Al igual que en nuestros días el vino jugaba un papel
importantísimo en los banquetes romanos, por considerarlo beneficioso para la salud y con un valor
sagrado.
Sobre el valor
sagrado del vino Varrón L.L
6, 21 nos transmite la frase que se repetía en las Meditrinalia otorgando al vino ese carácter sacro:"Bebo el vino nuevo, el viejo: me curo la enfermedad nueva, la vieja”
Plutarco, Quaestiones
Romanae, 45 sobre el uso del vino en la fiesta de las Vinalia: “Eneas, al enterarse de su promesa, consagró
el vino a los dioses y después de su victoria reunió lo cosechado y lo
vertió ante el templo de Venus. ¿O también esto es un símbolo de que debían
celebrar las fiestas sobrios y no bebidos en la idea de que a los dioses les complacían más aquellos
que derramaban mucho vino puro que quienes lo bebían?”
Sobre
las virtudes del vino en general,
Dioscórides, V, 6, 4 nos dice lo siguiente:
“En
general, todo vino puro y sin mezcla,
de naturaleza seca, es calorífico, fácil de asimilar, estomacal, estimulante
del apetito, alimenticio, somnífero, fortificante, causante de buen color.
Bebido en bastante cantidad, auxilia a los que tomaron cicuta, o cilantro, o ajonjera,
o pharikón, o meconio, o litargirio, o tejo, o acónito,
u hongos. También contra las mordeduras de serpientes y picaduras de todo animal
que por picar o morder aniquile por enfriamiento o revuelva el estómago. Es
eficaz también contra la flatulencia crónica, la mordicación del hipocondrio,
la dilatación y relajación del estómago, la fluxión de los intestinos y del
vientre.
Y sobre
todo, los vinos blancos son
adecuados para los que sudan copiosamente y traspiran.
No obstante, los añejos y dulces son más apropiados para las dolencias que
afectan a la vejiga y a los riñones, y se aplican con torundas de lana
engrasadas en heridas recientes e inflamaciones; se administran también con
provecho en forma de loción contra úlceras malignas, cancerosas y supurantes.
Para el
uso en estado de salud, son adecuados los que no tienen agua de mar, los secos y los blancos. De entre éstos se
consideran mejores los itálicos,
como el falerno, el ‘de Surrento’, el ‘de Cécubo’, el del año, y otros muchos
procedentes de la Campania; también el ‘de Pretuttio’, ‘de Hatria’, el
siciliano llamado ‘mamertino’; de los vinos griegos, el de Quíos, el lesbio, el
Phygelitēs, que se origina en Éfeso.
Los vinos gruesos y negros sientan mal al estómago, son flatulentos y generan carnes, mientras que los finos y secos son estomacales, menos generadores de carnes; son más diuréticos y provocan dolor de cabeza los muy añejos y blancos. Bebidos en gran cantidad afectan a los nervios.
Los medianos en edad, como a partir de
siete años, son los mejores para la bebida. La cantidad delimítese según la
edad, la estación del año, la costumbre y la cualidad del vino. El no tener sed
y el remojar moderadamente la comida es el mejor precepto.
Toda embriaguez y particularmente la continuada es dañina, pues los nervios, sitiados día a día, van cediendo, y la excesiva bebida diaria provoca las primeras fases de afecciones agudas. Pero beber vino con moderación algunos días y sobre todo, después de haber bebido agua durante algún tiempo, es beneficioso, ya que cambia el estado constitucional haciendo evacuar secreciones perceptibles e invisibles que circulan por los poros. Es menester, sin embargo, beber agua después de un exceso de vino, pues procura un modo de curación por la combinación de sustancias”.
En el mismo sentido habla Ateneo en el libro I de Banquete de los eruditos: “el vino añejo no sólo es apropiado para la
degustación, sino también para
la salud,
pues ayuda a asimilar mejor los alimentos y, al ser más ligero, es digestivo: infunde vigor a los cuerpos, pone la
sangre roja y fluida y procura sueños tranquilos. […] el vino blanco es débil y ligero; el pajizo se digiere más fácilmente
por ser desecativo”
Tras este preámbulo, hagamos un repaso de los diferentes vinos consumidos por los romanos según su
procedencia y elaboración.
Para empezar Dioscórides, V, 6, 4 nos hace una
explicación genérica de los tipos de vinos muy interesante:
“Unos son
viejos, dañinos
para los nervios y para los demás órganos sensoriales, si bien son más agradables al gusto; por ello no
son aconsejables en el caso de los que tienen débil alguna parte de su cuerpo.
