Tras la noche mágica de San Juan, resulta interesante descubrir el uso mágico que se realizaba de la Salvia en el mundo antiguo.
Su empleo en medicina era parecido al de hoy en día. Era considerada una planta antiséptica, digestiva, diurética, febrífuga, anti diaforética, emenagoga, expectorantes, mucolítica y galactófaga.
Veamos su USO
MÉDICO
Hipócrates, Sobre la
naturaleza de la mujer, 32 la incluye dentro de las hierbas saludables: “Sustancias aromáticas: ajedrea, tomillo, brezo
blanco, corazoncillo, adormidera blanca, raíces y grano de hinojo marino, raíz
de malva, simiente y hojas de mercurial, simiente de ortiga, de salvia y de álamo, díctamo, falso
díctamo, amomo, cardamomo, eristion, aristoloquia, castóreo, culantrillo,
dragontea, peucédano, simiente de ruda, de apio, de hinojo y de hinojo
silvestre, simiente y raíz de saponaria, hisopo cilicio, erísimo, peonía y
pánace. De todas estas plantas, se puede utilizar la que se quiera, mezcladas o
por separado, y cocidas en agua o dadas a beber en vino, del modo en que se
desee. Son sustancias buenas y
purificadoras además de calmantes de los dolores. También se puede dar a
beber en agua raíz de malva”
Hipócrates, Sobre la dieta,
45: “El grano del lino es nutritivo y
astringente; y tiene algo de refrescante también. Las semillas de salvia tienen efectos muy parecidos”
Hipócrates, Sobre la dieta,
53: “La salvia es seca y astringente”
Dioscórides, III, 33: {2} La decocción de sus hojas y ramas bebida tiene la
virtud de facilitar la micción, de provocar la menstruación y el parto, y
socorrer en las picaduras de pastinaca. Ennegrece los cabellos, es vulneraria, detiene la hemorragia y depura
en las úlceras malignas. La decocción de hojas y ramas con vino, en enjuagues,
hace cesar los escozores de las partes pudendas.”
Paladio, XIV, 14,3 nos habla del
uso de la salvia para las afecciones en
el cuello: “Si en la labor se magulla el
cuello, es un remedio muy eficaz practicar una sangría en la oreja o, en su
defecto, triturar la hierba que se
denomina salvia con sal y ponerla de emplasto […] Si, por causa de la
inflamación de la cerviz, rechaza totalmente el yugo, hay que concederle un
descanso del laboreo de unos pocos días y, entonces, debe frotarse la cerviz
con agua fría y extenderle litargirio. Por su parte, Celso recomienda para la
hinchazón de la cerviz machacar la hierba que se denomina salvia y aplicarla
del modo que he indicado antes”
Paladio, XIV, 35, 3 también la
utiliza para sanar a las ovejas: “Las ovejas se conservarán sanas si, al comenzar la
primavera, se les mezcla en la bebida salvia
de montaña y marrubio machacados juntos durante catorce días. Esta receta
se repetirá también en el otoño. Les irá bien, a las que ya están enfermas,
paja de cítiso o raíces de cañas”
Plutarco, Moralia, III,
647 D habla de la salvia como un gran remedio para conciliar el sueño: “Y la flor de
la alheña, el azafrán y la salvia inducen a los bebedores a un sueño
apacible, pues tienen una fragancia suave y favorable, que disipa
plácidamente las anomalías y brusquedades que se dan en el cuerpo de los que se
embriagan”
Hipócrates, Sobre las
enfermedades, II, 47 A: “Perineumonía […] Tiene el mayor riesgo en el
séptimo o en el decimocuarto día. Una vez que ha superado los dieciocho días,
ya no está para morir; pero arroja pus, le duele el pecho y tose. Cuando
presente estos síntomas, dale a beber en
ayunas la preparación de salvia y que tome puré de legumbres, añadiéndole
bastante grasa, si es que no hace calor. Y si hace, que no lo tome sino que
ingiera alimentos salados y grasos y productos del mar, mejor que carnes. Y si
