domingo, 27 de octubre de 2024

OSTREA. CURIOSIDADES Y BENEFICIOS

  Antes de cerrar por temporada estival, estuvimos comentando muchas curiosidades sobre las ostras, pero todavía os quedan otras por descubrir...¿te animas?

En esta entrada vamos a comentar algunas peculiaridades sobre las ostras.

                                           

Otros usos y curiosidades

 Arriano en Anábasis de  Alejandro Magno, VIII: La India, 8, 11 nos cuenta la existencia de una ostra reina como las abejas: “Dice Megástenes que allí pescan  estas perlas con unas redes, ya que las ostras se arraciman en el mar como si se tratara de una colmena, pues entre ellas también hay una ostra reina o rey como entre las abejas. De suerte que si alguien por azar captura a esta reina, le resulta comodísimo hacerse con todo el enjambre de ostras; en cambio, si la ostra rey se le escapa no puede pescar las demás. Los pescadores de ostras dejan que la carne del animal se pudra por completo y luego utilizan la concha como adorno. Entre los indios las perlas tienen un valor tres veces superior al del oro puro, que también abunda en las entrañas de la tierra india”

 Eliano, Hª Animales,  XV, 8 nos describe cómo capturarla teniendo en cuenta la existencia de una ostra reina: “La ostra perlífera de la India (yo he hablado antes de otra que hay en el Mar Rojo) se coge del modo siguiente. Hay una ciudad que gobernaba un varón llamado Soras, de estirpe regia, cuando Eucratides gobernaba en Bactria. El nombre de la ciudad es Perimula y la habitan hombres ictiofagos. Dicen que parten de allí estos hombres con sus redes y trazan un anillo muy grande en torno a un gran círculo de la playa. La mencionada perla se obtiene de una concha parecida a una caracola. Las ostras perlíferas nadan en tropel y tienen sus jefes, como las abejas tienen los llamados reyes en las colmenas. Yo he oído decir que el jefe sobresale también por su color y tamaño. Pues bien, los buceadores porfían por apoderarse de él, ya que si lo capturan, capturan a todo el ejército de ostras, porque queda, por así decirlo, desamparado y sin guía, se queda inmóvil y no avanza como el rebaño privado de su pastor por algún funesto accidente. Pero el guía se escapa y se escabulle con suma destreza, y se pone al frente y salva a todo el que lo obedece. Dicen que a las ostras que capturan, las ponen en salazón en vasijas. Y cuando la carne se ablanda y se deshace, queda la piedra preciosa. La mejor piedra es la del mar de la India y la del Mar Rojo. Pero las hay también en el Océano occidental, en donde está la isla Británica; aunque, según parece, tienen estas una apariencia más dorada y un brillo más apagado y oscuro. Dice Juba que las hay también en el estrecho del Bósforo, y que son inferiores a las de Britania y no pueden compararse en absoluto con las de la India y el Mar Rojo. Pero de la perla terrestre de la India se dice que no tiene una naturaleza propia, sino que es el resultado del cristal de roca arrancado, no del hielo formado por congelación”

 Paladio, I, XL nos habla de su empleo en la construcción y arreglo de instalaciones: “Conviene saber, ya que estamos hablando a propósito de los baños, cuáles son las masillas del agua caliente y fría para que, si acaso se agrietan las instalaciones […] O también, se machacan a un tiempo higos, pez sólida y conchas secas de ostras; con todo esto tapas las juntas con mucho cuidado”

 Diodoro de Sicilia, Biblioteca Histórica, II, 59, 4 para la fabricación de vestimenta: Y elaboran vestidos de ciertas canas que tienen en el centro una pelusa brillante y delicada, recogiendo la cual y mezclandola con ostras marinas machacadas, elaboran maravillosos mantos purpúreos

 Plinio, HN, IX, 31, 51, 98 hablando de los cangrejos y del uso que hace de las conchas de las ostras para protegerse: “Se llama pinotero al más pequeño de toda esta especie y, por ello, más vulnerable. Éste tiene la astucia de meterse en las conchas vacías de las ostras y de mudarse, así que ha crecido, a otras más grandes”

 

