domingo, 1 de mayo de 2016

CONVIVIVM NVPTIALE I

Un tema interesante no sólo por descubrir el legado en la actualidad sino también por el tema culinario, es saber qué platos se servirían en un BANQUETE NUPCIAL, para ello las fuentes serán nuestras guías.




En esta entrada nos centraremos en la opulencia de este tipo de banquetes como puede ocurrir en la actualidad y en los platos que se solían servir.

Sobre un Convivium Nuptiale podemos leer en Teofrasto, Cartas, III, 13 que se llevaban a cabo grandes festines con parásitos incluidos: “tú mi genio protector, que me has asignado y tocado en suerte, ¡qué malvado eres y cómo me  entristeces,  teniéndome atado a la pobreza! Cuando no hay una invitación, me obligas a comer perifollo y  ascidias o a recoger hierbas y llenar mi estómago bebiendo agua en la fuente Enneacruno. Además, cuando el cuerpo, por encontrarse en su mejor momento de vigor y de juventud, aguanta las afrentas y estaba de una etapa en la que podía sufrir los golpes, el mal trato era algo soportable. Pero ahora, una vez que ya me encuentro en la mitad del camino y que lo que me resta de vida tiende a la vejez ¿cuál será el remedio de mis males? Necesito una soga de Haliarto y me colgaré enfrente del Dipilón, a no ser que la fortuna quiera otorgarme algún favor. Pero si se mantiene en las mismas, no pondré el yugo en mi cuello hasta que disfrute de una mesa bien servida. En breve tendrá lugar la boda, ilustre y que atrae la atención de todos. A ésta yo seré invitado, sin duda alguna, bien para el primer o para el segundo día, pues en las celebraciones nupciales se requieren diversiones y la presencia de parásitos. Sin nosotros no hay fiesta en absoluto y el cortejo sería de cerdos en lugar de seres humanos”

Para que todo fuera perfecto se sucedían las compras en el mercado, así nos lo cuenta Plauto,  Aulularia, acto II. Escena IV,  donde leemos los platos que se servían:

Ántrax: ¿con la hija de quién se casa?

Pitódico: Con la hija de Euclión, nuestro vecino de al lado. Por eso me mandó dejar en su casa la mitad de la compra, a uno de los dos cocineros y a una de las dos flautistas. […]

Ántrax: ¿Y es que este viejo no podía haber hecho la compra para la boda de su hija con su dinero? […]

Ántrax: Ése es un cocinero de feria: cocina cada nueve días.

Pitódico: (a Ántrax) Cállate ya de una vez, coge el más gordo de los dos corderos y entra en nuestra casa.

Escena VII, donde descubrimos los elevados precios del pescado y la carne.

Euclión: Por fin me decidí hoy a hacer el esfuerzo de agasajarme con motivo de la boda de mi hija. Voy al mercado y pregunto el precio del pescado. Me lo dicen: está caro. La carne de cordero cara, la de buey cara, la de ternera, el atún, la de cerdo, todo está caro, y tanto más caro cuanto que yo no tenía ni un céntimo. […] Después mi voluntad se sumó a mi opinión de celebrar la boda de mi hija con el menor gasto posible. […]

Escena VIII,  que nos habla del menú: congrio y murena acompañados de pan.

Ántrax: Dromón quítale las escamas al pescado; tú, Maquerión, quítale el espinazo al congrio y a la murena. Voy a la casa de al lado a pedir prestado el molde para cocer el pan. Tú si eres listo, deja ese gallo mejor desplumado que un bailarín depilado.

ACTO III. Escena II, nos habla que se podían alquilar los servicios de cocineros en el Forum Coquorum.

Congrión: Cállate, hemos venido a guisar para la boda.