no te parece que está debidamente purgado, prescríbele inyecciones e
inhalaciones. Si el pus está espeso, inhalaciones; pero si está ligero,
inyecciones. Que tome cuantos más alimentos pueda; pero que se abstenga de los
agrios, de las carnes de vaca, de cerdo y de lechón”
Hipócrates, Sobre las
enfermedades, II, 54 A: “Cuando un lóbulo del pulmón está distendido […]
En este caso aplícale fomentos donde tenga dolor y dale primeramente a tomar
centáurea, pastinaca y hojas de salvia
trituradas; echa encima miel y vinagre y agua; dáselo a tomar en forma de
caldo; que tome previamente el jugo de una decocción de cebada mondada y que
beba además vino rebajado con agua. Cuando haya cesado el dolor, tras machacar y tamizar finamente salvia,
hipérico, erysimo y harina de cebada, a partes iguales, échalo sobre vino
mezclado (con agua) y dáselo a beber en ayunas. Y si no hace calor, dale a
tomar una sopa de legumbres sin sal. Pero si hace calor, que ingiera alimentos
lo más suaves posible, sin sal y sin grasa. Y cuando ya esté su cuerpo en buena
forma, cauteriza el pecho y la espalda.”
Hipócrates, Sobre las
enfermedades, II,64: “Enfermedad del hipo […]Si a los veinte días expectora pus, que beba,
tras picarlo y cribarlo, salvia,
ruda, ajedrea, orégano e hipérico, mezclándolo a partes iguales, en total
cuanto quepa en un escafis pequeño y una cantidad igual de harina de cebada,
sobre vino dulce rebajado; que lo beba en ayunas”
Hipócrates, Sobre las
afecciones, 38: “Las partes inflamadas refrescarlas con
cataplasmas, y las tales cataplasmas que sean acelgas hervidas en agua, o apio,
u hojas de olivo, de higuera, de saúco, de zarza, o de granado dulce, estas
cosas utilizarlas hervidas, mientras que crudas las hojas del espino, o del
agnocasto, o de la salvia, o de la
lechetrezna, o poleo verde, o puerros, o apios, o cilantro u hojas de glasto”
Hipócrates, Sobre el uso de
los líquidos, III, 2: “Normas de
uso: en cuantas afecciones precisan afusiones, inyecciones o baños para lograr
refrigeración, se usa como el agua más fría; en cuantas astricción, el vino
tinto también para empapar hilas de lana, como también se empapan hojas de
peral o vendas en la mayor parte de los
casos; y vino blanco en cuantas también se precisa astricción, como por ejemplo
hojas de hiedra, y en cuantas se precisan medicamentos más astringentes y
secos, como por ejemplo el cisto y la zarzamora , el zumaque curtiente, la salvia , y cuantas es preciso
ablandar, como la harina cocida.
Su empleo en afecciones femeninas
era muy amplio.
Hipócrates, Enfermedades de
las mujeres I, 43: “Si la leche se retira […] Son buenos
por igual el hinojo silvestre, el apio caballar y el codeso. Todo esto junto
hace producir mucha leche y la aumenta [lo mismo que la leche de] las cabras de
Esciro y, sobre todo, su queso. También es bueno el cocimiento de salvia,
y añadiendo a él el jugo de bayas de enebro
o de cedro con vino, que lo beba”
Hipócrates, Enfermedades de
las mujeres I, 57: “Si la matriz se llena de pituita, dentro
se producen gases y la menstruación baja en menor cantidad, de color blanco y
pituitosa […] Que se abstenga de alimentos amargos y si siente peso, frío y
entumecimiento, darle leche y vino oloroso; que beba en ayunas corazoncillo, grano de lino y salvia en vino oloroso
rebajado”
Hipócrates, Enfermedades de
las mujeres I, 63: “Si la matriz se ha ulcerado, libera
sangre y pus, y hay un fuerte olor
[…] Triturar y mezclar todo bien fino y
diluir en vino blanco dulce. Después, cocer hasta que tenga el espesor de la
miel. Dar para untar con este preparado dos veces al día, después de que la
mujer se haya lavado con agua tibia en
la que hay que cocer jara y salvia.
