Hace unas semanas vimos las propiedades de los alimentos según Hipócrates, pero hay algunos alimentos en concreto de los que comenta sus contraindicaciones y cosas a tener en cuenta:
“Características esenciales de los alimentos: el ajo produce gases, calor alrededor del tórax, pesadez de cabeza y náuseas, y si hubiese algún otro dolor habitual lo agudizaría. En cambio, es diurético, y esto es bueno. Es excelente tomarlo si se va a salir a beber o si se está ya borracho.
El queso produce gases, estreñimiento y fermentación de alimentos sólidos. Hace fermentar también lo que está crudo y sin digerir. Es muy perjudicial tomarlo al beber, cuando se está ya saciado de comida.
Todas las leguminosas son flatulentas, crudas, cocidas o tostadas, y muy poco, en cambio, puestas en remojo o verdes. No hay que tomarlas más que con cereales.
Cada una de ellas tiene sus propiedades negativas específicas: los garbanzos crudos o tostados producen flatulencia y molestias, las lentejas son astringentes y producen alteraciones si están con piel, los altramuces son los que menos propiedades negativas tienen.
El silfio y su jugo. Hay algunos a quienes va especialmente bien, pero, en los que no tienen costumbre, hace que el intestino no funcione, y aparece lo que se denomina cólera seca. Se produce, sobre todo, si se mezcla con queso abundante o con carne de vaca, pues por efecto de ésta las afecciones de la bilis negra se agudizarían.
La naturaleza de la carne de vaca es difícil de superar y no puede digerirla un estómago cualquiera; como mejor se pasa es si se toma cocida y muy hecha.
La carne de cabra tiene todos los factores negativos que hay en la de vaca: es más flatulenta y provoca eructos y bilis. La que tiene mejor olor es la más agradable.
La cocida y fría es la mejor; en cambio, es más desagradable, si tiene mal olor y está dura. La peor es la fresca. En verano es la mejor, y en otoño la peor.
La carne de lechón es nociva cuando no está suficientemente cocida o muy quemada, favorecería también los flujos de bilis y trastornos. La carne de cerdo es la mejor de todas: la más fuerte es la que no es ni muy grasa, ni muy delgada, ni la de una víctima vieja. Se debería comer sin piel y un poco fría” (Sobre la dieta en las enfermedades agudas, 45)
Hemos leído la importancia de una alimentación concreta según la estación del año, al igual que actualmente se recomienda el consumo de productos de temporada.
Hipócrates en Aforismos, 13 y ss nos cuenta: “En invierno y en primavera el vientre está muy frío por naturaleza, y el sueño es muy largo. Por consiguiente, en esas estaciones hay que dar más alimento. Efectivamente, el calor innato también es mucho, y, por tanto, se precisa más alimento. Como prueba, los jóvenes y los atletas.
Las dietas líquidas convienen a todos los que tienen fiebre, especialmente a los niños y a las demás personas que están acostumbradas a seguir tal dieta.
En verano y otoño es cuando peor soportan (los enfermos) la comida; en invierno, cuando mejor, y, en segundo lugar, en primavera.”
Celso, De medicina I, 3 sobre la estación de año también trata del mismo asunto: “La estación del año también merece consideración. En invierno conviene comer más y beber menos, un vino más fuerte, tomar mucho pan, carne preferentemente hervida, verduras con moderación; tomar una sola comida. Si la comida se toma al mediodía, es mejor que sea algo escasa, y que se seque, sin carne, y sin beber. …. Pero en primavera los alimentos se deben reducir un poco, la bebida debe ser de vino más diluido; más carne junto con verduras, pasando gradualmente de hervido a asado. En verano el cuerpo requiere tanto comida como bebida más a menudo, y por lo tanto es adecuado además tomar una comida al mediodía. En esa temporada tanto la carne como las verduras son las más apropiadas; vino debe diluirse mucho para que la sed pueda ser aliviada sin calentar el cuerpo; carne asada, comida fría o comida que se está enfriando. Pero al igual que la comida se toma con más frecuencia, por lo que debe haber menos cantidad. En otoño debido a los cambios en el clima hay más peligro. …. ahora se puede tomar un poco más de comida, menos cantidad de vino, pero más fuerte. Algunos piensan que la fruta del huerto es perjudicial, igual que la comida fría o comida que está enfriando. Pero al igual que la comida se toma con más frecuencia, debe haber menos de ella”
Así pues, algo importante en la dieta es evitar cambios bruscos de la dieta en nuestro día a día. Hipócrates en Sobre la dieta en enfermedades agudas, 28 y ss explica: “Pero, además, es fácil comprender que una dieta de comida y bebida de mala calidad y de poca variación es en sí misma siempre más segura para la salud, en términos generales, que si se cambia de repente a otras cosas. Y que tanto en los que suelen hacer dos comidas diarias, como en los que suelen hacer una, los cambios repentinos producen daño y debilidad.
