Con la llegada de la primavera todo se llena de luz y
color. Las flores inundan los campos y podemos entender que el frío invierno ha
quedado atrás.
Las fragancias florales han cautivado nuestro olfato a
lo largo de los siglos y nos hacen pensar que sus efluvios tuvieron un papel
importante en la antigüedad al elaborar con ellas preciosas coronas.
En el epigrama de Marcial, 3,
65 podemos sentir los diferentes aromas que nos trae esta estación: “El perfume que exhala una manzana al morderla una tierna joven,
el que trae la brisa procedente de los azafranes de Córicos, el de las viñas
cuando florecen blancas con sus primeros racimos, el que despide la grama en
que acaban de pastar las ovejas, el del mirto, el de un segador árabe, el del
ámbar triturado, el que despide el pálido fuego con el incienso de Oriente, el
de la tierra labrantía cuando recibe una ligera rociada de una nube de verano, el de una corona que ha soportado los
cabellos impregnados de nardo: ésta es, cruel niño Diadumeno, la fragancia
de tus besos. ¿Qué sería, si los dieras todos ellos sin reservas?”
Antes de centrarnos en una de las coronas utilizada en el banquete
hablemos de la etimología de la
palabra corona y de su uso:
Sobre su etimología
Isidoro de Sevilla, XIX, 30 dice que “el nombre de
corona es debido a que en un principio se
danzaba entorno a los altares y a imitación
de este círculo o coro se formó y tomó su denominación la corona”
La justificación
de su uso, según Isidoro, la
encontramos en los paganos “que creen que
su origen fue debido a un tal Líber, por lo que establecieron que cuando se bebiera vino se ciñeran con
pequeñas guirnaldas las vacilantes cabezas. Antaño las coronas eran de lino y de lana, como las que usaban
los sacerdotes de los paganos”
Tras esta breve introducción centrémonos en la corona
empleada en los banquetes romanos, en concreto en el momento de la Comissatio o bacanal.
Con el nombre de corona
convivialis se conocía la
corona utilizada en los banquetes grecorromanos para mitigar los efectos de la
intoxicación provocados por el excesivo consumo de alcohol.
La
denominación de convivialis nos la
explica Isidoro, XX, 1: “Entre los griegos convivium
se explica a partir de beber en compañía (compotatio), esto es, de potón,
bebida, entre nosotros, en cambio, se considera más acertado derivar su
etimología de convictus (compañía) o
tal vez de que proporciona vida (vita) ocasión de conversar. Asimismo,
convivium supone el hecho de un número
crecido de personas que comen (convescentes); pues una mesa privada es
victus (comida), pero no convivium (festín), un festín implica una triple
consideración: la del modo de reclinarse, de comer y beber. Decimos “del modo
de reclinarse”.
Cuando empezaba este segundo banquete en el que la
bebida era uno de los protagonistas, los participantes coronaban sus cabezas con coronas por
creer que así podían neutralizar los efectos de alcohol y proporcionar un
agradable sueño a los que estaban un poco bebidos. También podían beber caldo de col o consumir
seis almendras amargas.
