domingo, 11 de noviembre de 2012

PISCATORES Y SU HERENCIA



Si acudimos a las fuentes clásicas descubrimos rápidamente el aprecio de los romanos por el pescado fresco, principalmente para ser ofrecido en los banquetes lujosos a sus invitados. Para ello era necesaria la destreza de unos pescadores (piscatores) que desde pequeños aprendían el oficio y utilizaban unos sistemas de pesca que no distaban mucho de los empleados en la actualidad. 

Junto al pescado capturado en el mar o en los ríos, conocemos la existencia de viveros, de los que ya hablamos en otra ocasión.

Para conocer cuáles eran las cualidades de un buen pescador, Opiano, De la pesca, III, 30, nos dice lo siguiente:

“Ante todo el pescador debería tener cuerpo  y  miembros a la vez ágiles y fuertes, ni excesivamente gordos ni faltos de carne. Porque, frecuentemente, para sacarlos a tierra, debe luchar con poderosos peces, dotados de desmesurada fuerza mientras se mueven y ruedan en los brazos de su madre mar.

Y es necesario que el pescador salte de una roca, y trepe por ella ágilmente; y, cuando el trabajo del mar está en su apogeo, debe recorrer aprisa un largo camino, y zambullirse en lo más profundo, y, permaneciendo entre las olas como sobre la tierna, demorarse en las faenas, en las cuales los hombres en el mar se esfuerzan con intrépido corazón.

También el pescador debería ser de astuto ingenio y sabio, puesto que muchas y variadas son las tretas de que se valen los peces cuando se encuentran con los imprevistos engaños; y debería ser muy audaz e intrépido, y prudente, y no debería amar la saciedad del sueño, sino observar con atención, con su corazón en vela y ojos abiertos; y debería sobrellevar bien la borrasca de Zeus y la estación sedienta de Sirio, ser aficionado al trabajo y amante del mar. Así él tendría éxito en la pesca y sería grato a Hermes”.

Junto a este talante, era conveniente a su vez, buscar la protección divina y en concreto, del dios de mar, Posidón-Neptuno para que todo fuera perfecto y que los pescados capturados no se escaparan de las redes:  

“Cuando los atunes son capturados en batidas realizadas en el Ponto… y cuando, por consiguiente, están ya cogidos en la red y sin poder escapar, todos los pescadores dirigen sus plegarias a Poseidón, ahuyentador de males. Y yo pretendo explicar de dónde le viene al dios este nombre, porque me he preguntado a mi mismo muchas veces qué les indujo a aplicarle este apelativo.  

Piden al hermano de Zeus, dominador del mar, que no permita que pez espada ni delfín lleguen como viajeros acompañantes de la tropa de atunes. Pues, muchas veces, el egregio pez espada rompe la red y hace que toda la multitud de peces escape libre. También el delfín es una criatura nefasta para las redes, porque es también hábil para romperlas”. (Eliano Pesca, XV, 6)

Si con la ayuda del dios marino no era suficiente se podía acudir a Hermes- Mercurio con otra invocación por ser el que proporcionó los trucos para una pesca dichosa: 

“Tú mismo ¡oh señor!, fuiste el primero en idear los artificios de los pescadores de mente prodigiosa, y en revelar la ejecución de los variados procedimientos de pesca, urdiendo el destino para los peces. […]

¡Oh Hermes, glorioso en el consejo, a ti especialmente te veneran los pescadores! Por eso, invocándote a ti con los dioses que ayudan en la captura, yo persigo la gloriosa canción de la afortunada pesca”. (Opiano, De la pesca, III, 1)


Protegidos por los dioses protectores, los piscatores ya podían salir a la captura de peces con todos aquellos instrumentos necesarios para pescar: 

 “Cuatro métodos de captura en el mar han ideado los pescadores. Algunos se deleitan con los anzuelos, y de este grupo unos pescan con largas cañas a las que se han atado un sedal de crin de caballo bien trenzado, otros simplemente arrojan un torzal de lino sujeto a sus manos; y otros se recrean con linos emplomados, o con linos de los que penden muchos anzuelos.
Otros prefieren disponer redes, y de éstas hay las llamadas redes arrojadizas, y las llamadas de arrastre: rastras, y redondeadas redes de bolsa, y redes barrenderas; a otras las llaman redes de cubierta, y con las redes barrederas hay las llamadas redes de suelo, y redes arrojadizas redondeadas, y las corvas redes que pueden contener toda clase de pesca; innumerables son las variadas clases de tales redes de astutos senos. Otros tienen sus mentes más puestas en nasas que proporcionan alegría a sus dueños mientras duermen tranquilamente, y espléndida ganancia les espera con pequeño esfuerzo. Otros con el tridente provisto de largas puntas hieren a los peces desde la tierra o desde una barca, según lo deseen. La medida adecuada y la recta norma de todos  estos instrumentos las conocen exactamente los que efectúan estos trabajos”.  (Opiano, De la pesca, III, 72)

 En esta cita de Opiano, De la pesca, I, 53 se resume perfectamente cuáles serían las técnicas de pesca empeladas en la antigüedad:  

“La fuerza de los pescadores se asienta en endebles cabellos y curvados anzuelos de bronce, cañas y redes”.