En el mismo sentido leemos en Eliano, Hª Animales, III, 29: “La pinna  es una criatura marina de la clase de las ostras. Se abre mediante la separación de las valvas adyacentes y extiende un pedúnculo de carne como cebo de los peces que nadan cerca. El cangrejo permanece a su lado compartiendo su alimento y su territorio de caza. Así, cuando algún pez se acerca nadando, el cangrejo da a la pinna un pequeño pinchazo. Entonces el bivalvo se abre más y recibe dentro de sí la cabeza del pez que llega (porque mete su cabeza para comer) y lo devora”

 Arriano, Anábasis de Alejandro Magno, VIII: La India, 39, 5 cuenta que podían asentarse sobre las ballenas: “Cuenta Nearco haber visto, en este trayecto de su viaje, una ballena varada en la arena; algunos marineros se acercaron a medirla y dijeron que tenía cincuenta codos. Su piel estaba cubierta de escamas y era de un codo de espesor y, sobre ella, se habían asentado colonias de ostras, conchas y toda clase de algas”

 Luciano de Samosata, Relatos verídicos, I, 41 nos comenta su uso como arma arrojadiza: “En lugar de garfios de hierro se arrojaban entre sí grandes pulpos atados, y éstos se entrelazaban en el bosque y sujetaban la isla. Se arrojaban y herían con ostras del tamaño de un carro y esponjas de un pletro”

Estrabón, Geografía, XV, 2 habla de su uso para edificar casas: “La comarca de los ictiófagos […] Construyen sus viviendas sobre todo con esqueletos de ballenas y conchas de ostras

Teofrasto, IV, 6, 6 y 7 nos describe cómo las algas utilizan su valva como base para su crecimiento: “Otra alga es la lechuga de mar, que tiene hojas verdes, […]. Crece sobre piedras cerca de la  tierra y en valvas de ostras. Éstos son poco más o menos los vegetales más chicos. La encina de mar y el abeto marino crecen en la costa. Nacen en las piedras y en las valvas de las ostras, pero, como no tienen raíces, se agarran a aquéllas como las lapas”



Teofrasto, IV, 6, 3 hablando de las algas: “Otra variedad tiene las hojas a manera de cabellos, como el hinojo, y no es verde, sino amarillo-pálida; no  tiene tallo, sino que se yergue derecha sobre si misma; crece sobre las valvas de las ostras y sobre las piedras, y no  como la otra agarrada a la tierra; pero ambas son plantas costeras, y la variedad filamentosa crece cerca de la tierra y, a veces, recibe una ligera mojadura del agua del mar, mientras que la otra se adentra más en él”

Diógenes Laercio, Vida de los filósofos más ilustres, Cleantes, 5 comenta su uso como soporte de escritura: “Dicen que escribía en ostras y en omóplatos de buey cuanto había oído a Zenón, careciendo de dinero para papel”

Sabemos que las ostras también eran consideradas verdaderos obsequios, como nos cuenta Paulino de Nola, Poemas, 2, 8: “Para que pueda ser de tu agrado el amable regalo de un amigo pobre, no vayas a tener en cuenta los ricos obsequios que me haces. Si no, ¿qué podría yo darte a cambio de aquellos peces que te proporciona con la abundancia de su oleaje la vecina playa, admirables de aspecto y únicos en su belleza? En cambio a mí, en los bajíos pedregosos del profundo mar el molusco se me cría escaso en la oscuridad de las algas. Para compartirlo contigo te mando dieciséis conchas perfumadas del néctar del mar, que llena una dulcísima entraña con su meollo bicolor. Que las aceptes de grado te ruego y no las rechaces por su poco valor, pues sólo son pequeñas si las comparas con lo grande de mi amor”

  Plinio HN, XXXI, 44 nos explica el uso de las ostras para hacer allec: “Del mismo modo, el allec ha llegado a fabricarse a partir de ostras, erizos de mar, ortigas y hígado de salmonete; y últimamente se han ideado mil métodos diferentes para asegurar la putrefacción de la sal de tal manera que se obtengan los sabores más apreciados por el paladar”