Una vez que le parezca al médico que después de este tratamiento está mejor,
que le haga beber en prevención durante un día leche hervida de cabra y después
de vaca del mismo modo que en el caso anterior”
Hipócrates, Enfermedades de
las mujeres I, 66: “Todas las úlceras que se producen en la matriz a causa de un aborto o por otra razón, conviene
curarlas prestando atención a todo el cuerpo y siguiendo el tratamiento que se
juzgue necesario […] Conviene tratar la matriz del modo que sigue: primero
fumigar con agua de cocimiento de hojas de saúco. Tras la fumigación, hacer un
lavado con ungüento hecho con posos de vino. Si hay gangrena en las úlceras y
flujo maloliente, con ungüento apenas rebajado, y si no, con ungüento más
mezclado con agua. Después de los posos de vino, hacer el lavado con agua y en el agua hervir mirto, laurel y salvia,
y tras esto, la irrigación se hará con vino blanco puro tibio”
Hipócrates, Enfermedades de
las mujeres I, 78: “Irrigaciones para llagas no recientes […] O cocer en agua salvia y corazoncillo y
hacer una irrigación con el agua”
Hipócrates, Enfermedades de
las mujeres I, 80: “Irrigación en caso de saturación de bilis
[…] Esta nueva irrigación se puede hacer también cociendo hojas de junco,
corazoncillo y salvia en vino tinto
oloroso, o bien con agua de col y en ella cocer mercurial y un poco de
nitro y hacer la irrigación. Se puede preparar una medida líquida de cohombro
con aceite de narciso o de lirio y hacer una irrigación tibia”
Hipócrates, Enfermedades de
las mujeres I, 84: “Bueno en toda
enfermedad para abrir el orificio del útero y para limpiarlo es utilizar un
triturado de un poco de mirra, salvia y
anís”
Hipócrates, Enfermedades de
las mujeres II, 121: “Este tipo de
flujo se produce cuando la sangre que se elimina se vuelve algo biliosa y no
hay purgación. Cuando la situación está así, hay que administrar un
medicamento: si la enferma es fuerte, que esté compuesto de eléboro, y si es
débil, administrar raíz purgante 16 y cohombro; tiempo después, administrar
leche de cabra o bien purgar por abajo con un medicamento que libere la bilis y
la pituita. Irrigar la matriz con
preparado de infusión de col y que beba salvia, corazoncillo y grano de lino,
la misma cantidad de cada uno en vino tinto astringente; darlo a beber en
ayunas […] Hacer que la enferma se lave
con agua tibia de mirra y salvia, que tome alimentos que no estén ni
salados ni agrios para que la orina no sea irritante, y que no pruebe productos
de mar, ni carne de vaca, oveja ni cerdo; las demás carnes que las tome
cocidas.”