Debido al abuso que se hacía en las bodas, como bien leemos en Catulo, 62, 3:“Vespero está aquí, jóvenes, levantaos. Vespero, con dificultad, al fin alza del Olimpo sus luces largo tiempo esperadas. Hora es de levantarse ya, de dejar ya las mesas abundantes. Ya llegara la novia, ya se cantara el Himeneo. !Oh, Himen Himeneo!!Oh, preséntate, Himen Himeneo!  fue necesario legislar y limitar estos gastos, así nos los comenta Aulo Gelio. Noc. Att. 2, 24, 7 y 14: “Luego fue votada la ley Licina, la cual, permitiendo gastar en ciertos días cien ases, como la Fania, concedió doscientos para las bodas. […] Durante el imperio de César Augusto, llegó al pueblo, la última, la ley Julia, por la cual se fijaban doscientos sestercios para los días festivos; para las calendas, los idus, las nonas y ciertas otras fiestas, trescientos; para las bodas y tornabodas, mil

Sobre la misma idea de los elevados costes se centra Juvenal, Sátira, 6, 200: “Si no estás dispuesto a amar a la mujer prometida y unida a ti por un contrato legal, no hay motivo para que tires el dinero en la cena y los pasteles que hay que darles a los invitados ya indigestos al final de la ceremonia ni el regalo de la noche de bodas, cuando en la rica deja brillan Dádico y Germánico grabados en oro”.

El día de la boda se comenzaba con el sacrificio de un cerdo, Varrón, D. R, II, 4:
Al comienzo de una boda los antiguos reyes y personalidades de Etruria inmolaban un cerdo, antes de la unión nupcial. También los primitivos latinos y los griegos en Italia lo hacían. También nuestras mujeres, mayormente las nodrizas, llaman “porcum” a la naturaleza femenina de las doncellas y las griegas “choeron” significando señal de nupcias”.

Para continuar con un banquete en el que se servían un gran número de platos.

Son varios los ejemplos de convivia que nos han llegado de la antigüedad, por ejemplo en Ateneo, IV, 128a-130d podemos leer el menú de las nupcias de Cárano:

“En Macedonia, cuando Cárano celebró sus bodas los invitados fueron veinte. En cuanto se recostaron a la mesa, se les entregaron  como regalo sendas copas de plata. Además, previamente los coronaron a todos, antes de entrar, con una tiara de oro. Una vez que vaciaron sus copas, les dieron en sendas fuentes de bronce un pan del mismo ancho, así como aves y patos, además de palomas torcaces, un ganso y otra gran cantidad de manjares de este tipo en un montón.  Se pasaban para comer otras muchas viandas y, tras ellas, una segunda fuente de plata con un nuevo pan, así como gansos, liebres, cabritos, otros panes especialmente preparados, pichones, tórtolas, perdices y gran cantidad del resto de las volátiles.  […] cuando ya nosotros estábamos agradablemente alejados de la sobriedad, irrumpieron unas flautistas, cantantes y tañedoras de sambuca rodias, a mí me pareció que desnudas, pero algunos decían que llevaban túnicas; También se presentaron otras jóvenes portando cada una dos frascos de perfume, uno de plata y otro de oro, que nos entregaron a cada uno. A continuación se trajo una fuente de plata con baño de oro con una masa de cerdo asado y muy grande, que estaba puesto de espaldas, mostrando por arriba el estómago, relleno de todo tipo de cosas buenas. En su interior había, asados al mismo tiempo, zorzales, patos, papafigos, yemas de huevo vertidas encima, ostras y vieras. Tras ello, después que bebimos, tomamos cada uno un cabrito hirviendo, con una fuente del mismo estilo y cucharas de oro.  […] cuando nos despedimos de los danzarines y acróbatas, nos recibió de nuevo una bebida caliente sin mezcla, habiendo a nuestra disposición vinos de Tasos, Mende y Lesbos, y nos trajeron sendas copas de oro, muy grandes. Y tras la bebida, una fuente de vidrio, colocada en un recipiente de plata, llena de toda clase de pescados asados reunidos y nos ofrecieron una panera de plata con panes de Capadocia, de los que comimos una parte y entregamos la mitad a los esclavos. De nuevo nos lavamos las manos y nos ofrecieron coronas y perfumes. [Tras un brindis] entró un coro de cien hombres que cantaban armoniosamente un himno de bodas. […] Nos sirvieron a cada uno, en fuentes cuadradas con filetes de oro, auténticos jabalíes de Erimanto, atravesados con venablos de plata. […] por último se trajeron las mesas de postres, y se ofrecieron a todos golosinas en cestas trenzadas de marfil, pasteles de cada variedad: de Creta, de los de tu tierra de Samos y de Atenas. Después de eso nos levantamos y nos pusimos a despedirnos, sobrios ¡por los dioses!, en nuestro temor por las riquezas que nos llevábamos”