UTILIZACIÓN
Sabemos
que eran varias las coronas que se colocaban. Lo normal era una en la cabeza, Plauto, Anfitrión, III, 4,
16:”Me pondré
una corona de flores en la cabeza y fingiré estar borracho”
Horacio,
Carmina, II, 7, 24: “La lentitud de los días muchas veces combatimos con
una copa en la mano, y de guirnaldas
ceñidos nuestros cabellos, brillantes de oloroso ungüento sirio”
Otra en el cuello, Horacio, Sátira, II, 3, 256:”Al volver de una juerga, se arrancó del cuello las guirnaldas sin rechistar”
Cicerón en Verrinas II, 5, 11 nos muestra la sofisticación de
Verres:”Se hacía llevar en una litera de ocho hombres, e la que había un
resplandeciente almohadón de Malta relleno de rosas. Él mismo incluso tenía una corona en la cabeza, otra en el cuello y se
acercaba a la nariz un saquito de finísimo lino, de malla densa, lleno de rosas”
Pero se
podían adornar otras partes del cuerpo
como vemos en Petronio,
Satiricón, 70: “Según una
inaudita moda, unos esclavos jovencitos y de larga cabellera trajeron perfume
en una palangana de plata y ungieron los pies de los comensales; eso después de adornarles previamente las
piernas con guirnaldas de flores desde el muslo hasta los talones. Luego,
echaron una apreciable dosis del vino y en la lámpara”
A veces
no surte el efecto deseado, como podemos ver en Petronio, Satiricón, 65: “Este, ya
borracho, apoyaba ambos brazos sobre la espalda de su mujer; cargado con unas cuantas coronas, por
la frente le caían chorros de perfume sobre los ojos”
Pero no
sólo se coronaban los invitados, sino también los esclavos escanciadores o pocillatores. Adolescentes o niños,
con pelo largo e imberbes, emulando a Ganímedes y con la corona convivialis.
Petronio, Satiricón: “Mientras habíamos y comentamos el hecho, un esclavo
muy hermoso, coronado de pámpanos y
hiedra, que imitaba todas las actitudes de Baco, nos ofreció diversas
clases de uva en un canastillo
y declamó con voz delicadísima unos poemas de su señor”
Y según vemos en Virgilio, Eneida, 1723 las vasijas en los que se mezclaba el vino y el agua: “Tan pronto
como sobreviene el primer momento del reposo y se retiran los servicios, colocan grandes crateras y coronan el vino”
E incluso el triclinium,
Marcial,
12, 17:… “se recuesta a la mesa
rodeada de rosas y negra de amomo, y duerme sobre plumas en un lecho de púrpura”
ELABORACIÓN
Se confeccionaban con hierbas y flores naturales que tenían efectos beneficiosos para su
portador.
Las plantas utilizadas eran principalmente rosas, violetas, mirto, laurel, nardos, azafrán, lis, flor de henna, hiedra e
incluso se conocen las hechas con hojas de perejil o apio.
Horacio,
Carmina, II, 7, 35:
“¿Quién
cuidará de tejernos coronas de apio y
mirto?”
Una de las flores favoritas era
la rosa, así nos lo transmite Marcial, 13, 127: “El invierno te regala, César, coronas tempranas. Antes la rosa era de la primavera; ahora se ha
hecho tuya”
Marcial, 2, 59: “Rompe los lechos, pide vino, corónate de rosas, perfúmate con nardo: un dios en persona te
invita a que te acuerdes de la muerte”
Marcial, 5, 64: … “Que mi cabellera llegue a chorrear, empapada en amomo sin medida, y que las guirnaldas de rosas fatiguen mis
sienes. Los mausoleos tan cercanos nos invitan a vivir, enseñándonos que
hasta los dioses pueden morir”
Sólo se utilizaban en los banquetes, pues estaba
prohibido su uso en público. No era permitido un “usu promiscuo” de las mismas, pagando
con la pérdida de libertad aquel que osara a transgredir esta costumbre como
bien nos cuentan diferentes autores:
Plinio,
HN, XXI, 6:”En la segunda guerra Púnica, L. Fulvio, un
banquero fue acusado de asomarse desde el balcón de su casa en el Foro con una corona de rosas por el día, fue
encarcelado por la autoridad del senado y no fue liberado hasta terminar la
guerra. P. Munatio, habiendo colocado sobre su cabeza
una corona de flores tomada de la estatua de
Marsias, fue
condenado por los Triunviros a ser encadenado. A su
apelación, los tribunos del pueblo,
se negaron a interceder en su favor”
Valerio
Máximo, VI, 9, ext. 1:”En cierta
ocasión se retiró de la mesa de un festín, no ya después del ocaso del sol,
sino después de su salida. Entonces observó, al volver a su casa, que la puerta
del filósofo Jenócrates estaba abierta. Polemón ebrio, perfumado con ungüentos, con su cabeza coronada de guirnaldas y
con unos vestidos transparentes…Jenócrates, sin mudar su semblante, comenzó a hablar de la moderación y la
templanza. Polemón, ante la gravedad de las palabras del filósofo, se quitó la corona de su cabeza y la
arrojó lejos de sí”
Horacio,
Sátira, II, 3, 256:”Al volver de una juerga, se arrancó del cuello las
guirnaldas sin rechistar, reprendido por
la voz de su maestro en ayunas”
¡Bienvenida ansiada primavera y
feliz Semana Santa!
