En
el museo Gregoriano
Profano del Vaticano, con el número de inventario 9538/9539, se encuentra
un hermoso
sarcófago del s. III d.C dedicado a P. Caecilius Vallianus
cuya inscripción nos informa que se trataba de un militar que perdió la vida a
los 64 años.
Su
sepulcro será motivo de nuestro estudio en esta ocasión por la escena que hay
representado en el frontal del sarcófago.
Se
trata de un relieve que muestra un banquete funerario, en que Caecilius es el protagonista rodeado de
su familia. Este tipo de sarcófagos de mármol cobraron importancia en el siglo
II d.C cuando se pasó de la cremación a la inhumación.
Era
frecuente que los romanos, con cierto poder adquisitivo, solicitaran estos
sepulcros en los que se representaban diferentes iconografías, entre ellas los
banquetes en los que como protagonista de la escena eran un hombre o una mujer
e incluso a la pareja recostada sobre un lecho.
INSCRIPCIÓN FUNERARIA
En
la tapa del sarcófago se lee el nombre del ocupante que, como ya hemos
mencionado, era Publius Caecilius
Vallianus.
La
inscripción presenta la estructura típica de una inscripción funeraria, con fórmulas y abreviaturas que se repetían en
todas ellas.
-
D.M.S (en latín: Dis Manibus Sacrum: consagrado a los dioses Manes que son las
divinidades que representan las almas de los muertos)
-
Nombre del
fallecido.
-
Cargo u ocupación.
-
Edad del muerto,
incluso especificándose meses y días.
Era normal que también se detallara, aunque no en
nuestro caso:
-
Nombre del pariente
que encargaba
la lápida.
-
Alguna frase
afectuosa.
-
H.S.E (en latín: Hic
situs est: aquí está enterrado) o S.T.T.L
(en latín: Sit tibi terra levis: que
la tierra te sea leve).
DESCRIPCIÓN DE LA ESCENA
En
el centro de la escena destaca por su mayor tamaño, un hombre tumbado en su lectus,
sobre los típicos cojines,
cubrecamas y colchones (pulvini).
Recostado a la sinistra,
presenta el
brazo izquierdo apoyado sobre un almohadón, en su mano izquierda lleva algo, quizás
una guirnalda que acerca hacia el plato que hay sobre la mesa. Por el contrario
el brazo derecho (que está bastante deteriorado) se encuentra levantado para
poder comer con la dextra como
indicaba el protocolo. No obstante nos llama la atención que esté tocando con
la mano izquierda la comida, hecho bastante extraordinario pues era considerado
un mal augurio.
Ante
él, la típica mesa circular con tres
pies (cilliba) sobre la que se
colocaban los alimentos ya preparados para ser consumidos, en concreto se ve un
plato con un pescado largo que es difícil de identificar.
De
la mensa nos habla Varrón, L L, 5, 118: “A la mesa de comer solían llamar cilliba: tenía forma cuadrada …más
tarde se hicieron redondas, debido a
que entre nosotros es media (ocupa el centro) y entre los griegos μετα, puede
denominarse mesa. Pero su nombre también puede explicarse por el hecho de que,
a la hora de la comida, la mayor parte de los platos se servían dosificados (mensa)”
Era
normal que en la mesa central jamás faltara el salinum (salero) y el acetabulum
(vinagrera) que simbolizaban la hospitalidad del anfitrión en el banquete.
Son
muchos los personajes que acompañan a Caecilius.
A sus pies, se observa una mujer sentada
en una silla de mimbre. Elegantemente vestida y peinada, podría ser su
esposa que tañe un instrumento musical de cuerda, pandurium.
La costumbre de
que las mujeres se sentaran a los pies del marido era muy antigua como podemos
leer en Isidoro, XX, 11, 9:”Más tarde, los hombres comenzaron
a acostarse para comer, mientras que las
mujeres continuaban haciéndolo sentadas ya que se consideraba una
desvergüenza el que la mujer se tumbase”.
Servio, Ad
Aen. 1 nos habla en el mismo sentido: “sólo
el pater familias tenía derecho a estar recostado, la
madre se sentaba a los pies del lecho y los niños en sillas o escabeles”. Al igual que Valerio Máximo, II, 1,2: “Las mujeres
cenaban sentadas, mientras que los hombres lo hacían recostados. Esta
costumbre pasó de la mesa de los mortales a la de los dioses”. En consecuencia el hecho de representar a su esposa sentada
refuerza la idea de ser una matrona
decente y digna de acompañarle en su otra vida.