No obstante, en el caso de su utilización en estado de salud, un poco y aguado,
se toma sin experimentar por ello daño alguno.
El vino nuevo es flatulento, indigesto, provocador de malos sueños,
diurético. El vino de edad mediana
ha escapado a las desventajas de los otros dos, por lo que se ha de elegir en los casos de empleo tanto en estado de salud
como en la enfermedad.
Además el blanco es sutil, se asimila bien y sienta bien al estómago. El negro es grueso y difícil de digerir y provoca embriaguez y aumento de carnes. El rojizo, al ser intermedio, tiene virtud intermedia con relación a cada uno de los otros. No obstante, debe elegirse el blanco tanto en caso de salud como de enfermedad.
SEGÚN SU CALIDAD
También difieren en calidad: el vino dulce es de componente grueso y de difícil transpiración, inflativo del estómago, perturbador del vientre y del intestino, como también el mosto, aunque embriaga menos y es apto para la vejiga y los riñones.
El vino seco es más diurético, produce dolores de cabeza y embriaguez. El astringente es el mejor para la asimilación de los alimentos, y asienta el vientre y los demás flujos. El suave afecta menos a los nervios y es menos diurético. El mezclado con agua marina sienta mal al estómago, produce sed, es dañino para los nervios, laxante del vientre e inadecuado para quienes convalecen de una enfermedad.
El vino dulce que se hace de uva secada al sol, o tostada en los sarmientos y luego exprimida, se llama ‘crético’ (Krētikós) o ‘sin pisar’ (prótropos) o ‘pramnio’ (Prámneios) o ‘cocido’ (síraios), por obtenerse a base de mosto cocido, o se llama ‘cocción’ hépsēma.
El negro, llamado melampsíthios, es grueso y muy alimenticio, mientras que el blanco es más delgado y el de color intermedio tiene también la virtud intermedia. Cualquiera de ellos es astringente, hace recuperar el pulso, es eficaz contra todos aquellos venenos mortales que aniquilan por ulceración, si se bebe mezclado con aceite y luego se vomita; también para el envenenamiento por meconio, por pharikón , por veneno de flechas, cicuta y la leche coagulada; también lo es para la vejiga y para los riñones afectados de mordicación y úlceras. Pero son los más flatulentos y sientan mal al estómago.
El melampsíthios, particularmente, es apropiado para los flujos
del vientre. El blanco es más
molificativo del vientre que los demás. El que contiene yeso es dañino para los
nervios, produce pesadez de cabeza, es ardiente, inadecuado para la vejiga,
pero es más apto que los demás contra los venenos mortales. Los que contienen
pez o resina de pino son caloríferos y digestivos, pero inapropiados con
eméticos. Los llamados ‘sin añadidos’ (aparákhytoi),
pero tienen mezcla de ‘cocción’ (hépsēma), provocan plétora,
son embriagadores, flatulentos, dificultan la transpiración y sientan mal al
estómago”
Hipócrates en su Tratado sobre la dieta en las enfermedades agudas, 50 también nos habla de los
beneficios del vino según su tipología:
“Es preciso
establecer cómo hay que usar en las enfermedades agudas el vino dulce y el
seco, el tinto y el blanco, señalando lo siguiente: el vino dulce es menos pesado y se sube menos a la
cabeza que el seco, es más laxante para el intestino que el otro, y provoca
hinchazón del bazo e hígado. No es recomendable más que para los que sufren de
bilis amarga, pues les da sed. Produce también flato en el intestino superior,
aunque desde luego al inferior no le perjudica en proporción a los gases.
[…]Este vino dulce es también, por lo general, menos diurético que el blanco
seco, pero, en cambio, favorece más que el otro la salida de esputos. Cuando da
sed al beberlo, su acción expectorante es de mayor eficacia que la del blanco
seco, y si no da sed, mayor.[…]
En las enfermedades agudas se podría usar el vino blanco claro y el tinto seco para los siguientes casos: si el vino no se ha subido a la cabeza, ni hay en ella pesadez; si la expectoración no tiene dificultades de salida, ni hay retención de orina, y si las heces están bastante húmedas y contienen briznas, convendría, en estos casos y otros parecidos, beber los vinos citados y dejar de tomar el blanco. Hay también que tener en cuenta que, sí está rebajado con agua, va a producir menos daño a las partes superiores y a la vejiga, y si es puro, favorecerá más al intestino”
Continuaremos con la tipología de los vinos según su origen. En general los mejores vinos eran los procedentes de la Campania como el conocido Falerno, del que ya hablamos en otra ocasión.