Nos vemos después de Pascua
Plurimam salutem!
*Imágenes propias
8 comentarios:
No es de extrañar el aroma de azafrán en la antigua Roma pues tanto el laurel como el azafrán, antes de la llegada de productos exóticos de Oriente, era lo que quemaban los primeros romanos en sus altares.
La observación de Isidoro de Sevilla es muy acertada. Me gustaría aprovechar para reivindicar la figura de este erudito pues resulta lamentable que a estas alturas todavía haya gente que se deje llevar por su ignorancia y prejuicios despreciando los trabajos del que fuera arzobispo de Sevilla, respetado incluso por los musulmanes, y sólo por haber sido miembro de la Iglesia católica, sin contrastar sus escritos ni siquiera con otras fuentes, tanto latinas como griegas no cristianas, coetáneas de hechos sobre los que él trataría en una época posterior. Hasta en eso debemos ser diferentes pues esto no sucede en el resto de Europa.
Saludos.
Emilio
Hola Emilio, gracias por tu comentario.
Estoy de acuerdo contigo con lo que afirmas de Isidoro de Sevilla, a mi me gustan mucho sus etimologías pues al leerlas descubres que era un gran conocedor del mundo antiguo.
Gracias de nuevo
Saludos
Acabo de descubrir su maravilloso blog, justo cuando me pica la curiosidad sobre que comía Octavio cuando le entraba el gusanillo.
Y aprecio mucho algo que me haga conocer algo sobre no tenía demasiada idea. (Estoy estudiando historia y de estas cosas anecdóticas siempre se olvidan en la carrera, tiene que descubrirlas uno mismo)
Por cierto, dejo caer una sugerencia. Podría ir recopilando los posts antiguos en pdfs. Lo cierto es que facilitaría mucho la lectura
pd:Ya que mencionais a Isidoro...hace muy poco (un par de semanas, de hecho) ví su tumba, en la colegiata; en León (Junto a un puñado de personajes reales leoneses cuyas cuerpos están confundidos e imposibles de identificar gracias a los "afortunados" sucesos de cierta guerra...) No dejaban hacer fotos.
Hola José Javier, me alegra mucho que te guste el blog. Eres muy amable.
Mi hijo también ha comenzado este año a estudiar historia por lo que comprendo perfectamento lo que me comentas.
Isidoro es un autor que me agrada bastante. Nosotros también visitamos su tumba hace unos años.
Tomo nota de la sugerencia e intentaré poco a poco ir recopilando los post por temas en pdfs.
Gracias por el comentario
Saludos
Si es así, le recomiendo que entrene la memoria visual para paleografía y que lea los césares de suetonio cuando le toque dar roma.
Muchas gracias por el consejo. Se lo diré.
Saludos
Me gustaría saber... si los romanos mezclaban las coronas de flores con frutas o plumas .
Como banco usaba coronas de uvas tb colocaban plumas???
Gracias
Buenas tardes,
Muchas gracias por tu comentario.
Por lo que yo sé, en los banquetes solían ser de flores o hierbas aromáticas, sin mezclar con frutas ni plumas. Así nos lo dicen las fuentes clásicas
Un saludo
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