También a quienes no tienen costumbre de comer a mediodía, si lo hiciesen, el cambio les produce al momento pesadez en todo el cuerpo, y los hace débiles, lentos y sin fuerzas. Y si añadiesen la comida de la tarde, se les produciría ardor de estómago. A algunos, incluso, les daría diarrea, porque, en contra de lo habitual, el intestino acostumbrado a tener intervalos de sequedad, a no llenarse dos veces y a no digerir alimentos dos veces, se encuentra cargado”
También Celso, De medicina I, 3 incide en esta idea: “No es bueno comer demasiado después de un largo ayuno, ni ayunar después de comer en exceso. Y corre un riesgo que va en contra de su hábito si come inmoderadamente una o dos veces al día. A su vez, ni la ociosidad repentina después del trabajo excesivo, ni el trabajo repentino después de la ociosidad excesiva, es beneficioso. Por lo tanto, cuando un hombre desea hacer un cambio, debe habituarse poco a poco; de hecho cualquier trabajo es más fácil incluso para un niño o un anciano que para un adulto desacostumbrado”
También es muy importante cómo cocinar los alimentos para sacarles todo su mejor partido. Al respecto Hipócrates, Sobre la dieta, II, 56 y ss indica: “Todo lo que está pasado por el fuego y tostado es más astringente que lo crudo, porque el fuego le ha arrebatado la humedad, el zumo y lo grasiento. Así que cuando cae en el estómago, atrae hacia sí la humedad de la cavidad, y obtura los orificios de los conductos venosos, secando y calentando, de manera que contiene los desagües de la humedad. […] Las cosas dulces, picantes, saladas, amargas, ásperas y carnosas dan naturalmente calor, tanto las que son secas como las húmedas. […] Las sustancias ácidas, picantes, astringentes, ásperas, bastas, o secas, no llenan, porque dejan abiertos y limpian los orificios de los conductos venosos. Todos los alimentos frescos dan más vigor que los demás por esta razón, que están más cerca de lo vivo.
En cambio los viejos y pasados son más laxantes que los frescos, porque están más cerca de la corrupción. Los alimentos crudos provocan cólicos y eructos, porque aquello que debe efectuarse con ayuda del fuego, eso lo lleva a cabo el estómago, que es más débil que los alimentos ingeridos. Los platos que se preparan con salsas son ardientes y húmedos, porque tienen ingredientes grasos, cálidos, y con propiedades diversas unas de otras en un mismo guiso. Los preparados en salmuera o en vinagre son mejores y no ardientes”
Celso, De medicina I, 3 a todas estas ideas añade la importancia del ejercicio y los baños terapéuticos utilizados antes del consumir los alimentos. Como vemos, de nuevo, vemos el legado clásico en nuestras vidas: “Esta debe ser la regla para todos después de estar fatigado, antes de tomar la comida: primero caminar un poco, luego, si no hay baño a mano, someterse a la unción y la sudoración en un lugar cálido, ya sea en el sol; cuando hay un baño, primero debe sentarse en la habitación caliente, luego, después de descansar un rato, bajar a las tinas; después de ser ungido con aceite y suavemente frotado, vuelve a descender a la bañera; finalmente debe limpiar el rostro, primero con calor, luego con agua fría. Un baño muy caliente no se adapta a estos casos.