Hipócrates, Enfermedades de
las mujeres II, 124: “En los casos en que la matriz no se retira del
corazón, triturar simiente de puerro y adormidera, diluirlas en un ciato de
agua y darlo a beber. También ayuda
beber un ciato de vinagre blanco, o bien simiente de enebro y salvia y con
ellos vinagre o vino; conviene calentar esto. También se puede utilizar grasa
de ganso y cerato resinoso; fundir en ellos pez y aplicarlos en pesario”
Hipócrates, Enfermedades de
las mujeres II, 129: “Si la matriz se desplaza hacia los costados,
sobrevienen una tos fuerte y un dolor en el costado […] también son de gran ayuda la adormidera blanca, la salvia con harina
fina de cebada y e] queso rallado en salmuera. Mezclar todo esto, una parte
de queso y una de harina de cebada sin sal, y darlo a beber en ayunas mezclado
con vino”
Hipócrates, Enfermedades de
las mujeres II, 149: “En caso de que
la matriz caiga hacia afuera, triturar bien hiedra muy seca, envolverla en un
trozo de lienzo y aplicarlo sin añadir nada de grasa. Darle a beber a la paciente trigo molido, adormidera tostada, salvia,
juncia, anís y salvado de cebada; triturar bien todo, diluirlo en vino y
administrarlo dos veces al día, media cótila cada vez”
Hipócrates, Enfermedades de
las mujeres II, 193: “Fomentos para
los flujos: tostar harina de cizaña, cocerla en oximiel puro y aplicar en
fomento, untando con esto un trozo de lienzo. O bien tostar lentejas,
triturarlas y hacer una harina gruesa; cocerla en agua y aplicar en cataplasma
como en los casos anteriores. También se puede hacer esto con arveja. Es bueno aplicar en cataplasma la salvia o
la paja de cebada en decocción de salvia y corazoncillo”
Hipócrates, Enfermedades de
las mujeres II, 202: “Si la matriz se llena de aire, utilizar todas las
sustancias aromáticas que pueden combinarse en un ungüento y también laurel,
mirto, salvia y serrín de cedro y
ciprés. Triturar todo, tamizarlo fino, espolvorearlo en vino oloroso e
incorporar aceite de rosas”
Hipócrates, Enfermedades de
las mujeres II, 203: “Fumigaciones
para los casos en que la matriz se desplace […]. Por lo demás, administrar dos veces al día salvia, simiente
de lino y harina de cebada en vino rebajado y en cantidad de cuatro cotilas”
Hipócrates, Enfermedades de
las mujeres II, 209: “Si tras la
purga siente dolor, juncia, caña, junco y lirio; cocerlos en vino tinto e
irrigarlos. […] Otra fórmula: cocer agua de mercurial con mirra, incienso,
aceite de almendras amargas o salvia
y corazoncillo; cocerlo todo en agua e irrigarlo”
Hipócrates, Enfermedades de
las mujeres II, 210: “Si la mujer es
afectada por estranguria, que se fomente y se unte el bajo vientre con grasa.
Que tome un baño de asiento en decocción de rosas o de zarza, o bien mirra, olivo, zarcillos de vid, bayas
de enebro o salvia”
Hipócrates, Enfermedades de
las mujeres II, 211: “Si hay aire en
la matriz, se produce un fuerte dolor y el gas no sale. Aplicar comino o bien triturar salvia y juncia y dejarlas
macerar una noche entera; por la mañana colarlo, echar en un vaso la parte
transparente, amasar en vino blanco harina basta de trigo y un ciato de jugo de
silfio, cocer la mezcla y darla a tomar semicruda en puré”
Hipócrates, Sobre la
naturaleza de la mujer, 10: “Si la matriz se
inflama y se hincha, se produce aire dentro de ella […] Que beba en ayunas corazoncillo, simiente de lino y salvia en vino
rebajado con agua”
Hipócrates, Sobre la
naturaleza de la mujer, 33:
“Irrigaciones: […] Otra receta: hojas de lentisco, de salvia y de corazoncillo; cocerlas en vino tinto […] Otra receta: cocer salvia y corazoncillo en agua e
irrigar con el agua.”
