La oca o también llamada ganso doméstico fue una de las aves con más referencias en las fuentes clásicas, de manera que nos gustaría dedicarle unas líneas, igual que hicieron nuestros antepasados, a lo largo de unas semanas.
Por lo que hace a su etimología comentar que en
griego presentaba el nombre genérico de chén
que hacía referencia tanto a los gansos como a las ocas. De esta palabra se
extraía el término chenoboskós, "criador
de gansos u ocas", pues era muy frecuente su crianza en granjas como podemos leer en
Homero, Odisea, XV 174:
“En esto empezó a hablar Helena de peplo ondulante:
«Escuchadme, que voy a explicarlo según que en mi alma los eternos me inspiran
y creo va a cumplirse: del modo que esta ave ha venido del monte en que está su
progenie y su cuna y raptado la oca
criada en la casa, tal Ulises, después de sufrir y de errar largamente, volverá
a su mansión a tomar la venganza, si acaso no se encuentra ya en ella tejiendo
ruinas a esos pretendientes.» y XIX 536:
“Tengo aquí una veintena de ocas que comen el trigo en la artesa del agua: me da gozo verlos. Soñaba con que un águila grande y de pico ganchudo, viniendo desde el monte, rompíales el cuello y matábalos; muertos todos ya y en montón, voló el águila al éter divino, mas yo en sueños lloraba y gemía, y al par las aqueas bien trenzadas juntábanse en torno al oír mis lamentos de dolor por la muerte que el águila diera a mis ocas”.
“Tengo aquí una veintena de ocas que comen el trigo en la artesa del agua: me da gozo verlos. Soñaba con que un águila grande y de pico ganchudo, viniendo desde el monte, rompíales el cuello y matábalos; muertos todos ya y en montón, voló el águila al éter divino, mas yo en sueños lloraba y gemía, y al par las aqueas bien trenzadas juntábanse en torno al oír mis lamentos de dolor por la muerte que el águila diera a mis ocas”.
En latín se
conocía como Anser
anser y se le tenía en gran estima tras un hecho que pasó a la historia gracias a Eliano, XII, 33
que nos comenta que son mucho más
vigilantes que los perros:
“Los perros
son menos útiles que los gansos para ejercer la vigilancia,
y esto lo descubrieron los romanos. En efecto, los celtas estaban en guerra con
ellos, les hicieron retroceder con suma energía y estaban ya en la misma
ciudad. Ya había caído en su poder toda Roma, excepto la colina del Capitolio,
porque no les resultaba fácil escalarla, ya que todos los lugares que parecían
accesibles a los atacantes mediante estratagema estaban preparados para la
defensa. Era el tiempo en que el cónsul Marco Manlio custodiaba la antedicha
colina que se le había confiado. Éste fue aquel que ciñó una guirnalda a su
hijo por su gallardía, pero que lo condenó a muerte por abandonar su puesto.
Cuando los celtas se apercibieron que la colina era inaccesible por todas
partes, decidieron esperar a las altas horas de la noche y caer sobre los sitiados
cuando estuvieran profundamente dormidos. Confiaban en que la colina les sería
escalable por el lugar no vigilado y carente de protección, ya que los romanos
suponían que los galos no atacarían por allí. Y, como consecuencia de esto,
Manlio y la ciudadela de Júpiter hubieran sido capturados de la manera más
ignominiosa, de no haber sido por la presencia casual y el alboroto de unos
gansos. Los perros, ante la comida que
les echaron, se callaron, pero los gansos -es propio de ellos gritar y
hacer algarabía cuando se les echa algo para que coman-, con su clamor, hicieron levantar a Manlio y a la guardia que dormía
con él. Por esto, los perros hoy en día siguen sufriendo la pena de muerte
todos los años entre los romanos, en memoria de su antigua traición; en cambio,
en días determinados, un ganso es
honrado llevándolo con gran pompa en una litera”
Plinio X, 26
también comenta el rol vigilante de
los gansos:
“El ganso también mantiene una
guardia vigilante, hecho que está bien atestiguado por la defensa del Capitolio, en un momento en que, por el silencio de los
perros, la república había sido traicionada: por ello, los censores siempre, lo
primero de todo, se preocupan de la alimentación de los gansos sagrados. Lo que
es aún más, también, hay una historia de amor acerca de este animal. En Ægium
se dice que nació una pasión por un muchacho hermoso, natural de Olenos, y otro
por Glauce, una doncella que era tañedora de laúd al rey Ptolomeo,…Casi se
podría estar tentado a pensar que estas criaturas tienen una apreciación de la
sabiduría, ya que se dice que uno de ellos era el compañero constante del
filósofo, Lacydes, y nunca lo dejaría, ya fuera en público o en el baño, de
noche o de día”
También Eliano, XIII, 25
comenta ese papel tan útil en la guerra:
“Los indios valoran como animales útiles en las
armas y en la guerra a los caballos y a los elefantes y les conceden un gran
valor... No desdeña tampoco otros animales más pequeños, sino que los acepta
también cuando se los ofrecen como regalos, pues los indios no menosprecian
ningún animal ni doméstico ni salvaje. Así, los súbditos constituidos en autoridad le llevan regalos como
grullas, gansos, gallinas”
Tito
Livio, V, 47 narra que los gansos dieron la alarma
cuando los galos entraron de noche en el Capitolio:
“Luego, pasándose las armas cuando
había algún paso difícil, apoyándose unos en otros, aupándose por turno y
tirando unos de otros según lo exigía la naturaleza del terreno, llegaron hasta
la cima en tan profundo silencio que no s610 burlaron a los centinelas, sino
que ni siquiera despertaron a los perros, animales atentos a los ruidos
nocturnos. No pasaron desapercibidos a
los gansos, a los que no se tocaba, a pesar de la agudísima falta de
alimentos, porque estaban consagrados a Juno. Esta circunstancia significó la
salvación, pues sus gañidos y el sonoro
batir de sus alas despertaron a Marco Manlio, notable hombre de guerra que
había sido cónsul dos años antes”
Las
fuentes clásicas nos transmiten muchas de sus características, como que es un
ave migratoria que, al igual que los cisnes, cuando emprende el vuelo, simula
la proa de las naves.