 BENEFICIOS

 Hipócrates, Sobre la dieta, 48 también describe sus beneficios: “En cuanto a los moluscos, por ejemplo, las ostras perlas, lapas, púrpuras, bocinas, y ostras, su pulpa es astringente, mientras que su caldo es laxante”

 También Ateneo, III, 87 b menciona sus beneficios: “Hicesio comenta que las lapas se evacuan mejor que los moluscos mencionados, y que las ostras son más nutritivas que ellas, producen saciedad y se evacuan mejor”

           

Ateneo, III, 88 a: “Existen también unos moluscos llamados ostras salvajes son nutritivas, pero hediondas y además pobres en sabor

 Ateneo, III, 90 b: “Y respecto a los restantes, Difilo dice lo siguiente: De las almejas, de concha áspera, las que son pequeñas y  tienen la carne fina se llaman ostras, y son  estomacales y fáciles de evacuar”

 Ateneo, III, 86 b y c: “Diocles de Caristo, en su Tratado sobre la salud, asegura que los moluscos más indicados para la evacuación y la orina son los mejillones, ostras, vieiras y almejas”

 Ateneo, III, 92 a y ss:  “Las ostras primaverales y las de comienzos del verano son mejores, llenas, tienen sabor a mar mezclado con cierta dulzura, son buenas para el estómago y fáciles de evacuar. Las que se cuecen con malva o romaza o pescado, o por si solas, son alimenticias y buenas para el vientre. Mnesiteo de Atenas, en su libro Sobre los comestibles [fr. 36 Bert.], comenta: Las ostras, las almejas, los mejillones y los de ese tipo tienen una carne difícil de digerir, a causa del líquido salado de su interior. Debido a ello, si se comen crudos son laxantes del vientre, por su salinidad, mientras que los hervidos sueltan toda o la mayor parte de su sal en el mismo líquido en el que se cuecen. Por eso los líquidos en los que se cocina algún molusco son perturbadores y laxantes del vientre, mientras que las carnes de los moluscos hervidos producen borborigmos cuando son privadas de sus líquidos. En cambio, los moluscos cocidos, siempre que se los cueza bien, tienen una disposición menos dañina, pues han sido sometidos a la acción del fuego. Por dicho motivo no son tan indigestos como los crudos, y tienen desecados los líquidos de su interior por cuya acción se afloja el vientre. Proporcionan un alimento líquido e indigesto todos los tipos de moluscos, y no conducen a la producción de orina



 En los Fragmentos de la comedia media, PANFILA 175. Ateneo , VIH 356 e, hace referencia a sus poderes afrodisíacos: “El pulpo ayuda... a los placeres de Afrodita... Alexis en Pánfila muestra la utilidad del pulpo, diciendo: Para quien ama, Ctesón, ¿qué hay más conveniente que lo que ahora traigo? Caracoles de mar, ostras, nazarenos y un gran pulpo y pescados en abundancia”

Plinio, HN XXXII, 21 (6) enumera un gran número de beneficios: “Aprovecharemos la oportunidad para exponer todas las propiedades medicinales que se atribuyen a las ostras. Son singularmente refrescantes para el estómago y tienden a restaurar el apetito. También el lujo les ha dado un frescor suplementario cuando se sumergen en la nieve, mezclando así los productos de las cimas de las montañas y del fondo del mar. Las ostras son ligeramente laxantes para los intestinos; y hervidas en vino con miel, alivian el tenesmo, en los casos en que no va acompañado de ulceración. Actúan como detergentes también sobre las ulceraciones de la vejiga. Hervidas con su concha, sin abrir tal como están a mano, las ostras son maravillosamente eficaces para los flujos reumáticos. Las conchas de ostra calcinadas, mezcladas con miel, alivian las afecciones de la úvula y de las glándulas amigdalinas; se utilizan igualmente para las glándulas parótidas, los tumores inflamados y las induraciones de las mamillas. Aplicadas con agua, estas cenizas son buenas para las ulceraciones de la cabeza y dan suavidad a la piel en las mujeres. También se espolvorean sobre las quemaduras y son muy apreciados como dentífrico. Aplicados con vinagre, son buenos para quitar el prurigo y las erupciones pituitarias. Golpeados en estado crudo, curan la escrófula y los sabañones de los pies”

Celso II, 14 las recomienda para el estómago: “Pero lo mejor para el estómago es lo áspero, incluso lo ácido, y lo que está moderadamente espolvoreado con sal; [...] pescados de fibra dura de clase intermedia, ostras, vieiras, mariscos múrex y púrpura, caracoles”

 En otra entrada nos centraremos en su consumo y su crianza.