Numerosos esclavos completan la escena a modo de procesión, unos portan
exquisitos manjares, otros proporcionan bebidas en jarras. Estos sirvientes
llevan largas melenas que caen sobre sus hombros y van vestidos con túnicas que
llegan hasta la rodilla. Era frecuente el empleo jóvenes muy hermosos e incluso
de origen sirio, alejandrino, frigio, licios, etc. para servir la mesa como
bien nos muestra la imagen. Así lo leemos en Séneca, Epístolas, 95, 24:”paso por alto a todos aquellos grupos de adolescentes clasificados por naciones
y colores, en forma que los de cada fila tengan el mismo brillo, la misma cantidad de vello, el mismo color
de pelo y que no se mezclen los de cabellera rizada con los de la lisa”
Se
puede ver que tres de ellos sirven platos de gran valor, a la derecha uno
sujeta un plato con un pollo y junto a
él otro esclavo lleva quizás un cochinillo. A la izquierda, otro siervo lleva
un pastel que es difícil de identificar.
Detrás
de la mujer sentada se pueden apreciar esclavos que llevan una jarra con
perfume o vino. También se observa la presencia de esclavos que trasladan unos
aguamaniles para la limpieza de las manos.
A
los pies de los esclavos se pueden ver algunos animales vivos, a la derecha una liebre, sujeta por un esclavo, a su vez
unas aves que están picoteando e incluso una está con su cabeza en una pátera.
Debajo del lectus se ven tres niños,
dos de ellos, uno sentado en un escabel, juegan con un perrito, mientras que el
tercero parece que se está aproximando para unirse a ellos. Al igual que las
mujeres, los niños y los que
estaban de luto se sentaban en una
mesa aparte, como nos narra Tácito, Anales, 13, 16 en este
fragmento: “Era costumbre que los
hijos de los príncipes comieran sentados con los demás nobles de la
misma edad, a la vista de sus allegados y en una mesa propia y más
frugal”
También leemos la
misma idea en Suetonio, Claudio, 32 cuando habla de los niños:”Con frecuencia organizó espléndidos festines en parajes
inmensos, y de ordinario tenía hasta seiscientos convidados. Cierto día hizo
servir, junto al canal de desagüe del lago Fucino, uno de estos festines,
viéndose en peligro de perecer bajo las aguas, que habían irrumpido
inesperadamente. Sus hijos asistían a todas sus comidas, y con ellos,
los nobles jóvenes en ambos sexos, según antigua costumbre, comían sentados
al pie de los lechos”
Completan
la escena unos músicos, a la
izquierda se puede descubrir un dialós.
Sobre
el protagonista del sepulcro y en el centro de la escena se ven unos amorcillos con guirnaldas y cestas de
flores. La representación de cestas llenas de flores y unos árboles a los
lados del sarcófago nos indican que se trata de una escena al aire libre.
El
lujo que envuelve toda la escena del alto relieve, el gran número de esclavos,
la comida servida,… nos hace entender la posición
elevada del difunto que no se ha hecho representar en una escena de convivium con otras personas como se
puede ver en otros sepulcros, sino que él es el centro de atención y todo gira a su alrededor.
Desde
el punto de vista técnico llama la atención la utilización del horror vacui que nos habla del
aprovechamiento al máximo del espacio. A su vez, nos encontramos ante una
escena que pretende recrear la profundidad, con figuras superpuestas formando
filas. Todas las acciones se muestran al espectador como haciéndole partícipe
del banquete.
Es
una escena realista pero no idealizada, propia del arte escultórico romano.
Plurimam salutem!
*Imagen del sepulcro extraída de este enlace de internet
4 comentarios:
me encanta tu blog! Siempre leo las entradas y rara vez comento, pero en esta ocasión me pareció oportuno felicitarte. ¡Saludos!
Hola Marcelo, muchas gracias por tu comentario.
Me alegra mucha saber que te ha gustado la entrada.
Gracias de nuevo
Saludos
Un sarcófago que en poco espacio nos da mucha información sobre la forma de vida de los antiguos romanos tan bien llevado a los temas de este blog y que lo explicas magistralmente. Este sarcófago me recuerda a la lápida de otro militar, Cayo Julio Baso, aunque de ejecución más sencilla, en la que se aprecia también la cilliba y se muestra a Cayo reclinado en su lectus bebiendo plácidamente, hasta parece que observa al espectador serenamente desde la eternidad. Que no me convide…, que no me convide.
Viendo las últimas secuencias de la película “Gladiator” en la que el protagonista, ya difunto o en las postrimerías de su vida, abre una puerta a aquello que le era familiar, no podía dejar de pensar en la puerta entreabierta al Hades del sarcófago del Brillante (Córdoba), no sólo por la similitud de la situación sino también por la calidad de su iconografía y por todos los significados que se desprenden en su totalidad al igual que en este sarcófago.
Saludos.
Emilio
Hola Emilio, eres muy amable.
Tienes mucha razón en lo que comentas. Conozco la lápida de Julio Baso y ciertamente nos mira con gran serenidad. No me había percatado de ello hasta que lo has comentado.
Gracias por tu comentario, como siempre muy interesante
Saludos
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