No obstante, para profundizar más en el tema, Eliano en su libro Sobre la pesca, XII, 43 nos comenta estos sistemas de captura:

 Hay, según se dice, cuatro métodos de pesca, a saber, la red, el arpón, la nasa y el anzuelo.
 La pesca mediante red proporciona riqueza y se parece a la captura de un campamento y a la toma de prisioneros, y requiere variedad de utensilios, como soga, sedal de lino blanco y negro, cuerda hecha de junco, corchos, plomo, madera de pino, correas, zumaque y una piedra, papiro, cuerno, una nave de seis remos, torno con su manubrio, una kottàné, tambor, hierro, madera y pez. Y caen en la red diferentes especies de peces, en bandadas numerosas y variadas.

La pesca con arpón es la más varonil de todas y requiere un pescador de gran fortaleza. Necesita tener un arpón bien recto de madera de pino, cuerdas de esparto y *** Necesita también un pequeño bote y vigorosos remeros con buenos brazos.
La pesca con nasa es una pesca que requiere mucha astucia y plan bien meditado. Parece poco recomendable  a personas libres. Necesita juncos secos, sauzgatillo, una piedra ancha, áncoras, algas marinas, hojas de junco y de ciprés, corchos, trozos de madera, un cebo y una pequeña barca.

La pesca con anzuelo es la pesca más perfecta y la más apropiada a los hombres libres. Se necesita crin de caballo de color negro, rojo y gris. Si las crines son teñidas, los pescadores eligen las que están teñidas en gris azulado y en púrpura marina. Porque todas las demás -dicen- son malas. Utilizan también las cerdas erectas de los jabalíes, y también el lino y gran cantidad de bronce; cuerdas de esparto y plumas especialmente blancas, negras y polícromas. Utilizan, asimismo, los pescadores lana carmesí y lana teñida de púrpura, corchos,  trozos de madera. Son necesarios también hierro y otros materiales, entre ellos, cañas bien desarrolladas y enjutas, juncos que han sido mojados, tallos de hinojo, frotado, liso, una caña de pescar de madera de cornejo, los cuernos y el pellejo de una cabra. Unos peces son capturados mediante un método, otros con otro.”

A continuación hagamos una relación de todos los métodos de pesca en la antigüedad:

 Para la pesca con redes se empleaba el algodón, junco, cáñamo y lino, atados a corchos, madera de pino y lastres de plomo, piedra o hierro. 

Los tipos de redes encontradas en las fuentes eran la sagena que consistía en dos redes paralelas de mallas anchas entre ellas había otra de más fina pero más tupida.  

La llamada gángamon consistente en un armazón de hierro y una tupida red  en forma de saco que gracias a una soga gruesa se sujetaba a la embarcación. Allí se guardaban las capturas frescas hasta llegar a puerto. 

La hypoché utilizada para aguas no muy profundas. Se trataba de una red abierta que se  empleaba para la pesca de langostinos o camarones.

La cálymma que podría ser una especie de red arrojadiza, pero la información no es muy concreta.

La denominada sphoiron que al lanzarla, caía en forma circular sobre el agua.

Al igual que en la actualidad también tenía un sistema de redes fijas instaladas junto a la costa que interceptaban el paso de los peces guiados hasta allí por los pescadores gracias al empleo del fuego: 

“Al igual que durante la noche los astutos pescadores con sus rápidas barcas guían la pesca hasta la red, llevando encendidas antorchas; y los peces tiemblan al contemplarlas, y no soportan el giratorio destello”. Opiano, De la caza, IV, 140:

Para la pesca con anzuelo se empleaba un cebo artificial de plomo con forma de delfín y también una caña con un cordel que llevaba un sedal de crin de caballo y un anzuelo de bronce con forma curva. Los cebos solían hacerse con una mezcla de harina, queso y leche cuajada. Para este sistema de pesca la paciencia era un gran aliado:  

“El pescador de caña se sienta en las rocas cerca del mar y con sus curvadas cañas y mortíferos anzuelos, tranquilamente, se apodera del pez de reflejos variados; y se alegra cuando, traspasándolo con las puntas de bronce, se lleva a través del aire al palpitante danzarín marino que salta alto sobre las profundidades”.  (Opiano, De la caza, I, 57)

