas explicaciones que encontré sobre los jabalíes.
Me alegra mucho que te hayan agradado

Muchas gracias por tus palabras

Besos

Charo Marco dijo...

Hola Emilio, tus aportaciones del más alto interés. No conocía la afición de la reina Zenobia, me ha gustado

Muchas gracias por tu comentario

Saludos