Plurimam salutem!

*Imágenes propias



domingo, 13 de octubre de 2024

COL AL ESTILO DE ATENAS

Tras el descanso estival volvemos de nuevo a poner en marcha el blog De Re Coquinaria. 


Comenzaremos con una receta que nos ha llegado gracias al médico del emperador Juliano,  Oribasio en su libro Colecciones médicas,  IV, 4, 1., la tomó prestada del médico ateniense Mnesiteo  que vivió en el s. IV a.C , en concreto de su libro de consejos dietéticos.

Se trata de la col al estilo de Atenas, una sencilla receta con grandes beneficios, que nos recuerda un poco a nuestra ensalada de col prensada.

Oribasio nos dice así:

 ”La col se corta en rodajas con un cuchillo de hierro muy afilado,  se lava y se escurre. Se corta una cantidad suficiente de cilantro y ruda  y se le añade a la col; luego se espolvorea con oxymeli [vinagre de miel] y se ralla por encima un poco de asafétida [silfio]”. 

Ya se sabe que para los griegos y los romanos la col tenía un papel muy importante, pues creían que servía para evitar la embriaguez, era consumida por sus grandes propiedades  digestivas,  para aliviar el dolor de cabeza o muscular, etc. de ahí el valor medicinal que Mnesiteo le otorgó a este plato, un maravilloso entrante o un delicioso acompañamiento.

ADAPTACIÓN DE LA RECETA

Ingredientes

- Col o repollo

- Cilantro fresco 

- Ruda fresca o seca [se puede sustituir por la semilla de fenogreco]

- Asafétida en polvo [se puede sustituir por cebolla o ajo en polvo]

- Sal marina sin refinar

- Vinagre de miel [lo haremos de la siguiente manera: herviremos poco 120 mg de miel,  sirope de arce o melaza de arroz, le añadiremos dos cucharadas de vinagre de vino tinto o de manzana y lo dejaremos reducir durante unos minutos]

- Aceite de oliva y limón [opcional]

Elaboración

Corta la col o el repollo en rodajas muy finas, lávala muy bien y escúrrela. 

Añade sal, removiendo y amasando bien con las manos para que la sal penetre en la col y extraiga toda el líquido que lleva en su interior.

Pon la col en un bol y prénsala con un peso. 

Déjala reposar durante al menos unos 60 o 70 minutos para que sea más digestiva. 

Pasado el tiempo, escurre bien el líquido y si crees que la col va a estar demasiado salada, puedes enjuagarla ligeramente bajo el grifo.

A continuación, pica dos cucharadas de cilantro verde y dos de ruda o su sustituto. Incorpora las hierbas a la col con tres cucharadas de vinagre de miel. 

Para terminar espolvorea una pizca de asafétida o su sustituto y, si te apetece, unas gotitas de aceite de oliva y limón.

Prosit!

Plurimam salutem!


domingo, 7 de julio de 2024

LLEGAMOS A LA MAYORÍA DE EDAD...YA 18 AÑOS


El pasado 3 de julio
De Re Coquinaria llegó a su mayoría de edad, ya 18 años de funcionamiento. 

Es cierto que después de tantos años hay ocasiones en las que resulta más complicado dedicar  tiempo a la investigación, pero en los momentos en los que ha sido posible, ha resultado muy satisfactorio y gratificante.

Con la llegada del buen tiempo y las vacaciones disponemos de más oportunidades para estar en la cocina, así que si os animáis, aquí tenéis la fórmula que nos ha legado Paladio en su libro VI, IX para elaborar el queso.