Para la pesca con nasas se  usaba una especie de cestos hechas con mimbre, esparto o juncos entretejidos. Servían para pescar calamares, langostas, anguilas, bogavantes, y quisquillas siempre ayudados de un cebo. También se utilizaba una especie de corona de púas llamada calamarera o potera: 

“Como cuando los pescadores colocan una nasa para engañar a los peces, trenzada con esparto de Salamina, y en su interior ponen un pulpo o mújol tostado al fuego; el olor llega a las bajas riberas y conduce a los peces espontáneamente a la nasa, y ellos son incapaces de salir de nuevo y encuentran una terrible muerte”. (Opiano, De la caza, IV, 225)




La pesca con arpón o tridente era la más difícil por precisar de una gran fuerza y valor 
para manejar el arpón hecho de madera de pino que sujetaba a su mano con una gruesa 
cuerda. Se empleaba en la pesca del delfín: 

“El pescador hiere a un hijo suyo con el arpón Y mientras el delfín herido conserva su 
vigor, el pescador afloja la cuerda para que aquél no pueda romperla a causa de su violencia y para que a él mismo no le sobrevengan dos infortunios, a saber, que el delfín se marche
 con el dardo y que él quede burlado en su propósito; cuando advierte el pescador 
que el cetáceo se cansa y está algo debilitado por la herida, lleva la barca despacio 
cerca y saca a tierra su presa.” (Eliano, Pesca, I, 18)


Y también del pez espada:

 Tras decir esto, expone el método de captura del pez espada,…Se sitúa en el lugar de anclaje un oteador común para todos los botes movidos a dos remos; cada embarcación la tripulan dos hombres. Uno de ellos dos acciona los remos; el otro que está a proa se queda inmóvil con el arpón. El oteador le señala la presencia del pez espada, […] el hombre lo hiere de cerca; luego arranca el arpón del cuerpo de la presa, pero dejando en él la punta, que tiene forma de anzuelo, está ajustada al asta de manera muy floja y, además, lleva atado un hilo que le aflojan al animal herido hasta que se cansa en su esfuerzo por escapar. Después lo arrastran hasta tierra o lo cargan en el bote, […]   (Polibio, Historias, XXXIV, 3, 1-8) 
                                                                    
Sabemos que, al igual que en la actualidad, se empleaba un método de pesca u otro según la especie que se fuera a capturar.

Así pues, una vez más vemos clara  nuestra herencia que nadie debe olvidar.

Plurimam salutem!

*Imágenes propias



6 comentarios:

Anónimo dijo...

Como bien apuntas Charo, los romanos apreciaban mucho el pescado fresco sobre todo para los banquetes de lujo, y sabemos por los textos clásicos de los “piques” entre patricios que excepcionalmente acudían personalmente acompañados de sus esclavos a las subastas de pescado y llegaban a pagar, en un ascenso de pujas y vanagloria, por una sola pieza de singular peso el equivalente al precio en conjunto de una barca con esclavo incluido. Esos si que podían decir: “para que digan que el pescado está caro”.
Saludos,

Emilio

Charo Marco dijo...

Gracias Emilio, tienes mucha razón con lo que comentas... ocho mil sestercios se pagaron por un salmonete!!

Un saludo

Isabel Barceló Chico dijo...

Eres una continua fuente de sabiduría, charo. Creo que tu blog es una referencia obligada para quien quiera documentarse sobre casi cualquier cosa... Besos, querida amiga.

Charo Marco dijo...

Estimada Isabel, eres muy amable con tu comentario. Los antiguos nos enseñan muchas cosas y no podemos perderlos de vista.

Gracias por el comentario

Besitos

Viena dijo...

Querida Charo, me he quedado enganchadísima con esta entrada, es super interesante y me sorprende bastante como comentáis, que llegara a ser tan caro el pescado, porque vale que los medios de conservación harían muy valioso el pescado fresco, pero también habría mucho más pescado que ahora, así que una cosa por otra, no sé bien por qué tan carísimo.
Por otra parte, me es tan curisosa la enorme variedad de ingenios de las artes de la pesca, que me maravillo al ver que efectivamente, más o menos perfeccionados, en realidad, lo que ahora hacemos es seguir aquellos caminos iniciados por el hombre antiguo.
Un beso y gracias por estos trabajos.

Charo Marco dijo...

Estimada Viena, muchas gracoas por tu comentario.
Ciertamente no hemos inventado nada, eso es lo maravilloso que nos descubre el estudio del mundo antiguo.

Un beso