Por lo tanto, si la fatiga excesiva casi equivale a una fiebre, basta con que se sienta en agua tibia, a la que se le puede agregar un poco de aceite en una habitación tibia; después su cuerpo entero, y especialmente las partes que han estado bajo el agua, deben ser frotadas suavemente con aceite al cual se han agregado un poco de vino y la sal batida. Hecho esto, cualquiera que haya sufrido fatiga está listo para el alimento, en particular el alimento de una consistencia fluida; él debe contentarse con agua para beber, o si el vino, ciertamente diluido"
Cómo actuar ante problemas intestinales.
Se recomienda el ayuno del que Hipócrates en Aforismos, 13 y ss afirma: “Los ancianos son los que mejor soportan el ayuno; después, los de mediana edad; muy poco, los adolescentes, y, peor que todos, los niños, y, de entre ellos, los que resultan ser más vivaces de lo que les corresponde.
Los que están creciendo tienen muchísimo calor innato, por ello, necesitan muchísimo alimento, y si no, su cuerpo se consume. En cambio, los ancianos tienen poco calor; por eso, necesitan poco combustible, pues, con mucho, se apaga”
Sobre el uso de vómito cómo purgante, Celso, Sobre medicina, I, 3 dice: “También sucede que después de una cena de muchos servicios y de muchas bebidas de vino diluido, un vómito es incluso ventajoso; al día siguiente debe haber un descanso prolongado seguido de ejercicio con moderación. Si hay opresión debido a una persistencia de la fatiga, el agua y el vino se deben beber alternativamente, pero el baño rara vez se utiliza” […] Un vómito es más ventajoso en invierno que en verano, pues entonces se tiene más flema y más congestión en la cabeza. Es inapropiado para los finos y para los que tienen un estómago débil, pero adecuado para el pletórico, y todos los que se han vuelto biliosos, ya sea después de comer en exceso o digestión imperfecta. […]En consecuencia, permito que los vómitos no se practiquen por el lujo solo por razones de salud,… que nadie que quiera mantenerse bien y vivir hasta la vejez, debería convertirlo en un hábito diario. El que después de una comida quiere vomitar, si lo hace con facilidad primero debe tomar agua tibia por sí mismo; cuando hay más dificultad, se debe añadir un poco de sal o miel. Para provocar un vómito al levantarse por la mañana, primero debe beber miel o hisopo en el vino, o comer un rábano, y después de que beber agua tibia […] Después de un vómito, cuando el estómago está débil, debe tomarse un poco de alimento adecuado, y para beber, a menos que el vómito tres copas de agua fría. […] Después de eso, la siguiente comida debe ser ligera, consistente en pan de un día, vino puro sin diluir, carne asada, toda comida seca. Quienquiera que quiera provocar un vómito dos veces al mes, tendrá que hacerlo en dos días consecutivos, en lugar de una vez cada quince días, a menos que este intervalo más largo cause pesadez en el pecho”
Celso habla también sobre el uso de purgantes y enemas, Sobre medicina, I, 3: “Ahora bien, la defecación debe ser usada también como un medicamento, cuando los intestinos están pesados, con el resultado de que hay aumento de la flatulencia, mareo de la visión, dolores de cabeza y otras alteraciones en las partes superiores… El que quiere defecar debe en primer lugar hacer uso de la comida y el vino que lo promueva; entonces si estos tienen poco efecto, él debe tomar aloes. Pero los purgantes también, aunque son necesarios a veces, cuando se usan frecuentemente conllevan peligro; pues el cuerpo queda sujeto a la desnutrición, ya que un estado debilitado lo deja expuesto a enfermedades de todo tipo”
En la próxima entrada hablaremos de las enfermedades producidas por el ingerir demasiados alimentos o por su escasez.
Plurimam salutem!
2 comentarios:
Verdaderamente increíble que hace Miles de años se tuvieran conocimientos tan certeros
Qué razón tienes...es realmente increíble.
Muchas gracias por tu comentario
Un saludo
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