De caseo faciendo

Hoc mense caseum coagulabimus sincero lacte coagulis uel agni uel haedi uel pellicula, quae solet pullorum uentribus adhaerere, uel agrestis cardui floribus uel lacte ficulno, cui serum debet omne deduci, ut et ponderibus urgeatur. Vbi solidari coeperit, loco opaco ponatur aut frigido et pressus subinde adiectis pro adquisita soliditate ponderibus trito ac torrefacto sale debet aspergi et iam durior uehementius premi. 
[2] Post aliquot dies solidatae iam formulae per crates ita statuantur, ne inuicem se unaquaeque contingat. Sit autem loco clauso et a uentis remota, ut teneritudinem seruet atque pinguedinem. Vitia casei sunt, si aut siccus sit aut fistulosus: quod eueniet, si aut parum prematur aut sales nimios accipiat aut calore solis uratur. In recenti caseo conficiendo aliqui nucleos uirides pineos terunt atque ita lacte mixto gelant. 
[3] Aliqui thymum tritum et frequenter colatum congelant. Qualemcumque etiam saporem uelis, efficere poteris adiecto, quod elegeris, condimento seu piperis seu cuiuscumque pigmenti.

"Durante este mes haremos el queso con leche entera y con cuajo de cordero de cabrito, o bien con la película que del queso está normalmente adherida a la molleja de los pollos, o con flores de cardo silvestre, o con el jugo lechoso de la higuera.

Debe extraérsele todo el suero exprimiéndolo con pesos.

Cuando empiece a endurecerse, póngase en un sitio oscuro o frío; luego, aplastándolo con pesas, que se van añadiendo progresivamente a medida que va adquiriendo consistencia, debe espolvorearse con sal molida y tostada, y, cuanto más duro esté, se apretará con más fuerza. Después de algunos días, cuando cogen una forma consistente,
se colocarán en cañizos de modo que no se toquen unos con otros. Estarán, pues, en un sitio cerrado y libre de vientos para que se conserven frescos y grasos.
Los defectos del queso estriban en si está seco, salado o lleno de ojos, cosa que ocurre si se prensa poco, si coge demasiada sal, o si se quema por el calor del sol.
En la elaboración de queso fresco hay personas que muelen piñones verdes y los cuajan mezclándolos de tal guisa con la leche. 

Otras coagulan tomillo triturado, colado varias veces. Además, el sabor que se quiera podrá conseguirse añadiendo un condimento a elección, bien sea de mostaza o de cualquier otra especia"

GRACIAS A TOD@S, POR ESTAR SIEMPRE AHÍ

Feliz verano a tod@s, descansad y recordad carpe diem!

Plurimam salutem!!

domingo, 2 de junio de 2024

OSTREA II. PROCEDENCIA

 Retomamos de nuevo las publicaciones centrándonos de nuevo en el mundo de las ostras. Ya hablamos hace tiempo de sus características, características, pero en esta ocasión comentaremos su procedencia.


Son muchas las referencias sobre el origen de las ostras y sus diversas procedencias. Veamos qué nos cuentan las fuentes clásicas.

 En Ateneo, III, 89 e leemos que nacen en el fango: “De nuevo es Aristóteles quien dice [Hist, de los anim. 547b 18]: Todos los moluscos nacen en el cieno; en terreno fangoso, las ostras; en terreno arenoso, las almejas y los ya citados”

 Pero son muchas las ciudades que se disputan las mejores ostras del mundo, como El Ponto, Bibraga, Abido, Lucrino, etc:

 Plinio, HN XXXII, 21 (6)hace una mención completísima de las diversas procedencias: “Las ostras son mucho mejores cuando son trasladadas a nuevas aguas; así, por ejemplo, se cree que las ostras de Brundisium, cuando se alimentan en las aguas del Averno, conservan sus propios jugos nativos y adquieren el sabor de los del lago Lucrinus. Esto en cuanto a la carne de la ostra; Pasaremos ahora a los diversos países que la producen, para que ninguna costa quede privada de los honores que le corresponden. Pero al dar esta descripción transcribimos las palabras de un escritor que ha demostrado más cuidadoso discernimiento al tratar este tema que cualquiera de los otros autores de nuestros días. Estas son, pues, las palabras de Mucianus, refiriéndose a la ostra: "Las ostras de Cyzicus  son más grandes que las del lago Lucrinus, más frescas que las de las costas británicas,  más dulces que las de Medulæ, más sabrosas que los de Éfeso, más gordas que los de Lucus, menos viscosos que las de Corifas, más delicadas que los de Istria, y más blancas que los de Circeii. Con todo esto, sin embargo, es un hecho bien comprobado que no hay ostras más frescas ni más delicadas que las de Circeii. Según los historiadores de la expedición de Alejandro, en el Mar de la India se encontraron ostras de un pie de diámetro: también conocemos la nomenclatura que algún derrochador y goloso dio a ciertas ostras el nombre de "tridacna", entendiéndose por ello que son tan grandes que se requieren tres bocados para comerlas”