Otro ejemplo muy interesante lo encontramos en Ausonio, Cento Nuptialis, XIX en el que los platos fuertes fueron aves, peces, cabritos, corderos, ciervos y corzos procedentes de la caza, vino y exquisitos frutos:

 “El día ansiado había llegado / y al digno himeneo /  madres y hombres, / jóvenes a los ojos de sus padres /  vienen y se tiende sobre lecho de púrpura. / Dan los criados agua a las manos / y cargan en cestos los dones de la amasada Ceres  / y de caza suculenta las asadas entrañas traen. / Gran cantidad de platos: la raza de las aves y animales domésticos, / y cabras gregarias no faltan allí, / ni ovejas ni cabritos topadores, / ni la raza  acuática, / corzos ni ciervos huidizos. Ante los ojos y  en las manos hay / frutas maduras. Cuando el hambre está calmada y el deseo de comer satisfecho, /  se colocan grandes crateras / y ofrecen vino de Baco. Cantan sacras canciones, / aplauden a los coros de danzantes y recitan poemas. Y el sacerdote tracio, de largo vestido,  hace hablar los siete intervalos de las notas con ritmos. / Desde otro lugar / la flauta ofrece su canto de doble agujero/ Un descanso común para todas las fatigas / y juntos de las solitarias  mesas se levantan, / por los alegres alrededores numerosos pasean y se cruzan a su vez / el pueblo y los senadores, las matronas, los niños, / y llenan de voz los amplios  atrios: cuelgan lámparas de los techos dorados. /

No podría faltar la pequeña torta nupcial, llamada MVSTACEVM de la que hablaremos en la próxima entrada, ¡no os la podéis perder!


Plurimam salutem!




4 comentarios:

Lvcio ILURTiBaS dijo...

Y después de todo esto, hacía falta algo más que una manzanilla, seguro.
Excelente post, como siempre.
Esperamos expectantes esa torta nupcial.

Charo Marco dijo...

Efectivamente, necesaria una buena infusión.

Gracias por el comentario

En nada la torta nupcial

Un saludo

Viena dijo...

No me la pienso perder Charo, la tarta nupcial a la altura de estos súper bodorrios, seguro que será espectacular.
Se nota el enorme aprecio que se tiene en este tiempo a las proteínas animales, ellas y el pan, son los más nombrados, amén del vino, claro.
Como ya nos has contado en otros artículos, el pan era muy importante y la caza, la carne de todo tipo y los peces, me imagino que sería lo más escaso en las casas del pueblo llano, por eso en los banquetes serían el signo de la riqueza o del poder del anfitrión.
Por lo demás, parece que no se ha evolucionado tanto en la celebración nupcial en nuestros días ¿no? Exceso de gasto, exceso de viandas, exceso de ostentación... Después de todo para eso sirven estas manifestaciones de despilfarro, en muchos sentidos y en el mejor de los casos, para obtener respeto y admiración. Son los potlach de todos los tiempos.
Esperamos esa entrada sobre la tarta.
Un abrazo

Charo Marco dijo...

Querida Viena
Muchas gracias por el comentario
Dentro de nada la torta nupcial. No se parece en nada a la nuestra.
Unas sugerencias muy interesantes.
Gracias gracias de nada
Besitos