TIPOS DE
VINOS
SEGÚN LUGAR DE PROCEDENCIA
En Dioscórides, V, 6, 4 leemos una perfecta
clasificación de los vinos según su origen:
“El que parece ser el primer vino de los de Italia, el llamado ‘falerno’ (Phalerînos), cuando se ha hecho añejo es de muy fácil
digestión, hace recuperar el pulso, retiene el vientre y es estomacal, pero
inadecuado para la vejiga, debilitador de la vista, y no conveniente beberlo en
abundancia.
El ‘albano’ (Albanós) es de componente más grueso que el falerno, es bien
dulce, provoca inflación de estómago, no colabora igualmente a la digestión, es
menos nocivo para los nervios. Cuando se hace añejo, también éste se vuelve
seco.
El ‘de Cécubo’
(Kaíkoubos), que es dulce, es de componente
más grueso que el albano, genera carnes y buen color, es inadecuado para la
digestión.
El ‘de Surrento’ (Syrentînos) es bastante seco, por lo que sujeta el flujo de
los intestinos y del estómago y afecta menos a la cabeza, disuelve los humores.
Cuando se hace añejo, se vuelve más estomacal y más suave.
El ‘de Hatria’ (Adrianós)
y el ‘mamertino’ (Mamertînos), de origen siciliano, son por igual gruesos,
moderadamente astringentes, se vuelven añejos más rápidamente y afectan menos
los nervios por su propia ligereza.
El ‘de Pretuttio’ (Praitytianós),
también él transportado de los terrenos del Adriático, es oloroso, más
delicado, por lo que se bebe en abundancia sin notarse, y conserva la ebriedad
durante bastante tiempo [y el sopor].
El llamado ‘de Istro’ (Istrikós) se parece
al ‘de Pretuttio’, aunque es más diurético.
El ‘de
Quíos’ (Khîos) es más flojo que los
precedentes, agradable de beber, alimenticio, embriagador en menor grado,
retenedor de fluxiones, es útil para remedios de los ojos.
El ‘lesbio’ (Lésbios) se asimila bien, es más ligero que el de Quíos y sienta bien al vientre. Posee la misma virtud que el que se origina en Éfeso y se llama Phygelitēs.
El de Asia menor, procedente del monte Tmolo,
llamado mesōgítēs, es provocador de
dolores de cabeza y dañino para los nervios.
El ‘de Cos’ y ‘de Clazomene’, por
tener abundante componente de agua de mar, se estropean fácilmente y son
flatulentos, perturbadores del vientre y dañan los nervios”
Según esta explicación intentaremos hacer una
clasificación:
- SUAVES Y LIGEROS
El de Marsella, muy
suave y flojo
“Cuando tu espórtula elimine de su lista a cien ciudadanos puedes
ponerles vino ahumado de Marsella”. (Marcial, Xenia)
El caleno,
muy recomendable para la salud por su ligereza.
El Venafrum,
procedente de Capua, también muy saludable por ser
suave.
En el Lacio encontramos el Tiburtino, ligero aunque mejora con
los años.
De la zona de la Sabina encontramos el sabino, muy
suave y ligero, según Marcial X, 49 de baja calidad.
El Formiato,
semejante al priverno, poco madurado.
El mársico seco y saludable
y el beneventano, el mejor de la
zona.
En la Venecia, encontramos el de Hadria, muy aromático.
En la Umbria, tenemos según Marcial XIII, 120 al espoletino parece que era dulce y de
color dorado.
“Preferirás vinos viejos de las tinajas de Espoleto a beber los mostos
de Falerno.” (Marcial, Xenia)
El vino de Ancona,
en el Piceno, era considerado de calidad, aunque calificado por Plinio como graso.
Los vinos de Bari
y Tarento, de Abulia, el primero seco y mejorable con los años, el segundo
más dulce y saludable para el estómago.
“Que el
Aulon notable en lanas y feraz en viñedos te proporcione a ti sus vellones y a
mí sus vinos.” (Marcial, Xenia)
En Lucania, tenemos el Buxentum y el Turios, citados por Galeno y Plinio, el primero es digestivo.
El érboulos,
sólo citado por Galeno como un vino que con el tiempo se clarifica como un
blanco pajizo.
- CON CUERPO Y GRAN CALIDAD POR SUS AÑOS DE CRIANZA
El famoso caldo de Falerno,
procedente de la Campania, era un vino muy apreciado, de crianza, gran cuerpo
y aspereza.
“Este Másico ha
venido de las prensas de Sinuesa. ¿Preguntas bajo qué cónsul se envasó? Aún no existía.”