No sólo Plinio habla de ellos, sino que son muchos los autores que hacen referencia a la procedencia:

Avieno, Descripción del orbe terrestre, 120: “Siguen igualmente serpenteando las aguas azuladas de este dilatado mar, en cuyo caprichoso oleaje se baña la isla de Cimo, que abre al oleaje su amplio litoral rico en ostras”

Poesía Helénica Menor, 56: “Arquestrato en su Gastronomia dice: Grandes peces lima Eno tiene y ostras Abido, cangrejos Pario y vieiras Mitilene. En el estrecho Mesenio probarás el portentoso mejillón y en Éfeso lapas en modo alguno malas, en Calcedón las ostras

 

Plinio, HN, 52: “Muchos animales acuáticos pasan el verano en la Propóntide y no entran en el Ponto; escasean los moluscos, aunque abundan las ostras*. Todos pasan el invierno en el Egeo”


También nos habla de Bibraga en HN VI, 23: “Después de pasar estas islas llegamos a Crocala, veinte millas de ancho, y luego, a doce millas de distancia, a Bibraga, donde abundan las ostras y otros peces campana” 

 Apuleyo, Apología, 39, 3 también habla de las ostras de Abido: “Quinto Ennio escribió una Gastronomía en verso;  en ella había incontables especies de peces, que sin duda había conocido gracias a un estudio concienzudo. Recuerdo unos cuantos versos; voy a recitarlos: la comadreja marina de Clupea aventaja a todas; en Eno hay muchos mejillones-, en Abido abundan las rugosas ostras”


 
La misma procedencia leemos en otros autores:

 Columela,  XI, I: “El Estrecho de Abydos, abundante en ostras”

 Clemente de Alejandría, El pedagogo, II, 3: “Yo siento piedad por esta enfermedad, pero ellos no se avergüenzan de celebrar su glotonería. Su preocupación se centra en las murenas del estrecho de Sicilia, en las anguilas del Meandro, en los cabritos de Melos, en los mújoles de Esciato, en los crustáceos del cabo Peloro, en las ostras de Abidos”

 Ennio, Fragmentos, gastronomía, 3 4 -4 4 Apuleyo, Apología XXXIX 39, 2-4: “De la misma forma que destaca entre todos la doncella de Clipea; hay mejillones en Eno y muchas ostras rugosas en Abido, la vieira se da en Mitilene y en Cáradro de Ambracia”

 Ateneo, III, 92 d: “También Arquestrato, en su Gastronomía dice [Suppl. Hell, fr. 187]: Eno tiene los grandes mejillones; Abido, las ostras; Pario, los santiaguinos, y Mitilene, las vieiras”

 Virgilio, Geórgicas, I, 205: “También debemos observar la constelación de Arturo y la época de las Cabrillas y la resplandeciente Serpiente, no de otro modo que los que son llevados a su patria a través de borrascosos mares acechan el Ponto Euxino y las bocas de Abidos, productor de ostras

 Lucano, Sátira IV, 140 habla de las ostras procedentes de Circe y Lucrino, en la costa de Campania y las de la costa meridional de Inglaterra en Rutupia: “En mis tiempos nadie fue mejor que él en el arte del bien comer: era hábil en decir al primer bocado si las ostras provenían de Circe, de los escollos de Lucrino o de las hondonadas de Rutupia

 Estrabón, Geografía, IV, 8 hace referencia a un curioso estanque: “Más allá de la desembocadura del Ródano hay una laguna marina a la que llaman Estanque del Estómago. Posee gran variedad de ostras y es muy rica en peces”