A su vez, fue una de las aves que primero convivieron con
el hombre por los pocos cuidados que requería su crianza y su lealtad de la que nos habla de nuevo Eliano, VII, 41:
“Lacides, el peripatético", era dueño de un ganso digno de admiración. Amaba intensamente a su amo; cuando éste caminaba, caminaba junto a él; cuando: se sentaba, descansaba, y no lo dejaba ni un instante. Cuando murió el ganso, Lacides le hizo un suntuoso funeral, como si se tratara de un hijo o un hermano”
“Lacides, el peripatético", era dueño de un ganso digno de admiración. Amaba intensamente a su amo; cuando éste caminaba, caminaba junto a él; cuando: se sentaba, descansaba, y no lo dejaba ni un instante. Cuando murió el ganso, Lacides le hizo un suntuoso funeral, como si se tratara de un hijo o un hermano”
Eliano, I, 6
de nuevo hace referencia a esa idea de fidelidad: “He oído
decir que un perro se enamoró de Glauce la citarista. Otros dicen que no fue un
perro, otros un ganso”
Para
su crianza, como ya hemos mencionado, existían personas
especializadas de las que Ateneo, IX 384 b nos dice lo siguiente:
“Ulpiano dinos en qué pasajes de autores
antiguos se consideran dignos de mención estos magníficos hígados de oca. Pues
que conocían criadores de ocas lo
testimonia Cratino, en Dionisalejandro cuando dice:”criadores de ocas, vaqueros” En otro orden de cosas Homero emplea
el término tanto en femenino como en masculino en Odisea XV 161, XV 174 y XIX
536 y 537”
Varrón, III, 10 hace mención a los criadores de gansos: “Pasa ahora”, dice Axio, “a ese género que no está contento ni en granja ni en tierra alguna, sino que requiere estanques, al que vosotros los filogriegos llamáis ‘anfibio’. A aquellos en los que se crían gansos los llamas, con nombre extranjero, chenoboscion; de ellos, Escipión Metelo y Marco Seyo tienen algunas grandes manadas”.
Eliano,
IV, 54 nos muestra que esta costumbre de criar a estas aves ya era conocida en
Egipto, cuya imagen es frecuente en las tumbas egipcias del Imperio Nuevo.
Seguramente llegó a Roma a través de los griegos: “Dicen
los egipcios (y los sabios no prestan oídos sordos a lo que dicen) que, en una cierta comarca de
Egipto, a la que dan el nombre de Heracles, hijo de Zeus, un muchacho bien
parecido, como egipcio que era, que apacentaba
gansos, era apasionadamente amado y admirado incluso por un áspid hembra.
El áspid buscó la compañía del muchacho y le anunció en sueños las asechanzas
maquinadas contra él por otro animal que era su compañero, por así llamarlo,
porque estaba celoso del muchacho a causa de su novio. Y el muchacho hizo caso,
obedeció y se puso en guardia”
Se
creía que los gansos de mayor calidad eran los blancos, por ser más
fértiles. Varrón, III, 10: “En
primer lugar, ordenaba a un esclavo que al elegir observara que fuesen grandes y blancos, porque generalmente
tienen pollos semejantes a ellos mismos, pues hay otro tipo abigarrado, que se
dice salvaje, que ni se junta de buen grado con aquellos ni se amansa con
facilidad”
Columela RR VIII, también indica cómo
deben ser los gansos escogidos para la crianza: [3] “Cuando estas disposiciones se hagan, tenga cuidado de elegir hembras de tamaño grande y brillante:
porque hay otra especie de plumaje
abigarrado, … pero no es tan productivo como el de color blanco”
Pese a haber introducido un poco el tema de la crianza nos centraremos en él con más calma la semana próxima.
Plurimam salutem!
*Imágenes propias, salvo el dibujo de cómic y el cromo
2 comentarios:
Hace poco en Gran Bretaña, grandes conocedores de la cultura clásica, prohibieron en una famosa sala de exposiciones una fotografía artística de una mujer desnuda en pose erótica con un ganso (no, no era el príncipe Harry), por considerarla de mal gusto y escandalosa. Lo que ignoraban es que la obra de arte recreaba el mito de Afrodita y el ganso.
Tampoco sale muy bien parado en esta historia el perro, considerado el animal de vigilancia por antonomasia, pues como bien indicas Charo, Roma le debe más al ganso en este aspecto. Y si se trata del mundo occidental sería el cerdo al que se podría considerar el mejor amigo del hombre, no sólo por acabar en el pasado con tanta hambruna, como animal doméstico, sino porque de él se puede aprovechar todo.
Un saludo
Emilio
Estimado Emilio, gracias por tu aportación. Como siempre muy interesante.
No conocía el dato de la exposición en Gran Bretaña, muy curioso. Lástima el desconocimiento del mito de Afrodita y el ganso.
Un saludo
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