Hipócrates, Sobre la
naturaleza de la mujer, 34: “Servirse de
fumigaciones con productos suaves triturados […] Triturar dos garbanzos blancos
y un tercio de uvas pasas, añadir la mitad de agua, cocer, luego colar, poner
al aire libre y dar a beber al día siguiente; el resto de los días, mezclar salvia y simiente de lino y con
ellos dar harina de cebada dos veces al día, en cuatro cótilas de vino rebajado
y tres medias cótilas de aceite y un puñado lleno de hojas de saúco; cocer todo
esto, verterlo en una crátera caliente y realizar una fumigación calentando
tejas, sentando en una silla a la paciente y cubriéndola con vestidos”
Hipócrates, Sobre la
naturaleza de la mujer, 58: “Si la matriz
se desplaza de su sitio, triturar bien fino hiedra muy seca, envolverla en un
trozo de lienzo y aplicarla. No administrar nada graso y hacer que tome en
bebida granos de trigo crudos, adormidera tostada, salvia, juncia y anís; triturarlo bien todo, diluirlo en vino,
añadir salvado de cebada y administrarle dos veces al día media cótila en cada
toma”
Hipócrates, Sobre la
naturaleza de la mujer, 64: “Si la matriz
se ha llenado de aire y también hay aire
en el vientre y causa dolor, triturar
salvia y juncia, dejarlas a remojo una noche y por la mañana colarlas,
echar la parte colada en un recipiente de barro, añadir harina basta de trigo,
sobre ello un ciato de vinagre blanco y una cantidad semejante al tamaño de un
haba de jugo de silfio, cocer todo y darlo a tomar semicrudo”
Hipócrates, Sobre la
naturaleza de la mujer, 93: “Cuando se haya
retirado la leche, que la paciente cueza
salvia y añada bayas de cedro o de enebro, que cuele el agua de la
decocción y que la beba añadiéndole vino; al resto, que le añada harina, bulbo
y un poco de aceite y que se lo coma”
Hipócrates, Sobre la
naturaleza de la mujer, 105: “Fomentos […]
Otra: cocer en agua salvia y
corazoncillo, en el agua de la decocción cocer paja de cebada, envolver en un
trozo de lienzo y fomentar”
RECETA CULINARIA Y MEDICINAL
Dioscórides, V, 61: “El vino de salvia " El vino de salvia
igualmente: echa ocho dracmas de salvia en un ánfora de mosto, que vale un
ceramio. Es eficaz contra los dolores de riñones, de vejiga, de costado, contra
expectoraciones de sangre, contra la tos, roturas internas, espasmos,
contusiones, menstruos detenidos”
Como acabamos de ver, sus usos
médicos son muchos. Este sería el
resumen de sus usos médicos.
Usos terapéuticos contra la tos,
el prurito de genitales, las mordeduras, los
espasmos, las contusiones, para dolores o heridas, para provocar la
menstruación, para expectorar pus o sangre, para contener las hemorragias, para
llagas invasivas, para acelerar o provocar el parto y diurética. Siempre tomada
infusionada con agua.
Usos cosméticos en
decocción con agua o fomento para crear tiente negro.
USOS MÁGICOS
Sabemos que la salvia se podía
emplear con usos mágicos como se puede leer en los textos mágicos griegos,
papiro IV, 2578: “Esta es la fórmula que has de
utilizar para coaccionar […]«Fulana
presenta en tu honor, diosa, una espantosa ofrenda: grasa y sangre y suciedad
de una cabra de piel moteada, suero de una doncella muerta y el corazón de un
muerto prematuro y la entidad de un perro muerto y un feto de mujer y caras limpias de granos de trigo y
desperdicios ácidos; sal, grasa de una cierva muerta, cebolla de mar y mirra y
laurel oscuro, harina de cebada y unas de cangrejo, salvia, rosas, esencia de frutas y una cebolla sin retoños, un ajo,
harina de higos, estiércol de cinocéfalo y un huevo de ibis joven —¡cosas que
no son licitas!”
Papiro IV, 2630: “Fabricación de un amuleto para la práctica […]«Fulana quema para ti, oh diosa, una
mezcla aborrecible: grasa de una cabra de piel moteada, sangre y basura, un
embrión de perro y suero de una doncella muerta prematuramente y un corazón de
muchacho joven, con una mezcla de harina de cebada y vinagre, sal y un cuerno
de ciervo, cebolla de mar y mirra y laurel oscuro, fácilmente; y patas de
cangrejo, salvia, rosa, esencia de
frutas y una cebolla sin retoños, un ajo y estiércol de un musgaño, sangre de
cinocéfalo; y un huevo de ibis joven —lo que no es licito que ocurra— ha puesto
en tus altares de madera de enebro”
Papiro IV, 2875: “El sahumerio
de la práctica. Para los ritos benéficos quema resina, mirra, salvia, incienso, un hueso de fruta;
para los ritos maléficos, la entidad de un perro y de una cabra de piel moteada
e, igualmente, la de una doncella muerta prematuramente”
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