 Juvenal, Sátiras, IV, 142: “En mis tiempos nadie fue mejor que el en el arte del bien comer:  era hábil en decir al primer bocado si las ostras provenían de Circe, de los escollos de Lucrino o de las hondonadas de Rutupia; asi que lo veia, senalaba de que playa era un erizo de mar”

 Séneca, Cartas a Lucilio, IX, epist. 78, 23 también cita las ostras del lago Lucrino en el golfo de Cumas, junto al Averno: “«¡Desdichado del enfermo!». ¿Por qué? ¿Por qué no deslía la nieve con el vino?, ¿por qué el frescor de su bebida, cuya mezcla realizó en amplia copa, no lo renueva echando en ella un pedazo de hielo?, ¿por qué sobre la misma mesa no le abren las ostras del Lucrino

 Marcial, Epig. III, 60: “¿Por qué no me dan la misma cena que te dan a ti? Tú te comes ostras alimentadas en el lago Lucrino; yo chupo un mejillón en cuya concha hinco mis dientes (...)”

 Poesía epigráfica latina, 1318: “Dedicada a los manes de G. Domicio Primo: Yo, ese renombradísimo Primo, estoy en esta tumba; me alimenté a base de ostras del lago Lucrino '', bebí a menudo el vino de Falerno, envejecieron conmigo a lo largo de los años los placeres de los baños, los vinos y los amores. Si he tenido algún poder aquí, que la tierra me sea ligera. Y sin embargo aquí, junto a los manes, el ave Fénix vela por mí en el ara y se apresura a renacer junto conmigo”

 Horacio, Épodos, 2, 51: “Entonces no han de placerme más las ostras del Lucrino, ni el rodaballo o los escaros, si es que alguno hacia este mar desvía el temporal que truena en las olas del Oriente”

 Séneca, Epístolas morales a Lucilio, IX, 78, 23: “¿porque sobre la misma mesa no le abren las ostras del Lucrino?”

 Petronio, Satiricón, CXIX, 30: “El escaro que vive en el fondo del mar de Sicilia se sirve vivo en la mesa; y las ostras extraídas a orillas del lago Lucrino realzan nuestras cenas y renuevan el apetito a expensas del bolsillo”

 Marcial, Epig. XIII, 82: “Concha ebria, vine hace poco del lago Lucrino de Rayas; ahora ansiosa de lujo, tengo sed de la noble salsa de garo”.

 Ausonio, Epístolas, 23, 90: “Mas tu casa está al otro lado de los Alpes y de la marmórea Pirene, en Zaragoza, cerca de la tirrena Tarragona y al lado del mar barcelonés que produce ostras”

  Estrabón, Geografía, V, 6: “El golfo Lucrino se abre hasta Bayas, separado del mar abierto por un montículo de unos ocho estadios de largo y con una anchura similar a la de un camino de carros, el cual, se dice, que lo amontonó Heracles cuándo estaba llevándose las vacas de Gerión. Como las olas cubrían su superficie en momentos de tempestad, de suerte que difícilmente se podía transitar a pie, Agripa aumentó su altura. A pesar de que permite la entrada a barcos ligeros, resulta inutilizable para anclar barcos, pero muy generoso para la captura de ostras”



También comenta las procedentes de Gaurana. Lucano, Sátira, VIII, 85: “El que merece morir ya es un muerto, aunque se tome en su cena cien ostras de Gaurana y se sumerja en una caldera llena de perfumes de Cosmos”

 Juvenal, Sátiras, VIII, 85: “El que merece morir ya es un muerto, aunque se tome en su cena cien ostras de Gaurana y se sumerja en una caldera llena de perfumes de Cosmos”

 Eran bien conocidas y afamadas las procedentes de Bayas. Lucano, Sátira, XI, 50: “Casi siempre la gradación es así: en Roma y delante de los acreedores se comen el dinero prestado; luego, cuando les queda no sé qué, casi nada, y el prestamista ya se pone pálido, cambian de aires y corren hacia Bayas  y sus ostras  pues hoy hacer bancarrota es menos vergonzoso que trasladarse al Esquilmo desde el bochornoso barrio de la Subura”