(Marcial, Xenia)
El Estatano,
más suave que el de Falerno, pero con grandes semejanzas a él.
El de Lesbos,
considerado un vino de calidad, tiene un sabor salado por su proximidad al mar.
El vino de Quios,
un vino tinto, de grandes beneficios para la salud.
De Nápoles, el trebélico,
de gran sabor y firmeza.
El de Sorrento,
era uno de los más importantes de
Italia, al mismo nivel que el de Falerno o el estatano y caleno, por su cuerpo y su sabor.
“¿Bebes vino de Sorrento? No lo bebas ni en
pintados vasos múrrinos ni en vasos de oro; estos vinos te indicarán las copas
que les convienen". (Marcial, Xenia)
El nomentano,
con una maduración de 5 años.
“Las vendimias de Nomentum te
proporcionan este vino mío; si te estima Quinto los beberás más finos”
(Marcial, Xenia)
De la misma calidad era el de Aequana.
- BAJA CALIDAD
El ager
Trifolinus, con gran poso terroso por su escasa filtración, se consideraba
un vino de baja calidad.
“Confieso que no soy vino de los de primera calidad de Trifolio, pero quizá
figure entre los vinos en el séptimo lugar.”
(Marcial, Xenia)
- DULCES
El Albano
era muy famoso, conocían dos variedades: uno dulce y otro más seco, aunque era
tan dulce que daba sopor al consumirlo.
“Las viñas que se recrean en el monte de Julo
te envían este dulce vino procedente de las bodegas del César.”
(Marcial, Xenia)
El Labicum, dulce y consistencia grasa.
El Cécubo, dulce, de crianza y digestivo.
“El generoso Cécubo se fermenta
en los campos de Amicas cerca de Fundi y
la vid reverdece nacido en plena laguna.” (Marcial, Xenia)
De los alrededores de Roma procede el Veliterno, dulce
y ligero.
El signino,
era un vino blanco y astringente.
“¿Beberás vino de Signia que estriñe los vientres sueltos? Para que no
lo constriña demasiado procura moderar la sed.”
(Marcial, Xenia)
- MUY FUERTES
El priverno, Plinio
lo considera muy fuerte y un poco cabezón.
El de Fundi,
la opinión sobre él varía, para unos era fabuloso, para otros, no recomendable
para banquetes por atacar al estómago por ser fuerte.
“El plácido Otoño
del consulado de Opimio trajo estos vinos de Fundi: este cónsul manejó por sí
mismo las prensas y bebió su mosto.” (Marcial, Xenia)
Otros vinos citados en Marcial son:
VINO DE
SETIA
“Setia, que inclinada mira a la campiña pontina, envió desde una pequeña
ciudad estos viejos cántaros de vino.” (Marcial, Xenia)
VINO
MAMERTINO
“Si te dan un ánfora de vino de Mesina de
vejez de Néstor, puede llevar cualquier nombre”.
(Marcial, Xenia)
VINO TARRACONENSE
“Tarragona, que tan sólo debe ceder en vinos
a los de Campania, ha producido éstos que rivalizan con los de Etruria”
(Marcial, Xenia)
VINO DE
PELIGNIO
“Los
colonos pelignios te envían un vino
marso turbio; pero no lo bebas tú; que
lo beba tu liberto”. (Marcial, Xenia)
VINO
CERETANO
“Que te sirva Nepote vino ceretano; tú
creerás que es de Setia; no lo hace servir a todo el mundo; lo bebe tan sólo
con tres invitados.” (Marcial, Xenia)
Tras este paseo por la geografía antigua nos tomaremos un pequeño descanso para tratar la próxima semana otros tipos de vinos.
Plurimam salutem!
*Imágenes propias
4 comentarios:
¡Genial charo! Siempre aprendo muchísimo. Besos.
Gracias Isabel, eres muy amable
Un besito
El vino de baja calidad que cita Marcial debía ser como el failos griego así como los dulces se debían asociar al protropos o prodromos, de lo que no hay duda es de la calidad del vino de la Tarraconense que menciona Marcial y también Plinio el viejo (H.N. XIV) y que nosotros conocemos bien. Es curiosa la mención de Marcial sobre el uso de las copas según el vino a beber lo que indica todo un refinamiento en aquella época.
Como siempre un excelente trabajo Charo.
Saludos
Emilio
Hola Emilio, me encanta que hayas comentado el tema de las copas de vino de las que habla Marcial, es uno de los aspectos en los que estoy investigando últimamente y es un tema fascinante.
Como siempre tus aportaciones son excepcionales.
Muchas gracias Emilio
Saludos
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