 Juvenal, Sátiras, XI, 49: “y el prestamista ya se pone palido, cambian de aires y corren hacia Bayas y sus ostras

 Estrabón, Geografía, III, 7: “Mas, con ser tan rico el interior de Turdetania, podría hallarse su rival en la región costera, por los bienes procedentes del mar porque todas las ostras y almejas destacan en general por su cantidad y tamaño en todo el Mar Exterior, pero más que nada allí debido a que en esa zona las pleamares y bajamares son mayores, las cuales son, verosímilmente, las causantes de su número y su tamaño gracias al ejercicio a que las someten”

 Priapeos, 75: “Las mujeres de Henna festejan a Ceres; Cícico, abundante en ostras, a la diosa raptada; a la hermosa Venus, Cnido y Pafos.”

 Horacio, Sátiras, II, 4, 30: “Las lunas nacientes engordan a los escurridizos moluscos, pero no todo mar es fértil en mariscos de buena raza: mejor que la cañadilla de Bayas es el ostión del Lucrino; en Circeyos se crían las ostras y los erizos en el cabo Miseno; de sus anchos peines de mar se jacta la muelle Tarento”

Ausonio, Epístolas, 3: “A Paulo: “Te las voy a enumerar, no obstante, de acuerdo con su fama y los testimonios siempre diferentes según los gustos de los que las han probado. Para mí, la más rica de todas es la que cría el océano de los médulos, cuyo aprecio ha llevado hasta las mesas de los Césares el nombre de Burdeos, y es ensalzada con no menos gloria que nuestro vino. Éstas merecen de entre todas la palma primera, a larga distancia  de las demás; muy delicadas y tocadas de una pizca de sal, mezclan el jugo de su grasienta entraña, blanco como la nieve y dulce, con su sabor  marino. Aunque van detrás de ellas, están a gran distancia las de Marsella que cría Narbona cerca del puerto de Venus, y las que sin necesitar cultivo las protege el mar del helespontíaco Abidos, o las que cuelgan flotando en los postes de Bayas, las que cubre el Mar Santónico, las que conocen los de Gela, o las que protege la corriente de Évora  que se mezcla con el océano, de modo que yacen recubiertas de algas en buenos escondrijos: son ásperas de valvas, más dulces, de carne grasa. Y hay quienes alaban las ostras del Mar Armoricano, y las que recoge el habitante de la costa pictónica, y las que en alguna ocasión destapa admirables la marea de Caledonia. Luego van las que alaba una fama reciente, nacidas bajo el litoral de Bizancio y en la dura costa de la Propóntide, célebres por el nombre del general Promoto”

Filostrato, Vida de Apolonio, III, 53: “Se refiere también a una isla pequeña, cuyo nombre es Biblos, en la que, tanto el tamaño del caracol, como los mejillones, ostras y cosas por el estilo que se hallan adheridos a las rocas, son de dimensiones diez veces mayores que los griegos. Se coge también allí en una valva blanca una piedra, la perla, que ocupa en la ostra el lugar del corazón”

Es curioso leer en Arriano, la presencia de este molusco cuando describe La India. Veamos qué nos cuenta este autor de la Anábasis de Alejandro Magno, VIII: La India, 21, 13: “Allí estuvieron  fondeados veinticuatro días, durante los cuales los hombres de Nearco se dedicaron a pescar mejillones, ostras y las llamadas navajas; enormes todos ellos de tamaño, si los comparamos con los que se hallan en nuestras playas”

Arriano, Anábasis de Alejandro Magno, VIII: La India, 22, 10: “Al otro lado del puerto se alzaba una isla de considerable altura, desierta, en la que pudieron coger todo tipo de ostras y peces”

 Arriano, Anábasis de Alejandro Magno, VIII: La India, 29, 14: “Cogen, igualmente, en abundancia cangrejos, ostras y almejas

Como hemos podido comprobar son muchas las diferentes procedencias de las ostras, hecho totalmente justificado por las excelentes aguas que bañan el mundo grecorromano.

Plurimam salutem!!